La intención del autor es ofrecer aquí reflexiones, críticas y a la vez respetuosas, sobre el Opus Dei. Tal como explica detalladamente en este escrito, tuvo que reconocer que muchos puntos de la praxis de la institución no se armonizaban –y a veces, incluso, se contradecían– con las ideas-madre con las que se definía el proyecto inicial (supuestamente de inspiración divina) y que llegaba a suscitar interés, simpatía y atracción a muchas personas. Por otra parte, en su caso, la institución no podrá atribuir la decisión que tomó de abandonar el Opus Dei a una crisis en la vivencia de la fe cristiana, o en su vinculación a la Iglesia, o en su capacidad para mantener compromisos ascéticos como el del celibato sacerdotal, entre otros. Su fe en el origen divino del mensaje de Jesucristo y su adhesión a la Iglesia, no sólo no han quedado perjudicadas sino, al contrario, fortalecidas después de su ruptura con el Opus Dei. Lo peculiar de esta nueva aportación a la reflexión crítica sobre el Opus Dei se puede resumir en tres puntos: Implica un decidido esfuerzo por evitar un enfoque maniqueo en el que sólo se destaquen errores o se silencien aciertos. Es el primer libro escrito por alguien que fue, además de miembro laico, también sacerdote. Y no está escrito bajo el influjo emocional de una crisis y desvinculación reciente, sino con la serenidad que puede facilitar la distancia de 36 años tras su ruptura. El autor, dando por acabada la etapa de su vida centrada, respecto a lo intelectual, en publicaciones sólo psicoterapéuticas, en los últimos años ha podido recuperar su dedicación a la reflexión teológica, filosófica (ética) y psicológico-existencial sobre el sentido de la vida. La presente obra es una muestra de ello, como también los tres volúmenes de su libro Mis convicciones cristianas explicadas a mis amigos no cristianos.
Ramón Rosal Cortés (Barcelona 1932) supo a los 4 años que su padre fue asesinado a los 33 años por el Frente Popular y, a los 7, que un tío suyo fue fusilado por el gobierno franquista, por tener carnet del PSOE. A los 18 años fue esbozándose en él un proyecto vital que incluía: profundizar en el conocimiento del ser humano a través de la antropología y psicología filosóficas, contribuir a la disminución del sufrimiento por causas psicológicas o de injusticias sociales, cultivar el diálogo con personas ajenas a la fe cristiana y colaborar en la evangelización del mundo intelectual. En esa misma edad, en 1950, ingresó en el Opus Dei, donde permaneció 23 años: 5 como laico y 18 como sacerdote. Esta decisión la percibió, posteriormente, como el principal error de su vida, y la causa del “naufragio” de su proyecto vital. En 1978, a los 46 años –cinco después de su desvinculación del Opus Dei– fundó, junto con Ana Gimeno-Bayón, el Instituto Erich Fromm de Psicología Humanista, dedicado a la investigación, formación de postgrado, supervisión y práctica de psicoterapia. Asimismo elaboró con Ana Gimeno-Bayón un modelo terapéutico que denominaron “Psicoterapia Integradora Humanista”. Ha publicado seis libros que versan sobre las psicoterapias expe-rienciales humanistas y sobre el modelo terapéutico creado por ellos. El Instituto Erich Fromm, con su equipo de colaboradores, ha constituido el ámbito social principal para rescatar parcialmente su proyecto vital. También se ha implicado en investigar la problemática psicológica de los inmigrantes, como cofundador de la Asociación Oasis de ayuda psicológica al inmigrante, y en la Fundación que lleva su nombre.
