NUNCA DEJES DE EMPEZAR
CAMBIA Y EVOLUCIONA
Nunca dejes de empezar. Cambia y evoluciona
Primera edición, 2021
© 2021 Marco Meana Lama
© MARCOMBO, S.L. 2021
www.marcombo.com
Diseño de la cubierta: ENEDENÚ DISEÑO GRÁFICO
Maquetación: cuantofalta.es
Correctores: Nuria Barroso y Anna Alberola
Directora de producción: M.ª Rosa Castillo
Figura pág. 31 - https://cambiemoslaeducacion.wordpress.com/2014/12/29/
Figura pág. 95 - https://perspectivamarketera.wordpress.com/
Figura pág. 96 - https://www.rankia.com/blog/mundodelaempresa/
Figura pág. 113 - Toronto Star Graphic, en Ikigai de Francesc Miralles y Héctor García
Figura pág. 156 - https://medium.com/@guilleramirez/corporativo-vs-emprendedor94fc22afaab
«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra».
ISBN: 978-84-267-3298-9
Producción del ePub: booqlab
NUNCA DEJES DE EMPEZAR
CAMBIA Y EVOLUCIONA
Primera parte. Lo que hay que saber
1. Cambia tu futuro
2. Cómo conseguir el trabajo de tus sueños
3. A lo tuyo
4. Nunca es tarde
5. La teoría de los controlables
6. Si de verdad quieres cambiar
7. La teoría de la unificación
8. La economía de hoy
9. Pivotar o aguantar
10. El valor
11. Ten un propósito
12. El balance
13. La sonrisa
14. Tu mente
15. La teoría de la simpleza
16. Problemas
17. ¿Cómo entender una empresa?
Segunda parte. Descubrir el éxito
18. La historia de Brad
Conclusión
Bibliografía
Este libro también va dedicado a todos aquellos que
me han enseñado algo a lo largo de mi vida
y para aquellos que me siguen enseñando
Primera parte. Lo que hay que saber
Sirva este capítulo a modo de introducción. No sé por qué pero nunca suelo leer las introducciones de los libros. En su mayoría suelen ser meros formalismos que me aburren y, cuando empiezo a leer un libro, lo que quiero es entrar de lleno lo antes posible. Por si eres como yo, el contenido de Nunca dejes de cambiar ¡empieza aquí!
Antes de empezar, déjame que te cuente una historia, la historia que me motivó a escribir y publicar mi primer libro, Emprende y Gana, la que me hizo ver que no hay nada imposible en esta vida. La historia que cambió mi futuro. La he contado en varias presentaciones y charlas en universidades, así como en otros eventos a los que he sido invitado durante la promoción del libro. Sin embargo, la he querido incorporar aquí porque considero que es clave para entender que lo que uno se propone, lo consigue. Aunque parezca algo improbable. Como he oído en muchas ocasiones, tus sueños no funcionan hasta que tú no funcionas.
Como siempre destaco en todo aquello que escribo, ya sean artículos o libros, no espero que estés de acuerdo con todo lo que planteo. De hecho, espero que estés en desacuerdo. De esa manera podremos entrar en una discusión que puede llegar a resultados muy satisfactorios. Qué aburrido sería el mundo si todos estuviesen de acuerdo con todos.
Antes de adentrarte en este libro, déjame que te cuente la historia.
