Heide suelta un grito, salta por los aires y aterriza al otro lado de la cuneta, donde se escurre por el lodo como una excavadora. Nuestro carro empieza a retroceder con toda su fuerza. Porta evidentemente también ha visto el incordio, que está allí delante, al acecho para repartir muerte y mutilación. Nada se rumorea con tanta rapidez cuando la avanzilla se ha encontrado con las temidas minas. De...