EL GRAN DRAMA
QUE ESTÁ POR LLEGAR
El valor de la educación socioafectiva, con o sin pandemia
CARLOS ALDANA MENDOZA
El gran drama que está por llegar
El valor de la educación socioafectiva, con o sin pandemia
Guatemala, Centroamérica
Primera edición: 2021
ISBN: 978-9929-562-50-9
Dirección
Irene Piedrasanta (Editorial Piedrasanta)
Julio Le Masson (CIPREVICA)
Autor
Carlos Aldana Mendoza
Diseño de interiores y portada
María Alejandra Roma Selva
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Prohibida la reproducción parcial o total de este libro sin la autorización previa de Editorial Piedrasanta y CIPREVICA.
Con el apoyo financiero de
EL GRAN DRAMA
QUE ESTÁ POR LLEGAR
El valor de la educación socioafectiva, con o sin pandemia
CARLOS ALDANA MENDOZA
A quienes se fueron. A quienes perdieron a alguien querido o cercano. A quienes sobrevivieron. A quienes no perdieron el ánimo, la fuerza y la sonrisa. A quienes, con su actitud y su rostro, educadoras y educadores de los afectos constructores, iluminaron esa noche oscura y global, y nos han ayudado a irla pasando con pasos de esperanza y de lucha.
Prólogo
Introducción
I. El gran drama que está por llegar
II. Esperar lo inesperado
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Una mirada crítica y holística sobre la realidad pandémica y pospandémica. La incertidumbre como una constante. Aprender a vivir en ella...
Mirar y vivir la realidad pandémica y pospandémica...
La pandemia no solo causó: Reveló. Las vulnerabilidades: las mismas de siempre, pero agravadas.
Lo que “salió a flote”. El reconocimiento de nuestra humanidad y nuestros miedos.
Esperar lo inesperado: un aprendizaje urgente. La incertidumbre como constante.
Tres tipos de aprendizaje: de mantenimiento, de anticipación, por shock. Una mirada de actualidad.
Ante momentos críticos, pensamiento crítico.
En la nueva normalidad, necesitamos ser anormales.
Contenido
Iii. El gozo de ser aprendices. La sabiduría de la ignorancia
iV. Ojos que brillan, corazones que mueven
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El descubrimiento del poder de la ignorancia y de otras formas de comprender y construir la vida.
La resiliencia generativa como condición y como aprendizaje para construir la luz con los demás y enfrentar la oscuridad de dramas y crisis.
Si queremos enseñar a otros, necesitamos sentirnos ignorantes.
Abrir la puerta a otros conocimientos y a otras formas de construirlos.
Los puentes entre campos o temáticas también son puentes entre personas y entre culturas.
La gente con un rostro brillante mueve al mundo. Su corazón moviliza fuerzas. Y ayuda a otros a enfrentar las adversidades. ¿De dónde surgen, se puede adquirir o aprender?
El brillo y el brío provienen del dar(se) a los demás.
Ser resilientes: una ruta para vivir en este mundo frágil.
Una mirada a los pueblos originarios para descubrir la resiliencia comunitaria.
Elementos de la educación socioafectiva:
1. La educación es un proyecto político y afectivo: busca el cambio de estructuras, desde y para una sensibilidad humana integral.
2. La atención de los factores humanos es parte fundamental de la educación en todo nivel y en toda modalidad, para enfrentar las crisis.
3. La salud integral, las creencias y posiciones ante el mundo, las interrelaciones humanas, la autoestima, la paz personal. Elementos fundamentales en la educación socioafectiva.
4. La resiliencia generativa constituye un elemento crucial para educar.
5. El papel poderoso ante las crisis de las mal llamadas “asignaturas cosméticas”: el arte, la educación física, las Ciencias Sociales, la formación integral, el recreo.
6. Cuatro pilares didácticos para la recuperación y desarrollo socioemocional: jugar-expresar-mover-interactuar.
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V. LA TERNURA ES EL CAMINO
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Aprender y vivir la perspectiva socioafectiva de la educación.
Para comprender la educación socioafectiva.
