El Rincón del Pintor. Acuarela
Dirección editorial: María Fernanda Canal
Textos y coordinación: José Gaspar Romero y David Sanmiguel
Realización de los ejercicios: Viceng Ballestar, Mercedes Gaspar, José Gaspar Romero.
Diseño de la colección: Josep Guasch
Maquetación y compaginación: Josep Guasch
Fotografías: Nos y Soto
Archivo ilustración: Ma Carmen Ramos
Segunda edición: julio 2003
© ParramónPaidotribo
Derechos exclusivos de edición para todo el mundo
www.parramon.com
E-mail: parramon@paidotribo.com
ISBN: 978-84-342-2252-6
ISBN EPUB: 978-84-342-4214-2
Depósito legal: B-30.765-2003
Sumario
Presentación
– UN POCO DE HISTORIA
Un procedimiento muy antiguo
Papiros y pergaminos
Un maestro: Durero
Acuarela y temple
Turner y el esplendor de la acuarela
El nacimiento de la acuarela moderna
El siglo xx
Una peculiaridad
– CON QUÉ SE TRABAJA
Pinceles
Características
Tipos de pinceles
Tamaños
Conservación del pincel
El papel de acuarela
Tipos de papel
El tensado
Hojas en blocs y hojas sueltas
La paleta y los colores
Restauración de la blancura de la paleta
La elección de las acuarelas
Acuarela húmeda en godets
Acuarela cremosa en tubo
Frascos de acuarela líquida
Para pintar al aire libre
El caballete de campaña
Material auxiliar
Carpeta o tablero
Silla de campaña
El estudio
La iluminación
Recipientes y accesorios
Un caballete en el estudio
Mesa de trabajo
Conservación de la obra
– EL COLOR Y SUS MATICES
Algo sobre teoría del color
Colores primarios
Colores secundarios
Mezclas entre primarios y secundarios
Mezclas de colores en proporciones distintas
El color pictórico
El contraste pictórico
Contraste entre complementarios
Los colores cálidos
Fríos
Quebrados
La gama de colores
Paleta profesional
Paleta de iniciación
Inestabilidad de algunos colores
La cuestión del blanco
Tipos de colores
Transparentes
Opacos
Tintóreos
Algunos colores especiales
Intensidad del color húmedo
– EMPEZANDO A PINTAR
Dibujando primero
Atención a la perspectiva
El dibujo-pintura
Transparencia y opacidad
Colores opacos
Agua y transparencia
Para aclarar y oscurecer un color
Pintura sobre húmedo
Veladuras
Posición del papel
Apertura de blancos sobre húmedo
Trabajando sobre húmedo
La entonación del color
Degradados sobre seco
Degradados sobre húmedo
Aplicación de degradados
La técnica en seco
Las reservas
Con goma líquida
Reserva con color sólido
Degradados y reservas
La técnica del pincel seco
Contraste y atmósfera
Técnicas auxiliares
Rascados y surcos
Empleo de disolventes
Texturas con sal
Salpicaduras
Correcciones
– LA PRÁCTICA DE LA ACUARELA
Nubes en el crepúsculo
Bodegón de otoño
El pincel de pelo de marta
Retoques
Flores
Sobre seco y sobre húmedo
Reflejos en el agua
El blanco de la barca
Reflejos en un lago
La aguada inicial
La simetría de los reflejos
Yates en un puerto deportivo
Reflejos
Figura desnuda
Últimos detalles
Un retrato
Captación del parecido
Retrato acabado
Composición de un paisaje urbano
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Presentación
De entre todos los procedimientos pictóricos, la acuarela es el que cuenta con mayores simpatías entre los aficionados sin demasiada experiencia en pintura artística. Parece una técnica sencilla e inmediata, que no encierra grandes secretos técnicos y que, por encima de todo, da lugar a obras brillantes y sumamente atractivas. La pintura a la acuarela, en efecto, puede propiciar obras de una incomparable gracia pictórica, de una riqueza de color y ligereza de factura imposibles de conseguir por ningún otro procedimiento. Pero esa ligereza esconde una técnica muy precisa que exige del artista seguridad en el trazo y experiencia en el manejo del color.
Este libro ofrece al lector la oportunidad de descubrir los medios y las técnicas de que se vale el profesional de la acuarela para ejercer todo su poder creativo. Tras una breve introducción histórica, esta obra ofrece un amplio repaso a los materiales necesarios para la práctica de la acuarela y detalla la forma en que deben ser utilizados. A continuación, se explican en la práctica, una por una, las particularidades que entraña el empleo del color: las aguadas, las reservas, el trabajo sobre seco y sobre húmedo y todos los recursos al alcance del acuarelista.
La última sección del libro muestra cuáles son los procesos que deben seguirse para realizar todo tipo de temas, desde la naturaleza muerta hasta la pintura de desnudos, pasando por los paisajes, las marinas y la toma de apuntes del natural. Estas secuencias paso a paso son el mejor estímulo y guía que el aficionado o el profesional puede encontrar tanto para iniciarse como para profundizar en la práctica de este maravilloso procedimiento pictórico.
Un poco de historia
La técnica fundamental de la pintura a la acuarela se conocía ya en el antiguo Egipto y era practicada también en la Edad Media por los iluminadores de manuscritos. Durante los siglos siguientes, la acuarela quedó relegada a un segundo lugar por el predominio de la pintura al óleo. La edad de oro de la acuarela tuvo lugar en Inglaterra entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. Y llega hasta nuestros días tras un largo recorrido histórico jalonado por numerosas obras maestras.
