“La mezcla perfecta de todo lo que me encanta en una historia.”
—JAMES DASHNER, autor del best-seller
de The New York Times THE MAZE RUNNER
El tiempo corre, y los Usurpadores están listos para dar su estocada final.
Ahora que Daniel Chipp está muerto, Jack y Parker tienen que terminar el trabajo que su padre comenzó: conseguir los ingredientes para un elixir que podría acabar con los problemas de los Caminantes Nocturnos. Daniel les dejó una serie de pistas para encontrarlos, y tal vez Jack sea el único que conocía lo suficiente a su padre como para saber resolver el misterio. Sin embargo, quiera o no, necesitará la ayuda de Parker.
El reloj avanza, y los Usurpadores no dudarán en atacar a las personas que más quieren si no les entregan la fórmula de Eclipse.
Para los Ninjas Seizure, porque ni este libro ni la saga
podrían haberse completado sin sus talentosas habilidades.
¡Muchas gracias!
Jack
Aún podía sentir los efectos del terremoto y el calor infernal sobre el rostro, mientras miraba fijamente la fosa que se había tragado todas las respuestas que me hacían falta. También resonaban en mis oídos los gritos desesperados de los prisioneros a los que habíamos liberado. Todos los recuerdos de la explosión de la base de la fuerza aérea Benton –que se había llevado consigo a mi padre y mentor– continuaban vívidos en mi memoria. Había ocurrido hacía tan solo un mes, pero sabía que me resultaría demasiado difícil olvidar aquel golpe tan duro. Había quedado completamente devastado.
De hecho, cada vez que recordaba aquella noche, mi corazón volvía a experimentar el terrible episodio.
Pese al clima de verano, el viento que soplaba a mis espaldas me daba escalofríos. Permanecí de pie haciendo equilibrio en el borde del cráter, mientras observaba las sombras de los escombros. Hubiera deseado que el conocimiento que Danny –perdón, mi padre, me corregí mentalmente– se había llevado consigo pudiera, de alguna forma, flotar a la superficie, como el polvo. Esa era la única esperanza que tenía de resolver su maldito acertijo.
–Ojalá encontremos otra salida –murmuró Parker a unos metros de distancia. Yo siempre venía solo a este sitio, pero, esta vez, él me había convencido de que lo trajera. Ya me estaba arrepintiendo de haber cedido a sus insistencias.
Solía regresar a este lugar siempre que se me dificultaba la resolución del último acertijo de mi padre, su último encargo. Y aquí, Parker era una distracción. Papá me había dado un papel con instrucciones y pistas para descifrar la fórmula de la nueva droga, afirmándome que yo era el único que podría dilucidarla.
Tú serás la respuesta. Sabrás lo que hay que hacer.
El problema es que no lo era… y no sabía qué debía hacer.
Y, aun así, estaba encargado de detener la batalla entre las tres clases de Caminantes Nocturnos, una lucha que se libraba desde que había nacido. Ah, y para lograrlo, debía resolver el enigma de papá, hacer que los Usurpadores dejaran de asesinar gente y crear una droga mágica, que nunca se había probado, la cual revertiría la situación.
Poca presión.
–Es un sitio un poco tenebroso y antiguo como para construir una sociedad, ¿no te parece? –preguntó Parker. Esta vez me dirigió la pregunta a mí y no pude permanecer en silencio.
–Lo eligió papá.
–Ah… –expresó mi hermano con frustración. Segundos después, añadió–: Ves, me gustaría comprender este tipo de cosas sobre él. ¿Por qué elegiría un lugar así?
Se me escapó un leve quejido imposible de contener y, por la forma en que se endureció Parker, advertí que lo había percibido. Por eso no quería que viniera. Yo utilizaba mi tiempo aquí para pensar y su presencia no me lo permitía.
–La estructura es adecuada y hay mucho espacio, sobre todo, subterráneo –comenté.
–Ahora todo tiene sentido. Gracias –dijo Parker con calma.
Me senté cerca del borde del cráter, tomé algunas piedras y las arrojé al interior. Lo último que quería era lastimar a mi hermano, pero me resultaba muy difícil mirarlo cuando cada uno de sus rasgos me hacía acordar a mi padre. Pero no era su culpa que cada cosa que hiciera me hiciese daño.
–¿Qué más quieres saber sobre este sitio? –abandoné las ansias de tranquilizarlo, decidido a suavizar un poco las cosas.
–¿Por qué los Usurpadores mantuvieron a tantos prisioneros aquí? –Parker vaciló un instante antes de acomodarse junto a mí.
–Sospechaban que algunos de ellos eran Observadores, como tú y yo. Pero al resto los tenían para sacar ventaja. Querían negociar para que les dieran lo que deseaban. Nosotros sabemos mejor que nadie que, con la captura de seres queridos, se puede conseguir todo lo que uno quiere.
–Pero si la base es tan grande y en su mayoría es subterránea, ¿cómo sabes que los Usurpadores se marcharon? –preguntó Parker luego de asentir.
–Recorrí todas las salas restantes, y no queda nadie. La explosión de papá destruyó la mayor parte del espacio que estaban usando –repuse. Cuando Parker echó un vistazo al otro lado de la base, continué–: Sí, es inmensa. Mucho más grande de lo que piensas. Quedan intactos aproximadamente dos tercios.
–Entonces, ¿por qué se fueron? –Parker tomó un puñado de tierra y lo lanzó dentro del hoyo–. Por la cantidad de cuerpos que capturaron en Oakville parecía que estaban tramando una gran operación. ¿Por qué no se mudaron a la otra parte del edificio para continuar con lo que habían empezado?
–Porque sabían que yo regresaría –mi voz brotó con tono sombrío.
Parker no pronunció palabra, pero noté que se volvía para mirarme.
