«Esta novela quema como el hielo», dijo en su día el propio Charles Baudelaire, y no se equivocó en absoluto, pues en el corazón del relato anida un glaciar, y allí, en la gélida llama de los hielos perpetuos, arde todo: cuerpo, alma y sentimientos. Lo que le otorga a "Las relaciones peligrosas" su peculiar atmósfera es que en sus páginas se concitan la fiebre de la carne y la más metódica cruelda...