Cuando escribí mi primer libro, Montessori en casa. El cambio empieza en tu familia, olvidé dedicar un pequeño apartado a los agradecimientos, errores de escritora novata, y esta vez no he querido que me ocurra lo mismo.
En primer lugar, quiero agradecer a Plataforma Editorial y a todas las personas que han participado en la creación, edición y publicación de este libro, en especial a María Alasia, que me animó a escribirlo y sembró en mi cabeza una idea que luego se ha convertido en un proyecto con el que he disfrutado muchísimo, a Anabel Alcázar, que me ha acompañado a golpe de email a lo largo del proceso, y a Mamen Díaz, que ha sabido captar con sus ilustraciones el estilo que yo quería transmitir.
También tengo un agradecimiento para todas aquellas personas que a lo largo de mi vida, de una u otra manera, me han enseñado algo sobre botánica, sobre agricultura y sobre el huerto urbano. Desde mis profesores de botánica de la Universidad de Alcalá hasta los blogueros y youtubers a los que sigo hoy día, pasando por los autores de libros que he leído y los amigos, familiares y conocidos de los que en algún momento he aprendido algo nuevo sobre las plantas.
Por último, tengo un agradecimiento especial para mi familia, a mis padres, por llevarme al campo cuando era niña y adolescente (aunque a veces refunfuñase un poco), a mi marido, por ayudarme a mover de un lado a otro las jardineras y las macetas más pesadas y por tener más paciencia que un santo durante el tiempo que he estado trabajando en este libro, y a mis hijos, que me han permitido ver el huerto, las plantas y la vida de otra manera a través de sus ojos.
Libros sobre huerto ecológico y cultivo en espacios pequeños y macetas:
Blogs y videoblogs donde podéis encontrar información práctica sobre huerto y huerto urbano en general, y también más específica sobre asociación y rotación de cultivos, vermicompostaje, la influencia de la luna en el huerto…
Se ha escrito mucho sobre las ventajas de tener un huerto escolar o un huerto en casa para los niños, pero me gustaría abordar este tema desde la perspectiva de Maria Montessori. Cito sus propias palabras, extraídas del libro El método de la pedagogía científica:
No es como un método de instruir ni como una preparación profesional como estos trabajos han de interesarnos cuando se trata de niños pequeños. El concepto educativo en esta edad debe ser únicamente el de ayudar el desarrollo psicofísico del individuo.
El cultivo de plantas y la cría de animales encierran en sí medios preciosos de educación moral.
En este camino pueden distinguirse varias etapas:
- El niño se inicia en la observación de los fenómenos de la vida. […] Poco a poco, creciendo el interés por la observación, aumenta también su cuidado por los seres vivos. […]
- El niño se inicia en la previsión en virtud de la autoeducación. Cuando sabe que la vida de las plantas sembradas depende de su cuidado en regarlas, y la de los animales de su diligencia en proporcionarles alimento, el niño se mantiene vigilante como quien empieza a sentir una misión en la vida. […] Entre el niño y los seres vivos que cuida nace una misteriosa unión que induce al niño a ejecutar determinados actos sin la intervención de la maestra, es decir, que lo conducen a una autoeducación. […]
- Los niños aprenden a esperar con paciencia y con fe, que es toda una filosofía de vida. Cuando los niños depositan una semilla en la tierra y esperan que germine, cuando ven la primera aparición de la planta y presencian su crecimiento y sus transformaciones hasta llegar a producir flores y frutos; cuando observan que unas plantas germinan antes y otras después y cómo unas plantas tienen una vida breve y los árboles frutales un crecimiento más lento […] adquieren un equilibrio de la conciencia lleno de paz. […]
- Se desarrolla en los niños el sentimiento de la naturaleza. […] El niño ama naturalmente las manifestaciones de la vida. […] Se trata, pues, de desarrollar este sentimiento de fe y confianza en los seres vivos, que vienen a ser una forma de amor y de unión con el universo. […]
- El niño sigue el camino natural del desarrollo del género humano. Por último, esta educación armoniza la evolución individual con la de la humanidad. El hombre pasó del «estado de naturaleza» a un estado artificial a través de los trabajos agrícolas […] y obtuvo la civilización como premio. El mismo camino ha de seguir el niño que está destinado a llegar a ser un hombre civilizado.
