Nada como un buen escándalo para desatar las malas lenguas de la alta sociedad londinense. Por eso cuando hallaron muerto al secretario personal del príncipe Sebastian, heredero del trono de Alucia, durante su visita oficial a Inglaterra, el asesinato se convirtió en el principal tema de conversación para todos, incluida Eliza Tricklebank. Su irreverente revista de chismorreos se había beneficiado...