Amandha Dawn Vollmer es licenciada en Biotecnología Agrícola por la Universidad de Lethbridge (2000), en Alberta, Canadá, y doctora en Naturopatía por la Universidad Canadiense de Medicina Naturópata (2008), en Toronto. Además, tiene experiencia previa como técnico de laboratorio titulado especializado en zootecnia por la Universidad de Alberta y se formó en kinesiología aplicada, terapia intravenosa (IV) y reiki. Durante gran parte de su vida se ha interesado por la salud y el bienestar de los animales, de las personas y de nuestra tierra. Su entusiasmo por la medicina a base de hierbas la llevó a estudiar las plantas medicinales de forma autodidacta muchos años antes de iniciar sus estudios universitarios. Estudió homeopatía en los diversos viajes que realizó a India y cursó estudios de homeopatía a distancia en el Instituto Británico de Homeopatía.
Conoció el DMSO en la Universidad de Naturopatía. Sin embargo, no comenzó a investigarlo en profundidad hasta 2017, después de familiarizarse con los potentes efectos físicos que produce esta sustancia, que descubrió a través de su propia experiencia personal. Se embarcó en esa investigación, durante la cual leyó todos los libros, artículos y documentos que pudo encontrar sobre el tema, de forma tan apasionada que el proceso podría compararse con un doctorado.
Aparte de su sed de conocimiento, Amandha tiene el don de concebir y crear remedios naturales y productos para el cuidado del cuerpo. Es empresaria y en 2012, después del nacimiento de su hija, fundó Yummy Mummy Emporium & Apothecary. Recoge hierbas y plantas silvestres, crea fórmulas utilizando el DMSO combinado con otras sustancias, y disfruta preparando lociones, bálsamos medicinales y jabones artesanales. Vive en Ontario, Canadá. Su página web es yummymummyemporium.ca.
Quién hubiera podido imaginar que un simple extracto que se obtiene de los árboles sería una de las sustancias curativas más potentes de todos los tiempos. Esto podría parecer una afirmación exagerada, pero estoy segura de que estarás de acuerdo conmigo en cuanto conozcas los aspectos científicos del DMSO (dimetilsulfóxido).
La primera vez que entré en contacto con el DMSO fue en una escuela de naturopatía, donde se hablaba de su utilidad en el campo de la medicina deportiva. Un atleta sufre una lesión y abandona la pista. Un médico valora la situación y le aplica DMSO. Lo más frecuente es que el atleta sea capaz de volver a la competición de inmediato. Me pareció una sustancia interesante, igual que muchos otros remedios. En aquel momento pensé: «Yo no me voy a dedicar a la medicina deportiva, de manera que probablemente no tendré necesidad de utilizar este producto». Y luego me olvidé completamente del asunto.
Una década más tarde, después de crear muchos productos naturales para el cuidado de la piel, curioseando en una tienda bío vi una botella de DMSO en una estantería. Entonces me dije: «Nunca lo he utilizado, podría comprar una botella». Y eso fue exactamente lo que hice. La botella permaneció en un estante de mi tienda de medicina holística durante varios meses, a la espera de que algún cliente la pidiera o de que yo me decidiera a utilizarla en una de las cremas o productos que formulaba.
Un rato después entró en la tienda un cliente con un extraño sarpullido en los antebrazos, que se había manifestado después de que estuviera trabajando en el jardín. Me comentó que el picor era insoportable, y que no había parado de rascarse hasta dejarse la piel en carne viva. Por las noches la picazón empeoraba y sentía como si algo se arrastrara sobre su piel. Había probado varias cremas y tratamientos sin ningún éxito. Rápidamente me di cuenta de que se trataba de una infección producida por ácaros, y le indiqué que se tratara la piel con una solución de tierra de diatomeas* y vinagre de manzana al cincuenta por ciento.
Por alguna razón que no logro comprender, el hombre no dejó de tocarme mientras hablaba. Cuando se marchó me lavé rápidamente las manos y los brazos, preocupada por la posibilidad de que los ácaros se extendieran también por mi piel. Sin embargo, ya era demasiado tarde. A los pocos días empecé a sufrir la misma desagradable picazón. Entonces pensé que tal vez el DMSO (que aún se encontraba en uno de mis estantes) podría acelerar mi curación. Tomé la botella, que contenía una solución de DMSO al noventa por ciento, y me apliqué el líquido en el antebrazo derecho. La sensación de calor y quemazón fue intensa, aun así debo decir que me gustó haberme aplicado una sustancia tan fuerte. La piel se enrojeció y empecé a sentir un hormigueo. Durante los días siguientes me apliqué el producto varias veces, y mi piel se fue engrosando hasta estar casi correosa. (Más adelante aprendí cómo evitar ese engrosamiento, y lo explicaré más adelante).
