AFORISMOS
GEORG CHRISTOPH LICHTENBERG
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Título original: Sudelbücher I und II
Carl Hanser Verlag, Múnich, 1968 y 1971
Este libro recibió la ayuda a la creación literaria,
en la modalidad de traducción, del Ministerio de Cultura
Diseño de la cubierta: Estudio Calderón
Primera edición impresa: febrero 2021
Primera edición en e-book: noviembre de 2021
© de la traducción, introducción y notas, Juan José del Solar, 1990
© de la presente edición: Edhasa, 2021
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ISBN: 978-84-350-4816-3
Producido en España
Notas
1 El comentario de Nietzsche dice: «El tesoro de la prosa alemana. – Dejando aparte las obras de Goethe, y, sobre todo, sus Conversaciones con Eckermann, el mejor libro alemán que existe: ¿qué queda realmente de prosa literaria alemana que merezca ser leído una y otra vez? Los Aforismos de Lichtenberg, el primer libro de la Autobiografía de Jung-Stilling, El veranillo de San Martín, de Adalbert Stifter, y La gente de Seldwyla, de Gottfried Keller, y paremos de contar por ahora». En: Nietzsche, Friedrich, Sämtliche Werke, Kritische Studienausgabe in 15 Bänden (Hrsg. von Giorgio Colli und Mazzino Montinari), vol. II, Menschliches, Allzumenschliches, II, Der Wanderer und sein Schatten [Humano, demasiado humano, II, El viajero y su sombra]. Deutscher Taschenbuch Verlag, de Gruyter, Múnich, 1980, p. 599.
2 Goethe, Johann Wolfgang, Werke, Wilhelm Meisters Wanderjahre – Drittes Buch – Aus Makariens Archiv [Los años de peregrinaje de Guillermo Meister – Tercer Libro – Del archivo de Macario], vol. VIII, Verlag C. H. Beck, Múnich, 1982, p. 475.
3 El Discurso a un botón, de Walser, figura en su colección de relatos de Vida de poeta (1918): Walser, Robert, Das Gesamtwerk in 12 Bänden, vol. III, Poetenleben, Suhrkamp Verlag, Zúrich y Fráncfort del Main, 1978, pp. 108-110. El texto de Lichtenberg aparece en una carta dirigida a un amigo. Después de arrojar el cascado botón a un arroyo que discurría «poéticamente» bajo su ventana, el autor de los Aforismos remata con una pointe irónica que recoge ecos del tópico del homo viator, apostrofando a un hipotético: «Viajero, contempla este botón de mis pantalones, el más fiel de su estirpe, y en vez de reírte de mi elogio, verifica primero si el tuyo aún se mantiene firme antes de seguir tu camino». En: Lichtenberg, Georg Christoph, Aphorismen. Schriften. Briefe (Hrsg. Wolfgang Promies), Carl Hanser Verlag, Múnich, 1974, p. 534.
4 Schopenhauer, Arthur, Sämtliche Werke, vol. V, Parerga und Paralipomena, II, § 270, Suhrkamp Verlag, Fráncfort del Main, 1986, pp. 586-587.
5 Canetti, Elias, La providencia del hombre (trad. Eustaquio Barjau), Taurus Ediciones, S.A., Madrid, 1982, p. 281.
6 Un jesuita llamado Franciscus Iosephus Isla lo ha editado bajo el seudónimo de Franciscus Lobon de Salazar, predicador de la parroquia de San Pedro en Villagarcía. Ha sido traducido al inglés en dos tomos. (Nota del propio Lichtenberg).
7 En castellano en el original. (N. del T.)
8 Sic en el original. (N. del T.)
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
La presente selección sigue el orden y la numeración de las anotaciones de Lichtenberg propuestos por Wolfgang Promies en su edición completa:
Georg Christoph Lichtenberg: Sudelbücher I: Hefte A-L, Carl Hanser Verlag, Múnich, 1968.
Georg Christoph Lichtenberg: Sudelbücher II: Nachträge zu den Heften A-L. Rekonstruktion der verschollenen Hefte G und H. Füllhornbuch, Goldpapierheft. Miszellen-Heft 1789. Undatierbare und verstreute Bemerkungen, Carl Hanser Verlag, Múnich, 1971.
Entre las principales ediciones alemanas de la obra de Lichtenberg mencionaremos además:
Vermischte Schriften (herausgegeben von Ludwig Christian Lichtenberg und Friedrich Kries), 9 tomos, Gotinga, Dieterich, 1800-1806.
Vermischte Schriften (neue vermehrte, von den Söhnen veranstaltete Originalausgabe), 14 tomos. Gotinga, Dieterich, 1844-1853.
Vermischte Schriften (neue Originalausgabe), 8 tomos, Gotinga, 1867.
Aphorismen (nach den Handschriften herausgegeben von Albert Leitzmann), Berlín, 1902-1908, en: Literaturdenkmale, n.os 123, 131, 136, 140 y 141.
Entre las antologías cabe destacar:
Aphorismen. Schriften. Briefe (herausgegeben von Wolfgang Promies in Zusammenarbeit mit Barbara Promies), Carl Hanser Verlag, Múnich, 1974.
Sudelbücher (herausgegeben von Franz H. Mautner), Insel Verlag, Fráncfort del Main, 1984.
Entre las antologías en traducción castellana:
Georg Christoph Lichtenberg, Aforismos, ed. de Guillermo Thiele, Buenos Aires, 1942.
Georg Christoph Lichtenberg, Aforismos, selección, traducción, prólogo y notas de Juan Villoro, Fondo de Cultura Económica, México, 1989.
Estudios sobre la vida y obra de Lichtenberg:
Bouillier, Victor: G. C. Lichtenberg. Essai sur sa vie et ses oeuvres littéraires, suivi d’un choix de ses aphorismes, París, 1914.
Gockel, Heinz: Individualisiertes Sprechen. Lichtenbergs Bemerkungen im Zusammenhang von Erkenntnistheorie und Sprachkritik, Walter de Gruyter, Berlín-Nueva York, 1973.
