Las rodillas me temblaban por lo que me desplomé boca abajo sobre el tapete, sintiendo su textura y un lejano aroma a lavanda. Me moví a su ritmo acuciante, en una cópula perfecta y armoniosa, hasta llegar casi al tiempo. Permanecimos en silencio, mientras nuestra respiración se regulaba, su pecho en mi espalda, toda su piel adherida a la mía. Victoria no es la protagonista ideal de un libro, porq...