Necesitaba saber qué era lo que estaba pasando. Me puse a estudiar el DMSO casi obsesivamente. Leí todos los artículos y trabajos publicados desde los años sesenta, desde que habían aparecido las primeras informaciones. Todo lo que leí me entusiasmó enormemente. Había mucha información para asimilar, pero mi capacidad de lectura y mis estudios de química me ayudaron a comprender profundamente el DMSO en poco tiempo. ¿Puede detener ataques cardíacos y derrames cerebrales? ¿Calma el dolor sin provocar adicción? ¿Protege al ADN de los daños que causa la radiación, sin efectos secundarios? ¿Aumenta la absorción y utilización de nutrientes? ¿Protege el hígado de los daños derivados de los fármacos? ¡No podía creerlo! Sentí la necesidad de contarle a todo el mundo lo que había aprendido. Durante aproximadamente un año había estado produciendo videos sobre salud natural, y pronto incluí uno que llevaba por título «Todo acerca del DMSO, ¡un sanador milagroso!», que fue extremadamente popular. Mi entusiasmo era contagioso. Desde entonces, he producido otros videos sobre el DMSO.
Gracias a mi formación médica, mi capacidad para la investigación, mis conocimientos de química, mi confianza en la medicina holística y mi experiencia personal –además de haber diseñado y producido más de una docena de exitosas combinaciones de DMSO con otros productos, de ayudar a otras personas a utilizar satisfactoriamente el DMSO y recibir sus testimonios positivos, y de realizar una investigación exhaustiva sobre esta sustancia para este libro–, siento que me estoy convirtiendo en una experta en el tema y, en cierta forma, podría decir que fue el DMSO el que me eligió a mí. La vida tiene formas maravillosas de regalarte flores, y el DMSO ha sido un regalo inesperado para mí.
El DMSO es una sustancia que todos deberíamos tener en casa, todos los padres y madres deberían incluir en su kit de primeros auxilios, y todas las consultas médicas y hospitales deberían tener a mano. A pesar de todo, en Norteamérica es una droga perseguida, y creo que esa persecución ha sido promovida por informaciones falsas, cuestiones legales y dogmas médicos. Este libro se propone despejar algunos de estos mitos y rumores, y aclarar ciertos hechos concretos sobre este increíble extracto derivado de la madera.
El dimetilsulfóxido procede de la lignina de los árboles (un importante componente de las paredes celulares de las plantas) y es un subproducto del método Kraft de producción de pulpa de madera y papel, conocido también como proceso del sulfato. También participa naturalmente en el ciclo del azufre de la tierra: el DMS (sulfuro de dimetilo) se produce a partir del fitoplancton marino presente en los océanos, y una vez oxidado por la atmósfera se convierte en DMSO. De hecho, el DMS es un productor de nubes; su componente azufre se convierte en aerosoles que rodean el vapor de agua, dando lugar a la formación de nubes. Tanto el DMS como el DMSO son vitales para el ciclo del azufre marino.1 El DMSO también puede estar presente en algunos alimentos, como veremos más adelante.
Este solvente transparente e incoloro tiene dos grados principales de pureza (farmacéutico e industrial) y una miríada de aplicaciones que abarcan la cría de ganado, la medicina deportiva y el trasplante de órganos. Puede ayudar a estimular el crecimiento del cabello y la curación de las cataratas y, por supuesto, calmar todo tipo de dolores y malestares. Este libro habla de las aplicaciones específicas para el uso medicinal del DMSO e incluye recetas que tú mismo puedes preparar en casa. Pero antes, vamos a echarle una ojeada a la historia del DMSO.
Un médico ruso llamado Alexander M. Saytzeff descubrió el DMSO en 1866. Sin embargo, su aplicación comercial no se conoció hasta casi un siglo más tarde. Durante la década de 1950 científicos británicos descubrieron que podía ser utilizado como un agente crioprotector (protección contra los efectos perniciosos del congelamiento) para conservar la médula ósea y las células sanguíneas. La cristalización del hielo produce daños irreparables en las células congeladas. No obstante, cuando al DMSO se le añade agua y se usa como anticongelante, el efecto que produce la termodinámica del proceso de congelamiento es que el ochenta y cinco por ciento de las células sobreviven.2 La viabilidad y la estabilización de las células son esenciales para el trasplante de órganos, así como también para la conservación de especímenes que se utilizan en experimentos. Una sustancia que permite que una muestra de tejido o un órgano se congelen sin sufrir ningún daño y sin alterar negativamente el tejido tiene un valor enorme.