Grenzmann, Wilhelm: G. C. Lichtenberg, Salzburgo- Leipzig, 1939.
Mautner, Franz H.: Georg Christoph Lichtenberg in Selbstzeugnissen und Bilddokumenten, Rowohlt, Hamburgo, 1964.
Varios: Aufklärung über Lichtenberg (artículos de W. Promies, R. Vierhaus, A. Hermann, J. P. Stern, H. Heissenbüttel), Vandenhoeck & Ruprecht, Gotinga, 1974.
Verecchia, Anacleto: George Christop Lichtenberg, l’eretico dello spiritu tedesco, La Nuova Italia (Biblioteca di Cultura, 84), Florencia, 1969.
Obras que incluyen comentarios sobre Lichtenberg:
Ayrault, Roger: La genèse du romantisme allemand, I, Vers une philosophie non systématique: Lichtenberg, Aubier, París, 1969, pp. 345-165.
Béguin, Albert: El alma romántica y el sueño (trad. de Mario Monteforte Toledo, revisada por Antonio y Margit Alatorre), Fondo de Cultura Económica, México, 1954. Véase el capítulo: «La candela encendida».
Breton, André: Antología del humor negro (trad. de Joaquín Jordá), Anagrama, Barcelona, 1972.
Freud, Sigmund: El chiste y su relación con lo inconsciente (trad. Luis López Ballesteros y de Torres), Alianza Editorial, Madrid, 1970.
Robert, Marthe: Prefacios a su edición de: Georg Christoph Lichtenberg, Aphorismes, Denoël, París, 1980.
Saito, Nello: introducción a su edición de Georg Christoph Lichtenberg, Osservazioni e pensieri, Einaudi, Turín, 1966.
CRONOLOGÍA
1741 1 de julio: nace en la localidad de Ober-Ramstadt, cerca de Darmstadt, último de los diecisiete hijos de un pastor protestante.
1751 17 de julio: muere el padre.
1752-1761 Estudios en el Pädagogium de Darmstadt.
1763 Se matricula en la universidad Georgia Augusta de Gotinga, donde cursa estudios de matemáticas, astronomía y ciencias naturales hasta 1767.
1764 11 de junio: muere la madre. Empieza a redactar sus cuadernos borradores (Sudelhefte o Sudelbücher): Cuaderno A (1765-1770) y KA (1765-1772).
1766 Primer trabajo publicado: Ensayo de una historia natural de los malos poetas, alemanes en particular, al que sigue un artículo «Sobre la utilidad que las matemáticas pueden aportar a un bel esprit».
1767 Nombramiento provisional (no aceptado) como profesor adjunto de Matemáticas y Lengua Inglesa en la universidad de Giessen.
1768 Cuaderno B (1768-1771).
1770 25 de marzo: emprende su primer viaje a Inglaterra, acompañando a dos estudiantes ingleses de los que era preceptor. – 22 de abril: el rey Jorge III lo recibe en el observatorio de Richmond. – Vuelve a Gotinga a mediados de mayo. Fragmento de un Diario (1770-1772). – 31 de mayo: es nombrado catedrático de Matemáticas y Ciencias Naturales en la universidad de Gotinga. Su conferencia inaugural se titula: «Consideraciones sobre algunos métodos para obviar cierta dificultad en el cálculo de probabilidades en el juego».
1771 Affaire sentimental con Marie Sachs (el «Cometa»).
1771-1773 Realiza, por encargo de Jorge III, mediciones astronómicas en Hannover, Osnabrück y Stade (por entonces, el rey de Inglaterra era a la vez Gran Elector de Hannover). – Conoce a Herder. – Entre septiembre de 1772 y agosto de 1773: Cuaderno C.
1773 12 de mayo: visita a la reina Carolina Matilde de Dinamarca, exiliada en el castillo de Celle. – Escribe el artículo satírico: «Contribución patriótica a la metiología de los alemanes», donde enumera hasta 150 locuciones y giros para designar, en alto y bajo alemán, el estado de embriaguez. – Conoce a Klopstock en Hamburgo. – Se publica en Königsberg el Timorus, sátira contra J. C. Lavater. – Recibe el encargo de editar la obra científica del astrónomo Tobias Mayer. – Entre agosto de 1773 y mayo de 1775: Cuaderno D.
1774 15 de abril: es nombrado miembro de la Sociedad Científica de Gotinga. – 29 de agosto: inicia su segundo viaje a Inglaterra. – Aparecen las Tobias Mayeri opera inédita. – Empieza a redactar fragmentos de su Parakletor, o consuelo para los infelices que no son genios originales, sátira contra la «geniomanía» de la época, que nunca llegó a concluir.
1774-1775 Estancia y viajes en Inglaterra, donde es huésped de Jorge III en el palacio de Kew. – Conoce a importantes personalidades del mundo científico y cultural: Priestley, Deluc, Watt y el actor David Garrick. – Diario de viaje (1774-1775).
1775 El 31 de diciembre llega a Gotinga. – Notas de viaje. – Desde julio de 1775 hasta el 2 de abril de 1776: Cuaderno E.
1776 Se publican sus Cartas de Inglaterra en la revista Deutsches Museum, de Heinrich Christian Boie. – Escribe la Epístola a Tobias Göbhard. – Entre el 4 de abril de 1776 y el 28 de enero de 1779: Cuaderno F.
1777 Febrero: descubrimiento de las llamadas «figuras de Lichtenberg». – 8 de marzo: visita de Lessing. – Mayo: conoce a la joven florista Maria Dorothea Stechard, la «pequeña Stechardin», a quien acoge en su casa. – Dos cartas Sobre el poder del amor. – Aparece, en latín, su ensayo De nova methodo naturam ac modum fluidi electrici investigandi. – Pasa a dirigir el Göttinger Taschen Calender [Almanaque de bolsillo de Gotinga] en sustitución de su malogrado amigo J. Ch. P. Erxleben, cargo que conservará hasta su muerte.
1778-1783 Publicación gradual de sus comentarios a los grabados de Daniel Chodowiecki.