–Además, su plan giraba en torno a Eclipse y a la posibilidad de crear un espacio para que los Usurpadores tomaran los cuerpos de los Soñadores cada vez que quisieran, sin tener que devolverlos –distendí los hombros, intentando relajar la tensión que tenía en el cuello–. Desde que papá destruyó Eclipse y todo rasgo de su fabricación, se han dispersado. Pero, una vez que se organicen, vendrán por nosotros.
Durante los últimos veinte años de guerra, nuestro bando, los Constructores y Observadores, había logrado muy pocos avances sobre los Usurpadores, quienes, por el contrario, siempre regresaban con mayor fuerza y violencia de lo que esperábamos y, como consecuencia, morían muchos inocentes. Aguardar a que se reagruparan era similar a esperar a que cayera una bomba del cielo imposible de detener.
–Tenemos que estar preparados para cuando lleguen –me rocé las piernas con las manos y salté sobre mis pies.
–¿Crees que podremos estarlo si desciframos la fórmula que papá te dio? –Parker se puso de pie junto a mí, pero mantuvo la mirada fija en el cráter–. ¿Estás seguro de que no resultará tan mala como Eclipse?
–A papá le tomó por sorpresa que los Usurpadores se adueñaran permanentemente de los cuerpos de los Soñadores –se me estrujó el estómago, ya que compartía el temor de Parker pero intentaba mantenerlo oculto–. Estoy seguro de que no permitiría que volviera a pasar algo así.
Me volví para regresar al automóvil de mi hermano, pero él me sujetó por la manga. Sus preguntas me hacían sentir reprimido y me esforzaba enormemente por no presionar mi mano contra su garganta.
–Jack, papá estaba dividido… y, al final de sus días, estaba bastante ido… –Parker dejó la pregunta en el aire y me hizo daño escucharla.
–Confío en él –me volví para enfrentar a mi hermano, pese al dolor que me causaba mirar sus fríos ojos azules, tan parecidos a los de papá, los cuales me hacían sangrar las heridas demasiado frescas como para cicatrizar–. Tú también deberías.
–Está bien, está bien –Parker alzó las manos en señal de resignación y dio un paso hacia atrás.
De inmediato, me arrepentí de la reacción que había tenido y pensé en disculparme pero, en cambio, comencé a caminar en dirección al vehículo.
–Dime una cosa –me alcanzó pocos segundos después–. Se supone que la nueva fórmula va a ayudar a los Usurpadores a dormir como los Soñadores… como las personas normales, ¿verdad?
Asentí.
–¿También funcionará para los Observadores? ¿Dejaremos de necesitar a los Constructores?
–No –era una buena pregunta que yo también consideré cuando papá había ideado la fórmula–. Cada Caminante Nocturno tiene diferente química cerebral. La droga está diseñada para actuar sobre el cerebro de los Usurpadores, por lo que no tendrá el mismo efecto en los Observadores.
–De acuerdo, tiene sentido –Parker se rascó la mejilla–. Bueno, al menos esto nos pondrá en igualdad de condiciones, ¿no es cierto?
–¿A qué te refieres? –continué caminando.
–Me refiero a que los Observadores también morirían si los Constructores no los ayudaran a dormir bien. Así que, en teoría, esta droga funciona como el trabajo de los Constructores pero no para los Observadores, sino para los Usurpadores ¿no lo crees?
–Sí… y, ¿cuál es tu punto? –una vez que llegué al automóvil, abrí la puerta del conductor, pero Parker sacudió la cabeza.
–No vas a manejar otra vez –dijo.
–¿Por qué no? –¿acaso todas nuestras charlas tenían que transformarse en discusiones? Siempre que hablábamos sentía que tenía que nadar contracorriente.
–Porque es mi vehículo –Parker bajó el mentón, pero permanecí con la vista fija en él, aguardando. Yo había insistido en traer mi motocicleta, pero finalmente habíamos viajado en ese automóvil de mierda porque Parker me había suplicado que quería venir.
Y él lo sabía. Solo tenía que esperar a que se diera cuenta.
Luego de lanzar un suspiro, me arrojó las llaves y subió al asiento del acompañante.
–Si la fórmula que estamos tratando de hacer puede ayudarlos, ¿por qué no se lo decimos? ¿Acaso no querrían que los ayudáramos? –añadió él, completamente irritado, después de que encendí el botón.
Yo me eché a reír.
–¡¿Qué?! –el enojo de Parker iba en aumento–. Chloe es la única Usurpadora que conozco y no parece ser tan poco razonable.
–Sí, claro –me encogí de hombros y le lancé una mirada penetrante–. Solamente quiso acaparar el cuerpo de Finn para siempre y, cuando te enteraste, intentó matarte.
–Pero también me ayudó a liberarlo y no ha hecho nada desde que regresó a su propio cuerpo.
–Que nosotros sepamos…
–No sabes…
–La gente no cambia, Parker. No está en su naturaleza –sacudí la cabeza firmemente y tomé el volante con fuerza.
–¿Por qué tienes que ser tan fastidioso? –gruñó la última palabra en voz alta, la cual resonó dentro del pequeño automóvil.
–Ten cuidado –puse en marcha el vehículo–. Estás empezando a sonar como él.
De un segundo a otro, Parker se turbó por completo. Lucía como si le hubiera dado un golpe en las tripas. Por un instante, me arrepentí de mis palabras… pero él necesitaba recordar lo que se sentía, ¿verdad? ¿De qué otra manera podría refrenar su lado oscuro?
Mientras conducía hacia la ruta principal, se deslizó sobre el asiento sin agregar nada más. Su silencio alimentó mi sentimiento de culpa hasta que decidí llenar el vacío con la respuesta a la primera pregunta que había formulado.
–Los Usurpadores no permitirían que los ayudáramos porque no creen que el asunto sea simplemente de vida o muerte. Piensan que Eclipse les daría el poder de ser como dioses y quieren encontrar la forma de recuperar esa opción tan tentadora –Parker giró la cabeza en mi dirección, y pude advertir que me prestaba atención–. Para ellos, se trata de la elección entre vivir como dioses o perder esa habilidad y convertirse en personas comunes y corrientes.
