DR. CAMILO CRUZ

 

NUNCA

TE DES POR

VENCIDO

 

Historias de gente real que logró resultados extraordinarios

 

 

 

TALLER DEL ÉXITO

NUNCA TE DES POR VENCIDO

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Editorial dedicada a la difusión de libros y audiolibros de desarrollo personal, crecimiento personal, liderazgo y motivación.

Diseño de portada y diagramación: Diego Cruz

 

 

ISBN 10: 1-607382-83-0

ISBN 13: 978-1-60738-283-6

03-201407-20

 

INTRODUCCIÓN

 

 

Las grandes historias de éxito han sido ejemplos de persistencia y tenacidad; hombres y mujeres que optaron por perseverar aún frente a las circunstancias más difíciles. Su tesón y su gran deseo por ver sus sueños realizados fueron los responsables de que al fin del día estos triunfadores disfrutaran del dulce sabor de la victoria.

¿Qué hace que ellos perseveren hasta lograr aquello que se han propuesto a pesar de enfrentar grandes reveses, múltiples caídas o adversidades que harían desistir a cualquiera? Sin duda, de todas las cualidades que admiramos en los triunfadores, quizás la que celebramos con mayor entusiasmo es su capacidad para perseverar y no darse por vencidos.

Sin importar que tu meta sea desarrollar una nueva empresa, iniciar estudios para conseguir una cualificación profesional, competir en los juegos olímpicos, convertirte en un líder que influya de manera positiva en la vida de otros o lograr algo nunca antes alcanzado por nadie, ten la seguridad de que el cumplimiento de tus metas requerirá de una gran dosis de empeño y firmeza.

Al Presidente estadounidense Calvin Coolidge se le atribuye una de las frases más celebres sobre la perseverancia: “Nada en el mundo reemplaza la persistencia. El talento no pues no existe gente más común que fracasados con gran talento. El genio tampoco ya que la falta de reconocimiento a la genialidad es casi proverbial. La educación menos puesto que el mundo está lleno de individuos sobre-preparados. Pero la persistencia y la determinación prevalecen siempre”.

Esta idea ha inspirado a muchos vencedores a perseguir sus ideales, inclusive en contra de consejos, augurios y pronósticos menos alentadores. Su actitud les permitió sobreponerse a grandes reveses cuando lo más probable y lógico hubiese sido aceptar la derrota y cambiar de rumbo. En sus momentos más difíciles la acción persistente les ayudó a mantener su alto nivel de motivación y actitud positiva.

La constancia parece ser una de esas cualidades que va desapareciendo a medida que pasan los años. De niños solíamos tener una gran capacidad para sobreponernos con rapidez a las caídas. No obstante a medida que pasan los años algo extraño sucede, las dificultades comienzan a afectarnos más y más y la recuperación es cada vez más lenta. Nos rehusamos a intentar de nuevo o comenzamos a actuar con excesiva precaución. Nos volvemos más susceptibles a lo que los demás piensan de nuestras ideas, metas y proyectos y poco a poco vamos perdiendo la confianza en nosotros mismos.

A esto se suma el hecho de que si experimentamos un tropiezo, o no alcanzamos la meta propuesta en la fecha programada, nunca faltará alguien que venga a decirnos: “¿Ves? ¡Te lo dije! ¡Te lo advertí! Lo mejor que puedes hacer es olvidarte de todas esas fantasías de querer llegar más lejos y alcanzar metas tan altas. Confórmate con lo que tienes y da gracias que la caída no fue mayor”.

Infortunadamente, en muchas ocasiones, con esto basta para hacernos renunciar a las metas que nos habíamos propuesto. Para evitar que así suceda debemos ser conscientes de que los fracasos solo son el comienzo de un aprendizaje y no el final del camino. Las caídas no son mas que circunstancias que se nos presentan con el propósito de enseñarnos alguna lección. Son eventos que nos obligan a detenernos y reflexionar acerca de los medios que estamos utilizando para lograr nuestros propósitos.