1778 Aparece su importante sátira Sobre la fisiognómica. Contra los fisiógnomos.
1779 Enero: visita de Wieland, Cuaderno G (perdido): entre febrero de 1779 y 1783.
1780-1785 Coeditor, con Johann Georg Forster, de Göttingisches Magazin der Wissenschaften und Literatur [Revista de ciencias y literatura de Gotinga].
1780 Inicia su relación con la «pequeña Stechardin», a la que convierte en su esposa «sin consagración eclesiástica». – Publica sus artículos satírico-humorísticos: «Gracioso mensaje de la Tierra a la Luna» y «Propuesta de un Orbis pictus para dramaturgos, novelistas y actores alemanes». – Instala el primer pararrayos en Gotinga.
1781 19 de marzo: visita del duque Karl August de Weimar. – Inicia una polémica con Johann Heinrich Voss, el traductor clásico de Homero al alemán, publicando el artículo «Sobre la pronunciación de los carneros en la antigua Grecia, comparada con la pronunciación de sus hermanos de hoy a orillas del Elba». – Comienza a estudiar en profundidad la obra de Kant.
1782 4 de agosto: muere, a los diecisiete años, la «pequeña Stechardin», lo que supone un durísimo revés en su vida afectiva. – Estudio científico de los gases y globos aerostáticos.
1783 27 de septiembre: visita de Goethe. – Margarethe Elisabeth Kellner sustituye a la «pequeña Stechardin» como ama de llaves y esposa no oficial. – Publica el Fragmento de las colas, escrito en 1777.
1784 Cuaderno H (perdido): entre 1784 y 1788. – Octubre: visita de Alessandro Volta. – Ideas diversas sobre las máquinas aerostáticas. – Aparece la tercera edición, anotada y puesta al día por Lichtenberg, de los Elementos de ciencias naturales de J. Ch. P. Erxleben, importante manual de enseñanza de la época.
1785 Fracasa definitivamente un plan de viaje a Italia en compañía de su amigo J. M. Ljungberg. – Esboza un proyecto novelesco titulado El príncipe doble.
1786 4 de febrero: nace su hijo mayor Georg Chistoph. – Junio: visitas de Lavater y el astrónomo sir William Herschel.
1788 Es nombrado consejero áulico.
1789 Cuaderno J: entre el 1 de enero de 1789 y el 26 de abril de 1793. – Inicia la redacción de su Diario, que proseguirá hasta su muerte. – Octubre: enferma gravemente (crisis asmática y serias depresiones), y contrae matrimonio oficial con Margarethe Elisabeth Kellner.
1790 Reanuda su trabajo en la universidad. – Fragmento: La plegaria matinal de Amintor.
1791 Profundas crisis de escepticismo y pesimismo.
1792 Publica el artículo «¿Por qué Alemania no tiene todavía un gran balneario marítimo?».
1793 Es elegido miembro de la Real Sociedad Científica de Londres. – Cuaderno K (incompleto), entre el 27 de abril de 1793 y septiembre de 1796. – Correspondencia con Goethe sobre la Teoría de los colores. – Diciembre: inicia su relación erótico-sentimental con «Dolly».
1794 Mayo: prólogo a la primera entrega de la Explicación pormenorizada de los grabados de Hogarth. En total se publicarán cinco entregas en el Almanaque, entre 1794 y 1799.
1795 Rechaza una propuesta de trabajo en la universidad de Leiden. – Admisión en la Academia de Ciencias de San Petersburgo. – Escribe una Defensa del higrómetro y de la teoría sobre la lluvia, de Deluc.
1796 19 de octubre: inicia el Cuaderno L, último de la serie, que concluirá con su muerte.
1797-1798 Aparecen en el Almanaque una serie de artículos festivos: «Catálogo de una colección de objetos y artefactos que serán subastados la próxima semana en casa de sir H. S.»; «Discurso del número 8 pronunciado el último día de 1798 ante la Asamblea general de los números»; «¡Ojalá estuvieras en el Blocksberg!» – Lecturas de Jean Paul.
1799 24 de febrero: fallece en Gotinga.
INTRODUCCIÓN
«Toda una Vía Láctea de ocurrencias», anota al azar Lichtenberg en uno de sus cuadernos de notas o «cuadernos borradores», como él solía llamarlos. Fórmula feliz, sin duda, para esbozar el perfil de una obra por la que circulan miríadas de ideas de muy distinto brillo y magnitud, ocasionalmente agrupables en constelaciones, una obra que refleja la pluralidad de intereses de un observador sutilísimo de sí mismo y del mundo que, en solitario y sin plantearse siquiera la posibilidad de publicarlas, va anotando sus reflexiones e impresiones con plena espontaneidad, desde la perspectiva de un escéptico visceral, de un racionalista consciente de sus múltiples contradicciones.
Extraño destino literario el de este profesor de física en una de las universidades de mayor prestigio en su país, Alemania, cuyo arco vital se inscribe en un período tan intenso y rico en transformaciones como es, en la historia espiritual alemana, la segunda mitad del siglo XVIII. Respetado en vida como científico (sus investigaciones en el campo de la electricidad le llevaron a descubrir, en 1777, las denominadas «figuras de Lichtenberg»), literariamente no pasó de ser el autor de unos cuantos escritos satíricos y el redactor, durante más de veinte años, de un modesto Almanaque de bolsillo anual destinado a un público de damas y caballeros de la sociedad provinciana de Gotinga, ciudad donde enseñaba y residía. La fama le llegó póstumamente de la mano de dos amigos –uno de ellos su editor, casero y proveedor de libros y vino–, que hubieron de vencer la renuencia inicial de un hermano albacea a publicar esa miscelánea de fragmentos cuyo título, disposición y volumen irían modificándose en sucesivas ediciones, y que uno de sus frecuentadores más asiduos, Friedrich Nietzsche, no vacilaría en colocar entre los pocos libros de la literatura alemana que merecen ser leídos una y otra vez.1
El título Aforismos, utilizado por su primer editor crítico a principios de nuestro siglo, es, además de apócrifo, desorientador, sin menoscabo de que se considere a Lichtenberg el iniciador del género en Alemania. Pues nada más lejos de los cuadernos lichtenbergianos que un libro de aforismos, sentencias o máximas tal como lo concibieron las tradiciones clásico-renacentista o francesa, que iba dirigido ya, al menos en ciertos casos, a un público concreto. Y es que en ese sorprendente cajón de sastre que son los cuadernos, encontramos largas reflexiones sobre los más variados temas, notas de lecturas, anécdotas, breves diálogos o retratos, fragmentos de proyectos autobiográficos y literarios nunca realizados, comentarios corrosivos, citas, hipótesis, interrogantes, frases o palabras descontextualizadas, sueños y también, por supuesto, pensamientos servidos con un riguroso atuendo aforístico («El bienestar de muchos países se decide por mayoría de votos, pese a que todo el mundo reconoce que hay más gente mala que buena»), auténticas greguerías («Campanarios, embudos invertidos para dirigir la plegaria al cielo»), o juegos verbales que conjugan la pura complacencia homofónica con la boutade capaz de sintetizar en cuatro palabras –«Ça ira, Ca-ira, Kahira, Cairo» (de la canción revolucionaria a la campaña de Egipto)– diez años cruciales de la historia de Francia y Occidente.