–Durante mucho tiempo, hubiera hecho lo imposible por ser una persona normal. ¿Me estás diciendo que ninguno de ellos desea serlo? –Parker se dejó caer sobre el asiento.
–Los pocos que lo desean no serán fáciles de encontrar y, menos aún, dentro de la reagrupación. Papá me contó que un hombre llamado Steve Campbell les estuvo lavando el cerebro durante años. Él es el líder de los Usurpadores y el que comenzó esta guerra.
El solo pronunciar el nombre de Campbell me provocó un nudo de ira en las entrañas. Había decidido no revelarle a Parker los detalles de lo que había hecho aquel hombre para arruinar nuestras vidas.
–Ya murió –continué–, pero provocó daños a largo plazo mientras estuvo con vida. Convenció a los Usurpadores de que, pese a que sus vidas fueran más cortas que las de los Observadores o Constructores, tener la capacidad de usar los cuerpos de otras personas e invadir sus mentes los hacía superiores. Por culpa de él, todos creen que, en veinte años, viven más que una persona común y corriente a lo largo de su vida.
–Eso es una locura –Parker sacudió la cabeza.
–Exactamente.
Jack
Sentía que el papel arrugado que llevaba en el bolsillo era como una plancha de hierro que me etiquetaría como una gran decepción y fracaso. Claramente, papá se las arreglaba desde la tumba para mandarme desafíos que parecían imposibles.
Volví a examinar el monitor de la computadora, que ya había leído tres veces, pese a que sabía que nada de eso me ayudaría a resolver el acertijo. La verdad era muy simple… o papá se había equivocado o yo me estaba perdiendo algo importante.
Me deslicé para apoyarme contra la pared y observé con detenimiento el material de laboratorio que, durante las últimas semanas, había logrado recolectar de los depósitos de mi padre. Él había alquilado varios espacios de almacenamiento a lo largo de Oakville, en los que había instalado laboratorios para contar siempre con un lugar adonde ir y para que nosotros no tuviéramos que arrastrar el equipamiento en caso de tener que escapar en el medio de la noche.
Yo estaba seguro de que la mamá de Parker jamás se hubiera imaginado que armaría un laboratorio cuando me permitió usar el depósito ubicado entre la habitación de Parker y la puerta de la cochera. Sin embargo, no me había dicho nada.
Tal vez sí se lo esperaba… después de todo, ella había estado casada con nuestro padre.
Más allá de todos mis esfuerzos, los materiales y los químicos permanecían en desuso. Ni siquiera la visita del día anterior a la base de la fuerza aérea Benton, en busca de alguna clase de inspiración, me había facilitado las respuestas que necesitaba.
–¿Jack? – reclinada sobre una mesa, Chloe me miraba fijamente desde el otro extremo de la sala. Durante el último mes me reiteraba a diario la misma pregunta: ¿cuándo estará lista la nueva droga para los Usurpadores? Pero yo todavía no podía darle esa respuesta.
La fórmula que me había dado papá era bastante básica y poco complicada. El único problema era que en el lugar de tres de los ingredientes, había garabateado los números 1, 2 y 3. Siempre le habían gustado los acertijos y al final de sus días se había vuelto muy paranoico. Hasta el momento, no había logrado completar los espacios vacíos. Esperaba encontrar alguna pista en sus laboratorios, pero todavía no había descubierto nada de nada.
Y, eventualmente, tendría que confesarle la verdad a Chloe.
Pero tampoco estaba seguro de querer preparar la fórmula, ya que los Usurpadores habían sido los responsables de la muerte de mi madre y mi padre. ¿Por qué trabajar con tanto esmero para salvar a las personas que había odiado durante toda mi vida?
Sin embargo, lo haría porque papá me lo había pedido. Él deseaba que terminara la guerra entre las diferentes clases de Caminantes Nocturnos y me había asegurado que el papel que tenía en el bolsillo era la única opción.
Por lo tanto, lo iba a descifrar aunque me costara la vida…
Había una palabra adicional escrita en la parte inferior de la hoja, razón por la que había decidido dirigirme a la base, y, pese a que allí no había tenido suerte, debía creer que él la había puesto con un motivo en particular. El término en cuestión era “sepultado”.
No era mi idea de algo esperanzador, pero se trataba de papá…
–La nueva droga no está lista y no lo estará por un tiempo más.
Permanecí con la espalda derecha, deseoso de que Chloe dejara de preguntármelo, al menos por un par de días. Desde que Parker la había separado del cuerpo de Finn, ella nos había frecuentado bastante y, algunas veces, no había sido tan malo… me refiero a que ella era muy atractiva cuando no estaba enfadada conmigo.
–Estoy trabajando en ella –añadí–: El problema es que no es tan simple como esperaba.
–Habíamos acordado que yo ayudaría a tu pequeño hermano Parker a rescatar a su amigo Finn y que tú me ayudarías a sobrevivir, ¿verdad? –se me acercó un poco más. Su mirada era casual pero sus ojos, como nubes de tormenta, deseaban combatir.
Un combate que podría manejar, pero las ojeras que le rodeaban los ojos me hicieron apartar la vista de ella. Me recordaban que el último desafío de papá se estaba demorando más de lo que todos queríamos.
Chloe era la única Usurpadora con la que había pasado más de cinco minutos sin intentar arrojarle ningún cuchillo. En realidad, eso no era verdad. Le había lanzado un cuchillo una vez, pero le había errado a propósito porque ella estaba en el cuerpo de Finn. Me acaricié los ribetes de los jeans con los puños mientras intentaba decidir si aquello contaba o no.
Tomé una pila de ropa limpia de la esquina y la puse dentro de mi bolso de lona, sobre las otras cosas que jamás había desempacado.
