MARÍA CASADO
SUSANA ROMERO
MILAGROS
BERNARDA DE LOS ARCOS
DIOS
Campamento cristiano «La Brújula».
Segovia, agosto 2013.
Javier Calvo (Madrid, 1991) y Javier Ambrossi (Madrid, 1984), son actores, directores y dramaturgos. Empiezan su carrera juntos escribiendo y dirigiendo dos piezas cortas: Windsor, una historia de amor en llamas y Miss Fogones Universal. En primavera de 2013 estrenan La Llamada, su primer gran proyecto, en el hall del Teatro Lara. Una comedia musical con Macarena García, Llum Barrera, Belén Cuesta, Andrea Ros y Richard Collins-Moore.
La Llamada se convierte en un fenómeno teatral y enseguida da el salto, con la incorporación de Gracia Olayo, al escenario grande.
© Javier Ambrossi y Javier Calvo, 2013
© Prólogo: Miguel del Arco, 2013
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Primera edición, 2013
Director de la colección: Concha López Piña
Diseño de cubiertas sobre un cartel de Pelayo Rocal: Ediciones Antígona
Fotografia de portada: Valero Rioja
Diseño de fotografía de portada: Pelayo Rocal
Fotografía de autores: Javier Naval
Editor: Isaac Juncos Cianca
ISBN: 978-84-15906-26-1
ISBN digital: 978-84-15906-27-8
Depósito legal: M-33000-2013
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Verano 2013. Segovia. Campamento cristiano «La Brújula». Bernarda de los Arcos, una monja recién llegada, quiere salvar el campamento con su canción «Viviremos firmes en la fe». La Hermana Milagros, una joven con dudas, recuerda lo mucho que le gustaba Presuntos Implicados. Y María y Susana, dos adolescentes castigadas, sueñan con triunfar con su grupo Suma Latina. Pero cuando Dios se le aparece a María una noche, todo empieza a cambiar. Y es que a Dios le encanta Whitney Houston.
La Llamada es una epopeya en clave Disney con números musicales que sigue el desarrollo de una comedia romántica, pero trasciende y juega con todos estos géneros para terminar siendo un canto a la libertad y al primer amor.
Javier Calvo y Javier Ambrossi
LA LLAMADA
Prólogo de Miguel del Arco
Para Macarena, Belén, Gracia, Richard, Andrea y Llum. La Llamada está escrita por y para ellos.
Acudí una noche al hall del Teatro Lara a ver, en el marco de su programación off, La Llamada. No tenía más información sobre esta función que la que me había pasado Ana López, la figurinista con la que he trabajado en mis últimos montajes. Ana me repetía insistentemente que el montaje era una «locura» comandada por dos «Javis», Calvo y Ambrossi, que firmaban tanto el texto como la dirección. La primera locura me parecía, sin duda, montar un off en el Lara con cinco actores y una banda de rock en directo. Conozco de primera mano lo que puede dar de sí la venta de entradas con el escaso aforo que puede albergar este maravilloso hall y el esfuerzo que supone montar y desmontar una función todos los días a la velocidad de la luz para que no se haga más intempestiva la hora de abrir las puertas al público. Es decir, que allí, para empezar, había mucho «amor al arte». Ana me decía que estos dos jóvenes dramaturgos y directores eran puro entusiasmo y energía. Y eso fue lo que encontré tan pronto como se apagaron la luces y comenzó la representación: entusiasmo y energía suficientes como para hacer que no vuelva a pensar en dios como un triángulo ciclópeo sino en un tipo con un traje de lentejuelas y leve acento británico que canta por Whitney Houston.
Dos jóvenes y deslumbrantes actrices, Macarena García y Andrea Ros me arrancaron las primeras carcajadas y me introdujeron con pasmosa facilidad en el delirante campamento cristiano «La Brújula» donde se desarrolla toda la acción de esta no menos delirante comedia musical. La «divina» aparición de Richard Collins-Moore y la más pedestre —pero no por eso menos divina— de Llum Barrera y Belén Cuesta terminaron de redondear un reparto «en estado de gracia» (en el caso que nos ocupa algo «religiosamente» cierto). Y cuatro estupendos músicos en complicidad permanente con los intérpretes.
Creo que La Llamada es un claro exponente de esa efervescencia creativa que estamos viviendo en Madrid: profesionales del teatro que se reúnen alrededor de un proyecto y lo sacan adelante con entusiasmo y rigor. Sin prejuicios sobre lo que debe o no debe ser el teatro. Fieles a su visión, a su historia, a su manera de contar, tan infinitas como las historias. Proyectos que unen sin complejos a profesionales veteranos con recién llegados, a directores, autores, iluminadores, actores y actrices, sonidistas, figurinistas, músicos… invitando a que esa misma mezcla heterogénea y plural se produzca en el público al que intenta seducir (¡y vaya si lo hizo La Llamada el día que yo vi la función!). Esa pluralidad es la que mantiene el teatro vivo incluso en estos tiempos en los que parece que la única misión posible es la de subsistir. ¿Quién quiere una misión tan pobre? Todos queremos sentir la llamada, sea cual sea. Ese golpe de felicidad que se produce cuando descubres, aunque sea nada más que por un instante, tu lugar en el mundo.
Conocí a Javier Calvo y Javier Ambrossi al finalizar la representación. Dos jóvenes directores-autores a los que habrá que seguir muy de cerca. Fue apenas un momento. Sonrientes, entusiasmados por la reacción del público. Y con el mismo entusiasmo se fueron a la carrera para desmontar el espectáculo y dejar libre el hall del Lara. Estoy seguro de que los lectores disfrutarán con la lectura de este texto pero, sin lugar a dudas, disfrutarán mucho más si pueden ver su puesta en escena. Creo que es ahí donde los textos dramáticos se terminan de escribir, sobre todo cuando se hace con el talento de estos dos autores-directores.
MIGUEL DEL ARCO
Una escalera. Debajo, una habitación del campamento con una cruz gigante y dos camas donde están dormidas MARÍA y SUSANA MILAGROS