El Rincón del Pintor. Pastel
Dirección editorial: Ma Fernanda Canal
Edición: Tomàs Ubach
Textos y coordinación: David Sanmiguel
Realización de los ejercicios: Vicenç Ballestar, David Sanmiguel e Yvan Viñals
Diseño de la colección: Josep Guasch
Maquetación y compaginación: Josep Guasch
Fotografías: Nos & Soto
Archivo ilustración: Ma Carmen Ramos
1ª edición: Marzo 2001
© ParramónPaidotribo
Derechos exclusivos de edición para todo el mundo
www.parramon.com
E-mail: parramon@paidotribo.com
ISBN: 978-84-342-2275-5
ISBN EPUB: 978-84-342-4215-9
Depósito legal: B-803-2001
Agradecimientos
Parramón Paidotribo quiere manifestar su agradecimiento a Irene Jiménez por su colaboración y a Talens por su amable cesión de utensilios de dibujo.
Sumario
Presentación
– BREVE HISTORIA DE LA PINTURA AL PASTEL
Los precursores
Rubens, maestro del dibujo barroco
El siglo XVIII
Los grandes maestros
Un procedimiento popular
El pastel realista del siglo XIX
El esplendor de una técnica: el Impresionismo
El divisionismo
La evolución del siglo XX
Los grandes nombres del siglo XX
– LOS MATERIALES DE LA PINTURA AL PASTEL
Naturaleza de los colores
Tipos de pasteles
Surtidos
Criterios para elegir los colores
Organización de los colores
Cabos sueltos
Papeles
Papeles de colores
Consideraciones acerca del color del papel
Material auxiliar
Coordinación de materiales
El estudio
– LA TÉCNICA Y EL PROCESO
Difuminados
Borrados
Difuminados en un paisaje
Trazos y manchas
Trazos y manchas en un bodegón
Color y dibujo
Dibujo coloreado
De la grisalla al color
El color armónico
Las gamas cromáticas
Paisaje de entonación armónica
El color contrastado
Valores y colores
Color contrastado en un ramo de flores
La técnica y el estilo
La cuestión del fijado del pastel
– LA PRÁCTICA DEL PASTEL
Naturaleza muerta: de la grisalla al color
Paisaje mediante difuminados
Paisaje mediante trazos y manchas de color
Paisaje en colores armónicos
Contraste de colores
Síntesis de técnicas: trazos y difuminados
El arte del desnudo
Realización de un retrato
Técnica y proceso del apunte: escena de un mercado
Técnica y proceso del apunte: un dromedario
Técnica y proceso del apunte: una bailarina
Otros libros de la Editorial sobre pintura al pastel
Presentación
El pintor experimentado sabe muy bien que no cabe distinguir entre procedimientos pictóricos fáciles y difíciles. El objetivo del artista será siempre la excelencia de la obra, y esa nunca ha sido una meta a la que se pueda llegar tomando atajos. Dicho esto, hay que añadir que ciertos procedimientos y técnicas permiten al artista no iniciado una introducción más natural en la pintura artística.
La pintura al pastel es, en buena medida, una prolongación del dibujo. El pastelista no emplea tubos de color ni pinceles ni disolventes, sino que colorea con trazos, sustituyendo el lápiz o el carboncillo por barras de color. Si es verdad que el dibujo constituye la base de toda actividad artística, también puede decirse que la pintura al pastel es la vía de acceso más lógica a la expresión pictórica.
Este libro es una completa guía pedagógica de iniciación y perfeccionamiento en las técnicas específicas de la pintura al pastel. Tras una breve introducción histórica, esta obra ofrece un amplio repaso a los materiales necesarios para pintar al pastel y detalla la forma en que deben ser utilizados. A continuación, se explica en la práctica como debe emplearse el color: los difuminados, los fundidos, las grisallas y todos los recursos al alcance del pastelista. La última sección del libro enseña cómo realizar todo tipo de temas al pastel, desde la naturaleza muerta hasta el retrato, pasando por el paisaje, el desnudo y la toma de apuntes. Estas secuencias paso a paso son la mejor guía disponible tanto para iniciarse como para profundizar en la práctica de este atractivo procedimiento pictórico.