Cuando me mudé a Londres, al terminar la universidad, no tenía un duro. Intenté no depender del dinero que mis padres me ofrecían. Me contrató una empresa dedicada a la venta de información a entidades financieras, que era la corporación más grande del mundo en su sector. No me había pagado todavía ningún anticipo y yo tendría que esperar un mes para recibir mi primer salario. Con mis pocos ahorros apenas podría cubrir el alquiler de una habitación cuya puerta, al abrirla, chocaba con la cama —del poco espacio que había—. Empecé a vivir con varias personas más en una casa al sureste de Londres, bien localizada, a veinticinco minutos del mismísimo Piccadilly Circus. Para lo poco que pagaba no me podía quejar, aunque el sitio era un auténtico zulo. Y muy antiguo. Todos mis compañeros trabajaban, la mayoría en finanzas. Eran de la misma edad, la mayoría eran graduados o realizaban prácticas en diferentes empresas o bancos. Menos uno, Carlos. Era un chico tímido, de buena estatura, de complexión corporal atlética y mirada amable. Mientras los compañeros de piso pasábamos el tiempo charlando en la cocina o en el salón antes de cenar, Carlos guardaba silencio; lo suyo no era hablar. Recuerdo que siempre estaba estudiando. Día tras día, hora tras hora. Me parecía curioso porque no paraba nunca. Siempre llevaba los cascos de música puestos, con los que solía escuchar Vivaldi o Mozart. Un día, mientras los dos nos preparábamos la cena en la cocina, vi el momento perfecto para sacarle algo más de información a aquel personaje tan tímido y trabajador al que tantas horas había visto sentado en el salón tecleando en su ordenador o leyendo apuntes.
Empecé a preguntarle más sobre su vida, sobre cómo llegó a Londres y qué era lo que estudiaba exactamente, pues no había tenido la oportunidad de hablar con él sobre ello todavía.
Su historia me impactó.
Al principio fue parco en palabras; le tenía que arrancar lo poco que me contaba. Pero a medida que yo fui explicándole cosas sobre mi vida, él fue abriéndose hasta acabar soltando prenda. Luego me di cuenta que era la coraza que tenía puesta lo que había que romper para encontrar a una persona completamente diferente a la que Carlos dejaba ver al mundo. Esa coraza tan pesada se construyó a base de las vivencias experimentadas a lo largo de la vida.
Había nacido en la capital de Angola, Luanda. Era la sexta ciudad más cara del mundo según Business Insider, pero, a la vez, una de las ciudades más pobres. Se estima que un 30 % de su población vive con menos de 1.25 dólares al día.
La familia de Carlos era aún más pobre. Sus padres apenas tenían dinero para cubrir sus necesidades y de sus seis hermanos. De pequeño, todas las mañanas recorría seis kilómetros para recoger agua de un pozo, junto con el resto de niños de su edad que vivían en el mismo campamento, y traerla de vuelta a su casa. Su familia dependía de esa agua para cocinar y lavarse. Eran ocho miembros en total.
Su casa era una tienda hecha de paja y adobe, dormía en una esterilla en el suelo y la mayoría de sus hermanos andaban metidos en negocios turbios relacionados con la droga y los robos. Carlos era la excepción. Desde muy pequeño fue consciente de sus circunstancias y se dio cuenta de que su coeficiente intelectual estaba muy por encima de la media. Lo sabía porque en la escuela a la que iba se daba cuenta de que siempre resolvía los problemas más rápido que sus compañeros, aprendía con más facilidad y no necesitaba estudiar tanto como el resto. Todo le parecía fácil, menos su realidad fuera del colegio.
Cuando terminó su último año de escuela, Carlos sintió que la educación que había recibido no le había presentado ningún reto que no hubiese resuelto con agilidad y que le había aburrido sobremanera la falta de complejidad. Decidió ir más allá y se presentó a una serie de exámenes organizados por el gobierno de Angola con el propósito de obtener una beca estatal para estudiar medicina en una de las mejores universidades de Londres. Hubo miles de estudiantes que se presentaron, muchos de ellos con mejor educación que Carlos y de familias más estructuradas y con más recursos.
Sin esperarlo, Carlos lo consiguió, junto con un puñado de estudiantes. No se lo creía. Imagina lo que fue para él cambiar la vida que tenía en Luanda —rodeado de pobreza, con una situación familiar muy complicada, acostumbrado a recoger agua del pozo con una palangana todas las mañanas y a dormir en una esterilla— para, de la noche a la mañana, trasladarse a una de las capitales del mundo más importantes, Londres, recibir una beca mensual por la que obtuvo una considerable suma de dinero y acceder a una educación universitaria elitista. Carlos es el único de su familia que, a día de hoy, ha conseguido salir de Angola y completar estudios primarios y universitarios.
