Atrevidas: mujeres que han osado

Guadalupe Loaeza

JUS

Presentación



La presente obra está dividida en dos partes. En la primera se erige homenaje a Elena Poniatowska, cuya alumna, amiga, confidente y compañera, Guadalupe Loaeza, nos comparte textos que ha elaborado a lo largo de los años en torno de su relación con la ganadora del Premio Cervantes 2013, textos que han sido publicados en distintos periódicos, entre ellos el Reforma, y que están cargados de nostalgia, unas veces, de admiración, otras, pero todas de un absoluto respeto y reconocimiento a la “Princesa menos snob”, como llama Guadalupe a su amiga Poniatowska, por ser uno de los principales pilares tanto para las letras mexicanas como para una inmensa cantidad de mujeres, pero sobre todo por mostrar siempre al México de los oprimidos, de los pobres, de los ciudadanos de a pie a través de su vasta cantidad de artículos, entrevistas, novelas, etcétera.


Loaeza presenta a la escritora, pero también a la madre, a la hija, a la amiga y a la niña que viven y han vivido en el espíritu de Elena, a quien Octavio Paz describiera como una persona llena de “celo moral, que quiere salvar, exaltar, ayudar…”.


La segunda parte de este libro comprende una compilación biográfica realizada igualmente por Guadalupe Loaeza, además de cartas que ella misma ha escrito, en donde destaca la lucha emprendida por mujeres de todo el mundo en sus distintas ocupaciones y particularidades, y que finalmente continúan con la tradición feminista que tuvo su primer gran momento en Europa, desde el siglo XVIII.


A partir de entonces, la lucha de las mujeres, no sólo en aquel continente, sino también en la realidad latinoamericana, ha dado pie al surgimiento de movimientos sociales que buscan derribar los lastres generados por una sociedad opresora, patriarcal, que se ha valido de los cuerpos y de las mentes de aquéllas para cimentar su poderío y sumisión. Es por ello que ante el temor del posible olvido por el que muchas mujeres ilustres pudieran atravesar, Loaeza contribuye con este material para darles su justo lugar.


Estas mujeres han luchado no sólo como seres existentes en una realidad concreta, sino como quienes han sufrido de distintas maneras su condición de género: la moral judeo-cristiana recalcitrante, el impedimento de la interrupción del embarazo, la represión sexual, la entonces prohibición del ejercicio del voto, etc. Desde la política hasta las artes, han hecho uso de sus voces para denunciar y enaltecer al mítico ser que encarnan.


Actrices como Ofelia Medina, Jesusa Rodríguez, la cantante Eugenia León, la escultora Helen Escobedo, la fotógrafa Mariana Yampolsky, la ya famosa Frida Kahlo; mujeres de política y economía como Ifigenia Martínez, Guadalupe Rivera Marín (hija de Diego Rivera), pero también las que lucharon desde su posición humilde y no por ello menos fuerte y combativa, como Benita Galeana o Evangelina Cadena; teóricas como Marta Lamas y Marcela Lagarde, y muchas otras más, dan el ejemplo y el impulso por la lucha a las nuevas generaciones de mujeres, con el fin de que continúen para conseguir la anhelada liberación.


Las causas sociales, la defensa de grupos vulnerables tales como los indígenas, los niños con hambre o que viven en pobreza extrema, los desaparecidos y presos políticos, se han convertido en estandartes de lucha de las protagonistas de esta obra. Su común denominador es la solidaridad para con sus semejantes, la búsqueda de la igualdad y el derribo de prejuicios y ataduras, basadas algunas en justificaciones erróneas de corte biológico (genitales, precisamente).


El ejercicio del arte destaca en este libro como ejemplo de una herramienta potencial para destruir sexismos, para transgredir formas del patriarcado, pero principalmente, para existir plenamente.


Loaeza se convierte por ello mismo en una de estas mujeres que utiliza su voz para rescatar y posicionar en la memoria histórica a quienes pugnan a favor de un colectivo que merece situarse en las conciencias de los lectores, en su justa dimensión y con su merecido valor.


Por último y a modo de apéndice, incluimos el texto de agradecimiento que escribió la autora en memoria de Miguel Ángel Granados Chapa, líneas significativas por el gran aprecio que le tuvo Guadalupe. Pero además, el escrito tiene lugar en esta obra ya que la fotografía de portada fue tomada justamente en el funeral de Miguel Ángel, en uno de esos extraños momentos en donde converge el dolor por la partida de un grande y la amistad de dos más: Elena Poniatowska y Guadalupe Loaeza.


Aunque, aprovechando la ocasión, en este mismo apéndice no pudimos dejar de incluir el extraordinario relato La cena, que igual trata sobre Miguel Ángel Granados Chapa… toda una experiencia.



Valentina Tolentino Sanjuan