Thomas de Quincey (1785-1859) fue uno de los escritores más excéntricos e inclasificables de toda Inglaterra –y probablemente el opiómano más célebre de todos los tiempos–. Un autor absolutamente imprevisible, el rey del excurso, el estilista más consumado de su generación y, tal como dijo Borges, "una de las mejores prosas en lengua inglesa de todos los tiempos".