Su hazaña no acaba aquí. Cuando se mudó a Londres empezó a escribir una novela; escribir había sido una de sus pasiones desde que aprendió a hacerlo sin ayuda de nadie. Un año después, una editorial americana se interesó por el manuscrito y le ofreció firmar un contrato para publicarlo en Estados Unidos. Carlos volvía a no creerse lo que le estaba pasando. Consiguió publicar su primer libro, el primero de tres.
Después de que me contase toda su historia me quedé boquiabierto y se me enfrió la cena. Me costaba creer que hubiese conseguido tanto, en tan poco tiempo y en las circunstancias en las que había crecido, donde lo normal hubiera sido que hubiese participado en negocios que no le convenían. Como el resto de sus hermanos.
Esa capacidad que tiene de abstraerse de lo que le rodea y centrarse en lo que de verdad le va a hacer progresar, crecer y explotar todo su potencial sin dejarse llevar por la presión del exterior, siendo fiel a sí mismo, es lo que más admiro de él y lo que le permitió llegar hasta donde ha llegado hoy. No hay nada imposible, nada.
Tras esa conversación en la cocina empezamos a hacer buenas migas. Carlos comenzó a abrirse y a contarme más historias, de las que poca gente tiene noticia. Después del trabajo, todos los días que podía, intentaba cenar con él, no solo porque me parecía un tío genial, sino porque aprendía mucho de él y de sus experiencias. En una de esas cenas le comenté que había empezado a escribir algunos párrafos sobre mi experiencia laboral en el mundo financiero de Londres (el esbozo de Emprende y Gana). Al principio no era nada serio, breves notas sobre lo que experimentaba y aprendía en la empresa y en ese nuevo país.
Carlos se interesó mucho por lo que escribía e inmediatamente me motivó para estructurarlo y darle forma de libro. Al principio me eché a reír; nunca se me había pasado por la cabeza escribir un libro. Además, estaba muy ocupado con el trabajo. ¿Publicar un libro? Qué va. Su respuesta fue: «¿Por qué no? Si hace algunos años me hubieses preguntado si iba a estar aquí, en Londres, hablando contigo en este mismo instante, mi respuesta hubiese sido: déjame en paz que tengo mucho que estudiar».
Uno de los comentarios que me acuerdo que le dije fue: «Si tú lo has hecho, también lo puedo hacer yo», palabras que le arrancaron una pequeña sonrisa y a las que me respondió: «¿A que no lo haces?». Y así es como nació Emprende y Gana.
En la actualidad, Carlos está terminando un máster para especializarse en medicina molecular mientras ejerce como médico. Su sueño es volver a Angola cuando esté formado académicamente para convertirla en un lugar mejor. Y estoy seguro de que lo conseguirá.
Seguimos manteniendo una estrecha amistad y nos contamos los proyectos en los que trabajamos, retándonos a ver quién lo consigue antes. Una competición permanente que define nuestra amistad. Un amigo de verdad.
Y tras esta pequeña historia… la aventura continúa... Así es como titulo todo aquello nuevo que hago en mi vida. Nuevos trabajos, proyectos, viajes, experiencias, libros… Todo forma parte de la aventura de la vida. Y escribir estos libros es parte de la aventura de mi vida. Me he enamorado del hecho de plasmar en un papel cuanto pienso y aprendo a medida que transcurre el viaje de La Vida. Es espectacular, es único, me siento muy afortunado y te motivaría a que, si nunca lo has probado, te lances a escribir sobre aquello que te guste, hobbies, tu día a día, experiencias de tu vida… o a que utilices la escritura como forma de evadirte de la realidad, relajarte y soltar todo lo que llevas dentro. Haz la prueba de escribir los problemas que tienes en la cabeza, aquello que te preocupa, aquello en lo que no paras de pensar y que reduce tu calidad de vida; descubrirás el efecto tan positivo que tiene plasmar lo que tienes en tu cabeza en un papel.
No sé si me seguirán publicando todo aquello que escribo o no, pero mientras pueda no dejaré de hacerlo. A través de mis escritos quiero ayudarte a mejorar tu breve aventura en este mundo. Y si no lo consigo, al menos espero que estos sirvan para hacerte pensar.
Con Nunca dejes de empezar he querido rendir un homenaje al cambio y completar el contenido de mi primer libro.
