"Es con Freud —al cabo de dos o tres mil años—cuando se vuelve a justipreciar el sueño como un acto revelador del destino. Una vez más la psicología abisal ha reconocido un orden allí donde las otras sólo veían un caos, un movimiento agitado e incoherente: lo que a sus antecesores parecía un laberinto inextricable, sin principio ni final, para ella es la via regia, el amino real, que enlaza la vid...