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Akal / Universitaria / Serie Letras / 392

Carlos López Cortezo

La estructura moral del Infierno de Dante

La estructura moral del Infierno de Dante, libro póstumo de Carlos López Cortezo, es fruto de varias décadas de análisis constante y estudio minucioso de la obra de «il Sommo Poeta».

El autor desarrolla aquí, en primer término, una lectura «restauradora» del texto dantiano acorde con la cosmovisión que lo produjo, prestando particular atención a su literalidad y no tanto a los diversos mitos que se han creado a partir de él. A continuación, se adentra en una exégesis alegórica –textual pero también iconográfica– de cuestiones tales como la «orografía» infernal, las historias de los personajes con sus elementos implícitos, los símiles extendidos, los gestos, la interpretación de los nombres, los personajes mitológicos, etcétera. Todo ello le sirve para, con un estilo sobrio y conciso, desvelar la estructura moral subyacente a la construcción de un Infierno dantiano notablemente distinto del tradicional.

Carlos López Cortezo (1942-2020) fue profesor de Filología Italiana durante más de treinta años en la Universidad Complutense de Madrid, donde, desde 1989, dirigió un Seminario permanente de Dantología. Su magisterio e infatigable labor investigadora le permitieron forjar un método de análisis innovador, propiciando la formación de una escuela de estudiosos de la obra de Dante que tiene hoy especial relevancia en el panorama internacional del dantismo. Fundador de la Asociación Complutense de Dantología, creó asimismo la revista Tenzone, de reconocido prestigio y larga trayectoria, en cuyos números se han dado cita los más insignes nombres del dantismo universal.

Diseño de portada

RAG

Motivo de cubierta:

«Lo ’mperador del doloroso regno» (Inf. XXXIV 28), dibujo del ilustrador y escultor inglés John Flaxman (1755-1826) para la Divina comedia

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© Herederos de Carlos López Cortezo, 2022

© Ediciones Akal, S. A., 2022

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Fax: 918 044 028

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ISBN: 978-84-460-5208-1

PRESENTACIÓN

Desearía ofrecer al lector interesado una explicación de las vicisitudes que ha atravesado este libro, fruto póstumo de la actividad investigadora de mi marido, Carlos López Cortezo. Más de cuarenta años de su vida los dedicó a llevar adelante minuciosos estudios de la Comedia, que propiciaron la creación de un método original de análisis de los textos dantianos[1]. Algunos de esos trabajos, muy revisados y actualizados, aparecen aquí. En el verano de 2017 me confió la corrección ortotipográfica de los diez capítulos finales, que tenía acabados, en tanto que él terminaba los tres primeros. Lamentablemente, con los trabajos preparatorios concluidos y a punto de culminar la versión definitiva, la enfermedad no le permitió alcanzar su objetivo. Mi labor ha sido la de ensamblar los últimos parágrafos, ya redactados por él, de esos tres primeros capítulos y revisar el manuscrito para su publicación. Con ello, pretendo entregar al mundo académico los resultados de su investigación, evitando así que tanto esfuerzo se pierda. Aunque también filóloga, me he dedicado siempre a la Lingüística, por lo que no me habría atrevido a intervenir si no fuera porque contaba con la ayuda inestimable de su mayor discípulo, Juan Varela-Portas de Orduña, que ha realizado la revisión de la obra, y a quien quiero expresar mi profundo agradecimiento.

Pura Guil


[1] Véase J. Varela-Portas, «Introduzione. Opera e magistero di Carlos López Cortezo», en «I passi fidi». Studi in onore di Carlos López Cortezo, a cura di C. Cattermole, A. Nava, R. Scrimieri e J. Varela-Portas, Roma, Aracne, 2020, pp. 15-38.

INTRODUCCIÓN

Parte importante de este trabajo ha sido escrita en Montevideo, donde, hace ya muchos años, vine al mundo, a orillas del Río de la Plata, a dos cuadras de la calle Divina comedia; y donde, ya retirado de la docencia, he podido contemplar, con emoción, a la entrada de la Universidad de la República, una gran estatua de Dante Alighieri. Me resulta inevitable pensar, a pesar de que mi vida ha transcurrido lejos de Uruguay, que la luz del Plata ha marcado, sin yo saberlo, mi camino de dantólogo; es comprensible, también por ello, que hubiera querido concluir este libro en mi entrañable paisito. Pero no ha podido ser.