Otra de las razones por las que he escrito este libro es para quitarte el lastre que la sociedad nos carga en la espalda al nacer. Un lastre que, en la mayoría de las ocasiones, nuestro entorno nos enseña que tenemos que arrastrar durante toda nuestra vida y que, aunque podamos desprendernos de él cuando queramos, hay una extraña fuerza y sentimiento que nos lo impide. Quiero que este libro te ayude a darte cuenta de que no hace falta que cargues con lo que no quieres cargar. Creencias, ideas sobre la manera ideal de vivir tu vida, complejos, etc. Deshazte de ello. Quiero que, de alguna manera, sea el flash de los hombres de negro (de la película Men in Black) que hace que te olvides de todo. Que olvides todo lo tóxico que te han enseñado desde pequeño y crees o mejores tu realidad mediante el cambio.
Este nuevo contenido completa el del primer libro en muchos aspectos. Lo descubrirás a medida que vayas leyendo.
Nunca dejes de empezar está dividido en dos partes:
1. Lo que hay que saber. El objetivo de esta parte es que pienses sobre los temas que se mencionan y, si estás en desacuerdo, lo comentes para llegar a nuevas conclusiones.
2. La historia del éxito verdadero. Aquí he querido añadir una historia basada en hechos reales que plasma el camino hacia el verdadero éxito, entendiendo el éxito como el camino que se recorre, y no como un fin. Cuento lo que fue para Brad llevar una vida que no era suya, cambiar, y ver la luz al final del túnel hasta llegar a ella después de una situación complicada.
En muchas ocasiones te darás cuenta de que utilizo la palabra GANAR o cualquiera de sus derivados. Ganar significa llegar a la meta después de un proceso de planificación y ejecución. Y saborear la gloria está muy bien, pero lo que de verdad da valor a tu vida, te enseña y te hace ser más hábil y fuerte es lo que aprendes en el camino mediante la resolución de los problemas que se te van planteando y el sufrimiento al resolverlos. Esto implica afrontar el cambio. Ahí es donde pienso que reside la magia del éxito. Ganar algo que no te ha costado conseguir no es lo mismo que ganar cuando de verdad has luchado por ello, has sufrido, has aprendido y lo has conseguido. En mi anterior libro me enfocaba en hacer ver a la gente que la vida no está hecha para vivirla como otros dicen que la tienes que vivir sino para vivirla como tú más la disfrutes, que para eso es tuya y solo tienes una.
Una vez que te hayas decidido a empezar a vivir tu vida llegarás a la felicidad que, repito, no es un fin sino una actitud que implica darte cuenta de que respetas y haces de tus actos algo relevante para ti, no para otros. Piensa en la vida como un helado. ¿Un helado? Raro, ¿no? Pero párate a pensar en ello un momento. Los helados se los come cada uno como quiere, algunos empiezan por los lados, otros por la parte de arriba. A unos les gusta chuparlos, a otros les gusta morderlos y si mientras te estás comiendo tu rico helado alguien viene y te dice cómo lo debes comer tú le mandas a paseo. La respuesta más normal a alguien que te intenta decir cómo disfrutar de tu helado sería: «Es mi helado, cómete tú el tuyo y a mí déjame en paz». La gente te puede aconsejar cómo saborearlo mejor, pero al final tú eres quien decide cómo disfrutarlo. Y si crees que lo puedes saborear mejor haciendo algo diferente, no tengas miedo a cambiar la manera de chuparlo o morderlo.
Por otro lado, si decides no comer el helado o esperar demasiado, este se acaba derritiendo y te quedas sin saborearlo del todo. Si consideras la vida como un rico helado, deberías saber cómo comértela para disfrutarla mejor. Porque la vida dura poco. La vida dura apenas un rato.