Ya apuntaba certeramente Goethe que «podemos utilizar los escritos de Lichtenberg como la más maravillosa de las varitas mágicas; donde él hace una broma, hay algún problema oculto».2 Así lo entendieron también Freud, que utilizó algunos aforismos para su análisis del chiste, y, más tarde, André Breton, para quien Lichtenberg fue uno de los grandes maestros del humor negro. Esta faceta festiva, que incluye el gusto por la paradoja y el nonsense, se vio alimentada por la lectura de los clásicos del siglo XVIII inglés, en particular Swift, Sterne, Fielding y Johnson, a quienes lo unían muchas afinidades. Con Sterne comparte, además, el culto por lo pequeño y aparentemente insignificante, por la miniatura portadora de epifanías tal como aparece, por ejemplo, en el Viaje sentimental por Francia e Italia (1768), obra de inmediata repercusión entre los jóvenes autores alemanes de la generación de Lichtenberg. Pues la convicción de Yorick, su protagonista, de que en cualquier rincón oculto de París es posible sorprender una escena fugaz que bien valga por una docena de obras del teatro francés, o de que el comentario de un barbero parisiense sobre su peluca revela más claramente los rasgos del carácter nacional que los discursos de los estadistas, este cambio radical de perspectiva que privilegia el propio mundo emocional en su libre juego con la realidad, aboliendo las jerarquías convencionales, es también una de las constantes espirituales de ese viajero irónico-sentimental a través de la vida que fue Lichtenberg:
[D 398] Lo que siempre me ha gustado en el hombre es que, siendo capaz de construir Louvres, pirámides eternas y basílicas de San Pedro, pueda contemplar fascinado la celdilla de un panal de abejas o la concha de un caracol.
Toda su obra está salpicada de ejemplos, al igual que la de otro viajero solitario, más bien paseante éste, el suizo Robert Walser. No en vano coinciden ambos, a siglo y medio de distancia, en la menuda idea de homenajear a un botón –Walser el de una camisa, Lichtenberg el de unos pantalones–, y agradecerle los servicios prestados con tanta fidelidad como modestia.3
Pero Lichtenberg va aún más lejos en su campaña relativizadora. Así como hay objetos de pacotilla, para él hay también «acontecimientos, prejuicios, virtudes y hasta verdades de pacotilla», o de tres reales, o de perra gorda, como se prefiera, cuyo ahorro permite asimismo acceder a la riqueza. Con ellas fue enriqueciendo sus cuadernos sin ningún orden ni objetivo, impulsado por una necesidad fundamental de su espíritu: el ejercicio del pensar como una actividad autónoma cuyo punto de referencia debe ser, en esencia, uno mismo:
[D 121] No te dejes contagiar, no des como tuya ninguna opinión ajena antes de ver si se adecua a ti; mejor opina tú mismo.
Lichtenberg es, según Schopenhauer, un modelo de los que él denomina verdaderos filósofos, los que piensan por y para sí mismos, en el doble sentido de la palabra alemana Selbstdenker, pues sólo ellos se toman en serio su actividad, que constituye el goce y la dicha de su existencia.4 En el caso de Lichtenberg hay que puntualizar que se trata de un pensamiento refractario a cualquier tipo de sistematización –los únicos sistemas filosóficos que llegaron a interesarle fueron los de Kant y Spinoza–, que opera básicamente con la analogía y la metáfora, y cuya fuerza y vitalidad residen justamente en su fragmentarismo.
«Permanece atento, no sientas nada en vano, mide y compara: tal es toda la ley de la filosofía», dice en uno de sus apuntes más antiguos. Y la atención de este empirista de formación inglesa, pragmático y antimetafísico, se centra, claro está, en el estudio de la naturaleza y del ser humano, en la tarea de explorar «las caras del alma», que asume a sabiendas de que «nada es tan insondable como el sistema de móviles de nuestros actos», y a través de la cual se aproxima hasta los umbrales mismos del inconsciente. A lo largo de toda su obra no cesa de recomendar el estudio del mundo onírico como vía hacia un mayor conocimiento del hombre. En [K 86] llega a afirmar incluso:
Toda nuestra historia no es más que la historia del hombre despierto; en la historia del hombre dormido aún no ha pensado nadie.
El escepticismo de Lichtenberg ante la posibilidad de avanzar en el conocimiento de los fenómenos psíquicos pasa por la defectividad, en apariencia insalvable, de su instrumento: el lenguaje. Desde las primeras anotaciones del cuaderno A no cesa de interrogarse sobre la imprecisión del lenguaje común frente a los lenguajes de las ciencias exactas, en particular el de las matemáticas. De ahí que la «característica universal» de Leibniz, una propuesta de un lenguaje conceptual basado en el cálculo matemático, atraiga poderosamente su atención como alternativa que tener en cuenta y, sin embargo, no le impida dirigirla a su vez hacia la teoría de un lenguaje natural, adánico, que recogiera la denominación primigenia dada por el propio Dios a todas sus criaturas, tal como la había formulado el místico silesio Jakob Böhme a principios del siglo XVII. Entre estos dos polos, aunque decantándose ostensiblemente por el primero, se mueven sus disquisiciones en busca de un lenguaje individualizado y universalmente válido, capaz de expresar los matices más sutiles con la máxima exactitud y superar así la vieja problemática de la adecuación entre lenguaje y realidad, entre significante y significado.
