Calculé que tenía entre 40 y 45 años. Había cerrado los ojos, se había puesto los auriculares y se había acariciado las tetas grandes lentamente y con mucha sensibilidad. No sabía cómo reaccionar y me detuve a observar el lascivo ajetreo de esta mujer de ensueño. La sensibilidad y la exigencia con que se masajeaba las tetas me atrajo a su hechizo. Por supuesto, en unos momentos, tuve una gran erec...