El problema es que a veces no se tiene el valor para decir: «Es mi vida, vive tú la tuya y a mí déjame en paz». Cada uno sabe cuál es la mejor manera de vivir su vida, pero pocos tienen el valor para hacerlo. Y cuando se dan cuenta de que no están viviendo la vida que quieren vivir, son menos los que tienen el valor de cambiarla. Si en algún momento te sientes presionado para hacer algo que sabes que no te va a dejar vivir tu vida como tú quieres piensa en tu rico helado. No confundas comer el helado como tú quieras con no escuchar a la gente que te quiere, que tiene más experiencia y que quiere lo mejor para ti. Hay que saber hilar muy fino para tomar lo mejor de uno mismo, de los demás y decidir qué hacer, pero siempre siendo fiel a uno mismo y respetándose.
A través de estas páginas quiero hacerte pensar y evitar que te dejes arrastrar por la vida. O por lo que otros te digan que debes hacer; no te vendas barato. Cambia. Quiero que no tengas miedo al cambio, a cambiar para mejorar.
Deseo que te plantees los temas descritos en estos capítulos y que saques tus propias conclusiones. No solo quiero que leas este libro, también quiero que te ayude a pensar.
A medida que leas, detente y piensa en los temas que se plantean, en cómo te afectan y en si estás de acuerdo o no. Concédete un minuto después de terminar cada capítulo para llegar a tus propias conclusiones. Escríbelas en un papel si quieres. Apunta aquellos temas de los que no estés muy convencido y, cuando tengas tiempo, recapacita sobre ellos. Como verás, son muchos los conceptos que aquí se mencionan. Y todos están interrelacionados.
También he incorporado historias reales de aquellas personas que he conocido a lo largo de mi vida, aunque con nombres inventados. Todas las historias que relato incluyen un mensaje al que me gustaría que tú mismo le dieses sentido.
Puedes debatir conmigo todos los conceptos, ideas y comentarios que se plantean en este libro. Si mientras lees hay algo que te llama la atención y que te gustaría desarrollar más, te invito a que contactes conmigo a través de las redes sociales y podamos hablarlo. No solo conmigo, sino con el resto de lectores también y, así, conseguiremos llegar a conclusiones que puedan ser útiles para más personas. Me gustaría aprender más de la gente y me gustaría aprender más de ti, saber lo que piensas. Así que no dudes en ponerte en contacto conmigo a través de mi cuenta de Instagram: @marcomeana y de Twitter: @MarcMML; estas son las dos redes que más utilizo. Esperaré impaciente tu mensaje. Buscaré la manera de crear una comunidad en la que se planteen y se discutan conceptos para intentar dar soluciones a problemas no resueltos y buscar mejoras a lo establecido. Creo que si todos conseguimos llegar a diferentes conclusiones y las complementamos unas con otras podremos sacar algo en claro.
Mi objetivo es crear una comunidad de personas críticas que no se conformen con lo establecido y que intenten mejorar aquello que afecta sus vidas. Siempre con templanza, sentido, lógica, respeto y orden.
Y, después de esta introducción, comencemos.
El otro día, mientras veía un partido de fútbol con un grupo de amigos en un bar de la City en Londres, un amigo mío, banquero, con un puesto elevado en el organigrama del banco, me comentó: «Me parece alucinante que tengamos solo estos pequeños momentos para disfrutar de nuestro día. Que nos pasemos todo el día trabajando, resolviendo problemas que solo a la gente que está por encima de nosotros les interesan y que el tiempo que tengamos para nosotros sea solo tomar unas cervezas en lo que dura un partido de futbol».
¿Quién ha dicho que tenga que ser así? ¿Por qué pensamos que lo mejor es quedar bien delante de nuestros jefes día tras día? Piénsalo no desde un punto de vista profesional, sino desde el punto de vista de la vida. Mi respuesta fue: «Cambia».
Mi amigo me estaba dando claras señales de que necesitaba un cambio profesional urgente y dejar de tirar por la borda tiempo de su vida.
Después de ese, día estuve pensando en ello durante muchas semanas e intentando encontrar la mejor manera de añadirlo a este capítulo. La respuesta la encontré en la estructura de nuestra sociedad. Una sociedad que sigue manteniendo un sistema educativo anticuado da lugar al desarrollo de una mentalidad negativa respecto de las ocupaciones de las personas. ¿Por qué? Porque te empuja a trabajar en algo que no te gusta y para lo que no has nacido. La mentalidad de mi amigo estaba manipulada y su YO auténtico se quejaba mientras su YO manipulado le empujaba todos los días a hacer algo obligado por la sociedad y por la educación recibida. Y ese comentario se lo oirás a la mayoría de las personas que desempeñan un trabajo que la sociedad les ha dicho que es el correcto. Y no es su culpa. Desafortunadamente, no podemos elegir qué sistema educativo nos imponen al nacer.