Sinopsis y bibliografía
Portadilla
Créditos
PRÓLOGO
AGRADECIMIENTOS
INTRODUCCIÓN
Dificultades para decidirme a escribir
Motivos para ofrecer mi testimonio
Requisitos para expresarme con respeto a la verdad
Otros requisitos éticos y cristianos
Razón de ser de las dos partes del libro
Seis advertencias al lector
PARTE PRIMERA
1. PROYECTO EXISTENCIAL Y ELECCIÓN DE UN CAMINO
Antecedentes personales y familiares
Comprender al ser humano y eliminar sufrimiento
Opción por un cristianismo radical
Origen de mi elección del Opus Dei como camino
La frustrante prohibición de la amistad con mujeres
El testimonio de un converso: Gianfranco Bonavia
2. ASPECTOS PRINCIPALES QUE VALORÉ POSITIVAMENTE EN EL OPUS DEI
Reconocimiento de las potencialidades del laicado
Su aspiración al logro de lo que denominaban la “unidad de vida”
Actitud contemplativa sin apartarse del mundo
Su interés en relacionarse con los ambientes más alejados de la fe religiosa
La austeridad y solidaridad en la administración de los bienes materiales y del tiempo
3. ASPECTOS QUE PERCIBÍ GRADUALMENTE COMO NEGATIVOS, O INCLUSO CONTRADICTORIOS, RESPECTO A LA IMAGEN INICIAL QUE ME TRANSMITIERON
Actitud radicalmente conservadora
La actitud acentuadamente autoritaria que caracteriza las relaciones entre los directivos y miembros del Instituto como asimismo el crecimiento constante de normas o reglamentos sobre la vida cotidiana de los socios
Actitudes proselitistas y sobrenaturalistas
Praxis difícilmente compatible con una espiritualidad auténticamente secular de un “cristiano corriente”
Creciente reducción del ámbito para el ejercicio de la libertad y la espontaneidad
Escasa sensibilidad respecto a los problemas sobre la justicia social y los derechos humanos
Creciente decepción respecto a la persona y conductas del fundador
4. CONSECUENCIAS FRUSTRANTES DE MI VINCULACIÓN AL OPUS DEI
Aspectos de la institución que implicaban una “incompatibilidad de caracteres” entre la mente del padre Escrivá y mi persona
La separación radical entre hombres y mujeres
Imposibilidad de la apertura confidencial también con amigos varones
Ruptura forzosa de una relación afectiva importante
Obstaculización de mi vocación intelectual
5. FACTORES QUE CONTRIBUYERON A LA PROLONGACIÓN DE MI PERMANENCIA EN EL OPUS DEI, A PESAR DE MI ESTADO HABITUAL DE DECEPCIÓN
La capacidad expansiva de la institución
La calidad humana de mayoría de los socios que conocí
Peculiaridades de la versión andaluza del Opus Dei
Bloqueo emocional a través del activismo pastoral
Las distorsiones de las campañas contra el Opus Dei durante el gobierno franquista
Expectativas erróneas sobre una posible evolución del Instituto
Dudas sobre la posibilidad de influir desde dentro
6. FACTORES QUE ME FACILITARON LA DECISIÓN DEFINITIVA DE DESVINCULARME
La reacción predominantemente recelosa de la dirección del Opus Dei respecto a una serie de apartados de la renovación eclesial del Concilio Vaticano II
Actitud integrista en la formación teológica y en la liturgia
Inutilidad de toda propuesta de revisión
Convicción de que permanecer podría confundir a otros
Acompañamiento de compañeros en crisis
Dificultad creciente para las relaciones humanas con gentes distanciadas de la fe cristiana
Decisión de proteger mi salud mental
Algunas experiencias durante el proceso de desvinculación
PARTE SEGUNDA
7. ¿PUEDO QUEDARME CON ALGÚN BENEFICIO DE ESTA ETAPA DE MI VIDA?
Haber descubierto la necesidad de ser cuidadoso al tomar una decisión importante
Haber comprendido que es un error no cuidarse a sí mismo
Rechazar definitivamente toda demanda de fe o confianza ciega
Haberme entrenado en cultivar la actitud independiente
Comprender mi derecho a ser creativo
Comprender mi derecho de apertura a la experiencia y considerar algo secundario la seguridad doctrinal
El descubrimiento de los valores culturales andaluces
El entrenamiento en la escucha empática y en la orientación existencial
Haber profundizado sobre la espiritualidad laical
8. TRANSICIÓN HACIA LA LIBERTAD
Precisiones sobre mi proyecto vital a los cuarenta y un años de edad
Descubrimiento del Movimiento de la Psicología Humanista
Descubrimiento de Ana como compañera ideal
9. FACTORES QUE CONTRIBUYERON A QUE NO SOLICITARA MI REDUCCIÓN AL ESTADO LAICAL
Razones a favor del abandono del sacerdocio
Percepción de mi vínculo con el Opus Dei y con el sacerdocio como algo secundario
¿Le encuentro sentido al hecho de seguir en el sacerdocio?