Su sensibilidad lingüística, enemiga de todo tipo de ampulosidad o patetismo y siempre atenta a las potencialidades lúdicas de la palabra, tampoco oculta su preferencia por lo pequeño («Así como hay palabras polisílabas que dicen muy poco, también hay monosílabos de significado infinito»), ni desdeña los valores creativos del significante, ya se trate de onomatopeyas y sonidos expresivos o, incluso, de nombres propios. Así, en [F 683] se imagina la cara de un general de la independencia americana más a partir de la doble vocal de su apellido que de sus hazañas bélicas, y en una de sus primeras notas reúne una larga lista de verbos alemanes que expresan ruidos y sonidos, comentando que «no son sólo signos, sino una especie de escritura ideográfica para el oído».
No referirse al hombre de carne y hueso a la hora de ofrecer un perfil, siquiera mínimo, del pensador, sería ignorar una presencia que, de una u otra forma, se deja sentir en todos sus escritos y los impregna con su peculiarísima personalidad. Su propensión al autoanálisis, tan frecuente dentro de la tradición pietista de su tiempo, cristalizó en numerosas confesiones aisladas sobre su espíritu y su «lamentable cuerpo» (ambos conceptos se hallan, en él, indisolublemente imbricados), a partir de las cuales se tejió la más difundida de sus imágenes: la del «hombre en la ventana», el observador solitario sometido desde su primera juventud a los vaivenes de la melancolía, el soñador sobre el cual planeaba una y otra vez la tentación del suicidio y que, en sus últimos años, sería víctima de agudas crisis depresivas ahondadas por el alcohol y la hipocondría, «esa habilidad para extraer de cada suceso de la vida, llámese como se llame, la mayor cantidad posible de veneno para uso propio». La crepuscularidad de este período, erosionado por la apatía y la desesperanza, quedó condensada en una nota de extraordinario poder sugestivo:
[K 48] El 10 de octubre de 1793 le envié a mi querida esposa una flor artificial, hecha con hojas de varios colores caídas este otoño en el jardín. Supuestamente debía representarme en mi estado actual, pero me guardé de decírselo.
Pero el Herr Professor Lichtenberg fue también, pese a las limitaciones físicas impuestas por su escasa estatura y una joroba que, al decir de testigos presenciales, él sabía disimular hábilmente en sus clases no dando nunca del todo la espalda a su auditorio, un hombre que se debatía entre la espiritualidad más pura y la más carnal de las sensualidades, según confesión propia, y cuya vida privada no paraba de escandalizar a los puritanos burgueses de Gotinga. Sus cartas y diarios nos lo presentan además como un personaje de gran ternura y calor humano, dueño de un imbatible sentido del humor que, no obstante, podía degenerar en el más implacable de los sarcasmos. No en vano es considerado el autor satírico más representativo de la Alemania de su tiempo, que él, anglófilo impenitente como todo buen racionalista ilustrado, veía como un «hospital de opiniones ajenas» en el plano científico y, con cierta miopía que sólo le permitió salvar escasos nombres, también en el literario, y cuyo mundillo académico rebosante de erudición estéril y compendiomanía, esa «docta barbarie» producida por la ingestión exagerada de lecturas en detrimento de la reflexión personal, no cesó de fustigar hasta el final de sus días. En flagrante contradicción con su credo racionalista aparece, en cambio, su proclividad hacia todo tipo de supersticiones, sobre la cual se interroga preocupado:
[J 715] La forma de arrastrarse de un insecto me sirve para responder a preguntas sobre mi destino. ¿No es esto extraño en un profesor de Física?
Pese a su abigarrado desorden y a una serie de lagunas textuales, los cuadernos de notas nos permiten seguir la trayectoria espiritual de su autor en un orden cronológico lineal que se extiende a lo largo de casi treinta y cinco años. A la inevitable arbitrariedad que ya supone toda antología no hemos querido añadir la de una agrupación temática que atentaría, sobre todo en un autor como Lichtenberg, contra la autonomía de unos textos dictados por el azar, que se proponen como puntos de partida e invitan al lector a un viaje que él mismo, espigando aquí y allá, debe emprender a su aire. Practicar el arte tan lichtenbergiano de pensar por cuenta propia a través de una «lectura asistemática» y siempre abierta de su obra quizá sea la mejor manera de abordar a ese «espíritu cuya curiosidad está libre de toda atadura; surge de cualquier parte y se dirige a cualquier parte», en palabras de Elias Canetti, acaso el más directo de sus herederos; pues... «que no quiera redondear nada, que no quiera terminar nada es su felicidad y la nuestra: por eso ha escrito el libro más rico de la literatura universal».5
JUAN DEL SOLAR
Notas aforismos
Entre los quince cuadernos de formato y volumen diferentes en los que Lichtenberg fue anotando sus mal denominados «aforismos», y que a partir de 1772 él mismo designó, consecutivamente, con las letras C a L, los cinco delgados cuadernillos que integran la A se remontan al invierno de 1764-1765, aproximadamente, y llegan hasta 1770. Fue el germanista Albert Leitzmann, primer editor crítico de la obra de Lichtenberg entre 1902 y 1908 (Deutsche Literaturdenkmale, números 123, 131, 136, 140 y 141), quien designó con las letras A y B los cuadernillos más antiguos.
A
[3] Characteristica universalis: característica universal, lenguaje universal postulado por Leibniz. Basándose en el simbolismo matemático, la propuesta leibniziana apuntaba a un sistema de signos que garantizara la total objetividad en la relación concepto-palabra y pudiera aplicarse a todas las ramas del conocimiento humano.