Los científicos también descubrieron que el DMSO no era tóxico para las células, y que esto potenciaba su versatilidad como solvente. Un solvente es simplemente una sustancia química que puede disolver un soluto para producir una solución. El DMSO puede disolver cualquier sustancia que tenga una base de agua o alcohol, y también ciertos materiales a base de aceite, que tienen un peso molecular inferior. Si se mezcla con cualquier otra sustancia, el DMSO crea una reacción exotérmica, lo que significa que genera calor. Cuando el doctor Stanley Jacob, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Ciencia y Salud de Oregón, descubrió que el DMSO altamente purificado podía pasar a través de la piel y de las membranas de los órganos sin dañarlas, él y sus colegas comenzaron a estudiar más detenidamente sus propiedades transdérmicas. Durante su investigación, hallaron que el DMSO también es capaz de transportar con él otras sustancias de bajo peso molecular al atravesar la piel. Sin embargo, nos estamos adelantando a la historia...
Al conocer todas sus prometedoras propiedades, Crown Zellerback, uno de los mayores fabricantes de papel del mundo en la década de 1950, encargó a uno de sus químicos, Robert Herschler, que investigara otros usos posibles del DMSO. La empresa producía una enorme cantidad de esta sustancia como subproducto de la fabricación de papel, y por tanto estaban interesados en encontrar un buen uso para el compuesto. Tal como dice el proverbio, la necesidad es la madre de la invención.
Durante esta investigación, Herschler observó que tanto los agentes antimicóticos como los antibióticos podían pasar a través del sistema circulatorio de una planta cuando esos materiales se combinaban con el DMSO. Aunque otras sustancias químicas, como el alcohol y la gasolina, podían hacer lo mismo, el DMSO era especial porque según los hallazgos de Herschler no dañaba ni alteraba la membrana exterior protectora de la planta. Esto permitió pensar que si el DMSO no deterioraba el revestimiento exterior de una planta, posiblemente también sucedería lo mismo si se aplicaba sobre piel humana.
Reconociendo las aplicaciones medicinales potenciales del DMSO, Herschler se puso en contacto con su viejo amigo, el doctor Stanley Jacob, profesor adjunto de la Cátedra de Cirugía de la Universidad de Oregón. El doctor Jacob estaba específicamente interesado en la criobiología, y le entusiasmaba la idea de realizar una investigación experimental sobre una sustancia con unas propiedades biológicas únicas.
Por extraño que parezca, la historia del DMSO tuvo un mal inicio después de que concluyera la investigación inicial. En 1963, los periódicos de Oregón se apropiaron de la información de la patente y divulgaron las propiedades del DMSO de forma sensacionalista antes de que se transmitiera a través de los canales adecuados de la comunidad médica. Una vez difundida la información, el DMSO ya no tuvo oportunidad de ser presentado a través de publicaciones científicas ni de ser respaldado por estudios, hechos y evidencias. Por el contrario, fue publicitado como una sustancia capaz de curar todo tipo de síntomas. A pesar de que se había probado en más de cien mil pacientes, y de que todos los estudios habían demostrado que no era tóxico si se utilizaba con la dosis correcta, la FDA estadounidense comenzó a hostigar a todos los que habían participado en las investigaciones sobre el DMSO. El laboratorio y la oficina del doctor Jacob fueron allanados, los archivos de pacientes fueron copiados sin una orden judicial y el mismo doctor Jacob fue acusado de no tener suficientes evidencias concluyentes sobre la seguridad del DMSO.3
¿Y por qué había tanta resistencia a aceptar esta investigación? El DMSO había demostrado ser una sustancia curativa natural, sana y potente, y a pesar de todo seguía siendo ilegal. ¿Por qué? Todo se debió a un estudio negativo en el cual se les inyectaron a animales de laboratorio dosis extremadamente altas de DMSO, lo que dio como resultado una pérdida de transparencia del cristalino del ojo.4 Evidentemente se trataba de un efecto secundario negativo, pero una vez que se dejó de administrar el DMSO los cristalinos volvieron a su estado normal en muchos de los animales. De cualquier modo, el destino de la sustancia estaba sellado. El 25 de noviembre de 1965, la FDA prohibió todos los usos del DMSO.