Un celibato compatible con la amistad femenina
¿Cabía la posibilidad de un sacerdocio compatible con la fidelidad a mí mismo?
10. LOGROS CONSEGUIDOS DE MI PROYECTO VITAL
Aceptación de las limitaciones de lo conseguido
La contribución en la disminución del sufrimiento en las vidas humanas
EPÍLOGO
ANEXOS
Advertencia en relación con los anexos
ANEXO I
ANEXO II
ANEXO III
ANEXO IV
ANEXO V
ANEXO VI
ANEXO VII
BIBLIOGRAFíA
© del texto: Ramón Rosal Cortés, 2009
© del prólogo: Jacinto Choza Armenta, 2010
© de la edición impresa: Editorial Milenio, 2010
Sant Salvador, 8 - 25005 Lleida (España)
editorial@edmilenio.com
www.edmilenio.com
Primera edición: abril de 2010
DL L 392-2010
ISBN: 978-84-9743-380-8
Impreso en Arts Gràfiques Bobalà, SL
Encadernación: Fontanet
Printed in Spain
© de la edición digital: Milenio Publicaciones, SL, 2013
www.edmilenio.com
Primera edición digital (epub): abril de 2013
ISBN (epub): 978-84-9743-528-4
Conversión digital: Arts Gràfiques Bobalà, SL
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PRÓLOGO
Hay libros que constituyen un testimonio personal y al mismo tiempo histórico, de relevancia para miles de personas que vivieron épocas angustiosas. En ese grupo se pueden situar Descargo de conciencia de Pedro Laín Entralgo, en el que el autor relata su compromiso con el fascismo, primero, y su abandono, después, Autobiografía de Federico Sánchez de Jorge Semprún, donde da cuenta de su vinculación con el Partido Comunista de España primero y de su salida del partido después, o Mira por dónde, de Fernando Savater, donde se da cuenta de la evolución existencial personal y de la evolución histórica de un periodo de la España contemporánea.
El libro de Ramón Rosal tiene características similares a los anteriores, en relación con la Iglesia católica y el Opus Dei a lo largo del siglo XX. Es un libro que complementa los anteriores, porque la Iglesia católica y el Opus Dei son instituciones que han jugado en España un papel tan relevante como el fascismo, el comunismo o el constitucionalismo democrático, y porque esos movimientos ofrecen desde algunas biografías personales una perspectiva en la que se muestran rasgos que de otra manera pasan ocultos.
Por otra parte, Laín, Semprún, Rosal y Savater, son intelectuales creadores, promotores de empresas intelectuales, muy atentos a la vida de la comunidad y con un vivo sentido de la responsabilidad hacia ella. Son personas que se han jugado la vida por sus ideas, lo cual ya dice bastante de la personalidad de todos ellos, y que por fortuna la han conservado hasta una vejez muy fructífera.
Ramón Rosal Cortés pertenece a unas familias colombiana (materna) y catalana (paterna), de tradiciones políticas muy diversas, lo cual le lleva a estar muy familiarizado desde niño con el pluralismo político, la tolerancia, la apertura y el diálogo, y con el dolor de la muerte y las represalias por motivos políticos, por parte de los diversos contendientes en la guerra civil española.
Esas familias, además de sus tradiciones políticas, destacaban por sus trayectorias empresariales y creativas, y por su desahogada posición económica. La abuela materna –catalana casada con un colombiano– era prima hermana de Carrasco i Formiguera, el fundador de Unió Democrática de Catalunya. No es ese el periodo histórico mejor documentado en el presente texto, pues sólo se hacen breves alusiones, pero son suficientes para situar el relato en su contexto histórico. Por lo demás, el objetivo principal de Ramón al escribir su libro no es de índole política-histórica como el de los otros citados, sino psicológica-religiosa.