[4] Primera muestra del interés de Lichtenberg por la fisiognómica, que posteriormente acabaría rechazando. La expresión característica anímica ha de entenderse, sin duda, a partir de lo expuesto en A 3.
[5] Affirmative nescire: en latín, ignorar afirmando expresamente lo contrario.
[58] El término «instintos artísticos» (Kunsttriebe) lo toma Lichtenberg del filósofo y erudito alemán Hermann Samuel Reimarus (1694-1768), defensor de un deísmo racionalista, cuya obra Consideraciones generales sobre los instintos de los animales, especialmente sobre su instinto artístico había aparecido en 1760. Véase también F 1081.
[61] Latín: pagar su tributo a la naturaleza.
[99] La referencia a los grandes clásicos de la literatura inglesa es una constante en toda la obra de Lichtenberg. Sobre Fielding, véase también F 1074. – Orgon: probable alusión a la escena V del acto I del Tartufo de Molière, en que Orgon cuenta cómo Tartufo se acusa de haber matado una pulga con excesiva rabia mientras rezaba. – Don Sylvio: protagonista de la novela cómica Don Sylvio von Rosalva (1764), de Christoph Martin Wieland (1733-1813), inspirada en El Quijote y ambientada en una hipotética Valencia. – Pedrillo es el escudero de Don Sylvio, joven noble que vive inmerso en el mundo de los cuentos de hadas.
[119] El arte de enriquecerse por la agricultura, obra del agrónomo francés Pommier. Der Hausvater (El padre de familia), revista editada en Hannover entre 1762 y 1774 por el barón Otto von Münchhausen.
[126] Ljungberg, Jöns Mathias (1748-1812), amigo íntimo de Lichtenberg, nacido en Lund, Suecia, a la sazón estudiante de Medicina y posteriormente consejero de Finanzas en Copenhague. Sobre el suicidio, tratado repetidas veces por Lichtenberg, véase también B 209 y 338.
[136] Sobre el filosofar como tarea individual dice en C 142: «... La pregunta “¿debe filosofar uno mismo?” ha de ser contestada, en mi opinión, como otra similar: “¿debe afeitarse uno mismo?”. Si alguien me lo preguntara, yo diría: “Si se sabe hacerlo bien, es una gran cosa”».
KA
El cuaderno KA, iniciales de Keras Amaltheias (El cuaderno de Amaltea) contiene 342 anotaciones hechas por Lichtenberg entre 1765 y 1772 y que son, en su gran mayoría, notas de lecturas y citas. Amaltea, según una versión del mito, era la cabra que amamantó a Zeus en los montes del Ida y uno de cuyos cuernos fue convertido por el dios en el cuerno de la abundancia.
[70] Jorge II (1683-1760), rey de Gran Bretaña e Irlanda y elector de Hannover entre 1727 y 1760.
[139] Otón I el Grande (912-973), primer emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (962-973).
[186] Boerhaave, Herman (1668-1738), médico y botánico holandés, uno de los más célebres de su tiempo.
[275] Cita de Horacio (Arte poética, v. 128: «Difficile est, proprie communia dicere»), que alude a la dificultad de recrear en forma personal los mitos y personajes ya fijados por la tradición y que son propiedad de todos. Lichtenberg la utiliza varias veces para postular un lenguaje individualizado y concreto, lo particular en vez de lo general y abstracto. La traducción literal sería: «Es difícil decir de forma personal lo que es del dominio público».
B
El cuaderno B, que, en parte, se encabalga cronológicamente con los que integran el A, comprende anotaciones hechas entre el 11 de junio de 1768 y mediados de agosto de 1771. Su encabezamiento, la palabra Jocoseria, apunta ya a un carácter más festivo y abierto a la anécdota y al juego verbal que el que preside la composición de A.
[12] El término Gelehrte (‘erudito, sabio’), que se utiliza también como adjetivo, designa habitualmente una persona muy culta e instruida y solía coincidir en el siglo XVIII con el de escritor en general. En el caso de Lichtenberg, que lo utiliza –aunque no exclusivamente– para lanzar dardos contra la joven generación de la Empfindsamketi y el Sturm und Drang, hemos optado por la palabra «erudito», que en más de un pasaje deberá leerse sobreentendiendo un «a la violeta». Se trata, en suma, al menos en opinión de Lichtenberg, de una caterva parecida a la que Moratín, en su Derrota de los pedantes, tildaba de «literatos presumidos, pedantones, críticos ignorantes y autores de compendios superficiales».
[15] Varinas: variedad de tabaco que recibe su nombre de la ciudad venezolana de Barinas.
[20] Noble simplicidad: alusión a la fórmula en la que Johann Joachim Winckelmann (1717-1768) sintetizó su visión del ideal del arte griego: «Noble simplicidad y serena grandeza» (Edle Einfalt und stille Grösse), en sus Ideas sobre la imitación de las obras griegas en la pintura y la escultura (1775). La obra incidió decisivamente en la evolución del clasicismo alemán en las artes y letras. Sobre Horacio y el tópico de la lectura e imitación de los antiguos, véase también B 95 y B 365.
[31] La cita, original de Richard Steele, apareció en el n.° 6, correspondiente al miércoles 7 de marzo de 1711, de la célebre revista fundada aquel mismo año por Joseph Addison y el propio Steele, y dice textualmente: «I lay it down therefore for a rule, that the whole man is to move together». Lichtenberg la vuelve a comentar en D 195.
[39] Whitefield, George (1714-1770), predicador metodista inglés.
[41] Como creador de lenguaje, Wieland otorgó al alemán una gracia y agilidad hasta entonces desconocidas.
[57] El famoso peluquero francés Legros es mencionado ya en KA 48.
[81] Autorretrato de Lichtenberg, uno de sus textos más citados. Al Salmo 90 alude también en G 15.
