El viaje como último resquicio de libertad. Así vivió el marqués de Sade su viaje a Nápoles, donde se refugió entre enero y mayo de 1775 para escapar de la justicia francesa que lo había condenado a muerte, acusado de envenenar y sodomizar a unas prostitutas de Marsella.
Un viaje también como último recuerdo de la libertad perdida, cuando, estando en la cárcel varios años después, soñaba con exil...