Breve historia de la pintura al pastel
De ser un procedimiento aparentemente menor, el pastel pasó a ser uno de los favoritos para los grandes artistas de la pintura europea. Desde el siglo XVII y hasta su apogeo en el siglo XIX se convirtió en uno de los procedimientos básicos de la expresión artística.
La pintura al pastel es relativamente moderna si se compara con otros procedimientos pictóricos considerados clásicos en la historia del arte. Su aparición es posterior a la del resto de los procedimientos con excepción de la acuarela. Se convirtió de un recurso incipiente, derivado del carboncillo y utilizado para tomar apuntes previos a la realización de una obra, en uno autónomo y de innumerables posibilidades. A ello contribuyó la prolífica fabricación de colores, que permitió un tratamiento artístico tan rico como el de la acuarela o el óleo. La particular calidad del pastel, de apariencia muy mate y aterciopelada, es una de sus grandes cualidades estéticas. La viveza de sus colores y la encantadora sutileza de sus matices atrajeron a los pintores, en su mayoría retratistas, de los siglos XVII y XVIII y a los exigentes observadores de los fenómenos luminosos y atmosféricos que fueron los impresionistas del XIX. A las cualidades artísticas del pastel, demostradas a lo largo del tiempo, hay que añadir la comodidad de un procedimiento inmediato, sin agua ni disolventes, que se adapta tanto al trabajo abocetado al aire libre como a la paciente elaboración en el estudio.
A partir del siglo XVII muchos artistas comprendieron las posibilidades expresivas del pastel.
Los precursores
El Renacimiento italiano supuso una gran revalorización del dibujo. Los artistas no sólo realizaban dibujos como estudios de preparación de sus grandes pinturas, sino también como obras válidas por sí mismas. El valor de estas piezas se demuestra en que pasaban de mano en mano, de taller en taller, y servían de modelo para generaciones enteras de pintores. Han llegado hasta nosotros muchos estudios y apuntes (en su mayoría desnudos y retratos) realizados con carboncillo, sanguina, creta, pluma y punta metálica. Precisamente la sanguina (una tiza roja) y la creta (de color blanco y pardo) fueron las precursoras del pastel. Artistas italianos como Verrocchio y su alumno Leonardo da Vinci, Botticelli, Piero della Francesca, Rafael o Tiziano, y flamencos como Jan van Eyck o Roger van der Weyden, por citar sólo algunos, consiguieron dotar al dibujo de categoría artística suprema. Es posible que “el arte de los colores secos” (es decir, los colores al pastel), del que habla Leonardo en sus escritos, incluyera muchos más tonos que esos rojos, blancos y pardos de que hoy tenemos constancia.
LOS MATERIALES DE DIBUJO
Los artistas del Renacimiento y Barroco (siglos XV, XVI y XVII) consiguieron una gran expresividad gráfica y tonal en el dibujo empleando muy pocos materiales. Algunos de ellos todavía son utilizados por la mayoría de pastelistas actuales: la llamada piedra negra (de trazo casi idéntico al lápiz de carbón moderno) se empleaba para los contornos y las sombras profundas, la sanguina para los sombreados medios y la creta blanca para realzar brillos y reflejos.
Rubens, maestro del dibujo barroco
Rubens realizó miles de bocetos, estudios y dibujos preparatorios para cuadros que después pintaría con la ayuda de sus discípulos, puesto que la gran cantidad de encargos que recibía le impedía realizar sus pinturas íntegramente. Estas obras maestras, que se caracterizan por el gesto vivaz y la fuerte sugestión cromática, son, además, un magnífico ejemplo de cómo se pueden obtener los máximos resultados con sólo tres lápices o colores (piedra negra, sanguina y creta blanca). Rubens impuso un estilo de dibujo que fue seguido por todos sus sucesores y que en la Francia del siglo XVIII recibió el nombre de “dessin à trois crayons” (dibujo con tres lápices). Casi todos los recursos técnicos del pastelismo moderno se encuentran ya en esas obras.
