Su rostro, hermoso incluso muerto, miraba con los ojos abiertos al cielo azul. Su cabello, castaño y sedoso, se agitaba alrededor de su cabeza, resaltando la palidez de su piel. Sus labios ligeramente entreabiertos, como si aún respirara, como si susurrara su despedida.
En un caluroso día de verano, el tranquilo pueblo de Mount Chester se ve sumido en la confusión cuando Jenna, una joven de die...