Dirección de la obra: José M. Parramón Vilasaló

En el país de los

hindúes

Texto: Jesús Ballaz

Ilustraciones: Montse Tobella

Bikna, el niño hindú

Bikna está sentado a la puerta de su sencilla casa de ladrillo. No hay muchas casas de ladrillo en su aldea. Otros hindúes, la gran mayoría, viven en sencillas viviendas con las paredes de adobe, es decir, de barro secado al sol.

Delante de Bikna, se extienden los campos de arroz.

Casi a los pies de Bikna pasa, mansamente, el sagrado río Ganges.

El río se divide en muchos brazos antes de desembocar en el golfo de Bengala.

Junto al niño está su abuelo Madhusudar. Permanece pensativo. Como si durmiera. Tal vez está meditando; los indios o hindúes, que con los dos nombres se les puede llamar, son un pueblo que es muy dado a la meditación.

Bikna y su abuelo son de la raza aria, una raza muy parecida a la de los europeos. No es una raza mongoloide, parecida a la raza china, ni drávida como la del sur de la India. Ésas son las tres razas principales del inmenso país hindú.

La vida en la aldea

Bikna vive en una pequeña aldea, situada en las orillas del río Ganges.

Las casas de la aldea están resguardadas del fuerte sol por grandes árboles. Éstos extienden sus ramas por encima de los tejados.

En la India, hay miles de aldeas como la de Bikna. Van disminuyendo porque mucha gente se va a vivir a las ciudades. Pero todavía hay muchísimos agricultores.

En todos los pueblecitos comen arroz y se sienten igualmente indios aunque hablen diferentes lenguas y tengan diversas religiones.