Lo que aquí ofrezco representa parte del fruto de largos años de trabajo y de docencia en la Universidad Complutense de Madrid, donde tuve el privilegio de impartir muchos cursos de una materia titulada Filología dantiana[1]. Gran parte de su contenido se halla disperso, además de en los apuntes, quizás olvidados, de varias generaciones de alumnos, en artículos de revistas, y en otras publicaciones (actas de congresos, etc.). Es obvio que si los hubiera escrito ahora habría rectificado o matizado algunas de las cosas que en ellos afirmo. Pero me ha parecido más útil, o quizá más práctico, replantear el tema de nuevo, incluyendo lo que de acertado decía en ellos y añadiendo lo que por entonces no había visto.

No es mi propósito que este sea un libro de divulgación, destinado a posibles lectores noveles de la obra de Dante, para los que cualquier edición anotada de la Divina comedia es suficiente, sino que va dirigido a quienes desean iniciarse en su estudio, o ya se han enfrentado en parte a sus dificultades, ofreciéndoles, más que una guía a su lectura, fundamentalmente un modelo metodológico; aunque, siendo como soy muy consciente del contenido polémico de muchas de estas páginas, espero merezcan en especial la atención crítica de mis colegas dantistas.

Como el lector podrá comprobar, con excepción de los capítulos dedicados a la estructura moral del Infierno, no me enfrento a todos los cantos, sino únicamente a una selección de ellos, representativa de la totalidad de la estructura infernal, pudiéndose decir lo mismo en lo que se refiere a sus personajes. El criterio que he seguido al respecto ha sido, por un lado, el radical desacuerdo con algunas de las interpretaciones que de esos cantos se han hecho, como es el caso del canto XV y Brunetto Latini o el XXVI y Ulises; por otro lado, la posibilidad de vencer la secular inercia exegética, aportando una novedosa óptica analítica e interpretativa.

Hace ya mucho tiempo me invitaron a dar una conferencia sobre Dante. La titulé La Divina comedia: una aventura textual, porque lo que pretendía no era tanto hablar de la aventura que se nos narra en ella, es decir, la del personaje Dante, sino de la del estudioso que se enfrenta a los problemas exegéticos que plantea la obra: una aventura arriesgada, llena de acechos, pero intensamente satisfactoria y apasionante, pues el poema dantiano no se agota únicamente en un recorrido horizontal y lineal por su superficie, sino que ofrece una variada gama de conductos, ingeniosamente construidos, que comunican el nivel visible y comprensible de la narración con otros niveles de significado ocultos. Descubrirlos y recorrerlos constituye un verdadero y verniano viaje a las profundidades de la obra. En Le Roman de la Rose se describe muy bien el proceso:

Et qui bien entendroit la lettre

Le sen verroit en scripture

Qui esclarcist la fable oscure

La verité dedenz reposte

Seroit bele, s’ele ert exposte:

Bien entendras se tu repetes

Les integumentz as poetes.

La verras une grand partie

De secrez de philosophie,

Ou mout te vorras deliter

Et si porras mout profiter:

En delitant profiteras,

En profitant deliteras,

Car en leur geus et en leur fables

Gisent deliz mout profitables

Souz cui leur pensees couvrirent

Quant le voir des fables vestirent (7164-7180)[2].

Creo que este pasaje del Roman no es ajeno, sino todo lo contrario, a lo que Dante, en el Convivio, describe como alegoría de los poetas:

Dico che, sì come nel primo capitolo è narrato, questa sposizione conviene essere litterale e allegorica. E a ciò dare a intendere, si vuol sapere che le scritture si possono intendere e deonsi esponere massimamente per quattro sensi. L’uno si chiama litterale, [e questo è quel­lo che non si stende più oltre che la lettera de le parole fittizie, sì come sono le favole de li poeti. L’altro si chiama allegorico,] e que­sto è quello che si nasconde sotto ’l manto di queste favole, ed è una veritade ascosa sotto bella menzogna (II I 2-3).

A grandes rasgos, la Divina comedia, y con ella su Infierno, responde a estos conceptos. Obra de ficción, pues, que contiene una verdad inteligible para el lector que desee no sólo acompañar al personaje Dante en su recorrido onírico por el más allá, sino también comprender el significado de lo que este ve y vive.