Por lo que se refiere al propio Ramón Rosal hay que decir que tiene personalidad de intelectual, artista, empresario, psicólogo-psicoterapeuta y misionero, y que ha vivido de un modo intensamente reflexivo y autoconsciente todas esas dimensiones de su carácter. La mayor parte de esos rasgos de carácter se fusionan en el “proyecto de vida” que él albergaba en su intimidad desde niño, con un grado de conciencia reflexiva cada vez mayor, y por referencia al cual podía calibrar el grado se satisfacción que su vida real le proporcionaba.
Ese proyecto de vida tenía como objetivo fundamental aliviar el dolor y el sufrimiento humano, y aunque no estaba concretado a una tarea médica, sacerdotal o educativa, sí que implicaba desde el principio una buena formación intelectual, humanística y científica, estaba regulado por un talante empresarial que lo dotaba de realismo, y estaba modulado por una sensibilidad artística y estética que le llevaba a descartar todo lo que pudiera resultar chabacano o de mal gusto.
Con este bagaje temperamental, cultural y familiar se encontró con el Opus Dei en 1950 en el Colegio Mayor Monterols, en Barcelona. Quedó muy favorablemente impresionado por el nivel intelectual y personal de algunos de los universitarios que encontró (Raimundo Panikkar, Antonio Pérez, Jesús Arellano y Álvaro d’Ors, entre otros) y por el tipo de ideales religiosos que le mostraron entonces. El ideal de un cristianismo radical (santificación) en medio del mundo, en el ejercicio de las tareas profesionales, una espiritualidad profunda, la atención a los demás. Eran factores que concordaban bien con su proyecto de vida.
En 1950 el Opus Dei aparecía en el contexto de la Iglesia católica y de la cultura española como una vanguardia del cristianismo que asumía en su seno los valores laicos más apreciados y popularizados por la Institución Libre de Enseñanza y por algunos otros movimientos religiosos como la Acción Católica Nacional de Propagandistas.
Ramón decidió por su propia iniciativa vincularse al Opus Dei en 1950 y decidió también iniciar los estudios universitarios de Filosofía y Letras y Derecho en la Universidad de Barcelona, dejando al margen los de Ciencias Políticas y Ciencias Exactas, a los que también se sentía inclinado.
Desde el comienzo de su vinculación a la institución, empezó a experimentar, junto al bienestar de profundizar en la espiritualidad cristiana y en la disposición a la entrega a Dios, las frustraciones que provenían de la disciplina y las disposiciones de los directores. No poder tener ningún trato con mujeres, trato mediante el cual Ramón entraba en un universo más delicado y gratuito, más lúdico e intuitivo, que el de los amigos y compañeros, y que le resultaba sumamente atractivo y agradable. No poder dedicar tiempo a algunas tareas de ocio y cultivo del espíritu. Dejar el curso a la mitad y marchar al centro de estudios de Zaragoza, en el Colegio Mayor Miraflores, para recibir la formación filosófica y teológica interna. No poder recibir esa formación más que en términos apresurados y precarios, cuando hubiera deseado más profundidad y sosiego.
Ramón somatizó esas y otras frustraciones en términos de una tuberculosis que le mantuvo en cama casi un año. Después volvió a Barcelona y ya en 1953 marchó al Colegio Romano, donde sus frustraciones aumentaron.
Seguía encontrándose bien en la apertura íntima a Dios, y con disponibilidad para el sacerdocio. Y también en la ordenación sacerdotal en 1955 y en las tareas propias de ese nuevo estado. Pero habían aumentado las frustraciones. Se había sentido defraudado por la rapidez y superficialidad con que había realizado los estudios filosóficos y teológicos. Defraudado por el modo en que se había visto forzado a realizar trabajos de vigilancia de obreros, que en realidad no tenían ningún sentido. Defraudado por la imposibilidad de disfrutar del arte y de la cultura de Roma, de un conocimiento elemental de la ciudad, por la cantidad de tareas que se le encomendaban. Defraudado por la figura de Escrivá, que le parecía un hombre más bien tosco, con modales un poco burdos y excesivamente autoritario y conservador. Por ejemplo, le desagradó mucho que les contara que había mandado a Panikkar a la India “por hacer el indio”.
