Í N D I C E

Nota de las editoras:


Las máquinas despiertan,

los humanos dormimos.


Manifiesto Cíborg:

Ciencia, tecnología y feminismo 

socialista a fines del siglo XX 


Introducción

Identidades fracturadas

La informática de la dominación

La economía del trabajo doméstico fuera del hogar

Las mujeres en el circuito integrado

Cíborgs: un mito de identidad política


Bibliografía


Biografía: Donna Haraway



© Kaótica Libros es un proyecto editorial de Ana Orantes, Sofía Sánchez y Lidia López.

Manifiesto Cíborg forma parte de la obra original: Simians, Cyborgs and Women. The Reinvention of Nature de Donna Haraway publicada en Reino Unido por Free Association Books Ltd., Londres en 1991. La obra original se encuentra libre de derechos

© Texto original: Donna Haraway

© Traducción: Kaótica Libros (basada en la traducción previa libre de derechos de Manuel Talens publicada en Ediciones Cátedra, S. A., 1995, con el título Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza con I.S.B.N.: 84-376-1392-2)

© Imagen de cubierta: Jakub Krechowicz (Adobe Stock)

© Diseño: Kaótica Libros


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Colección Teorías del Caos, 1 

Editado en Madrid, España 
Primera edición: Free Association Books Ltd., 1991  

Primera edición en Kaótica Libros: mayo, 2020 

ISBN: 978-84-122129-1-4

Todos los derechos reservados

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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares salvo las excepciones previstas por la ley. Si precisa fotocopiar o digitalizar algún fragmento de esta obra contacte con el Centro Español de Derechos Reprográficos mediante el correo electrónico cedro@cedro.org.

 

LAS MÁQUINAS DESPIERTAN, 

LOS HUMANOS DORMIMOS.


«Este es mi cuerpo. Ha sido una armadura.

Con ella no se puede nadar ni alzar el vuelo.

Pobre cuerpo, éste mío, tan pegado a la tierra».

“Cyborg”, Este es mi cuerpo, Luisa Miñana



Donna Haraway, la doctora en Biología que en 1985 publicara este Manifiesto Cíborg posteriormente recogido en su libro Simians, Cyborgs and Women: The Reinvention of Nature, (Routledge, Nueva York, 1991) sigue siendo una de las filósofas culturales de mayor influencia. Las problemáticas que ella planteara hace más de 35 años con una excepcional visión del futuro, son ahora cuestiones de plena actualidad: cómo seguir habitando la tierra que destruimos y cómo establecer una líneas de convivencia e integración social y ética entre todas las especies animales, incluyendo la humana y las máquinas, son temas que ocupan hoy todas las dimensiones de nuestra Cultura. Que la tecnología y lo orgánico forman un conjunto inherente es una idea que quizás hoy podamos asumir con cierta naturalidad y cuando ahora hablamos de cíborg lo hacemos conscientes de estar refiriéndonos a un concepto biológico lejos de la ciencia ficción. 

La evolución ha difuminado las líneas entre lo natural y lo artificial, entre lo animal y lo humano, las máquinas despiertan mientras los humanos dormimos. Haraway propone el alejamiento del esencialismo y la ruptura de la división humano-animal-máquina y la creación un mundo metafórico amalgamado por afinidades y no por identidades. El desafío hacia los dualismos hombre/mujer, cultura/naturaleza, mente/cuerpo, etc., es intrínsecamente un duelo contra las tradiciones occidentales como el patriarcado, el colonialismo, el esencialismo y el naturalismo, entre muchas otras. Haraway defiende que en todos los dualismos existen un dominante y un dominado y es ahí donde radica la urgente necesidad de acabar con ellos. 