7. Los dos grandes retos pedagógicos: El paso de nativos digitales a migrantes socionaturales / Del aislamiento al compromiso colectivo.
8. La alfabetización emocional, como elemento importante para la construcción de relaciones igualitarias y justas.
9. De la “maña tecnológica” a los aprendizajes integrales, interesantes y desafiantes.
10. Hacia una escuela orgánica.
11. Una educación basada en el clima socioemocional.
12. Una educación que enfatiza la sonrisa y el gozo, sin abandonar el esfuerzo.
El poder de la ternura en los momentos difíciles. El papel afectivo de educadores y educadoras, para enfrentar las consecuencias de esta pandemia, o enfrentar otra.
¿La ternura se trae o se aprende? ¿Cómo se aprende, cómo se enseña?
¿Pantallas o cuerpos? Una antinomia innecesaria.
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VI. Nadie es invisible. Tampoco el gran drama que está por llegar
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La educación socioafectiva impacta por hacer visible a las personas y sus dramas.
La invisibilidad como una realidad.
La educación socioafectiva como herramienta para enfrentar y salir bien del gran drama que está por llegar.
Algunas propuestas socioafectivas para RETORNAR Y RECUPERAR
¿Qué he ido aprendiendo con y desde mis estudiantes, en la pandemia?
Aprendizajes de la pandemia, aprendizajes para mañana.
Una invitación inesperada: ¡agradezcamos lo que tengamos que agradecer de la pandemia!
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PRÓLOGO
Cualquier crisis individual o colectiva es una oportunidad para mejorar. Lograrlo depende de conocimientos, actitudes y valores que constituyen esa capacidad humana que permite salir fortalecido después de momentos difíciles. Y la pandemia que estamos viviendo es una de esas crisis que demanda el uso de dicha capacidad. Lamentablemente pocas personas han comprendido que estamos frente a la posibilidad de crear escenarios que nos permitan ser más humanos.
Los gobernantes, los empresarios, los ministros de educación y otros supuestos líderes envían mensajes o toman acciones para recuperar la economía, nivelar a los estudiantes en lo académico, atender la vacunación, cerrar la brecha digital… pero, ¿es eso lo único importante?
Estamos olvidando responder a preguntas como: ¿Cuál es el estado emocional de las personas como consecuencia de la pandemia? ¿Cómo lograremos una adecuada recuperación emocional? ¿Qué se hará con aquellos niños cuyos años eran cruciales para dar sus primeros pasos en la convivencia con otros? ¿Cómo haremos para enfrentar la incertidumbre? ¿Cuáles son los aprendizajes que debiéramos generar para ser más humanos?
Respuestas a lo anterior se encontrarán en la obra presente. Carlos Aldana, de una manera respetuosa y humana, nos invita a reflexionar en relación con lo que estamos experimentando en esta pandemia y lo que se podría venir. Recurriendo a ejemplos y vivencias personales, insuma para crear o fortalecer esa conciencia individual y colectiva que permita entender la importancia de preparar una realidad diferente y con más enfoque humano. Su exposición provoca la búsqueda del equilibrio entre la certidumbre y la incertidumbre, la individualidad y la colectividad, el academicismo y el desarrollo socioafectivo, el silencio y el diálogo. La comprensión de lo anterior posibilita la preparación de un paisaje humano más prometedor.
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Particularmente llamó mi atención la convicción del autor en cuanto a la fuerza de la ternura, de la generosidad, de la gratitud. Lo menciono porque, si algo hemos aprendido de esta pandemia, es que el avance tecnológico facilita trabajo pero, como efecto inverso, deshumaniza.
La lectura de la obra me ha dado esperanza. Ante la enorme cantidad de desinformación, de manipulación para crear miedo, de énfasis en soluciones que olvidan que no somos números sino personas… Carlos Aldana nos presenta luces que permiten “tomar aire espiritual” para continuar el viaje por la vida y pensar en el protagonismo que todos tenemos para crear un mundo caracterizado por la justicia y la paz; para hacer de la educación un proyecto político basado en lo afectivo.
