Quedó hechizado por su inocente belleza.
Condenada a una vida de normas y restricciones, la princesa Leila de Qurhah se sentía como una marioneta que bailara al son que tocaba el sultán. Desesperada por conseguir ser libre, sabía que solo había un hombre que tuviera la llave para abrir el candado de su prisión.
Lo último que se había esperado el famoso magnate de la publicidad Gabe Steel al llegar...