Haraway comenzó a escribir Manifiesto Cíborg en 1983 buscando el establecimiento de una alternativa al feminismo esencialista y tradicional. De ahí que afirme, por ejemplo, que no existe nada en el hecho de ser mujer que una de manera natural a las mujeres, sino tan solo afinidades políticas que ella denomina “conciencias opositivas”. Su propuesta de erradicar el género produjo no pocas polémicas en el ámbito académico y feminista. Haraway critica que las miradas del feminismo tradicional basadas en políticas identitarias funcionen bajo la premisa absoluta de que todos los hombres son de una forma y las mujeres de otra, mientras que la teoría cíborg no pretende explicarlo desde la totalidad sino precisamente desde la diferencia. En esta obra, que más adelante daría pie a otras publicaciones y revisiones de concepto, Haraway llama a alejarse del esencialismo patriarcal occidental y a revisar el concepto de género para caminar hacia un mundo en el que se produzca una reconstrucción de las identidades para que éstas ya no estén dictaminadas por el naturalismo o la taxonomía sino por afinidades, de manera que los individuos podrían construir sus propios grupos alejados de las segregaciones causadas por cuestiones de género. La idea sería “construir una especie de identidad post-modernista a partir de la otredad, de la diferencia y de la especificidad”. 

Necesitamos transformar el código de nuestro difícil presente para transfigurarlo en un esperanzador futuro, creemos que las primeras batallas se dan a través del símbolo y en este caso a través del lenguaje, una lúcida deconstrucción (Derrida), que este Manifiesto propone desde el lenguaje científico y la denuncia de profundas verdades humanas, esta revelación de la herida primigenia que nos compete globalmente, y que sólo podrá ser restaurada a través de un cambio de pensamiento. La colonización a través de los mitos propuestos por el patriarcado occidental han llegado a su fin. Es tiempo de despertar.

“No hace falta entenderlo todo”, dice Haraway. Y es preciso partir de esa premisa a la hora de adentrarse en este texto. Lo que viene a continuación no es sencillo pero es esencial. Que lo disfruten. 

Las editoras

 Manifiesto Cíborg

Ciencia, tecnología y feminismo socialista a fines del siglo XX 

en

Simios, cyborgs y mujeres: la reinvención de la 

naturaleza. (New York; Routledge, 1991, pp.149-181.)


Un sueño irónico de un lenguaje común 

para las mujeres en el 

circuito integrado


por


Donna Haraway


Traducción revisada por Kaótica Libros


 Este texto es un esfuerzo por construir un irónico mito político fiel al feminismo, al socialismo y al materialismo. La blasfemia siempre parecía requerir tomarse las cosas muy en serio. No conozco una mejor postura que debamos adoptar dentro de las tradiciones seculares religiosas y evangélicas de la política de los Estados Unidos, incluida la política del feminismo socialista. La blasfemia nos protege de la mayoría moral interna, sin dejar de insistir en la necesidad de comunidad. La blasfemia no es apostasía. La ironía se ocupa de las contradicciones que no se resuelven en conjuntos más grandes, incluso dialécticamente, sobre la tensión de mantener unidas las cosas incompatibles porque ambas o todas son necesarias y verdaderas. La ironía trata del humor y la seriedad. También es una estrategia retórica y un método político para el que pido más honestidad dentro del feminismo socialista. En el centro de mi fe irónica, mi blasfemia, está la imagen del cíborg.

Un cíborg es un organismo cibernético, un híbrido de máquina y organismo, una criatura de la realidad social, así como una criatura de ficción. La realidad social es el conjunto de relaciones sociales vividas, nuestra construcción política más importante, una ficción que cambia el mundo. Los movimientos internacionales de mujeres han construido la ‘experiencia de las mujeres’, y también han destapado o descubierto este objeto colectivo crucial. Esta experiencia es una ficción y un hecho político de gran importancia. La liberación se basa en la construcción de la conciencia, la comprensión imaginativa, la opresión y, por lo tanto, la posibilidad. El cíborg es una cuestión de ficción y experiencia vivida que cambia lo que importa, como la experiencia de las mujeres a finales del siglo XX. Esta es una lucha por la vida y la muerte, pero el límite entre la ciencia ficción y la realidad social es una ilusión óptica.