El sistema educativo sigue un modelo anticuado porque está diseñado para una sociedad anterior a nuestros tiempos. El sistema educativo sigue igual desde hace decenas de años. Se diseñó para sostener a las industrias y empresas del pasado, empresas cuyo poder va disminuyendo poco a poco con el paso del tiempo, mientras que surgen nuevas y renovadas empresas. Estas nuevas industrias y tecnologías están creciendo de una manera imparable dando forma a la sociedad y economía del futuro y necesitan que las nuevas generaciones se adapten a sus prácticas empresariales.
El proceso educativo que yo seguí es el mismo que el de mis padres y abuelos. ¿Cómo puede ser? De verdad creo que tiene que evolucionar y adaptarse a la realidad presente. La tecnología está haciendo que el mundo mejore y progrese de forma muy rápida y las nuevas generaciones tienen el derecho de aprender de la manera más adecuada y eficiente, con el fin de afrontar esos cambios, desde el comienzo de su proceso educativo. Las empresas evolucionan a un ritmo vertiginoso, y trabajan en nuevos procesos para que vivir sea más fácil y eficiente. Tenemos que crear una educación que vaya al mismo ritmo que el sistema empresarial. Si enseñamos a los niños cosas relevantes que les sean útiles desde el comienzo, tendrán más armas para enfrentarse al mundo real cuando les llegue el momento, y serán más eficientes una vez empiecen su etapa laboral. Estarán más preparados a más temprana edad, por lo que ganarán tiempo. Soy partidario de eliminar contenido sin importancia del colegio y de hacer una reestructuración del plan educativo. Y también de incluir la educación financiera desde temprana edad, donde se enseñaría a gestionar de manera eficiente el dinero, inculcando a los alumnos los valores del trabajo, esfuerzo y su recompensa. También añadiría al proceso educativo más práctica que teoría. La teoría en muchas ocasiones se olvida a corto, medio o largo plazo, pero las experiencias de la práctica el cerebro las retiene con más facilidad.
Para que un país tenga una población crítica, fuerte e independiente se necesita proporcionar una educación adecuada a las generaciones más jóvenes. Los maestros deberían tener los puestos mejor remunerados de la sociedad. Los niveles de exigencia y formación para obtener un puesto de maestro deberían ser los más elevados.
Los maestros deben entender que tienen que proveer a sus alumnos con las armas necesarias para que puedan ser críticos con todo lo que pasa a su alrededor. El profesorado no debe inculcar ningún tipo de ideal a sus alumnos, su deber no es adoctrinar; su objetivo tiene que ser conseguir que sus alumnos tengan la capacidad de decidir por ellos mismos y conseguir que estén bien armados para no dejarse influir cuando son atacados por ideales populistas o extremistas que llevan a países a la ruina. Y para comprobarlo no hay más que estudiar la historia. Como dijo Aristóteles, solo una mente educada puede entender un pensamiento diferente al suyo sin necesidad de aceptarlo.
Los profesores de hoy en día han de tener una capacidad innata para transmitir un mensaje de forma clara y adaptada a las necesidades de cada alumno. Debe ser una profesión vocacional. Insisto en que tendría que ser uno de los trabajos más exigentes de la sociedad y de los mejor remunerados. No se debería tratar a los alumnos en grupos de clases sino de manera individual. Se debería hacer un estudio de las fortalezas y debilidades de cada estudiante durante sus primeros años educativos y ofrecer varios planes de futuro en función de ese estudio. Uno de los ingredientes más importantes que se debe tener en cuenta a medida que el alumno se acerque a la edad universitaria es: los intereses y pasiones que tenga, sin filtros.