Daniel Caciá
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Introducción
Empecé a escribir este libro en los meses iniciales de la pandemia. Pero no me atreví a que fluyera, porque tenía muchas dudas. No sabía nada de lo que estábamos viviendo, como humanidad, y no me sentí apto para proponer nada.
Sin embargo, me fui metiendo más en estas páginas con el paso del tiempo y, sobre todo, con los intercambios y diálogos que fui teniendo con personas en áreas populares de la ciudad y en áreas rurales. En los tiempos duros de la pandemia, la vida nos regaló la oportunidad de convivir y estar cerca de hombres y mujeres de pueblos originarios, de sectores de mucha pobreza, de niños y niñas que en medio de todo podían jugar, correr, sonreír, vivir, esperar. Estar en comunidades populares y rurales, en pleno apogeo del covid 19, incluido el tiempo de tormentas que derribaron cerros y causaron mucho dolor a poblaciones enteras, fue una escuela de vida inigualable. También tuve la dicha de mantener, de manera virtual, la relación con mis estudiantes de la Universidad de San Carlos de Guatemala, en Humanidades y en la Escuela de Historia. Y allí viví un espacio muy especial y lindo para aprender.
Así pues, tuve la oportunidad de seguir trabajando, de profundizar relaciones con el pueblo rural, de aprender de personas que, en las peores condiciones materiales, tenían mucha esperanza para compartir. Pude aprender de mis estudiantes, semana a semana, de sus luchas, sus miedos e incertidumbres, de sus preguntas e inquietudes, pero también de sus innumerables estrategias y luchas para sobrevivir al desempleo, para no perder el optimismo, para no dejarse vencer por todo lo que trajo esta pandemia. Y, claro, a la par de todo eso nos dolió la enfermedad y la partida de muchas personas queridas y apreciadas, lejanas o cercanas, a las que el Covid 19 no les dio permiso para continuar viviendo. Su recuerdo también es un impulso para proponer hacia el presente y hacia el futuro.
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Este libro representa un esfuerzo de reflexión sobre una educación que pueda contribuir a hacer frente a las crisis, las que sean y del tamaño que vengan. Pero también es una humilde propuesta sobre qué educación necesitamos ante el gran drama que está por llegar. Porque, desgraciadamente, esta tragedia global no está concluida ni superada, aunque más y más personas estén vacunadas.
No podemos tapar el sol con un dedo. Esta ha sido una gigantesca pesadilla que la ha sufrido todo tipo de seres humanos, en cualquier parte del mundo. Pero sus graves consecuencias las empiezan a sentir, principalmente, las poblaciones más empobrecidas y excluidas, porque en ellas el desempleo, la inseguridad, la violencia y la negación de derechos humanos se expresan de manera más contundente. También debemos poner atención al duro golpe emocional, espiritual y social que en niños, niñas y jóvenes recibirán si no realizamos grandes esfuerzos de desarrollo socioemocional. Por supuesto, estas caras del drama ya están presentes. Necesitamos esforzarnos por construir entornos, estrategias, recursos y hasta instituciones que se enfoquen en la integralidad de la vida humana: sus emociones, sus sentimientos, su salud corporal, sus estructuras de pensamiento, sus problemas, etcétera.
Solo una educación que lance miradas serias e interesadas en el sufrimiento humano podrá ser la herramienta que ayude a la humanidad a salir de esta pandemia, con cambios serios y profundos, con más fortaleza y actitud de esperanza, de lucha compartida, de compromiso real por la vida digna. Por eso aparece en este libro la propuesta de la educación socioafectiva para esta crisis, o cualquiera, o para enfrentar el gran drama que está por llegar.
Las reflexiones que componen este libro vinieron de la experiencia, de lo que estábamos sintiendo y viviendo. Pero he pretendido enriquecer lo vivido con aportes teóricos que pueden representar orientaciones
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básicas para hacer de la educación un camino no solo en el que todos y todas transitemos, sino que nos ofrezca un horizonte hacia el cual poder ver y dirigir nuestros pasos.
