Myron Bolitar no es uno más. Es la única esperanza de Terese Collins. Hace ocho años ambos huyeron a una isla caribeña para dedicarse a amarse, casi sin hablar, desgarrándose el uno en el otro. Pero ella desapareció sin dejar ni el más mínimo rastro.
Hasta que sonó el teléfono a las cinco de la mañana. Solo dijo: "Ven a París", dejando el aroma de un encuentro romántico, sensual, lleno de fantasí...