Condenada por adulterio, Hester Prynne es expuesta a la humillación pública en la picota del pueblo, con su hija Pearl en brazos. Todos la miran con reprobación, como si en ella pudieran descargar sus propias culpas, y miran también la letra A, de un rojo tan intenso como el pecado cometido, que deberá portar para siempre como distintivo de su deshonra. El doctor Chillingworth, un forastero que di...