Reinas del abismo

Cuentos fantasmales
de las maestras de lo inquietante

Traducción del inglés a cargo de

Alicia Frieyro, Olalla García, Sara Lekanda, Alba Montes y Consuelo Rubio

 

Edición e introducción de

Mike Ashley

 

 

 

VV.AA.

1. Una revelación | Mary E. Braddon
2. El ángel del escultor | Marie Corelli
3. De entre los muertos | Edith Nesbit
4. Una Navidad en la niebla | Frances Hodgson Burnett
5. El piso encantado | Marie Belloc Lowndes
6. Una circe moderna | Alicia Ramsey
7. La naturaleza de las pruebas | May Sinclair
8. El obispo del infierno | Marjorie Bowen
9. El tapete | Greye La Spina
10. Dama blanca | Sophie Wenzel Ellis
11. La risa | G. G. Pendarves
12. A la luz de las velas | Lady Eleanor Smith
13. La melodía maravillosa | Jessie Douglas Kerruish
14. La isla de las manos | Margaret St. Clair
15. Los indeseados | Mary Elizabeth Counselman
16. El séptimo caballo | Leonora Carrington

 

 

 

Título original: Queens of the Abyss

Publicado por primera vez en The British Library, 2020

 

Edición en ebook: noviembre de 2020

 

Copyright © Mike Ashley, 2020

Copyright de la traducción © Alicia Frieyro, 2020, por «Una revelación», «De entre los muertos», «El piso encantado»; © Olalla García, 2020, por «El ángel del escultor», «Dama Blanca», «A la luz de las velas»; © Sara Lekanda, 2020, por «El tapete», «La risa», «Los indeseados»; © Alba Montes, 2020, por «Una circe moderna», «La naturaleza de las pruebas», «La Isla de las Manos», «El séptimo caballo»; © Consuelo Rubio, 2020, por «Una Navidad en la niebla», «El obispo del infierno», «La melodía maravillosa»

 

Copyright de la ilustración de portada © Composición del equipo de diseño de Impedimenta sobre Clare Luce with Boudoir Doll Collection, Paris, 1922

 

Copyright de la presente edición © Editorial Impedimenta, 2020

Juan Álvarez Mendizábal, 27. 28008 Madrid

 

www.impedimenta.es

 

Diseño de colección y dirección editorial: Enrique Redel

Maquetación: Daniel Matías

Corrección: Andrea Toribio y Laura M. Guardiola

Composición digital: leerendigital.com

 

ISBN: 978-84-17553-82-1

 

 

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

 

 

 

 

 

Una gran recopilación de cuentos de terror absolutamente escalofriantes, de la mano de auténticas maestras del horror victoriano que pasaron desapercibidas en su tiempo.

 

 

 

 

 

«Estas damas del escalofrío canalizaron la angustia de sus vidas en la ficción para hacerla, si cabe, aún más real.»

Mike Ashley

 

Reinas del abismo

 

 

Con frecuencia se acepta que durante el siglo XIX y principios del XX fueron los escritores varones quienes desarrollaron y ampliaron el horizonte de los relatos atroces de misterio, y que las mujeres escritoras se limitaron a seguir su estela. ¡Nada más lejos de la realidad! La antología que hoy presentamos reúne las contribuciones de dieciséis maestras y amantes del miedo exquisito; muchos de cuyos nombres se perdieron en las revistas pulp y underground de principios de siglo. Por fin podremos conocer el lado oscuro de El jardín secreto, de Frances Hodgson Burnett, y en qué consistían las pesadillas de la mismísima Marie Corelli. Escucharemos cautivados, a la par que temerosos, las voces de las escritoras que poblaron las páginas de la revista Weird Tales, como Sophie Wenzel Ellis.

 

Índice

 

 

Portada

Reinas del abismo

Introducción

Reinas del abismo

Una revelación. Mary E. Braddon

El ángel del escultor. Marie Corelli

De entre los muertos. Edith Nesbit

Una Navidad en la niebla. Frances Hodgson Burnett

El piso encantado. Marie Belloc Lowndes

Una circe moderna. Alicia Ramsey

La naturaleza de las pruebas. May Sinclair

El tapete. Greye La Spina

Dama Blanca. Sophie Wenzel Ellis

La risa. G. G. Pendarves

A la luz de las velas. Lady Eleanor Smith

La melodía maravillosa. Jessie Douglas Kerruish

La Isla de las Manos. Margaret St. Clair

Los indeseados. Mary Elizabeth Counselman

El séptimo caballo. Leonora Carrington

Derechos de autor y fuentes de las historias

Sobre este libro

Biografía

Créditos

No debemos subestimar el poder que han tenido las escritoras para moldear y popularizar el relato de terror. Aunque la historia de los cuentos de fantasmas destaca, por lo general, el papel de los autores masculinos, desde Joseph Sheridan Le Fanu pasando por lord Bulwer Lytton, Arthur Machen, M. R. James y H. P. Lovecraft hasta llegar a Stephen King y otros autores actuales, no podemos pasar por alto que la evolución de este campo ha sido también territorio de las mujeres, que han contribuido en igual medida a su desarrollo. Y esto ha sido así desde sus orígenes.