–Sí, ese era el trato pero… –dije con perfecta calma.
–Pero, ¿qué? –preguntó ella–. ¡A mí me parece de lo más simple!
Cerré el morral y corroboré dos veces que mi teléfono móvil estuviera en el bolsillo de mis pantalones. Luego respiré hondo mientras me preparaba para la batalla que se desataría una vez que le dijera toda la verdad.
–Mira, lo estoy intentando, pero la fórmula que me dejó papá… no está completa.
–¡¿Qué?! –al apartarse de la pared, se esfumó la aparente charla casual y su voz se tornó en un leve murmullo.
–Me dio la mayoría de la fórmula y una pista para descifrar el resto, pero necesito tiempo –mantuve mi postura y la miré a los ojos, pese a que me había prometido que jamás volvería a hacer contacto visual con un Usurpador.
–No siempre se pueden obtener beneficios con el tiempo –Chloe dio otro paso hacia delante. Sabía reprimir sus sentimientos, pero, claramente, le resultaba difícil ocultar la agitación detrás de su expresión rígida–. No comprendo. Si él creó la fórmula para ayudar a los Usurpadores, ¿por qué no te la entregó completa?
–Porque con los años de experiencia aprendió a no confiar en ustedes.
Ella corrió la mirada, pero yo no había terminado.
–Porque, incluso cuando trataba de ayudarlos, sintió que tenía que incorporar salvaguardias. Antes de fabricarla, tenía que asegurarse de que necesitaran a sus hijos con vida –me acerqué y sus ojos se encontraron con los míos–. No quería que los tuyos pudieran apoderarse de la fórmula, matarnos a Parker y a mí, y hacerla ustedes mismos.
–De acuerdo –murmuró ella–. Entiendo.
–Bien.
–Aun así –se frotó el ojo con la mano derecha y la sombra que generó hizo que el contraste fuera aun mayor–. Hubiese sido mejor conocer ese pequeño detalle antes de hacer el acuerdo, ¿no lo crees?
–Estoy trabajando para solucionar el problema –me colgué una de las correas de la bolsa sobre el hombro.
–Eso no es suficiente, Jack –cerró los puños a sus costados. Después de nuestra última conversación, sabía que ella no temía utilizarlos para liberarse un poco de la frustración, pero mis rápidos reflejos no habían permitido que su puñetazo me alcanzara.
No es que yo la culpara por estar frustrada, lo que ella estaba enfrentando era terrible. Cualquier Observador comprendía aquella agonía lenta imposible de frenar, es decir, la erosión de la mente por la falta de sueño. Por eso la fórmula era tan importante.
–Bueno, tiene que ser suficiente –pasé junto a ella en dirección a la puerta–. Esta es mi responsabilidad y…
–¡Al diablo la responsabilidad! ¡Estamos hablando de mi vida, Jack! –Chloe me sujetó por el hombro y me jaló hacia atrás para que quedara frente a ella. Deseosa de que observara la desesperación y el miedo que la invadían, se sacó la máscara por completo. Al encontrarme con su mirada, capté todo e intenté expresarle que realmente estaba de su lado.
No podía garantizarle que siempre lo estaría, pero, al menos por el momento, lo estaba.
Yo comprendía a la perfección la pesada responsabilidad que caía sobre mis hombros: no solo tenía en mis manos su destino sino también el de muchísimas otras personas, es decir, la vida de todos los Usurpadores sumada a la de la gente que ellos podrían destruir si no encontraba la forma de detenerlos.
Los Observadores de mi edad detestaban a los Usurpadores; en varios sentidos, éramos polos opuestos. Los Observadores aprendíamos cómo adaptarnos cuando estábamos en la mente de los Soñadores, intentando perturbarlos lo menos posible; los Usurpadores hacían lo contrario. Se apoderaban de los cuerpos de los que dormían y, por lo general, no dejaban más que escombros.
Sacudí aquellos pensamientos de mi cabeza. Hacía mucho tiempo que los Usurpadores eran mis enemigos, pero en este momento tenía que concentrarme en un aspecto diferente de nuestra relación: las similitudes. Al fin y al cabo, ellos eran Caminantes Nocturnos como yo y, sin importar cuánto los repudiara –a veces también a Chloe–, aún trataría de salvarlos. Papá se había sacrificado por Parker y por mí, y yo terminaría la tarea que él me había encomendado.
Pese a la rudeza que solía fingir Chloe, le temblaron los dedos cuando me sujetó por el brazo.
–Sé exactamente lo importante que es esto para ti, Chloe –pronuncié cada sílaba mientras caminaba lentamente hacia la puerta de la sala. Su mano cayó a un costado–. Por eso te pido por favor que me dejes hacer lo que necesito. Quiero mantener mi promesa.
Se abrió la puerta detrás de mí y me golpeó la parte trasera del zapato, pero no me volví al escuchar la voz de mi hermano.
–Eh, ¿interrumpo algo?
–No –di un paso hacia delante y moví el morral para que Parker pudiera ingresar. Cuando me volví, noté que su mirada estaba fija en mi bolsa de lona. Luego alzó la vista, yo saqué mi teléfono móvil y lo estudié como si escondiera un secreto fascinante.
–¿Vas a irte ahora mismo? –frunció el ceño con fuerza.
–Te lo dije ayer por la noche cuando regresábamos de la base –no lo miré mientras respondía.
–Sí –se frotó el mentón y agregó–: Dijiste lo mismo la noche anterior a esa y la anterior.
–¿De veras te vas a ir? –Finn, el mejor amigo de Parker, asomó la cabeza por la esquina. Sobre el ojo derecho, le caían mechones de cabello castaño rojizo.
–Si ustedes dos dejaran de bloquear la puerta –me quejé.
Apenas vio a Chloe, Finn se estremeció y retrocedió varios pasos. La estaba evitando –mejor dicho, estaba evitando el contacto visual con ella– lo mejor que podía. Desde que ella se había adueñado de su cuerpo, todo se había tornado demasiado incómodo y no me resultaba difícil comprender la razón.