Parto, pues, de una mirada al drama que puede llegar, pero también a algunos elementos propiamente vividos durante el tiempo de confinamiento. Con estas puertas de entrada, en las siguientes páginas ya existe el atrevimiento de plantear propuestas sobre el aprendizaje y sobre la educación socioafectiva, las cuales son desplegadas en los siguientes capítulos.
Por supuesto, como en todo lo antes escrito, debo acentuar lo inconcluso de estas reflexiones, incluso sus limitaciones o la necesidad de que solo sean vistas como invitaciones a estudiar y a continuar con la búsqueda de más y mejores elementos sobra la educación socioafectiva.
Lo que sí es innegociable, y es una seña de identidad en estas páginas, es el profundo amor con el que están escritas. Son páginas sentidas, acariciadas, creadas desde la profunda convicción de que la vida tiene que seguir, pero transformada a favor de quienes siempre han sido excluidos (con o sin pandemia), a favor de quienes han sufrido de cualquier forma en esta pesadilla global, a favor de quienes creen en la educación como un camino -entre varios- para construir la dignidad, la felicidad y la plenitud de todo ser humano, y de todo ser, que habita este planeta.
El gran drama que está por llegar también es una oportunidad para darle vida a una educación novedosa (no por sus métodos, sus programas informáticos o plataformas). Novedosa porque pone en el centro de todo a las personas, porque prefiere una sonrisa que un número de rendimiento; porque prefiere la interacción que la subordinación; porque sospecha que la productividad económica y material que contribuye al desarrollo de toda persona depende de la productividad emocional, espiritual y política. El gran drama solo debe ser una alerta
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para reconocer y acentuar nuestro compromiso por una educación que construya una nueva sociedad desde una plena afectividad. Porque es afectiva y tierna al permitirnos la comprensión de la realidad difícil de los más excluidos. Y porque es políticamente comprometida al invitarnos a luchar por un mundo en el que a nadie se le niegue ni el pan, ni la sonrisa, ni el trabajo, ni el sentido de la vida. Es decir, que a nadie se invisibilice.
Vamos saliendo de esta pandemia, pero no del drama que se nos puede venir encima. Para enfrentarlo y superarlo, paso a paso, necesitamos sentirnos plenos, felices, sanos y fuertes. Pero, sobre todo, necesitamos sentirnos en colectividad, necesitamos sentir que somos y estamos junto a otros y otras. Que desde la ternura y desde la clara posición política de transformación, podemos convertirnos en la fuerza que puede ayudar a cambiar la educación, para que esta ayude a cambiar el mundo.
Carlos Aldana Mendoza
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I. el gran drama que está por llegar
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I. El gran drama
que está por llegar
Ninguna intención de predecir. Ni siquiera el interés por afirmar con seguridad y certeza. Suficiente ha sido lo que nos dijeron cuanto todo empezó: “que está en el aire”, “que no está en el aire”, “que hay que aprovisionarse porque esto va para años”, “que ya mero cambiará todo”, “que no va a pasar nada, que nos va a matar a todos”.
Estas páginas iniciales solo constituyen una mirada imaginativa pero basada en la realidad que venimos compartiendo desde la explosión de la pandemia por el covid 19 en el 2020.
Todo ha sido inédito, así que no podemos tener garantía de ningún análisis sobre lo que nos depara el futuro. Lo que está por venir es un gigantesco drama porque nos afectará como sociedad humana, de maneras para las cuales no estamos preparados.
Como testigos de cómo han sido las respuestas y las acciones de los distintos países y regiones ante un peligro común para todo el planeta, bien podemos atrevernos a sospechar que lo que está por venir es muy serio. Insisto, no se puede predecir nada, ¿quién puede?, pero sí podemos meter en nuestro filtro de las sospechas a la realidad presente para aproximarnos a lo que puede estar por venir. Tampoco es imposible tener algunas aproximaciones debido a que lo ocurrido, a partir de los primeros meses del 2020, es muy grande, a todas las sociedades ha golpeado y el planeta está resentido completamente.