En esa situación accedió a la ordenación sacerdotal y accedió a desarrollar su labor en el primer destino que tuvo, Sevilla.
Andalucía fue para Ramón un descubrimiento. Sevilla, Córdoba y Cádiz fueron las ciudades que vivió y las provincias cuyas carreteas recorrió. Desarrolló una actividad pastoral, de tipo cultural y también asistencial, abierta a personas de actitudes y ámbitos muy diversos, propias de un sacerdocio muy plural y pluralista, y encontraba en el trabajo una especie de anestesia frente a las frustraciones que una y otra vez experimentaba. Comprobaba que era difícil recibir el visto bueno al proponer iniciativas pastorales suyas, cuando no tenían un rendimiento de beneficio inmediato para la Obra.
A partir de entonces el desengaño respecto del fundador del Opus Dei y respecto de la Institución misma, empieza desarrollarse en su intimidad en confrontación con su antiguo “proyecto de vida”, y a mostrarse como aquello que frustra por completo su proyecto de vida y por tanto su propia razón de ser como persona. Es decir, en los años 60 Ramón aprende que el camino existencial que ha emprendido le lleva a renunciar a ser sí mismo, y a partir de 1970 es cada vez más consciente que esa imposibilidad de ser sí mismo, tal como la experimenta, le llevará al trastorno mental.
En 1973 se produce la desvinculación de Ramón Rosal de la Institución Opus Dei. ¿Por qué tardó tanto tiempo si desde comienzos de los 60 empezó a percibir la imposibilidad de realizar su proyecto de vida, de ser sí mismo, en el contexto y en el medio del Opus Dei?
Porque, aunque había visto la marcha de la Obra de tantas personas tan excepcionales y que para él constituían puntos de referencia existenciales, como Antonio Pérez, Ramón Cercós, Paola Arnaldo, Ramón Massó, Miguel Ángel Ximénez de Embún, Patricio Peñalver, y muchos otros, compartía empeño con otras muchas que también eran personas muy valiosas y entrañables, como Jesús Arellano, José María Prieto, José María Martínez Doral, Joaquín Herrero, y muchos otros. Y porque Andalucía era un medio cultural que hacía amable el sistema más estricto y la normativa más dura, de tal manera que visto con ojos andaluces el Opus Dei podía parecerle tolerable durante más tiempo del que le hubiera parecido con ojos castellanos, aragoneses o catalanes. De todas formas, cuando se presentía su desvinculación, fue trasladado a Barcelona, y eso aceleró el proceso de su marcha.
Mas tarde Ramón dirá que considera perfecta la síntesis cultural entre Andalucía y Cataluña, porque tiene un resultado muy positivo sobre una psique individual al hacerle capaz de ser, a la vez, flexible y cumplidora, tolerante a las frustraciones y a la ansiedad y al mismo tiempo comprometida en el trabajo, divertida y lúdica en las tareas, y al mismo tiempo exigente en los resultados, y que quizá fue Andalucía lo que le ayudó a no caer en la trastorno mental.
Al desvincularse de la Obra, con más de 40 años, una de las cuestiones importantes que Ramón se planteó fue la de si desarrollaría su nueva vida al margen del sacerdocio o asumiendo las tareas y los compromisos sacerdotales.
Aunque nunca había pensado en el sacerdocio, y lo asumió debido a su situación en el Opus Dei, como tantos otros socios numerarios, en relación con su proyecto de vida el sacerdocio no era, ni mucho menos, un obstáculo, algo que le impidiera ser sí mismo. Por otra parte, dejaba un margen muy amplio de posibilidades de tareas y de relaciones sociales, incluso manteniendo el celibato.
En efecto, el celibato no impide las amistades femeninas, e incluso hace posible un tipo de intimidad con las mujeres que quizá un no-célibe no puede alcanzar. Por otra parte, las tareas de un sacerdote pueden ser una concreción muy adecuada de un proyecto de vida como el que él tenía. Así las cosas, Ramón optó por mantener el sacerdocio.