Es importante que no confundas fracaso con fracasado. El fracaso es un gran aliado en el logro de nuestras metas ya que los errores nos dan la oportunidad de aprender y crecer. El fracasado es aquel que decide identificarse con su error, se adueña de él y lo utiliza como excusa para justificar su huida.

Como verás en cada una de las historias de vida presentadas en este libro, los grandes triunfadores experimentaron muchas más caídas y fracasos que el común de la gente. Es posible que reconozcas de inmediato algunos de los nombres; otros, a lo mejor sea la primera vez que los escuchas. No obstante todos tienen algo en común y es que ninguno permitió que sus circunstancias, por precarias que fueran, se convirtieran en obstáculos para lograr sus metas.

Por supuesto que hubo quienes pensaron en renunciar en algún momento pero aún en esos instantes de duda se mantuvieron firmes en su propósito. El escritor Rudyard Kipling escribió un hermoso poema sobre el verdadero poder de la constancia en el cual encontrarás la esencia del espíritu persistente y tenaz que caracteriza a todos aquellos cuyos ejemplos de vida conocerás a lo largo de esta lectura.

“Cuando vayan mal las cosas, como a veces suelen ir, cuando ofrezca tu camino solo cuestas que subir, cuando tengas poco haber pero mucho que pagar, y precises sonreír aun queriendo sollozar,
cuando el dolor te agobie y no puedas ya sufrir,
descansar acaso debas, pero nunca desistir.

Tras las sombras de la duda, ya plateadas, ya sombrías, puede bien surgir el triunfo, no el fracaso que temías, y no es dable a tu ignorancia figurarte cuán cercano puede estar el bien que anhelas y que juzgas tan lejano.

Lucha, pues por más que tengas en la brega que sufrir. ¡Cuando todo esté peor, más debemos insistir!”.

 

Tu atributo personal más grande es tu voluntad y decisión para mantenerte mucho más tiempo al frente de cualquier empresa o aventura que decidas emprender del que cualquier otro estaría dispuesta a hacerlo.

La persistencia es el gran diferenciador entre vivir de manera exitosa o llevar una existencia promedio. Pregúntate qué clase de vida deseas. Esa es la verdadera elección.

Piensa en lo que Winston Churchill, Primer Ministro de la Gran Bretaña durante una de las épocas más difíciles de su Historia, respondió cuando le preguntaron sobre la inevitable participación de su país en la Segunda Guerra Mundial: “La guerra es horrible pero la esclavitud es peor”. Es posible decir lo mismo del fracaso: las caídas son terribles pero la mediocridad es peor.

Para Churchill persistir hasta triunfar era solo parte del precio a pagar por ser libres. Así lo manifestó en su famoso discurso ante la Cámara de los Comunes, donde debía presentar la posición del gobierno y su estrategia para enfrentar a Hitler y su ejército:

“¿Me preguntan es cuál es nuestra política? Dar batalla por mar, por tierra y por aire, con todo nuestro poder y con toda la fuerza que Dios nos dé; conducir la guerra contra una tiranía monstruosa que no tiene igual en el miserable catálogo de los crímenes de la Humanidad. Esta es nuestra política… ¿Me preguntan cuál es nuestro objetivo? Respondo con una sola palabra: ¡Victoria! Victoria a toda costa, victoria pese a todos los errores, victoria aunque el camino sea largo y arduo. Sin victoria no sobreviviremos...”.

 

En la primera reunión con su Junta de Ministros dijo una frase que después sería famosa: “Les prometo sólo sangre, fatiga, sudor”.

Esta actitud de nunca darse por vencido era algo que Churchill valoraba más que cualquier otra capacidad. Así se lo hizo saber a su audiencia en uno de sus discursos más elocuentes —pese a que su intervención duró menos de treinta segundos.

En aquella ocasión fue invitado a dirigirse a los alumnos de Harrow —la escuela de su infancia—. Luego de ser presentado ante los cientos de oyentes que esperaban con ansias uno más de sus inspiradores mensajes, Winston Churchill se levantó, tomó con una mano la solapa de su abrigo, colocó la otra mano en su espalda y pronunció uno de los discursos más breves y significativos que hayan sido pronunciados por estadista alguno.

