"No te enamores de mí". Esa era la regla del jeque. El imponente castillo y la tierra baldía de Merkazad no tenían nada que ver con la modesta granja y los campos de color esmeralda a los que la amazona Iseult llamaba "hogar", pero tendría que acostumbrarse a su nuevo entorno. El jeque Nadim había comprado los establos de su familia y ella trabajaría a las órdenes de su majestad, en un país exótic...