Quien me conoce dice que tengo el corazón de fuego. Me llamo Dylan Miller y soy biotecnólogo en uno de los laboratorios más prometedores en medicina genética de Brisbane.
Todo empezó el primer día de trabajo, cuando le entré a una morenaza que quitaba el sentido y una rubia con pinta de duendecilla me puso en mi sitio.
Estaba acostumbrado a triunfar, a ser el perejil de todas las salsas, y ella m...