La aparición de la novela gótica de la mano de Horace Walpole con El castillo de Otranto, en 1764, sentó las bases de un tipo de relato que adquirió gran popularidad. Enmarcadas en un contexto histórico europeo, estas historias constaban de un castillo encantado donde tenía lugar una supuesta (o a veces genuina) manifestación sobrenatural, a menudo provocada por una leyenda o una maldición familiar. Aunque Clara Reeve, hija de un párroco de Suffolk, alabó la ambientación de Otranto, arguyó a su vez que los recursos utilizados por Walpole en la novela eran extremos y, por lo tanto, poco creíbles. En El barón inglés (1777) lo criticaba abiertamente por haber creado una atmósfera demasiado intensa que hacía que la historia, al final, se desinflase, y declaraba que por ello se había sentido engañada e incómoda. En su novela, Clara alteró los elementos para producir un modelo de relato gótico menos evocador, pero más creíble.

Fue Ann Radcliffe la autora que consiguió un equilibrio entre la ambientación creada por Walpole y un componente sobrenatural aceptable (y justificado). Escribió una serie de novelas que alcanzó su cumbre con Los misterios de Udolfo (1794). En ella, Radcliffe construyó una emocionante aventura, envuelta en una atmósfera inquietante con tintes sobrenaturales, y sin embargo con un cierre razonable que dejaba al lector con ganas de más. Udolfo se considera el modelo de novela gótica por excelencia, un relato redondo con su bella heroína y su apuesto amante. Fue una de las novelas más famosas de su época e hizo rica a Radcliffe. Pese a que Jane Austen la parodió en La abadía de Northanger (publicada en 1817, aunque concluida en 1803), es bastante seguro que el retrato que conformaba de una joven fácilmente influenciable y atraída por Udolfo con una pasión irrefrenable reflejaba la realidad de muchas lectoras de la época.

Y así empezó todo.

Entre Clara Reeve y Ann Radcliffe establecieron una sencilla regla básica que ayudó a consolidar el relato de terror: no embellecer en exceso y mantener la sencillez; intensificar el ambiente con todos los medios posibles, pero de forma sutil y creíble. Así es como se construye un auténtico cuento de fantasmas.

Esta se convirtió en la regla básica que siguieron desarrollando las escritoras victorianas. Mientras Edgar Allan Poe, Joseph Sheridan Le Fanu y lord Bulwer Lytton, entre otros, intensificaban esa atmósfera dramática, al menos en sus relatos más tempranos, las mujeres creaban historias eficaces y memorables. Catherine Crowe, Elizabeth Gaskell, Amelia Edwards, Rhoda Broughton, Margaret Oliphant, Charlotte Riddell, Mary Molesworth (nos sería fácil duplicar o incluso triplicar esta lista) son algunas de las autoras que escribieron las mejores historias de fantasmas de la época victoriana.

Sin embargo, en lugar de centrarme en ellas, cuyas historias han sido reeditadas con frecuencia (de manera muy acertada, por cierto), quería explorar otras escritoras. Son aquellas que llevaron el relato de lo sobrenatural del periodo victoriano tardío a los albores del siglo XX, algunas de ellas muy conocidas, bien por sus cuentos de terror bien por otras obras, y otras no tanto. Entre los nombres más célebres se encuentran aquellas cuyas trayectorias profesionales o vitales chocaron de alguna forma con la sociedad victoriana, que a cambio las recompensó otorgando a su obra cierta notoriedad. Es el caso de Mary Braddon, Marie Corelli y Edith Nesbit. Entre las menos conocidas están las que osaron penetrar en el baluarte masculino de las revistas pulp y se forjaron su propia reputación en el ámbito de los relatos de terror, como Greye La Spina, G. G. Pendarves, Margaret St. Clair y Mary Counselman. También tenemos a aquellas que, en su momento, fueron muy aclamadas por sus cuentos de misterio, pero que hoy en día han quedado olvidadas, como Marie Belloc Lowndes, May Sinclair, lady Eleanor Smith y la surrealista Leonora Carrington.