Hay varias teorías sobre los motivos por los que la FDA no esperó a dictaminar un juicio sobre el DMSO hasta que se hicieran y se analizaran más estudios a largo plazo. Algunos sugieren que se debió al hecho de que este organismo se estaba empezando a recuperar del reciente desastre producido por la talidomida, que había afectado a miles de niños y causado muchos abortos. Debido a este escándalo, la normativa sobre pruebas médicas se hizo más estricta y se impusieron nuevas restricciones en relación con los conflictos de intereses en medicina. El momento en que se redescubrió el DMSO no fue el ideal, ya que el ambiente político se mostraba reacio y exageradamente cauteloso. Aunque la talidomida nunca fue formalmente aprobada en Estados Unidos, una demanda presentada en 2011 contra el fabricante del fármaco alegó que más de mil doscientos médicos distribuyeron dos millones y medio de dosis a más de veinte mil personas en el país,5 entre ellas muchas mujeres embarazadas.
Otros apuntan a que ninguna compañía farmacéutica podía aspirar a obtener una patente exclusiva (porque el DMSO es un compuesto natural) y, por tanto, no existía la posibilidad de tener un buen rendimiento económico. De hecho, Stanley Jacob, considerado el padre del DMSO, afirmó que «las controversias relacionadas con el DMSO no eran científicas, sino burocráticas y económicas». En una entrevista de 60 Minutes realizada en 1980, el doctor Jacob afirmó que un directivo de una importante empresa farmacéutica le había dicho: «No me importa si el DMSO es el mejor fármaco de nuestro siglo; todos sabemos que en efecto lo es, pero no nos merece la pena invertir en él».6 Y luego continuó diciendo que a pesar de que el DMSO podía competir con otras sustancias, las empresas no querían saber nada de él porque no podían ser propietarias del producto ni controlar su comercialización. J. Richard Crout, que en aquel momento era director de la Oficina de Alimentos y Medicamentos de la FDA, declaró «El DMSO es un compuesto seguro y de baja toxicidad [...] Creo que es un hecho real que las empresas farmacéuticas no están interesadas en invertir en un producto determinado si consideran que no va a reportarles beneficios económicos».7
El DMSO es el medicamento del pueblo. Es completamente natural y su precio es asequible. Está al alcance de todos, porque se ha permitido su comercialización como un producto solvente, aunque su uso ha sido restringido a la medicina veterinaria. La FDA lo autorizó como tratamiento para caballos y como un medicamento de uso tópico. Nos corresponde a nosotros compartir este conocimiento con otras personas, utilizar el DMSO y exigir que los médicos puedan tener acceso a este producto. Uno de los propósitos principales de este libro es divulgar el DMSO para que se sepa que hay mejores soluciones para los problemas de salud que utilizar fármacos supresores que tienen efectos peligrosos y, en ocasiones, también son adictivos. Alzar la voz para defender nuestros derechos y nuestra libertad para decidir sobre nuestra salud, en un mundo que está constantemente intentando reducir nuestras opciones en materia de asistencia sanitaria, es una tarea fundamental para todos nosotros.
Te invito a acompañarme en este viaje en el que exploraremos la sabiduría de los árboles.
* N. de la T.: Las diatomeas son algas fosilizadas que se utilizan en forma de tierra y con distintos usos, como fertilizantes orgánicos y naturales o insecticidas ecológicos para los cultivos, entre muchos otros usos habituales.
CAPÍTULO 1
En la introducción nos hemos acercado un poco al DMSO, y nos hemos enterado de dónde procede y de qué manera puede interactuar con la materia orgánica. El DMSO es una pequeña molécula, un poco más grande que la molécula de agua, compuesta por átomos de carbono, hidrógeno, azufre y oxígeno. La molécula presenta una hermosa simetría. Contiene una unidad de azufre con un doble vínculo con una unidad de oxígeno, flanqueada a uno y otro lado por grupos metilo de carbono e hidrógeno (CH3). Su configuración molecular nos recuerda al agua, que es conocida como el solvente universal. El mismo DMSO es un solvente, y ocupa el segundo puesto por detrás del agua. Debido a su tamaño, la sangre puede transportarlo fácilmente por todo el cuerpo. Se mezcla rápidamente con el agua y el alcohol, disuelve sustancias orgánicas e inorgánicas y es capaz de atravesar rápidamente las capas de la piel.