Por supuesto que no bastaba con que el Soñador, en este caso Finn, cometiera el error de mirar a los ojos al Usurpador, sino que también tendría que dormirse inmediatamente y Chloe necesitaría recostarse, sin hacer contacto visual con nadie más, e ingresar en la versión de sueño de los Usurpadores, la cual se asemejaba a un ligero estado de coma. Aunque Finn sabía todo eso, no se sentía bien cuando estaba cerca de ella. Supongo que, una vez que alguien manipuló tu mente y utilizó tu cuerpo para intentar asesinar gente, no es tan fácil perdonar y olvidar.
Finn estiró el brazo y jaló a Parker de la camisa hasta apartarlo de mi camino. Pude echar una ojeada a la inscripción de su camiseta antes de que desapareciera de mi vista: Si la historia realmente se repite, me VOY a comprar un dinosaurio. Pese a que todavía no lo conocía muy bien, tenía que admitir que el chico era bastante divertido.
–De todas formas, ya sé adónde me dirijo ahora –guardé el teléfono en el bolsillo y ajusté el morral. Luego de que Chloe abandonó la habitación, cerré la puerta del laboratorio con llave y pasé junto a Parker.
–¿A dónde? –preguntó mi hermano con la expresión sombría mientras caminábamos por el pequeño vestíbulo. Incluso sin mirarlo a los ojos, adivinaba que se avecinaba una discusión.
Me volví para asegurarme de que Chloe no nos estuviera siguiendo. Me inquietaba que ella pudiera estar informándole nuestras novedades a los Usurpadores, a pesar de que no me había dado indicio alguno de que fuera así. Las primeras semanas la había vigilado bastante y había revisado su teléfono para verificar si había mensajes o llamadas de sus hermanos. Si Parker no hubiera decidido ayudarla una vez que se había separado del cuerpo de Finn, yo jamás le hubiese permitido que nos frecuentara, ya que era un riesgo muy muy grande…
–Algunos años atrás, papá y yo vivíamos en un tráiler en las afueras de Logandale –dije–. Necesito ir allí –murmuré la última parte para mis adentros–. Eso creo.
–¿Qué aportará ese viaje exactamente? –preguntó Parker.
–Hay tres números que ocupan el espacio de tres de los ingredientes de la fórmula y también aparece la palabra “sepultado”. Papá podría haber enterrado allí algo que yo debía encontrar más tarde –me acerqué a la mesada de la cocina y me recosté sobre ella, intentando que Finn no me empujara con el refrigerador.
–¿Así que crees que enterró una lista con la información que falta cerca de un tráiler? –Parker se hizo sonar los nudillos de la mano derecha.
–Quizás enterró su libreta de direcciones y debo hablar con sus contactos para obtener la información. O, tal vez no haya nada –me encogí de hombros–. Es simplemente un lugar para empezar.
–¿Podría haber sepultado los ingredientes? –Parker lucía incrédulo y yo no podía negar que compartía un poco su sentimiento.
–No lo sé, Parker –esto parecía un interrogatorio, por lo que suprimí las preguntas que podría formular a continuación–. Pienso que Danny… papá… no quería que nadie pudiera elaborar la fórmula sin mi ayuda, lo que es una póliza de seguro para ambos porque, si los Usurpadores se atreven a lastimar a alguno de los dos, quemaré todas las referencias para su fabricación y ellos morirán, lo cual me tiene sin cuidado.
Cuando me volví, vi a Chloe junto al umbral. Me echó un vistazo por encima del hombro de Parker y, al observar el sufrimiento en su expresión, me arrepentí de inmediato de mis palabras. No es que no opinara lo que había dicho, pero no deseaba que ella me escuchara.
Finn se desplazó hacia el otro extremo de la sala mientras un silencio incómodo se apoderaba del ambiente. Con la boca presionada con firmeza, Parker no pronunció palabra.
–De acuerdo, dame cinco minutos para empacar algunas cosas –suspiró finalmente mi hermano.
–No hace falta. Si todo sale bien, no me demoraré demasiado. Logandale está a tan solo una hora de distancia y te mantendré informado de las novedades –luego de sujetar las llaves de mi motocicleta, me encaminé hacia la entrada de la cochera.
–¿Quieres que me quede aquí? –Parker sacudió la cabeza con frustración.
–Por el momento, sí –me preparé para la discusión que se avecinaba–. ¿Podrías mover mi motocicleta y cubrirla con la lona? Seguramente está bloqueando el camino de tu madre y yo tengo que irme.
–Voy contigo –Parker sacudió la cabeza antes de que yo pudiera finalizar la pregunta.
–No –repliqué de manera tal que comprendiera que no había lugar para discusiones.
–Necesitas mi ayuda.
–Es cierto, pero no esta vez –le lancé las llaves de la motocicleta y él las atrapó instintivamente antes de que le golpearan el pecho. Aunque Chloe se había marchado, enfadada por mis palabras, continué bajando el tono de voz–. Me vas a ayudar más si permaneces aquí por si me lleva más tiempo del que pienso. Debes vigilar a Chloe y mantenerla fuera del laboratorio. Los Usurpadores están demasiado abatidos como para planear algo. La explosión de papá destruyó lo poco que había creado de Eclipse y su único acceso a la fórmula. Pero, como he afirmado, se están preparando para una batalla futura y necesitas estar atento a las señales.
Como parecía que Parker quería continuar con la discusión, me volví y me dirigí hacia la camioneta lo más rápido posible. Además, yo tenía razón, aunque él no quería admitirlo. Algo me decía que los Usurpadores no iban a perdonar y olvidar que papá había estallado la mitad de la base, la fórmula de Eclipse y a algunos de los Usurpadores que lo mantenían cautivo… Y a mí tampoco me lo dejarían pasar.