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I. el gran drama que está por llegar
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El gigantesco golpe que sentimos en el tiempo presente, con la pandemia aún afectando en la mayoría de los países, nos permite asegurar que un drama, también de monumentales dimensiones, está por llegar. Algunos de sus rasgos son mencionados en los próximos párrafos. Lo tengo muy claro: ¡constituye un atrevimiento expresarlos! Pero necesitamos estar alertados para que la educación, y los distintos procesos o acciones sociales que podamos y pretendamos emprender, tengan alguna consideración de esos factores que se encuentran ya merodeando y asentándose en nuestra realidad.
Lo económico es la marca principal de este gigantesco drama. Tampoco es la única, como veremos. El empobrecimiento estructural ya estaba presente en grandes conglomerados humanos por todo el planeta. Como afirmamos más adelante, este es uno de esos elementos que la pandemia no causó, pero sí vino a agravar. Está claro que lo primero que creó serios problemas en la población, y puede llegar a agravarse, es el desempleo, la falta de ingresos, la descomposición de sistemas productivos, la pérdida de procesos o estructuras de pequeña y mediana empresa.
Los pobres de la Tierra serán más pobres porque la pandemia no vino a modificar estructuras y sistemas económicos, sino vino a alinear o posicionar corporaciones trasnacionales, las mismas que se han venido enriqueciendo por el empobrecimiento de millones en el mundo, acompañadas de emergentes. No es casualidad que en este tiempo de pandemia se fortalecieran monopolios como el de las farmacéuticas y las de la industria informática.
Estos nuevos entes de poder económico generan nuevos millonarios, por ejemplo, todos aquellos hombres y mujeres que tienen que ver con la industria de las vacunas o la de los chips o microprocesadores. Este enriquecimiento descomunal significa una pobreza también descomunal, posicionada en todo el planeta. La escasez de recursos o de acceso a fuentes sostenibles y dignas de ingreso, trae aparejada la violencia, la conflictividad y los grandes dramas sociopolíticos y culturales que pueden empezar a brotar de manera incontrolable. Su terreno estaba fértil desde antes del 2020, pero ahora las cosas se han agudizado.
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El gran drama se puede enunciar como un drama basado en una “economía de brechas”: brechas entre los que siempre tienen y han tenido y los que perdieron lo poco que tenían; brechas entre el sector que no sufrió en la pandemia y pudo seguir como si nada y aquellos que están golpeados en su economía familiar; brechas entre quienes tuvieron acceso a recursos tecnológicos para mantener su ingreso y su productividad y aquellos que la pandemia los sorprendió sin aparatos o programas, y el desempleo le impidió obtenerlos; brechas entre quienes fortalecieron capacidades informáticas y entre quienes no pudieron aprenderlas por su carencia de dispositivos y programas para sostener su economía; brechas entre el área urbana y el área rural, con efectos en el acceso, seguridad y soberanía alimentaria.
La principal muestra de que el mundo se encuentra en una realidad de ensanchamiento de las brechas preexistentes es la relacionada con los procesos de vacunación. Más allá de que pueda creerse en ciertos elementos de desconfianza hacia ellas, o que también represente una forma de enriquecer a los multimillonarios que son dueños de las patentes y de los procesos de producción de vacunas, y más allá de que todo eso se vincula a un desprecio exacerbado hacia medios comunitarios y naturales de sanación y cura, más allá de todo eso, las vacunas también demuestran la desigualdad en el mundo. Cuando los gobernantes de los países más industrializados del mundo se reunieron en Reino Unido, en junio del 2021, una información que fue relevante es la relativa a la administración de vacunas: El 25% de las 2,295 millones de dosis fue administrado en los países del llamado G7, los cuales solo representan el 10% de la población mundial.1
Y si en la pandemia no pareció importar mucho la muerte de millones de personas, sobre todo de tercera edad o que se consideraban “débiles” o con predisposición a distintas enfermedades, es posible esperar que la visión económica del futuro cercano sea más cínica en cuanto a acentuar un enfoque de descarte de seres que no son necesarios o útiles para los esquemas y estructuras económicas que pretenderán fortalecer.
El parón, debilitamiento en calidad o postergación de los procesos educativos pueden estar dentro de los factores que aumentarán las
1 Prensa Libre, Guatemala, junio 12 de 2021, p. 15
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