Lo único que quería en mi trigésimo cumpleaños era una noche de locura de la que me acordase toda la vida… Y en vez de eso, acabé embarazada de mi jefe.
Vale, espera.
Antes de que empieces a juzgarme —que te estoy viendo—, la verdad es que no sabía que era mi jefe en esos momentos. Lo único que vi fue al hombre más sexy con el que me había tropezado nunca, con acento británico incluido, y unos lab...