Julito Cabello y los zombis enamorados
Portadilla
1. Maldita primavera
2. En mi casa
3. Y mi hermanito
4. El colegio del amor
5. Recarguemos
6. Más preguntas a mí mismo
7. El hámster y el reno
8. Sigo quejándome y qué
9. Viva la Madre Naturaleza
10. Ese lunes
11. Soy un pavo
12. Saliendo a flote
13. El ensayo
14. Bailarín en la oscuridad
15. Silencio, por favor
16. Un salto espaciotemporal al pasado
17. ¿Cómo lo hago?
18. En el bar de Moncho
19. Bienvenidos a Lelolandia
20. Juegos de estrategia
21. Un día floral
22. Arde Troya
23. La semana decisiva
24. En la recta final
25. Un consejo paterno
26. El baile hámster
27. Más chat
28. F5
29. Lección aprendida
30. ¿Zombi, yo?
31. Un nuevo fósil
32. Galante es mi apellido
33. Julito Investigador
34. Chat-chat
35. Dale, dale con el chat
36. La consejera femenina
37. Y el factor masculino
38. El día Godot
39. Abonando la relación
40. The day
41. Rudolphina
42. Amasando la noche
43. Una noche MUY larga
44. Mañana lela
45. Y le expliqué
Créditos
Julito Cabello y los zombis enamorados
Esteban Cabezas
Ilustraciones: Marko Torres
Dirección de Publicaciones Generales: Sergio Tanhnuz
Edición: María Paz Contreras
Dirección de Arte: Carmen Gloria Robles
Diagramación: Kevin González
Producción: Guillermo Aceituno
Primera edición: 2006
Tercera edición en SM Chile: mayo de 2018
© Esteban Cabezas M.
© Ediciones SM Chile S.A.
Coyancura 2283, oficina 203,
Providencia, Santiago de Chile
ATENCIÓN AL CLIENTE
Teléfono: 600 381 13 12
www.ediciones-sm.cl
chile@ediciones-sm.cl
Registro de propiedad intelectual: 263.993
Registro de edición: 263.997
ISBN: 978-956-363-552-2
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni su transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea digital, electrónico, mecánico, por fotocopia por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.
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Conversión de eBook
Capture, S. A. de C. V.
A María, mi hija.
JAMÁS PENSÉ que una estación del año podía ser tan traumática para un niño. Lo juro. Es verdad que el otoño es húmedo, el invierno gélido y el verano “brígido” (por el sol, que está atómicamente tóxico. Uf, ya me puse esdrújulo), pero nunca imaginé que una primavera iba a causarme tantos problemas.
¿Problemas?, ¿a mí? Paciencia, paciencia, paciencia. Ya les contaré.
Y yo que creía que la primavera era la estación más sonsa del año. Siempre pensé que todo se resumía en:
a) decenas de pajaritos cantando,
b) cientos de bichitos en el aire,
c) miles de vendedores de espárragos y frutillas en los semáforos,
d) millones de flores abriéndose con todos sus colores y
e) ene adultos sonándose los mocos por la alergia al polen.
Jo.
Pero no. Esta primavera resultó ser maldita, porque todos, TODOS, andaban como idiotas.
¿Por una alergia nueva?, se preguntarán. No. Es por una alergia muy vieja. Una que se llama amor. Oh, el amor (música de fondo: violines romanticones), (y pajaritos también), (y un arcoíris).
Ya sé: me pasé un poco. Ok.
En mi vida real y diaria todo se está poniendo igual que en las películas de zombis, en las que todos se contagian con algo raro y después quedan con la cara torcida, arrastrando las patas y haciendo ruidos raros. Y, en este caso, mi gran problema es que el primer zombi de todos es nada menos que mi mejor amigo, Aarón.
¿Por qué?, ¿por qué él?
Desde que llegó al curso Marilú, una niña súper rosada que nunca para de hablar, mi EX mejor amigo no es el mismo de antes.
Es verdad que el Aarón nunca ha hablado mucho y solo decía “hum”, pero ahora cuando dice “hum” es como si se hubiera comido una cucharada gigante de manjar. Y lo dice como en pregunta. Ahora hace “¿hummmm?” y pone una cara de zombi cariñosito que ¡no-la-so-por-to!
Lo odio. Y también odio a la Marilú. Y odio la primavera. Y también odio una espinilla que me salió en la nariz.
Una espinilla. Lo único que me faltaba. Grrrrr.
TODO ESTO PASA en el colegio (y en mi nariz). Mi casa sigue siendo menos zombi, por suerte. Allí la primavera no cambia nada. Para el que no sabe: mi papá, Julito padre, sigue yendo todo el tiempo a restaurantes para hacer sus críticas en el diario. Va, come como chancho y después les pone nota con tenedores —de uno a siete—. Al último (que se llama El Erizo Chascón) le puso un puro tenedor. Es que le salió un pelo en la sopa. Y era sopa de pescado que, OBVIO, no tienen pelos.
¿Habrá sido un pez-luca?
Pez-luca = peluca.
Cric, cric.
Me pasé.
Olvidemos mi fomedad patética y volvamos a la dura realidad de mi familia. Mi mamá se llama Rosa Parada, le encantan los jardines y también escribe, pero en una revista que se llama La Casa Feliz. Y la primavera sí que le importa, pero no por el asunto zombi, sino porque es cuando las flores son más lindas.
Por eso anda tan happy-happy-joy-joy. Y también porque le salió un trabajo nuevo: le pidieron escribir un libro y anda muy nerviosa con eso.
¿Y de qué trata el libro ese? Aquí va.
Todo partió hace unos días, con una misteriosa llamada telefónica.
—¿Aló?— dijo mi mamá, tipo 7 de la tarde y con una cara de “si es una promoción de celulares, te juro que muerdo”.
Pero no mordió nada.
Después de un rato al teléfono, le fue cambiando la cara y decía “¿sí?”, “me parece interesante”, “suena atractivo”, “eso es mucho dinero”, “¡ja, ja, ja!”, “me halaga”, “oh”, “uh” y un montón de ruidos raros y felices.
Todo el resto de la familia (que estaba en la mesa esperando engullir una pizza ya casi fría) hacía otros ruidos, pero con el estómago que nos crujía de forma muy poco elegante.
Finalmente, cortó, se sentó, ni nos miró y se puso a comer.