[95] Herder: comentando la necesidad de partir de los autores antiguos para acceder a una verdadera grandeza en el propio país y en la propia época, Herder constata que en Alemania «... se aprendía lo que habían pensado los antiguos, en vez de pensar como ellos, y se aprendía la lengua en la que habían hablado, en vez de aprender a hablar como ellos». Fragmentos sobre la nueva literatura alemana. – Gellert, Christian Fürchtegott (1715-1769), poeta y fabulista alemán, notable como estilista. – La cría (del griego chreia, ‘cita o explicación de un hecho notable’) era uno de los ejercicios retóricos practicados antiguamente por los escolares, consistente en desarrollar una misma idea según los distintos tópicos que admitiera la escuela.
[97] En todos mis actos: coral del poeta religioso alemán Paul Fleming (1609-1640).
[106] Leeuwenhoek, Anton van (1632-1723), naturalista holandés, célebre por sus investigaciones en el campo de la microbiología.
[125] Nuestro pálido amigo: el anticuario Jonas Kunkel, curioso personaje de Gotinga, muerto en 1768, sobre el que Lichtenberg proyectaba escribir una biografía en clave de humor. En la primavera de 1769 redactó un Discurso en memoria del finado Kunkel.
[127] Aunque escrito en tercera persona, este curioso fragmento intenta esbozar una semblanza de la pubertad del propio Lichtenberg.
[136] Caput mortuum: residuo o remanente en el proceso de destilación química.
[174] Crantz, David (1723-1777), predicador e historiador moravo que recorrió Groenlandia como misionero. Su Historia de Groenlandia apareció en Leipzig en 1765.
[189] Latín: «Si no hubiera otra cosa viril en mí, al menos me quedaría el sexo» (Petronio, Satiricón).
[195] Ius naturae: Derecho natural. – Doppelmayr, Johann Gabriel (1671-1756), matemático y astrónomo alemán. Su Atlas coelestis data de 1742.
[214] Clerke, sir Francis: estudiante inglés amigo de Lichtenberg en Gotinga.
[222] Baskerville, John (1706-1775), impresor inglés, famoso por la belleza de sus ediciones.
[236] Pínica (del griego pinein, ‘beber’), título de una sátira que Lichtenberg proyectaba escribir sobre el tema de la bebida. Véase también B 347.
[257] Esswein, Eymes y Wachter eran compañeros de estudios de Lichtenberg en Gotinga.
[262] Sistema de ideas (Gedanken-System): expresión frecuentemente usada por Lichtenberg para designar la forma de conocimiento del mundo y de la realidad propia de cada ser humano y, por consiguiente, única e incomparable. Asistemático impenitente, no entendía con ella un «sistema» cerrado, sino uno permanentemente abierto a todas las influencias y reacciones externas e internas. También utiliza combinaciones tales como «sistema de opiniones» (Meinungen-System), «sistema de convicciones» (Gesinnungen-System) o «sistema de sensaciones» (Empfindungs-System), referidas siempre al hombre como individualidad pensante y actuante.
[307] Schwarz, Berthold, franciscano alemán del siglo XIV a quien se atribuye erróneamente la invención de la pólvora. Inventó, en cambio, el arte de fundir cañones de bronce.
[347] Agatón: héroe de la novela homónima de Wieland (1766-1767), considerada la iniciadora de Entwickungsroman (novela de formación alemana).
[379] La «geniomanía» y la pretensión de originalidad difundidas en Alemania por los adeptos del Sturm und Drang serán, en la década de 1770, objeto constante de las críticas e invectivas de Lichtenberg. – Unzer, Johann August von (1727-1799), editor de la revista Der Arzt (El médico). – Hill, John (1716-1775), médico inglés. Según una noticia que recoge Lichtenberg en KA 91, descubrió los efectos sedantes de una infusión (tincture of spleenwort): «Devuelve la tranquilidad a la mente y le impide pensar continuamente en una misma cosa».
[400] J. Cristoph B.: probablemente se trate del poeta Heinrich Christian Boie (1744-1806), uno de los iniciadores del grupo poético denominado Göttinger Hain (Bosquecillo de Gotinga).
[402] Karl Wilhelm Ramler (1725-1798) y, sobre todo, Friedrich Gottlieb Klopstock (1724-1803), el gran poeta épico de la Mesíada, llevaron la oda a un grado de perfección no alcanzado hasta entonces en Alemania. Sobre el escaso interés que despertaba en Lichtenberg la citada obra de Klopstock, véase F 69.
[407] Kästner, Abraham Gotthelf (1719-1800), matemático y autor de renombrados epigramas, profesor y posteriormente colega de Lichtenberg en la universidad de Gotinga.
[412] Bender: ciudad de Besarabia donde, en 1713, Carlos XII de Suecia intentó resistir un asedio turco. – Bell d’Antermony, John (1691-1780), explorador y médico inglés, autor de unos Viajes desde San Petersburgo a diversas partes de Asia (1766).
[420] «El inexplorado país cuyos confines no ha vuelto a cruzar viajero alguno» (Hamlet, III, I).
C
El cuaderno C, que lleva como lema la cita de The Spectator recogida en B 31, va de septiembre de 1772 a agosto del año siguiente.
[2] Baretti, Giuseppe (1719-1789), poeta y crítico italiano, fundador en Venecia de la célebre revista Frusta letteraria. En 1770 publicó, en inglés, sus Travels through England, Portugal, Spain and France.
[5] Las dos letras griegas πμ son las iniciales de pellucidus mons (‘monte luminoso’, o sea: Lichten-berg) e indican, al igual que sus equivalentes latinas, la participación del autor en la redacción de alguno de los textos, o bien su autoría directa.
[9] La comedia El caballero, de Agustín Moreto y Cabaña (1618-1669), citada por Baretti, figura en la Parte 19 de varios (1662), según el Catálogo razonado por orden alfabético de Fernández Guerra.
[23] Uno de los mordaces comentarios satíricos de Lichtenberg sobre la corriente «sentimental», Empfindsamkeit, a cuya formación en Alemania contribuyeron el pietismo y, sobre todo, la revalorización de la sensibilidad y del sentimiento preconizada en Inglaterra por Shaftesbury, Young y Richardson. J. J. Ch. Bode, el traductor al alemán de la gran narrativa inglesa del siglo XVIII, eligió, por consejo de Lessing, el adjetivo empfindsam para traducir el título de una de las obras clave en la formación de la nueva tendencia: el Viaje sentimental de Laurence Sterne, muy admirada por Lichtenberg. La mordacidad lichtenbergiana contra la moda y vulgarización de la Empfindsamkeit queda patente en notas como F 157, F 338 y F 345.