Me latía el corazón, provocándome un dolor vacío en el pecho y, de inmediato, aparté aquel pensamiento de mi mente.
No era nada cómodo vivir con un objetivo sobre las espaldas, pero era lo único que conocía. Papá me había enseñado a ser inteligente y a sobrevivir de esa manera. Él deseaba que Parker experimentara algo diferente, es decir, una vida más normal, y yo me aseguraría de que así fuera.
Al atravesar la cochera, tomé una pala y un poco de cuerda.
–Estás planeando sepultar gente, ¿verdad? –preguntó Finn con voz alegre detrás de mí.
–Tal vez… o desenterrarla.
Debieron adivinar que no estaba para bromas porque nadie comentó nada más.
Lancé un gruñido mientras alzaba todas las cosas y las colocaba en el asiento de pasajeros de la camioneta blanca que habíamos robado de la base de los Usurpadores. Al enterarme de que Mason, uno de los prisioneros que habíamos rescatado, no había destruido el vehículo como habíamos planeado, le pedí que me la devolviera. Me resultaba muy útil cada vez que mi motocicleta no era suficiente.
Eché una ojeada por el patio para ver si Chloe estaba en algún sitio. Quería despedirla rápidamente, pero no había rastros de ella. No me sorprendía que hubiera desaparecido nuevamente. Durante el último mes, había aprendido que ella tendía a aparecer y desaparecer cuando lo deseaba y sin previo aviso.
En ese aspecto, era bastante parecida a mí.
Cuando me acerqué al vehículo, Parker estaba apoyado contra la puerta del conductor.
–¡Cuídate mucho! –expresé mientras le daba un rápido abrazo que también me permitió que se moviera de aquel sitio–. Saben quién eres, pero probablemente teman tomar represalias, están desesperados por recuperar Eclipse. Seguro piensan que somos las únicas personas que sabemos cómo fabricarla.
–Tú eres el único que puede tener una idea –Parker retrocedió con el ceño fruncido–. Esa fórmula que te dio papá está en chino para mí.
–Primero, ellos no saben que tú no la comprendes, así que por favor no se los digas –nivelé mi mirada con la suya, obligándome a no reaccionar–. Y segundo, sin los últimos tres ingredientes la fórmula no tiene sentido ni para mí.
–Cierto –Parker no se movió de donde estaba, yo no podía cerrar la puerta y marcharme–. ¿Estás seguro de que no puedes esperar otro día y de que no puedo ir contigo? Tengo muchas preguntas y me prometiste que me contarías más sobre pa…
–Estoy seguro –lo aparté del camino con el brazo y cerré la puerta–. Más adelante tendremos tiempo para las preguntas y respuestas… una vez que termine esto.
Estiré el cuello hacia un costado, intentando no prestar atención al sufrimiento que mi hermano trataba de ocultar. Esta conversación era muy complicada y yo estaba ansioso por partir. Además, estaba agotado, hacía demasiado tiempo que no dormía en el sueño de un Constructor. Addie, la hermana de Finn, era la única Constructora que conocía en la ciudad y, desde que Parker y ella habían resuelto sus problemas sentimentales, me resultaba incómodo intervenir entre ellos. Sin mencionar que ella estaba ocupada siendo su Constructora.
Mientras más tiempo pasaba con Addie, ya sea despierto o dormido, más tenía que recordarme que ella no estaba disponible. Trataba de evitar sus sueños hasta que la cosa se tornaba demasiado difícil. Pese a que su amiga Mia no era una Constructora, sus sueños inducidos por auto hipnosis me habían ayudado más de lo que esperaba. Pero, aun así, no como los de los Constructores.
Para poder descifrar la fórmula de papá, necesitaba estar alerta y descansado, lo cual equivalía a que, luego de verificar el terreno de Logandale, me dirigiría al campamento rebelde de los Caminantes Nocturnos en Cypress Crest para ver a Libby. Estaba verdaderamente cansado y ella era la mejor Constructora que había conocido. Además, la echaba de menos. Desde que éramos pequeños, nunca nos habíamos separado durante tanto tiempo y me resultaba muy extraño no verla desde hacía dos meses.
Y con la relación de Parker y Addie, y el reciente romance entre Mia y Finn, últimamente todo se estaba tornando demasiado acaramelado… Otra razón por la que necesitaba alejarme de allí.
Sin embargo, tenía que admitir que valía la pena observar a Chloe cerca de Addie y de Mia. Cada vez que ellas se le acercaban, se ponía rígida y las miraba con precaución, como si temiera que la pudieran ablandar por accidente.
Si me hubiera preguntado a mí, yo le habría respondido que le venía bien un poco de suavidad. Tal vez esa era la razón por la que nunca me había preguntado.
–Bueno, será mejor que me vaya –eché un vistazo a Parker a través del vidrio de la ventanilla–. Llevo mi teléfono. Mantenme informado y ten cuidado.
Él asintió a regañadientes y retrocedió un par de pasos.
Saludé a Finn y puse la camioneta en marcha atrás. El vehículo no era nada lujoso, pero me pertenecía, y lo había asegurado con placas nuevas luego de que Mason me lo devolviera. Me parecía la mejor opción para esta misión, ya que no sabía ni qué ni a quién podría traer de regreso conmigo. Además, si la paranoia de papá alargaba y complicaba mi tarea, podría dormir en el asiento trasero.
–Entonces, faltan tres piezas, ¿eh? –Parker se acercó a la ventana y yo mantuve el pie sobre el freno.
–Así es.
–¿De veras crees que podrás descifrar este acertijo?
Lancé un resoplido y se empañó el indicador de velocidad. Aquella pregunta hizo que se me tensionaran todos los músculos del cuerpo. Si teníamos la llave para ayudar a que los Usurpadores durmieran y, por lo tanto, sobrevivieran, probablemente llegaríamos a un acuerdo. De esa forma, la Sociedad de los Caminantes Nocturnos podría convertirse en lo que estaba destinada a ser desde su fundación: un refugio para las personas que vivían en un mundo de pesadillas y un sitio para acceder a una vida que valiera la pena vivir, es decir, lo que papá deseaba… y lo que yo también creía que debía ser.