No debemos dejar que la falta de espacio nos desanime y se convierta en una excusa para no tener un huerto escolar o un huerto en casa. Siempre digo que una simple maceta en la ventana puede ser suficiente, y la experiencia de Maria Montessori decía lo mismo:
En una «Casa dei Bambini» de Roma, no poseyendo terreno alguno cultivado, se habían dispuesto tiestos de flores alrededor de una terraza y plantas enredaderas a lo largo de las paredes. Los niños no olvidaron nunca regar las plantas con sus pequeñas regaderas.
Un día, los encontré sentados en el suelo formando corro alrededor de una espléndida rosa que se había abierto durante la noche. Permanecían silenciosos y tranquilos, verdaderamente sumidos en una muda contemplación.
Y la edad de los niños tampoco tiene por qué ser un impedimento. En el capítulo 3 encontrarás propuestas de actividades sencillas que se pueden hacer con niños de a partir de 1 año; lo importante es disfrutar el proceso y no preocuparse demasiado por cómo será el resultado, ya que tanto si tenemos una buena cosecha como si nuestros primeros intentos de cultivar son infructuosos, el tiempo que dediquemos con nuestros hijos al huerto será especial y enriquecedor.
Si ya te has convencido de las ventajas de cultivar un huerto con niños, tal vez te estés preguntando si por el hecho de cultivar con ellos debes tener en cuenta algún detalle especial. Te cuento lo que yo considero importante en cuanto a la seguridad y a la actitud del adulto:
Nada de productos tóxicos
Esta recomendación también la haría aunque en el huerto solo fueran a trabajar adultos, pero al hacerlo con niños es especialmente importante que no utilicemos productos tóxicos como fertilizantes, herbicidas o insecticidas, ya que los niños van a estar en contacto con las plantas y la tierra. Existen alternativas no tóxicas para mantener nuestras plantas sanas, te animo a verlas en el capítulo 4, en el apartado «Abono y control de plagas con productos ecológicos».
Poner a su alcance las herramientas que puedan utilizar sin supervisión
Las herramientas que solo pueden utilizar bajo supervisión de un adulto debemos mantenerlas fuera de su alcance.
Normas de seguridad
Es importante explicar a los niños unas sencillas normas de seguridad en el huerto urbano. Una de ellas es que no coman nada del huerto sin antes consultarnos, ya que no todas las partes de las plantas se pueden comer (por ejemplo, las hojas y tallos de los tomates y patatas son tóxicos). Otra norma de seguridad es que después de trabajar en el huerto nos lavemos las manos, cepillando las uñas si es necesario.
Sin prisas
Hacer cualquier cosa al ritmo de los niños suele llevar más tiempo, y trabajar un huerto no es una excepción, así que te recomiendo que dejes a un lado las prisas y disfrutes de vuestros momentos en el huerto.
Ensuciarse es lo esperable
Si cuando un adulto lleva a cabo tareas de jardinería es probable que se ensucie, con niños pequeños es altamente probable. Así que te recomiendo que os pongáis ropa vieja o que utilicéis delantales o petos y, sobre todo, no pierdas los nervios si el suelo empieza a ensuciarse con tierra y agua, piensa que limpiar también forma parte del proceso y es una estupenda actividad de vida práctica.
Expectativas razonables
Ten en cuenta la edad de los niños. Cuando mis hijos tenían 5 y 1 año respectivamente, mientras el mayor participaba en todas las tareas y disfrutaba muchísimo, la pequeña iba bastante a la suya y, de vez en cuando, se acercaba a curiosear y participaba a su manera, y también disfrutaba un montón. Quiero decir que no esperes que un niño de 18 meses participe todo el rato, porque es posible que se aburra y decida hacer otra cosa; lo importante es que, si quiere participar, le dejemos hacerlo y disfrutemos juntos, pero no nos frustremos si solo participa durante cinco minutos.
Una limitación importante a la hora de cultivar en casa es la escasez de espacio. En un huerto urbano tiene que aprovecharse siempre el espacio al máximo, ya que no se dispone de un terreno y normalmente tenemos que cultivar en un patio, una terraza, un balcón, o simplemente en el alféizar de una ventana.
Para cultivar en espacios pequeños podemos seguir las siguientes estrategias:
Cultivar dentro de casa
Si no tienes terraza o balcón, o si tienes pero estos son muy pequeños, siempre te queda la opción de cultivar algo dentro de casa para disponer de más espacio. Las aromáticas crecen bastante bien en interior siempre que estén en un lugar luminoso, por ejemplo, cerca de una ventana. Algunas hortalizas como la lechuga también se adaptan bien al interior, incluso pueden crecer más rápido al estar a una temperatura ambiental más elevada que en el exterior. Ten en cuenta las necesidades de sol directo al elegir el cultivo y piensa que el ambiente dentro de casa tiende a ser más seco, por lo que el riego debe ser más frecuente.