[39] El motivo desencadenante de este airado ataque contra el teólogo suizo Johann Caspar Lavater (1741-1801), principal teorizador de la fisiognómica, fue la exhortación que, en 1769, hizo éste a Moses Mendelssohn (1729-1786), el célebre filósofo judío de la Ilustración alemana, para que abjurase del judaísmo y se convirtiera al cristianismo. La respuesta negativa de Mendelssohn y el subsiguiente intercambio epistolar entre ambos, que dio pábulo a una larga serie de comentarios y publicaciones en Alemania, así como el espíritu proselitista de Lavater, llevaron a Lichtenberg a escribir poco después una de sus sátiras más famosas: Timorus, o defensa de dos israelitas que, impulsados por la fuerza de los argumentos lavaterianos y de las salchichas ahumadas de Gotinga, abrazaron la verdadera fe, por Conrad Photorin, graduando en teología y bellas artes (1773). De su admiración por Mendelssohn y su desprecio hacia Lavater, a quien atacaría abiertamente a raíz de la publicación de sus Fragmentos fisiognómicos, da testimonio también un pasaje de D 539: «Un Mendelssohn vale más que cien Lavaters». – Süss Oppenheimer, Joseph (1692-1738), estadista alemán de origen judío, popularmente conocido como Jud Süss (el judío Süss). Secretario de Hacienda del príncipe de Württemberg, murió ahorcado por corrupción.
[76] Möser, Justus (1720-1794), historiador, jurista y político alemán. Su ensayo Sobre el derecho del más fuerte influyó en la concepción del Götz von Berlichingen de Goethe.
[138] Henri Coiffier de Ruzé, marqués de Cinq-Mars (1620-1642). Pereció en el cadalso por tramar contra el cardenal ministro de Luis XIII una conjuración que suponía una alianza con España.
[149] Pitaval, François Gayot de (1673-1743), jurista francés. Su Causas célebres e interesantes (1734-1743), colección de procesos criminales extraños, fue traducido pronto y adquirió gran difusión en Alemania, hasta el punto de que Schiller escribió el prólogo para una selección publicada en Jena en 1792.
[175] El significado clásico del verbo deponente urinari era ‘sumergirse en el agua y volver a salir nadando, nadar bajo el agua, bucear’. En H 6 registra Lichtenberg otro divertido gazapo en la traducción latina.
[199] Steinhuder Meer, lago de la Baja Sajonia, al noroeste de Hannover, donde el conde Wilhelm von Schaumburg-Lippe mandó construir una isla artificial (1761-1767).
[203] Mayer, Tobias (1723-1762), astrónomo y matemático alemán, iniciador de las investigaciones modernas sobre la Luna. En 1773 se encomendó a Lichtenberg la edición de sus escritos científicos póstumos.
[221] Jacobi, Johann Georg (1740-1814), poeta alemán, representante de un preciosismo rococó teñido de pietismo. Fue objeto de reiterados comentarios mordaces por parte de Lichtenberg.
[271] Lichtenberg había dedicado su Timorus «Al Olvido».
[278] En C 209 dice: «El famoso Bacon de Verulam ya dijo –y nosotros lo hemos experimentado– que en una ciencia no se inventan muchas cosas nuevas tan pronto como se la ordena en un sistema».
[308] Holberg, Ludvig (1684-1754), escritor danés de origen noruego, iniciador del teatro nacional en su país. Es también autor de unas Cartas históricas, metafísicas, morales, filosóficas y humorísticas (1748-1754).
[310] Monomotapa: antiguo imperio bantú del África meridional.
[328] Z. U.: abreviatura de zu untersuchen o zu überlegen, ‘para investigar’ o ‘para meditar’, en alemán.
D
El cuaderno D, cuya fecha de composición va desde agosto de 1773 hasta mayo de 1775, tiene como telón de fondo el segundo viaje de Lichtenberg a Inglaterra, que ocupa el último trimestre de 1774 y casi todo 1775. Al igual que durante el primero, mucho más breve (marzo-mayo de 1770), fue recibido por Jorge III y la familia real británica en su residencia de Kew y trabó amistad con importantes personalidades de las ciencias y las letras inglesas (Priestley, Watt, el gran actor Garrick, entre otros). Por entonces empieza a esbozar una nueva sátira, Parakletor, que jamás concluiría, y cuyos blancos irían cambiando con el tiempo: desde los críticos de su Timorus hasta los «infelices que no son genios originales».
[78] La isla Zezu era un proyecto de retrato satírico de Lichtenberg, dirigido sobre todo contra la Alemania de su tiempo.
[92] Cita del Ensayo sobre el hombre, Epístola I, verso 126, de Alexander Pope: «Los hombres serían ángeles, y los ángeles, dioses».
[130] Otaheite: Tahití. – Banks, Joseph (1735-1820), naturalista inglés. Acompañó al capitán James Cook (1728-1779) en su viaje de circunnavegación. Lichtenberg, gran lector de libros de viajes, publicó en 1780 un artículo sobre el célebre descubridor y viajero inglés: Algunos aspectos de la vida del capitán James Cook.
[133] Cita de Horacio, Arte Poética, 309: «El saber bien es el origen y la fuente del escribir bien». – Helvetius, Claude Adrien (1715-1771), filósofo y literato francés considerado el moralista de la Enciclopedia.
[158] El interés de Lichtenberg por la personalidad y obra del místico silesio Jacob Böhme (1575-1624) da testimonio del polifacetismo de un espíritu que, aun siendo en esencia el de un racionalista ilustrado, estaba permanentemente abierto a mundos como el de la irracionalidad, el misticismo, la superstición o los sueños.
[172] El pastor luterano de Görlitz Gregorius Richter prohibió a Böhme publicar sus escritos.
[257] Forkel, Johann Nikolaus (1749-1818), compositor y musicólogo alemán. –