–Papá pensaba que podría hacerlo –tragué saliva y miré fijamente a mi hermano.
De inmediato, sentí un dolor profundo en el corazón. Parker se había acostumbrado durante años a la idea de no volver a ver a papá, mientras que yo, por el contrario, había tenido solo un mes… y el enorme hueco que él había dejado no parecía estar cicatrizando muy rápido. –Supongo que su fe en mí tendrá que ser suficiente –agregué.
–Eso es suficiente para mí –Parker me dio un último apretón en el hombro.
Jack
Tardé una hora en llegar a Logandale y otra media hora más en hallar el terreno donde teníamos el tráiler cuando vivíamos allí con papá. Poco tiempo después de la muerte de mi madre, él había regresado a Cypress Crest para retirarme del campo rebelde y, al dirigirnos a aquel sitio en el medio de la nada, yo me había preguntado qué planeaba hacer conmigo.
Tomé la pala del asiento de pasajeros y salté del vehículo. Los matorrales habían crecido muchísimo desde la última vez que había estado aquí. Un arbusto en particular, detrás del que solía ocultarme cuando papá me lo pedía, continuaba en la misma posición. Aún podía oír sus aullidos resonando a través del aire y rebotando sobre la tierra vacía: Jack, ahora mismo… CORRE.
Ocurría con frecuencia; a veces porque alguien se dirigía hacia nosotros, y otras veces, porque simplemente quería probarme.
De todas maneras, me había convertido en un experto de las escondidas.
Me resultaba muy extraño referirme abiertamente a Danny como mi papá. Siempre supe que lo era, ya que no era un secreto, pero jamás lo habíamos hecho público. A algunas personas les decía que estaba cuidando al hijo de un amigo y a otras, que me estaba entrenando; según la situación, elegía la mentira más apropiada.
Pero él nunca me permitía llamarlo “papá”, ni siquiera en privado, porque temía que luego se me escapara frente a la gente. Parker era el único que lo hacía sentirse vulnerable; todos sabían que era su hijo, su punto débil, y tenía terror de que lo pudieran lastimar para vengarse de él.
No podía dejar que sus enemigos supieran que tenía más de un hijo.
Recordaba muy bien la única vez que lo había llamado “papá”. Tenía ocho años. Había tardado menos de tres segundos en alzarme del suelo y presionarme contra la pared.
–¡Danny, papá no! –había gruñido mientras miraba por encima de sus hombros, pese a que estábamos solos–. Jamás me digas papá… ¿de acuerdo?
Me ardían los pulmones, pero, cuando finalmente logré asentir, estaba orgulloso de haber controlado mis emociones.
Había sido bastante severo, pero su táctica había funcionado, ya que jamás volví a cometer el mismo error.
Inspeccioné el terreno, tratando de recordar cómo se encontraba cinco años atrás, la última vez que lo había visitado. A tres metros de distancia divisé los restos del fogón improvisado, donde tantas veces habíamos cocinado nuestra comida. A tres metros de distancia hacia mi izquierda, estaba el sitio en el que papá había colocado el blanco para enseñarme a lanzar una honda, luego una pistola de aire comprimido y, por último, un cuchillo. Aproximadamente a un kilómetro y medio hacia la izquierda por sobre la colina, había armado un campo de tiro y me había enseñado cómo disparar un rifle y un revólver. Pese a que era el lugar en el que habíamos estado mayor tiempo, casi todas nuestras huellas se habían esfumado. ¡Qué rápido borraba la madre naturaleza los pasos que habíamos dejado atrás!
Me dejé llevar por mis pies dentro del lote hasta un punto despejado en el que no habían crecido hierbas ni flores silvestres; la belleza de la tierra no había surgido allí. Un recuerdo vívido regresó a mi memoria: papá había vertido tanta sal de roca en ese sitio que probablemente nada volvería a crecer. Esbocé una sonrisa y sentí una presión agridulce en el pecho. Ni siquiera la naturaleza podía borrar a papá por completo.
Se levantó una leve brisa que esparció polvo alrededor de mis zapatos. Aún podía ver a papá en el otro extremo del terreno vacío, enseñándome a luchar y a matar.
–Atácame desde arriba –se había arrodillado, esperando a que me le acercara, con la mirada alerta y preparada para cualquier agresión, pese a la expresión sombría y extenuada de sus ojos.
Yo lo había rodeado, con las manos hacia arriba, mientras analizaba su mirada, su cuerpo y su rostro en busca de su punto débil. Encuentra el punto débil y triunfarás. Me había enseñado esa lección una y otra vez. Todos teníamos una debilidad.
Luego había observado cómo arrastraba levemente el pie derecho, la casi imperceptible pista de que algo andaba mal. El día anterior, un grupo de Usurpadores lo había acorralado. Sabía que se había librado una batalla pero, al regresar, me había afirmado que todo estaba bien. De inmediato, me había incorporado, dejando caer las manos y dando un paso hacia adelante.
–¿Te lastimaron?
Antes de que pudiera dar un respiro, se había abalanzado sobre mí y yo había alzado el brazo justo a tiempo para frenar el golpe. Pero, a continuación, había lanzado una patada con el pie derecho, que segundos atrás llevaba arrastrado, tumbándome de espaldas contra el suelo y cortándome la respiración con el antebrazo.
Había luchado contra él con todas mis fuerzas, deseoso de recuperar el aire que necesitaba, pero tenía solo once años y él me superaba en musculatura, rapidez y habilidad. Como de costumbre, no me liberó hasta que se me nubló la visión y mi cuerpo comenzó a temblar por el ansia de oxígeno.