La ciencia ficción contemporánea está llena de cíborgs: criaturas que son simultáneamente animal y máquina, que viven en mundos ambiguamente naturales y artificiales. La medicina moderna también está llena de cíborgs, de acoplamientos entre el organismo y la máquina, cada uno de ellos concebido como un dispositivo codificado en una intimidad y con un poder que no se generó en la historia de la sexualidad. El ‘sexo’ del cíborg restaura algunos de los encantos barrocos que replican los helechos e invertebrados (magníficos profilácticos orgánicos contra la heterosexualidad). La reproducción del cíborg no precisa de un acoplamiento orgánico. La producción moderna parece un sueño del trabajo de colonización cíborg, un sueño que hace que la pesadilla del taylorismo parezca idílica. Y la guerra moderna es una orgía cíborg, codificada por C3I, —comando de control de comunicaciones del servicio de inteligencia—, un artículo de 84 mil millones de dólares dentro del presupuesto de Defensa de los Estados Unidos de 1984. Estoy argumentando a favor del cíborg como una ficción que mapea nuestra realidad social y corporal y como un recurso imaginativo que sugiere algunos acoplamientos muy fructíferos. La biopolítica de Michael Foucault es una premonición flácida de la política cíborg, un campo muy abierto.

A fines del siglo XX, nuestra era, un tiempo mítico, todos somos quimeras, híbridos teóricos y fabricados de máquina y organismo; en resumen, somos cíborgs. El cíborg es nuestra ontología; nos da las herramientas y nos orienta en nuestra forma de actuar. Es una imagen condensada tanto de la imaginación como de la realidad material, los dos centros unidos que estructuran cualquier posibilidad de transformación histórica. En las tradiciones de la ciencia y la política “occidentales”: la tradición del capitalismo racista y masculino; la tradición del progreso; la tradición de apropiación de la naturaleza como recurso para las producciones culturales; la tradición de reproducción del yo a partir de los reflejos del otro… En todas ellas, la relación entre el organismo y la máquina ha sido una guerra fronteriza. En ella estaban en disputa los territorios de la producción, la reproducción y la imaginación. Este texto es un llamamiento a encontrar el placer dentro de la confusión de las fronteras y, al mismo tiempo, a actuar en su proceso de construcción. También es un esfuerzo por contribuir a la cultura y la teoría feminista socialista de un modo posmodernista, no naturalista y dentro de la tradición utópica de imaginar un mundo sin géneros, que tal vez sea un mundo sin génesis, pero también, quizás, un mundo sin fin. La encarnación cíborg está fuera de la historia de la salvación. Tampoco marca el tiempo en un calendario edípico intentando curar las terribles divisiones de género en una utopía simbiótica oral o un apocalipsis post-edípico. Como Zoe Sofoulis argumenta en Lacklein, su manuscrito inédito sobre Jacques Lacan, Melanie Klein y la cultura nuclear, los monstruos más terribles y quizás más prometedores en los mundos cíborgs están encarnados en narraciones no edípicas con una lógica de represión diferente que necesitamos entender para nuestra supervivencia.

El cíborg es una criatura en un mundo post-génerico. No tiene conexión con la bisexualidad, ni con la simbiosis preedípica, ni con el trabajo no alienado u otras seducciones propias de la integridad orgánica mediante una apropiación final de todos los poderes de las partes en favor de una unidad superior. En este sentido, la historia del origen del cíborg no puede concebirse desde los parámetros occidentales; esto resulta ser una ironía ‘final’, ya que el cíborg también es el terrible propósito (telos) apocalíptico de las cada vez mayores dominaciones por parte de Occidente del individuo abstracto. Un yo supremo libre por fin de toda dependencia, un hombre en el espacio. Según el sentido humanístico occidental, una historia que trate del origen depende del mito de la unidad original, de la plenitud, la dicha y el terror, representada por la madre fálica de la que todos los humanos deben separarse. Las tareas del desarrollo individual y de la historia son los poderosos mitos gemelos inscritos con mayor fuerza para nosotros en el psicoanálisis y el marxismo. Hilary Klein ha argumentado que tanto el marxismo como el psicoanálisis, en sus conceptos de trabajo, de individualización y de formación del género, dependen del argumento de la unidad original, a partir de la cual se debe producir la diferenciación para, desde ahí, enzarzarse en un drama de dominación creciente de la mujer y de la naturaleza. El cíborg se salta el paso de la unidad original, de identificación con la naturaleza en el sentido occidental. Se trata de una promesa ilegítima que podría conducir a la subversión de su teleología como guerra de las galaxias.