Muy pocos autores del siglo XX, si es que hay alguno, pueden alardear de haber escrito tantas obras maestras. Al usar el inglés, Nabokov transformaba la lengua haciéndola enteramente suya. Le iba a su carácter como un guante: su compleja articulación, sus florituras y guiños, encajan perfectamente con la complejidad de su mente de hechicero. Cada juego de manos cuadra con cada adorable artificio d...