El Infierno en el que Dante nos introduce, clara advertencia de los males futuros que esperan a los pecadores, está construido a partir de lo que el poeta considera males presentes[3]: los de la sociedad en que vivió y los de los hombres que la conformaban; pero, sobre todo, es una descripción del proceso psicológico –social e individual– que los ha llevado a ese estado de infelicidad. Conocer a fondo ese proceso de degradación moral, es decir, las causas de la infelicidad presente, es un paso imprescindible para su necesaria superación y un primer peldaño en la escala que conduce a la felicidad. De ahí que el Infierno dantiano se distinga del tradicional, además de por otros aspectos obvios, por un rasgo un tanto heterodoxo: tiene una salida, que es utilizada por Virgilio y el personaje Dante en el canto XXXIV para poder acceder al Purgatorio. Este rasgo es significativo en cuanto que no puede ser considerado como una mera estratagema para que los dos personajes puedan salir de un lugar del que teóricamente no se puede salir: recuérdese que al poeta no le duelen prendas a la hora de omitir el modo en que el personaje efectúa otros pasajes, como el de su recorrido desde la colina hasta la puerta del Infierno, o el de la travesía del Aqueronte. El boquete por el que ambos personajes se van del Infierno adquiere así una relevancia especial, remitiendo al hecho de que el Infierno de la Comedia no es únicamente el lugar de los condenados, sino también un espacio cerrado y oscuro, pero transitable, de donde el que se atreve a recorrerlo para conocerlo puede salir, aunque con grandes dificultades, a diferencia del que cae en él. La estrechez de su salida, sin embargo, contrasta con la amplitud de su entrada, según advierte Minos a Dante en el canto V (v. 20: «non t’inganni l’ampiezza de l’intrare!»), una advertencia en la que encontramos un eco de las palabras de Cristo: «Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran» (Mt 7, 13-14). Este pasaje evangélico explica que el boquete infernal sea a la vez salida del mortífero mundo infernal y entrada en el salvífico «chiaro mondo»:

Lo duca e io per quel cammino ascoso

intrammo a ritornar nel chiaro mondo;

e sanza cura aver d’alcun riposo,

salimmo sù, el primo e io secondo,

tanto ch’i’vidi de le cose belle

che porta ’l ciel, per un pertugio tondo.

E quindi uscimmo a riveder le stelle.

(Inf. XXXIV 133-139; cursivas mías)

Ahora bien, si es pura ficción que el Infierno pueda recorrerse y pueda salirse de él, no lo es que los humanos puedan conocer y comprender el mal que los aqueja y que los condena a la infelicidad. Como es sabido, para poder curar una enfermedad, antes hay que conocerla, es decir, conocer lo que la ha causado y su posterior desarrollo. En este sentido, los condenados al Infierno están doblemente muertos: muertos corporalmente, claro está, pero también muertos anímicamente (segunda muerte, en la terminología teológica medieval). Lo que hace Dante es investigar qué enfermedad moral ha afectado sus almas llevándolos a una muerte tan cruel y dolorosa. No se trata de diversas enfermedades, sino de una sola que evoluciona presentando distintos estadios, todos ellos mortales, según la resistencia o fortaleza del enfermo: los más débiles mueren en los primeros estadios de la enfermedad; los más fuertes o resistentes llegan hasta el final, pero habiendo recorrido todas las etapas evolutivas del morbo, porque un estadio conduce a otro. En otras palabras, el recorrido que el personaje Dante realiza hasta llegar a un lugar determinado de pena significa el análogo moral que han seguido los condenados hasta caer en ese punto del Infierno; esto es, la evolución moral que los ha conducido a la muerte del alma y, en consecuencia, a una determinada pena. Lo que para Dante es camino de salvación, en cuanto que va «salvando», sin caer en ellos, los lugares de pena y los pecados correspondientes, para los condenados lo ha sido de perdición.

Así pues, la accidentada, aunque ordenada, topografía infernal conforma una estructura física que remite a otra análoga moral. No se trata de estructuras estáticas, sino dinámicas, dado que se pueden recorrer tanto física como moralmente, siguiendo un itinerario que comienza en el ante-infierno y concluye en el fondo del pozo infernal.

El Infierno dantiano, por tanto, no es un anárquico, terrible y oscuro vacío en el que encontramos los más variados y refinados tormentos dantescos, ni tampoco una selección fantástica de pintorescos personajes mitológicos; por el contrario, fue diseñado hasta el más mínimo detalle para que pudiese cumplir la función que el poeta había previsto y le había asignado: la de facilitar al lector el paso de una lectura literal (ficción) a una alegórica (verdad). Su estructura, y todo lo que en él se halla, fueron ideados analíticamente a partir de una base ideológica, ética, siguiendo unos procedimientos estrictamente racionales y, en consecuencia, reconstruibles, de los que se podrá encontrar en estas páginas algún ejemplo concreto.