Por otra parte, quedaba pendiente la cuestión del modo en que ahora, con más de 40 años y como sacerdote, con unos estudios cursados precariamente, podía realizar su proyecto de vida.
La cuestión económica no era importante para él, por ser receptor de una rentas provenientes de los bienes familiares que le permitían dedicarse a las tareas que considerase pertinentes, sin necesidad de encontrar en ellas la fuente única de su subsistencia económica.
Comprendió que ya era tarde para implicarse en la docencia universitaria, después de tantos años distanciado de ese mundo.
En esa situación es cuando Ramón Rosal se encuentra con el Movimiento de la Psicología Humanista y con Ana Gimeno-Bayón. Después transcurren unos cuantos años de estudio y preparación, y en ellos se clarifica que el proyecto de vida de Ana es muy afín al de Ramón, puesto que apunta a la atención de los demás, especialmente al numeroso colectivo de los que sufren por falta de recursos psíquicos (probablemente el 100% de los seres humanos), y apunta a eso con una dedicación tan completa como la que permite el sacerdocio.
Sobre esa conjunción de los dos proyectos de vida, se trenza y constituye el Instituto Erich Fromm de Psicología Humanista, que empieza con sus actividades en Barcelona a comienzo de los 80, y que con más de 25 años de trabajo atendiendo a pacientes con trastornos psicológicos, como también a personas sin patología psíquica propiamente dicha, puede presentar un balance de resultados ya bien entrada la década del 2000, que colma con mucho las aspiraciones con las que se puso en marcha.
Después de una historia tan accidentada y tan felizmente reconducida a un término en concordancia con los proyectos iniciales, el protagonista hace un balance en el que contrapone los efectos negativos que tuvo sobre él el Opus Dei, y los elementos de la institución que pasaron a enriquecer su vida mediante la apropiación de carismas que encontró a través de ella.
Entre los elementos negativos, cuenta el riesgo de la enfermedad mental, y el conjunto de normas y órdenes imperantes en la Obra que impiden el desarrollo normal de la personalidad. Entre los elementos positivos cuenta el descubrimiento de la posibilidad de la santificación, de la vivencia de un cristianismo radical en medio del mundo, de la difusión del mensaje evangélico a través de las actividades culturales de todo tipo, el enriquecimiento personal mediante el trato con personas competentes y entregadas.
Junto a eso, hace un balance de la labor realizada en el Instituto de Psicología Humanista durante sus años de existencia, para poner todo eso a disposición del lector interesado y que pueda sacar de todo ello algún provecho.
Ramón Rosal Cortés, nacido en Barcelona en 1932, escribe en 2009 su libro Naufragio y rescate de un proyecto vital. Testimonio de un ex cura-del-Opus Dei, para dar testimonio de cómo naufragó en el Opus Dei el proyecto vital de un hombre, el proyecto de ser sí mismo, y de cómo se recuperó y se realizó ese proyecto vital.
Ramón presenta en este libro un testimonio que tiene especial interés desde varios puntos de vista.
Da un testimonio de lo que fue la vida en el Opus Dei durante los años 50 y 60 en España y en Roma, viviendo con Escrivá tres años, y en otros centros de la Obra durante 20 años. Da testimonio del tipo de personalidad de Escrivá y del carácter patógeno de la institución para sus propios miembros. Este testimonio tiene tanto más valor cuanto proviene de un profesional de la psicología, que durante más de 25 años ha estudiado y corregido alteraciones psíquicas, normales o patológicas.
Da testimonio de la transformación que, a su juicio, ha registrado el Opus Dei desde 1950 a 1973, testimonio tanto más valioso cuanto proviene de un fiel creyente que llega al sacerdocio inducido desde el Opus Dei, y que se mantiene en el sacerdocio después de dejar la institución. Su testimonio explica las trasformaciones de la Iglesia y las de la Obra en esos años, y justifica la decisión de dejar el sacerdocio y de mantenerse en él por parte de los sacerdotes que dejan el Opus Dei, y que han tomado una decisión u otra.
Pero este libro no sólo contiene una historia muy reflexiva desde el punto de vista psicológico y desde el punto de vista moral. También contiene una reflexión sobre la moralidad de los testimonios que aporta.
