Acariciar lo torcido es revolucionar. Tenemos el derecho a estar tristes, a la imperfección, a quedarnos una temporada al costado de la ruta viendo cómo pasan los autos. Derecho a decir que no, a mostrar la panza y pelear con la heteronorma. Podemos autopercibirnos deformes, horribles, intrascendentes. Tenemos derecho a dudar, a equivocarnos y a tomar el colectivo en la vereda de enfrente. La sexu...