El DMSO tiene una polaridad singular, lo que significa que tiene dos caras, una que puede acoplarse a las moléculas solubles en agua y otra que puede acoplarse a las moléculas solubles en aceite. Por lo tanto, es anfifílico, es decir, tiene afinidad con el agua (hidrofílico) y con la grasa (lipofílico). Las sustancias anfifílicas también son llamadas surfactantes, y normalmente se utilizan en productos de limpieza. Si lo piensas, en realidad tiene sentido que el DMSO sea perfecto para fregar los platos y las encimeras, ¡y también para limpiar tu cuerpo!
En el agua, su polaridad puede alterar los espacios que hay entre sus propias moléculas, un fenómeno denominado conformación. El orden de esas moléculas y el espacio que hay entre ellas pueden determinar qué tipo de acción realiza el DMSO. Forma es función. Por ejemplo, cuando la configuración de las moléculas es maleable, el DMSO puede interactuar con las proteínas y moverse a través de ellas. Esta configuración maleable explica por qué es capaz de atravesar fácilmente la superficie de la piel. Esta es también una de las razones principales de sus propiedades analgésicas (calma el dolor). El DMSO en agua afecta a las membranas de las células nerviosas y reduce su sensibilidad, lo que a su vez disminuye las señales de dolor. Ahora comprendes por qué el DMSO es un remedio maravilloso para aliviar el dolor. Nos ocuparemos de este tema más detalladamente en próximos capítulos.
El vínculo entre el azufre y el oxígeno presente en el DMSO es también muy popular, y produce una interacción denominada atracción dipolo-dipolo.8 Piensa en ello como si hubiera un polo negativo y otro positivo en cada uno de los extremos de un palo. Los dos extremos se atraen mutuamente, y también atraen otras energías positivas y negativas que impulsan su compleja danza de plegamiento. El palo se dobla para que ambos extremos se toquen, pero también para acoplarse a los extremos de otros palos. Esta interacción entre dipolos es esencial para que se produzca un efecto muy importante en la naturaleza, conocido como plegamiento de proteínas. Para realizar su función biológica, las moléculas de proteína deben plegarse hasta formar una estructura tridimensional característica. Las proteínas desplegadas están generalmente inactivas, pero en ocasiones pueden ser perniciosas. La forma en que una proteína se pliega depende de las interacciones dipolo-dipolo (los extremos del palo), y esa interacción entre dipolos que se produce en el DMSO puede explicar muchas de sus actividades biológicas en los organismos vivos. Pero volvamos atrás para ocuparnos de la facilidad que tiene el DMSO para moverse fácilmente a través de las membranas de las plantas y de la piel de las personas y los animales. El DMSO intercambia ubicaciones con las moléculas de agua que están unidas. Imagina dos hileras de bailarines que avanzan en sentido opuesto mientras cada bailarín va tomándose de las manos alternativamente con el bailarín con el que se cruza en su avance. Uno tras otro, se abren camino intercambiando apretones de manos con los nuevos compañeros. Así es como el DMSO se mueve a través de los tejidos, circulando intercambiando apretones de mano con el agua.
En 2017, científicos de la Universidad de Texas realizaron un estudio sobre los enlaces de hidrógeno que se forman entre el DMSO y el agua. Durante el estudio se descubrió que en bajas concentraciones el DMSO forma dos enlaces de hidrógeno con el agua, en concentraciones medias forma un solo enlace; y en concentraciones muy altas ignora el agua y se acopla a otras moléculas de DMSO.9 Estos resultados ofrecen una valiosa información acerca de la dosis adecuada para una amplia gama de aplicaciones para la salud y para la industria. La dosis es siempre importante en medicina, pero considerando la química característica del DMSO es todavía más importante utilizar la dosis correcta. Hablaremos de este tema más adelante.
Otro aspecto interesante de la química del DMSO es que su punto de congelación y su punto de fusión son altos. El punto de fusión indica la temperatura en la cual un sólido se transforma en líquido; el punto de congelación es el momento en el cual un líquido pasa al estado sólido. Estas temperaturas deberían estar muy próximas a ser idénticas. Un dato asombroso es que el DMSO en estado puro se congela rápidamente a 18,5 ºC, y que su punto de fusión es específicamente 19 ºC. Suele suceder que en las noches de invierno el DMSODMSODMSO