Sin dejar de toser, había rotado hacia un lado para enfrentarlo, mientras el dulce aire ingresaba en mis pulmones y corría por mis venas.
Él caminaba frente a mí, completamente recuperado de su leve cojera. Al lograr ponerme de pie, me palpitaba la cabeza.
–¿No… no te lastimaron? –aún mareado, apoyaba los brazos sobre las rodillas para recuperar el equilibrio.
–No –parecía un poco triste y yo me preguntaba si lo habría desilusionado mucho.
–Entonces, ¿por qué…?
–Jack –sacudía la cabeza mientras lanzaba un suspiro–. Andaba detrás de tu punto débil.
Al adentrarme en el terreno cubierto de hierbas, escuché una débil pisada detrás de mí. Abruptamente, mis instintos me trasladaron por completo al presente. Había alguien más aquí, en este preciso instante, y la situación me ponía los pelos de punta.
Di otro paso hacia adelante con la misma indiferencia previa, pero esta vez centré la atención en quienquiera que fuera mi asediador. Pateé una roca del camino y observé cómo rebotaba, mientras depositaba la pala en el suelo.
A la izquierda… un crujido de la tierra. Luego un paso amortiguado… y otro. Aguardé un segundo más a que se acercara y… ya.
Me volví de cuclillas y tomé los pies con calzado deportivo que tenía enfrente. No reconocí los cordones color violeta intenso hasta que logré incorporarme de un salto.
Chloe cayó de espaldas fuertemente y la presioné contra el suelo antes de que pudiera reaccionar. Me miraba conmocionada, mientras intentaba recuperar el aire del que yo la había privado. Llevaba un mechón rubio sobre las pestañas oscuras y parpadeó para tratar de removérselo del rostro.
Estiré el brazo y le retiré el mechón hacia un costado. Mi actitud la tomó desprevenida, pero me observó detenidamente con la respiración entrecortada. Mi corazón comenzó a latir con más velocidad y, de inmediato, me aparté de ella. Chloe era muy lista y ya sabía cómo meterse bajo mi piel.
Yo no le quería demostrar que contaba con muchísimas más formas de hacerlo.
–¿Qué estás haciendo aquí? –pregunté en voz baja. Tuve que hacer un gran esfuerzo para contener la furia y la culpa que me provocaba verla hacer una mueca de dolor y frotarse la parte trasera de la cabeza.
–¿Qué crees, genio? ¿Que me escabullí en la parte de atrás de la camioneta porque me encanta el olor a aceite y a tapicería antigua? –luchó por incorporarse con ayuda de los codos–. Vine a ayudar.
–No deberías haber venido –salté sobre mis talones y le ofrecí una mano. Ella la miró fijo, pero se puso de pie por su cuenta.
–Permíteme ayudar –en el lado derecho de la cabeza, noté que tenía una hierba enredada en el cabello. Durante unos instantes, traté de decidir si sería una buena idea volver a tocarla.
Desplazó el peso hacia un costado y se frotó las manos contra los pantalones para quitarse la suciedad.
–¿Qué estás mirando? –preguntó finalmente, sin apartar los ojos de mí.
Luego de gruñir para mis adentros, le aproximé la mano y ella se paralizó mientras me observaba con cautela.
Di otro paso hacia adelante, le sujeté el hombro con los dedos y tomé la pequeña hoja. Una vez que se la aparté, la sostuve delante de sus ojos antes de botarla.
–¿Por qué?
–¿Por qué qué? –se aclaró la garganta dos veces.
–¿Por qué querrías venir conmigo? –continuaba sintiendo el calor de la piel de sus hombros sobre la mano. Después de unos segundos, la dejé caer a un costado.
Ella se inclinó, moviendo la cabeza de arriba hacia abajo para desprenderse de las hierbas y tierra restantes. Luego se incorporó y, de un momento a otro, quedamos demasiado cerca, pero yo no iba a ser el que se apartara primero.
–Porque quiero asegurarme de que no desaparezcas ni te eches atrás, Jack –respondió finalmente–. Esto es muy importante para mí… para todos nosotros.
–¿Confías en alguien? –suspiré yo.
–No.
–¿Por qué no regresas con tu familia? –la observé en busca de alguna reacción. Luego de controlar sus pasos durante la primera semana, me había rendido y, finalmente, asumido que mis opciones eran o dejarla partir y, si nos traicionaba, negarme a salvar su vida con la nueva fórmula, o bien amarrarla para vigilarla las veinticuatro horas. Pero no tenía tiempo para llevar a cabo la segunda opción y, además, a la mamá de Parker no le agradaría que llevara una prisionera a su casa.
–Yo… –apartó la vista al mismo tiempo que retrocedía y me daba la espalda–. Necesito asegurarme de que no te olvides de nuestro trato.
–De acuerdo, pero si llegas a interponerte en mi camino o a demorarme…
–No lo haré –me miró por encima de su hombro con una repentina sonrisa.
–No me refiero a si lo harías, sino a cuándo –murmuré, luego de levantar la pala, mientras me encaminaba hacia el sitio donde alguna vez había estado el tráiler.
Noté que Chloe me había escuchado por la expresión de desagrado que se reflejaba en su rostro.
–Detesto interrumpir, pero ¿vas a caminar todo el día con la mirada fija en la tierra o vamos a tratar de hacer algo productivo? –señaló el área en la que me había detenido minutos antes.
–Vamos a hacer algo productivo –presioné con fuerza los nudillos contra la cabeza, luchando contra el torbellino de recuerdos que amenazaba con envolverme y destruir lo poco que quedaba de mí.
–¿Qué cosa? –se cruzó de brazos.
–Vamos a cavar y no sé cuál será la profundidad del pozo –mi voz brotó más sombría de lo que deseaba, pero su actitud me estaba molestando y recién empezábamos.
»Comenzarás tú –cuando se me acercó, le pasé la pala mientras hacía una mueca con el rostro.