Existe otro factor que une a estas autoras. Además de asomarse a los abismos del terror, la mayoría de ellas tuvieron que salir del abismo de la pobreza u otras adversidades sufridas durante la infancia o el matrimonio. Es posible observar la angustia de una vida de padecimientos volcada en sus obras de ficción, lo que las hace más reales.

He escogido deliberadamente historias menos conocidas, incluso de las autoras más populares. Todas ellas muestran cómo las escritoras continuaron experimentando y evolucionando el cuento de terror desde sus inicios góticos y el apogeo victoriano hasta el XX. No son solo historietas de apariciones fantasmales. Podemos encontrar un elemento psicológico en el relato de Marie Lowndes, una alegoría religiosa en el de Marie Corelli, un drama histórico en el de Marjorie Bowen y un amor fantasmagórico, algo subido de tono, en el de May Sinclair.

Estas Reinas del abismo traspasaron los límites para mantener el relato de terror vivo, fresco y fortalecido para el comienzo del nuevo siglo.

MIKE ASHLEY

Una revelación

Mary E. Braddon

(1888)

 

 

 

 

Mary Elizabeth Braddon

1835-1915

Mary Elizabeth Braddon fue la novelista que disfrutó de un éxito mayor en la era victoriana. Al igual que algunas de sus heroínas, capaces de superar los innumerables obstáculos que la vida interpone en su camino, también ella sorteó el escándalo y los prejuicios para convertirse en una admirada y respetada gran dama. Mary se crio con su madre, Fanny, después de que esta abandonara a su marido, que llevaba una doble vida. La madre se convirtió en una contable muy capaz y educó a la joven Mary. Sin embargo, siempre andaban apretadas de dinero, y al cumplir los veintiún años, Mary se hizo actriz y empezó a actuar de manera itinerante por todo el país. Fue durante una estancia en Beverley, Yorkshire, cuando empezó a escribir, contribuyendo con poemas en el periódico local y sacando una novela por entregas con el impresor local, que fue publicada en 1860 bajo el título Three Times Dead o Secret of the Heath y que no tardó en editarse en formato de libro como The Trail of the Serpent. Esta clase de novela sensacionalista, muy en la línea de las obras de Wilkie Collins, era el género que mejor dominaba Braddon, pero a lo largo de sus siguientes novelas y obras por entregas fue refinando su estilo hasta alcanzar la perfección en El secreto de lady Audley (1862). Esta historia de bigamia e intento de asesinato se convirtió en una de las novelas más populares de su época. Para entonces, Mary había conocido al editor John Maxwell y se había instalado con él, fingiendo estar casados, a pesar de que la mujer de él seguía viva y recluida en un manicomio en Irlanda. Maxwell era un empresario bastante incompetente y fueron los ingresos de Mary los que mantuvieron su solvencia y, en último término, hicieron posible que saliera adelante con éxito. El editor ya contaba con cinco hijos de su primer matrimonio, y Mary le dio seis más, uno de los cuales murió de niño. La maternidad y su agotadora agenda como escritora y editora hizo que Mary sufriera una depresión en 1868, pero se recuperó. Ella y Maxwell contrajeron matrimonio en 1874 a la muerte de la primera esposa de él.

La producción novelística y de cuentos cortos de Mary fue ingente. Entre sus novelas destacan El secreto de Aurora Floyd (1863), John Marchmont’s Legacy (1863), Joshua Haggard’s Daughter (1876) y una obra de gran interés para los amantes del género macabro, Gerard or the World, the Flesh and the Devil (1891), en la que reescribe la leyenda de Fausto. Pero, aunque publicó varias colecciones de cuentos cortos, nunca reunió en un único volumen todas sus historias insólitas. De hecho, no fue hasta que Richard Dalby compiló El abrazo frío (2000) cuando se reunieron la práctica totalidad todos sus cuentos sobrenaturales. La Biblioteca Británica ha publicado desde entonces su propio volumen, El rostro en el espejo (2014). Teniendo en cuenta que Mary Braddon publicó casi todos sus cuentos cortos de forma anónima, y a veces bajo pseudónimo, es muy posible que todavía haya obras suyas por descubrir —puede que incluso reimpresas como anónimas—. El siguiente relato, publicado por primera vez en 1888, contiene todos los sellos de la casa Braddon, incluida la bigamia y lo oculto.