En efecto, en cuanto que este testimonio es ofrecido por un hombre que es, a la vez, psicólogo y sacerdote, y es ofrecido cuando él cuenta más de 70 años, trae meticulosamente a la conciencia psicológica y a la conciencia moral, al mismo tiempo, aspectos de la vida que normalmente no se traen con tanta claridad a la conciencia, y que, una vez en ella, normalmente no se someten a criterios morales.
Esto hace que el relato resulte moroso en ocasiones, pues se lleva a cabo incluyendo en él ese trabajo de traer a la conciencia contenidos que frecuentemente no lo están, y el trabajo de detenerse a considerar si el relato de unos u otros acontecimientos es moralmente correcto o reprobable. Cada vez que esto ocurre, Ramón Rosal justifica moralmente la decisión de dar un testimonio o de omitirlo.
Pero todo lo que resulta moroso a un lector que espera una historia contada como la mayoría de las historias, resultará precioso para un lector que busque la calificación psicológica o moral de episodios relativos a su entrega a Dios, su abandono de la Obra, su sacerdocio, su silencio, su testimonio privado, su testimonio público, su comprensión o sus denuncias.
Finalmente, unas palabras sobre mi relación con Ramón Rosal. Cuando regresé a la Facultad de Filosofía de la Universidad de Sevilla en el curso 1981-82, después de haber estado fuera de Andalucía 20 años, me encontré allí de nuevo con Jesús Arellano y con Patricio Peñalver, y empecé a tener noticias de Ramón. Un día del año 2005 o 2006 recibí una llamada telefónica suya. Había venido a Alcalá de Guadaira, cerca de Sevilla, a dar una conferencia y quería saber si podíamos vernos y hablar. Me faltó tiempo para coger el coche y acudir al hotel donde se alojaba.
Pasamos una tarde espléndida contándonos muchos episodios de nuestras hisitorias y pusimos en común unos periodos de nuestro pasado y nuestro presente que nos ayudaban a completar aspectos de nuestras vidas. Luego nos hemos escrito en algunas otras ocasiones. Cuando me preguntó si quería hacerle el prólogo de este libro enseguida le respondí que sí. Es para mí un honor.
Otras veces no he aceptado prologar libros semejantes a éste, por mucho aprecio que le tuviera a las personas que lo escribieron (y les tenía mucho), pero esta vez sí quería. Este libro recoge muchos textos de otros libros sobre el Opus Dei, y ahora al prologar éste de algún modo hago míos también los contenidos de esos otros libros, y pongo lo que puedo de mi parte en pro de la verdad y la justicia sobre la vida de muchas personas que dejaron la institución y sobre la institución misma.
Me hace gracia especialmente que Ramón diga que probablemente le hubiese costado convivir con Santa Teresa, cuando yo le tengo tanta simpatía, y que le tenga tanto afecto a Andalucía cuando yo apenas conozco nada de Cataluña, pero después de leer su libro me sumo al grupo de los andaluces que le tienen mucho afecto. A mí también me gusta la riqueza que proporciona el conocimiento de otras tierras y otras gentes.
Jacinto Choza,
Catedrático de Antropología filosófica
de la Universidad de Sevilla
AGRADECIMIENTOS
Con gusto quiero expresar aquí mi agradecimiento a algunas personas gracias a las cuales he encontrado un apoyo para poder elaborar y publicar este testimonio. Ha sido muy importante para mí la lectura cuidadosa del texto llevada a cabo por mi compañera en la dirección del Instituto Erich Fromm, Ana Gimeno-Bayón, doctora en Psicología y licenciada en Derecho. Cuando se vio conveniente, por criterios editoriales, reducir la extensión del texto en unas doscientas páginas, le confié a ella esta tarea que llevó a cabo con gran acierto, a la vez que mejoró la calidad de la redacción a lo largo del texto.