El objetivo que me he propuesto con este libro no es guiar al lector por los vericuetos infernales, facilitándole una información que, como ya he dicho, puede encontrar en cualquiera de las casi infinitas ediciones de la Divina comedia o en las numerosas monografías a ella dedicadas. Mi propósito ha sido, además de fijar en su totalidad[4] la estructura moral que subyace a todo el recorrido infernal del personaje, el de abordar los problemas exegéticos que plantean algunos episodios y sus protagonistas más emblemáticos, los pecados por los que están condenados, el significado de sus castigos, enfrentándome así mismo al de los personajes mitológicos que encarnan los conceptos morales básicos. Soy plenamente consciente de que el resultado de mi trabajo es susceptible de resultar un tanto indigesto a una crítica a veces excesivamente aferrada a una exégesis trazada por grandes personalidades, pero, con todo, me he esforzado siempre en abordar los textos de Dante con el máximo rigor, huyendo, en la medida en que he sido consciente, de veleidades esteticistas o de engañosos subjetivismos.

He dividido el libro en dos partes. La primera, pre-infernal, consta de tres capítulos: uno dedicado a las causas que motivaron que el personaje Dante se encuentre en tan dramática situación (los antecedentes de su extravío en la selva); el segundo, al significado de lo que se nos narra en el proemio, y un tercer capítulo destinado al episodio de la frustrada subida al monte y las tres fieras. La segunda parte, integrada por ocho capítulos, está dedicada al Infierno propiamente dicho, a su estructura moral y mitológica, y al análisis de los episodios y personajes más representativos de dicha estructura. Además, por el interés que creo pueden tener para la exégesis de los textos dantianos, ofrezco en Apéndice dos capítulos más: uno dedicado a la interpretatio nominum y otro relativo a la estructura alegórica de la Comedia.

Carlos López Cortezo

Asociación Complutense de Dantología


[1] Me mantengo fiel a las distinciones terminológicas que propuse en la «Presentación» de Tenzone (2005, 6: 7-9), en este caso referidas al uso del neologismo dantiano, como adjetivo relacional, y de dantesco, como adjetivo calificativo.

[2] [Quien sea capaz de comprender bien el sentido literal descubrirá en el texto el sentido profundo que aclare la fábula oscura. Conocer la verdad que se oculta bajo las palabras será bello si está expuesta con claridad: la comprenderás perfectamente si repasas en tu memoria las lecturas alegóricas de los poetas. Alcanzarás una gran parte de los secretos de la filosofía, en los que te deleitarás mucho y de buena gana, y podrás obtener al mismo tiempo un gran provecho: te será provechoso deleitándote, te deleitarás con provecho, pues en sus juegos y en sus fábulas se encuentran placeres muy provechosos; con este velo han cubierto sus pensamientos, revistiendo la verdad con fábulas] (la traducción es mía).

[3] Véanse infra, en el cap. XIII, los textos, allí recogidos, del Benjamín menor de Ricardo de San Víctor.

[4] Me refiero a que hasta ahora no se ha sabido ver en la estructura moral del Infierno la correspondiente a los pecados capitales, que, sin embargo, conforman la estructura moral del Purgatorio.

LISTA DE ABREVIATURAS

Para las obras de Dante:

Inf.:

Infierno

Purg.:

Purgatorio

Par.:

Paraíso

Vn.:

Vita nuova

Cv.:

Convivio

Dve.:

De vulgari eloquentia

Para la Biblia, las abreviaturas habituales, recogidas en [https://www.biblija.net/help.es/abbrevs.es.php].

Para las obras de referencia más citadas:

Cons.:

La consolación de la Filosofía de Severino Boecio

En.:

Eneida de Virgilio

Ética:

Ética Nicomáquea de Aristóteles

Etim.:

Etimologías de Isidoro de Sevilla

Met.:

Metamorfosis de Ovidio

Roman:

Le Roman de la Rose de G. de Lorris y J. de Meun

ST.:

Suma teológica de Tomás de Aquino

Mapa del Infierno.

Fuente: Alighieri, D., Divina commedia. Inferno. D. Mattalia (ed.), Milán, Rizzoli editore (BUR), 1993, p. 4.

PRIMERA PARTE