Mirando a aquellos que serían los futuros líderes de Inglaterra les dijo:

“Nunca, nunca se den por vencidos. Nunca se den por vencidos en nada que sea grande o pequeño, sublime o trivial. Nunca se den por vencidos. Nunca, nunca, nunca”.

En seguida, el gran estadista miró solemnemente a sus jóvenes oyentes y volvió a sentarse sin decir más.

¿Cómo desarrollar esa actitud perseverante en tu propia vida? En los siguientes capítulos quiero compartir contigo quince cualidades que te permitirán desarrollar esa misma tenacidad a la que se referían Coolidge, Kipling y Churchill. Ten presente que, al igual que en cada uno de los hombres y mujeres cuyas historias leerás, en ti está la decisión de darte por vencido o aplicarte hasta ver tus sueños hechos realidad.

 

CAPÍTULO UNO

 

El poder de la persistencia

 

Persistencia: (1) Del latín “persístere”, derivado de “sístere”. Perdurar, subsistir. (2) Tenaz. Perseverante, se dice del que no desiste fácilmente de lo que se propone hacer o conseguir. (3) Mantenerse, perseverar, seguir en cierta actitud u opinión. (4) Determinación, no desistir ni darse por vencido.

 

 

Es posible que muchos recreemos esta palabra con una serie de imágenes relacionadas con la constancia o la tenacidad, ese impulso vital que nos hace continuar hasta lograr las metas que nos hemos propuesto. Porque lo cierto es que si la visión y el entusiasmo son los responsables de las decisiones de muchos emprendedores, es la acción persistente la que les ayuda a mantener un alto nivel de motivación, aún en los momentos más difíciles, hasta hacer realidad los propósitos que perseguían. El coraje para perseverar frente a la adversidad y la desilusión es la cualidad responsable de numerosos triunfos.

Curiosamente, para el común de la gente, la perseverancia parece ser una de esas cualidades que va desapareciendo a medida que pasan los años. Cuando el niño comienza a dar sus primeros pasos cae, vuelve a ponerse de pie y trata una y otra vez. Para él fracasar no es alternativa. Después de cada caída rápidamente se incorpora y trata de nuevo. No obstante, a medida que pasan los años y seguimos madurando, algo extraño sucede: las caídas comienzan a afectarnos más y más. Cada vez nos levantamos más despacio después de fracasar y, por lo general, nos rehusamos a intentar de nuevo o decidimos actuar pero con demasiada precaución. Nos volvemos más susceptibles a las opiniones de los demás y poco a poco vamos perdiendo la confianza en nosotros mismos. Con el tiempo terminamos procediendo de acuerdo con la siguiente filosofía: “Si no logras triunfar en tu primer intento, asegúrate de destruir toda evidencia de que trataste”.

A todo esto se suma el hecho de que si experimentamos un tropiezo, fracasamos en uno de nuestros intentos o no alcanzamos la meta propuesta en la fecha asignada, nunca faltará alguien que venga pronto a decirnos: “¿Vez? ¡Te lo dije¡ Te lo advertí! Mejor olvídate de todas esas fantasías de querer llegar allí o de alcanzar aquello otro. Confórmate con lo que tienes y da gracias que la caída no fue mayor”. Es triste ver cuántas personas en ese momento renuncian a lo que hasta ese entonces era uno de sus más grandes sueños.

No obstante, después de salir tras tus metas, caerte, levantarte, empezar de nuevo, volver a caer, pararte una vez más, evaluar qué es lo que estás haciendo mal, aprender, crecer y finalmente lograr tus metas, reconoces que el enemigo del éxito no es el fracaso, como muchas veces pensamos. Descubres que las caídas y los fracasos, en general, son solo parte del camino que nos lleva a la realización de nuestras metas. Ellos nos dan la oportunidad de aprender importantes lecciones.

Si no fuera por los fracasos no nos daríamos cuenta de los hábitos que debemos cambiar ni de las conductas que necesitamos corregir para continuar avanzando en la vida. La cuestión es que sólo si persistimos lograremos descubrir esta lección.