Estoy también muy agradecido a Ramón Massó Tarruella, licenciado en Filosofía, Técnico en Publicidad, que fue profesor en la Universidad Autónoma de Barcelona, y ha publicado sucesivos ensayos, principalmente sobre lo que denomina Politing, sobre la estrategia de la transición española a la democracia, y sobre la cultura light, entre otros. Estuvo vinculado al Opus Dei como miembro numerario durante dieciocho años (de 1949 a 1967). Leyó con detenimiento mi escrito y aportó útiles sugerencias.
Me siento especialmente agradecido a Jacinto Choza, por haber acogido amablemente hacerse cargo del prólogo de este libro. Él es catedrático de Antropología Filosófica en la Universidad de Sevilla y ha publicado una treintena de libros, aparte de docenas de artículos y capítulos en obras colectivas. Estuvo vinculado al Opus Dei como miembro numerario durante treinta y cuatro años (de 1962 a 1996).
Igualmente siento mucha gratitud hacia Amparo Martí por haberme concedido el permiso para publicar una extensa carta que dirigió al padre Escrivá –el 30 de diciembre de 1968– cuando había decidido despedirse del Opus Dei como socia numeraria. Sin contar con este testimonio, hubiese quedado muy empobrecido el apartado que –en el capítulo tercero– he titulado Creciente reducción del ámbito para el ejercicio de la libertad y la espontaneidad. Lamento que algunas personas, cuyo testimonio hubiese sido de gran valor, me negasen su publicación por los perjuicios que podrían acarrearles.
También quiero hacer constar mi agradecimiento por el testimonio que escuché en varias ocasiones, en 1970, del catedrático de Filosofía, el sevillano Patricio Peñalver –miembro supernumerario del Opus Dei– que durante un tiempo ocupó el cargo de decano en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Navarra, y que murió hace unos años. He podido citarlo en varias ocasiones e incluir un par de cartas suyas a dirigentes de la institución. Yo me sentí muy identificado con él cuando en aquel tiempo acudió varias veces a mí para confiarme sus inquietudes y su desazón, tras su gran decepción respecto a lo que él había esperado inicialmente respecto al Opus Dei: una vivencia de un cristianismo radical en medio del mundo.
Es indudable que la lectura de publicaciones de ex miembros que nombro al final de la introducción y a los que cito en sucesivos lugares me ayudaron a identificar lo que eran hechos confirmados por diferentes testimonios y, por lo tanto, más significativos que lo que pudiesen ser actuaciones aisladas.
Las características de este libro, en las que se conjuga la sincera reflexión crítica con una actitud respetuosa y distanciada de todo maniqueísmo, implica el haber optado por una posición de decidida independencia personal. Para el logro de esta actitud debo mucho –y por ello me siento especialmente agradecido– a testimonios vitales de independencia y de fidelidad a sí mismos. Puedo destacar, por su influencia especial sobre mí, al filósofo y teólogo laico Claude Tresmontant, al psicólogo Erich Fromm, y al filósofo ruso Nicolas Berdiaev.
Ahora bien, publicar un libro requiere que una editorial acepte asumir esta tarea. Tras intentarlo con varias de ellas, ha sido Editorial Milenio la que ha acogido mi testimonio. Me siento, por ello, especialmente agradecido con don Lluís Pagès, fundador y presidente de esta empresa editorial, como también de la Pagès Editors en lengua catalana. Ha sido, hasta hace poco, presidente de la Associació d’Editors en Llengua Catalana.
Por último, teniendo en cuenta que yo soy de los que todavía escriben a mano –con bolígrafo o pluma estilográfica– debo también expresar mi agradecimiento a mi ayudante Carolina Chinchilla, que ha ido trasladando al ordenador el borrador de mis escritos, y realizando pacientemente los sucesivos cambios y correcciones que le he ido encargando.
Hay otras personas más que directa o indirectamente me han supuesto una ayuda para decidir poner por obra este proyecto y llevarlo a cabo. El lector o lectora podrá deducir algunas de ellas entre los nombres que aparecen a lo largo de estas páginas. Algunos de los teólogos, filósofos y psicólogos que nombro en el capítulo décimo, al referirme a los “logros intelectuales” me habrán aportado inspiración y energías para poner por obra este acto de fidelidad a mí mismo y de servicio al bien común de las personas y de la Iglesia.
INTRODUCCIÓN