PAPELES TEÑIDOS
Rubens, como muchos de los grandes renacentistas, dibujaba sobre papeles ligeramente teñidos de amarillo, rosa, gris o azul, extendiendo una fina capa de cola sobre el papel y espolvoreando pigmentos finamente molidos. Estos fondos coloreados permitían sacar el máximo partido a los realces de blanco y contribuían a dar una entonación general a la obra que acentuaba sus efectos pictóricos. Herederos de esa técnica son los modernos papeles de colores para pintura al pastel; hoy en día, las gamas disponibles son mucho más extensas, pero los refinados efectos cromáticos logrados por aquellos maestros no han sido nunca superados.
El siglo XVIII
Es en el siglo XVIII cuando la pintura al pastel adquiere su mayor esplendor. Ya en la segunda mitad del siglo anterior esta técnica se había consolidado como un arte de máxima categoría, especialmente en Francia, durante la monarquía absoluta, donde numerosos mecenas ilustrados se convirtieron en protectores de las artes. Grandes artistas de la época hicieron de la pintura al pastel la marca de su estilo. Es en este momento cuando aparecen los colores pastel tal como hoy los conocemos y los pintores aprovecharán para sacar el máximo partido de ello. Nunca la exquisitez de un procedimiento pictórico alcanzaría cotas tan altas como entonces: el mundo idílico de las figuras alegóricas, la fastuosidad de los retratos cortesanos y, sobre todo, la figura femenina, tan adecuada para ser tratada con la suavidad del pastel, proporcionaron una cantidad innumerable de bellísimas obras artísticas.
CUANDO EL PASTEL IMITABA AL ÓLEO
La manera de emplear el pastel se fue acercando cada vez más al tratamiento propio del óleo. Tanto que, mirando algunos de los retratos realizados por los grandes pastelistas de los siglos XVII y XVIII, resulta muy difícil discernir si se trata de una pintura al óleo o al pastel. Esto es así porque los pintores fueron descubriendo y sacando todo el partido de las posibilidades de la nueva técnica. Los tratamientos otorgados al pastel consiguieron representar con la máxima verosimilitud e intensidad (como en el óleo) cualquier superficie, textura, volumen, luz o carnación. Fue el prestigio de gran pintura al óleo lo que impulsó a los pastelistas a obtener el máximo rendimiento pictórico (realista y decorativo al mismo tiempo) de un medio que empezaba a recibir la atención de los grandes mecenas.
Los grandes maestros
Muchos nombres se podrían citar como maestros de la técnica del pastel entre los siglos XVII y XVIII, pero entre ellos, ya por su condición de pioneros, ya por su habilidad, no se pueden obviar creadores tan importantes como los siguientes. Charles Le Brun (1619-1690), fundador de la Academia Francesa, fue uno de los primeros en tratar el pastel como pintura más que como dibujo; fue autor de grandes retratos cortesanos, entre ellos algunos del rey Luis XIV. Joseph Vivien (1657-1734), que ostentó el significativo título de “pintor al pastel”, también fue un artista cortesano que logró un gran prestigio al mostrar toda la pompa y el lujo de la vida de la corte. Rosalba Carriera (1675-1757), una de las retratistas más delicadas de la historia, nos legó una serie de figuras femeninas que marcaron un estilo en su época por sus detalles, riqueza cromática y ligeras texturas. Quentin de La Tour (1704-1788), maestro dedicado toda su vida al pastel, realizó elaboradísimos pasteles de grandes dimensiones con una precisión en el detalle que rivaliza con las más minuciosas pinturas al óleo. Otros grandes pintores de la época que trabajaron con pasteles, aunque no fueran propiamente pastelistas, fueron Watteau (1684-1721) y Boucher (1703-1770), máximos exponentes de la estética Rococó.
LA PERVIVENCIA DE UNA TÉCNICA
Juntamente con la efusión artística que resultó de la aparición de los colores al pastel en el siglo XVIII