Con seguridad todos recordamos fracasos y caídas que hemos sufrido en algún momento, después de los cuales, emergimos más fuertes, más sabios y mejor preparados para enfrentar la vida. Es indudable que las adversidades engendran éxito. Así que mi sugerencia es que en lugar de desperdiciar tu tiempo tratando de evitar cualquier caída, lo que debes hacer es aprender a sacar el mayor provecho de tus fracasos y adversidades.

 

La tenacidad que obra milagros

Los grandes triunfadores han sido individuos que experimentaron muchas más caídas y fracasos que la persona común y corriente. Recuerda la historia de Abraham Lincoln, quien en 1832 fue derrotado en las elecciones para senador, un año más tarde fracasó en los negocios, y como si fuera poco, en 1835, la mujer con quien se iba a casar muere de repente. Todos estos reveses le ocasionaron un colapso nervioso al año siguiente. En 1838 regresó con fuerza a la política, solo para ser derrotado nuevamente en las elecciones para representante en la legislatura estatal. En 1843 perdió la nominación al Congreso.

Lejos de darse por vencido, Lincoln continuó luchando por sus ideales con determinación. Sin embargo en 1848 perdió por segunda vez la nominación para el Congreso. Al año siguiente su aplicación a la posición en la Oficina de Registros fue negada. En 1854 fue derrotado en las elecciones para el Senado y en 1956 perdió la nominación a la posición de Vicepresidente de los Estados Unidos. Dos años más tarde fue derrotado por tercera vez en las elecciones para el Senado. Pero en 1860 Abraham Lincoln fue elegido Presidente de los Estados Unidos. Veintiocho años este gran hombre anduvo persiguiendo un sueño. Casi tres décadas de caída tras caída, fracaso tras fracaso pero él nunca pensó en renunciar.

Stephen Hawking, uno de los científicos más brillantes de este siglo, debió sobreponerse al continuo deterioro de su salud. Muy pocas personas fracasaron tantas veces como lo hiciera Tomás Alba Edison en su camino hacia la invención de la bombilla eléctrica. R. C. Macy fracasó siete veces antes de que su tienda por departamentos, MACY’S, triunfara en la ciudad de Nueva York. Hoy por hoy es una de las pocas tiendas por departamentos que aún opera. Sin embargo, en los momentos en que se encontraba en lo que otros juzgaban como la ruina económica, Macy miraba más allá de las circunstancias reinantes y optaba por enfocarse en cómo irían a ser sus circunstancias una vez él se encontrara en la cumbre.

Babe Ruth, uno de los beisbolistas más famosos de todos los tiempos, quien por muchos años mantuviera el récord por el mayor número de home-runs bateados, aún mantiene su marca por ser el jugador que más falló al bate. Él fue ponchado más que cualquier otro beisbolista porque cuando tomaba su bate para enfrentar al lanzador del equipo contrario tenía una sola cosa en mente: batear un home-run.

 

Steve Jobs: la persistencia inamovible del emprendedor

En 2011, después de ocho años de lucha contra un cáncer pancreático y un transplante de hígado, murió Steve Jobs, uno de los fundadores de Apple. Aunque contaba con tan solo 56 años de edad al momento de su muerte, Jobs era considerado por muchos una figura imprescindible en la evolución de la tecnología durante las últimas décadas. Incluso sus mayores competidores siempre le reconocieron y elogiaron su talento y persistencia. “Es poco común encontrar a alguien en el mundo que tenga el impacto profundo que Steve ha tenido, con efectos que se sentirán durante muchas generaciones”, dijo Bill Gates, su rival en Microsoft.

Steve Jobs fue uno de esos individuos que siempre ven la copa medio llena y no medio vacía. De hecho, convirtió su lucha contra el cáncer en un motivo de inspiración para ayudarle a perseverar en todas las áreas de su vida. “Acordarme de que voy a morir pronto me ayuda a actuar con determinación”, decía. “Es la mejor manera de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya no hay razón para que no sigas tu corazón”.

Hoy me comprometo a:

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