Aprovechar el espacio en altura
Una manera muy ingeniosa de aprovechar el espacio para nuestro huerto urbano es cultivar en altura, ya sea mediante macetas colgantes o mediante huertos verticales. En el capítulo 4 vamos a ver algunos ejemplos para cultivar en vertical.
Elegir cultivos poco exigentes en espacio
Lo de elegir cultivos poco exigentes en espacio es la solución más obvia; por ejemplo, si solo tienes espacio para poner una maceta en la ventana, lo mejor es que elijas aromáticas u hortalizas pequeñas como la rúcula, los rábanos o la lechuga. En el capítulo 5 verás que en la ficha de cada cultivo indico el espacio que requiere, tanto en profundidad como entre una planta y otra.
Elegir cultivos de ciclo corto
Los cultivos de ciclo corto son aquellos en los que el tiempo entre la siembra y la cosecha es relativamente breve. Esto nos permite poder cosechar pronto para poder iniciar otro cultivo en la misma maceta, aprovechando así mejor el espacio. En el capítulo 5 verás que en la ficha de cada cultivo indico el tiempo hasta la cosecha, para que puedas elegir aquellos de ciclo más corto si quieres aprovechar un espacio pequeño.
Asociaciones de cultivos
Otra manera de sacar el máximo partido a un espacio pequeño es asociar cultivos que sean compatibles, de esta forma no solo optimizaremos el espacio, sino que los cultivos se beneficiarán mutuamente de la asociación. En el capítulo 6 menciono algunas asociaciones de cultivo como el maíz con las judías, la rúcula o la albahaca con los tomates, berenjenas y pimientos, y las aromáticas con los frutales, pero si quieres más información sobre las asociaciones de cultivos, te recomiendo algunos libros y webs en la bibliografía.
Si el lugar en el que vas a tener tu huerto urbano no tiene una orientación muy soleada, es importante que lo tengas en cuenta a la hora de elegir lo que vas a cultivar.
La mayoría de las plantas pueden sobrevivir a la sombra, es decir, sin luz directa del sol, pero muchas de ellas no darán flores ni frutos si no reciben un mínimo de horas diarias de luz directa; por ejemplo, es difícil obtener buenos tomates sin un mínimo de 6 horas de sol diarias.
Sin embargo, hay algunas hortalizas y aromáticas e incluso frutas que puedes cultivar con pocas horas de sol directo, como por ejemplo la lechuga, la albahaca, las fresas, los arándanos… En el capítulo 5 verás que en la ficha de cada cultivo doy una orientación de las necesidades de luz solar directa, para que puedas saber qué cultivos son mejores en función de las horas de sol que recibe tu huerto urbano.
Las plantas tienen unas preferencias en cuanto a temperaturas máximas y mínimas, estas preferencias normalmente se deben al origen de cada planta, por ejemplo las plantas de origen tropical normalmente no resisten las heladas, mientras que las plantas originarias de climas fríos no soportan veranos muy calurosos. Así que es importante tener estas preferencias en cuenta para elegir los cultivos que mejor se adapten a nuestro clima o para «adaptar» nuestro clima a ellas cuando sea posible, por ejemplo protegiéndolas de las heladas con un invernadero.
En el capítulo 5 he intentado incluir plantas para diferentes climas; en general, casi todas se pueden cultivar en un clima templado, pero algunas necesitarán que las protejamos de las heladas, mientras que otras necesitarán un mínimo de horas de frío en invierno para poder producir frutos en verano (por ejemplo, yo no he tenido mucho éxito con los arándanos y las frambuesas en Almería porque los inviernos no son lo suficientemente fríos). En la ficha de cada cultivo he indicado las preferencias de esa planta en cuanto al clima, si es resistente a heladas, etc.
También es importante recordar que muchas de las especies que se cultivan tienen distintas variedades adaptadas a diferentes climas, así que siempre viene bien investigar un poco o preguntar en el vivero qué variedad nos recomiendan en función del clima de nuestra zona. Por ejemplo, la espinaca a partir de cierta temperatura empieza a espigarse y a echar flores, lo cual no es interesante si lo que queremos es consumir las hojas. Si nuestro clima no es muy frío y queremos seguir cultivando espinacas en primavera o incluso en verano tendremos que elegir una variedad de espinaca adaptada al calor, es decir, que no empiece a espigar hasta que las temperaturas sean bastante altas.