Como dijo Emilio Lledó, filósofo español, en una charla en la Universidad Complutense de Madrid hace varios años: «Hay que dejar al estudiante que se apasione, y luego ya se ganará la vida». Hoy en día eso no pasa. Se ha quitado mucha importancia a la pasión de los chavales y es ahí donde reside el problema de la educación. La gente debe dejar de ir detrás del dinero y empezar a ir detrás de su pasión.
Un profesor debe encontrar la pasión de sus alumnos y hacer que la exploten. Y si no la encuentra, al menos conseguir que estos luchen por encontrarla y se dediquen a ello. Debe intentar que no vendan sus vidas a algo o a alguien de lo que no se sentirán orgullosos ni realizados consigo mismos. En innumerables ocasiones he oído a personas que han llegado a cumplir sus sueños decir que cuando eran pequeños sus profesores les decían que nunca llegarían a nada, que no valían para nada; este, para mí, es un claro síntoma de que el sistema educativo no sabe identificar y explotar de manera adecuada el potencial de las generaciones más jóvenes.
Probablemente muchos pensarán que es demasiado difícil ejecutar un plan, mirarán para otro lado y dejarán que todo siga igual. Pero cuando hablamos de educación de la población hablamos del futuro de un país y del potencial económico que un país puede alcanzar con una población educada, crítica y eficiente. El potencial económico de un país es directamente proporcional al nivel de educación de su población. Un cambio hacia una educación de calidad nos conviene a todos.
Jack Ma es el fundador y CEO de Alibaba, una de las empresas de comercio electrónico más grandes del mundo. Jack Ma tiene un patrimonio neto de alrededor de 40 billones de dólares, y se sitúa entre los 100 primeros puestos de la lista Forbes de las personas más ricas del planeta. Durante una de las jornadas en el World Economic Forum, Jack Ma habló sobre el futuro de la educación. Me pareció muy interesante lo que dijo. He decidido añadirlo a este capítulo y compartirlo contigo para ver qué piensas al respecto.
En el futuro, las personas no podrán competir contra máquinas, pues la inteligencia artificial será mucho más inteligente que la humana. Por lo tanto, lo que hay que enseñar a los niños son aquellas cosas que las máquinas no podrán hacer: valores, enseñarles a creer en sí mismos, a tener una mentalidad independiente, trabajo en equipo, preocuparse por otros, arte y deporte, entre otras muchas cosas. Enseñarles todo aquello que las máquinas no puedan hacer mejor.
El vídeo se titula Jack Ma on the future of education. Las ideas que aporta son muy generales y sería necesario especificar de qué manera se podrían aplicar al sistema educativo. Pero lo que me pareció bastante curioso fue ese cambio de mentalidad y de dirección educativa que propone, adaptándose a la evolución de la sociedad y la economía, rompiendo con las bases establecidas que nadie dedica el tiempo necesario para mejorar.
Lo que es cierto es que, en el futuro, el ser humano no va a poder competir contra las máquinas en ciertos aspectos. ¿Por qué? Porque pensarán diez mil veces más rápido que tú. Por eso, como Jack Ma dice, tenemos que buscar aquello que nos diferencie de las máquinas. Las máquinas se harán con parte de los puestos de trabajo de hoy en día. Deberíamos enseñar a las futuras generaciones a pensar de manera diferente. La creatividad es algo que las máquinas tardarán en aprender. Creo que los buenos profesores deben conseguir que sus alumnos den tanta importancia a la creatividad que nunca la lleguen a perder ni dejen de usar. Ni si quiera a medida que se hagan mayores, cuando se tiende a dejar de creer, a dejar de reír, a dejar de imaginar, a dejar de crear.
Las máquinas no son negativas para el mundo. Forman parte de la evolución de la humanidad y esto es positivo porque, aunque desaparezcan puestos de trabajo, se crearán nuevos. Tenemos que hacer un esfuerzo por mantener aquello que nos hace únicos como humanos: la creatividad.
Somos creativos por naturaleza y eso es lo que hace que consigamos ver las cosas desde diferentes puntos de vista. La creatividad humana crea cosas nuevas, consigue dar soluciones a problemas que antes no podían resolverse y hace que el mundo sea mejor y siga avanzando.