La pintura a la acuarela ya constituía una técnica habitual en la antigüedad y durante la Edad Media como procedimiento de pintura mural, y en la iluminación de manuscritos; y aunque la composición de las primitivas acuarelas no era la misma que la actual, las características básicas del procedimiento y su modo de empleo resultaban idénticos a los de hoy en día. A partir de la invención de la pintura al óleo, la acuarela empezó a considerarse un procedimiento secundario y, evidentemente, anticuado; pasó a ser, junto con sus derivaciones a la aguada, el temple o el guache, un medio para realizar bocetos que ulteriormente derivaban hacia grandes obras al óleo. Pero esta situación cambió a principios del siglo XIX, cuando se la reconoció como un procedimiento artístico independiente por derecho propio y fue defendida por numerosos artistas cultivadores del género, que bien pronto pusieron en evidencia la riqueza y expresividad de este medio, que se bastaba a sí mismo para lograr los más altos objetivos artísticos. Desde entonces, el acuarelista es un pintor que recibe la misma consideración que cualquier otro creador plástico. Además, la acuarela ha ejercido una innegable influencia en la evolución de los diversos estilos de pintura moderna. Pintores de la talla de Turner o Jonkind, precursores del Impresionismo, son celebrados igualmente como acuarelistas y pintores al óleo; y pioneros del arte abstracto como Kandinsky emplearon la acuarela como medio de exploración de las posibilidades artísticas de una nueva estética.
La acuarela ha ejercido una innegable influencia en la evolución de los diversos estilos de pintura moderna, desde el Impresionismo hasta el arte abstracto.
Un procedimiento muy antiguo
La acuarela era una técnica conocida por los egipcios desde el siglo II a.C. Empleaban pigmentos naturales como el lapislázuli (una piedra azul), tierras ocres y rojas o huesos calcinados para decorar sus templos y monumentos funerarios. Estos hermosos colores, aplicados mediante una técnica prácticamente idéntica a la moderna acuarela, exhiben aún hoy una frescura que sigue asombrando, tanto al profano como al entendido, después de siglos de haber sido ejecutados. La acuarela cobró una considerable vigencia en la Edad Media: la ilustración con agua y pigmentos fue el medio básico empleado por los miniaturistas de toda Europa, quienes ya trabajaban sobre pergaminos. Entre los ejemplos más célebres de ilustración medieval hay que mencionar las hojas del breviario del Duque de Berry o las del códice de Sant Pere de Roda.
Papiros y pergaminos
Fueron los egipcios quienes inventaron el papiro o papel de Egipto, que se obtenía de la corteza de una planta fibrosa, la Cyprus papirus. Los rollos de papiro fueron el soporte ideal para ejecutar las primeras acuarelas sobre una superficie distinta del muro. En el año 170 a.C., Eumenes, rey de Pérgamo, empleó el pergamino por primera vez. Estaba fabricado a partir de pieles de cordero o de buey joven tratadas con cal, esquiladas y satinadas con piedra pómez. Se utilizó como soporte de textos manuscritos a los que acompañaban las obligadas ilustraciones a la acuarela realizadas con gran riqueza de detalle.
LA ACUARELA, MEDIO AUXILIAR
A partir del Renacimiento, la acuarela se adaptó a los nuevos estilos pictóricos adoptando dos variantes. Una de ellas fue la aguada: una dilución del medio en diversas gradaciones tonales de un único color, normalmente el sepia, con el que se abocetaban los temas que más adelante se desarrollaban al óleo o al fresco. La segunda de estas variantes era el guache, y consistía en añadir a los colores a la acuarela pigmento blanco, por lo general blanco de plomo, para hacerlos opacos.
Este procedimiento fue ampliamente usado por los grandes fresquistas del Renacimiento en la confección de los bocetos y para retocar las obras murales.
Un maestro: Durero
Alberto Durero (1471-1528) fue el grabador y dibujante alemán más grande del siglo XVI. Investigó las posibilidades del medio acuarelístico como una forma de expresión pictórica independiente, adelantándose casi dos siglos a la gran eclosión del acuarelismo, sobre todo en sus magníficos estudios de paisaje, un tema apenas tratado en su época. Sobre un total de ciento ochenta y ocho obras ejecutadas en distintas técnicas a lo largo de su trayectoria, no menos de ochenta son acuarelas sobre papel, algunas de ellas abundantemente reproducidas como ejemplos magistrales de la acuarela genuina. Durero ya pintaba sus acuarelas sobre papel, y es interesante señalar que, a pesar de la mala fama que se atribuye a la obra sobre papel por lo que tiene de poco perdurable, las acuarelas de Durero se hallan en perfecto estado de conservación después de casi quinientos años de haber sido pintadas.
Acuarela y temple
El temple es un procedimiento de pintura cuyo aglutinante es la yema de huevo. Antes de la llegada de la pintura al óleo, la mayoría de artistas pintaban al temple, por lo general sobre tablas de madera especialmente preparada para ello. La época de mayor esplendor de la pintura al temple tuvo lugar durante el período gótico, y el soporte característico de las grandes composiciones de aquel momento fue el retablo compuesto por múltiples paneles ensamblados. Al igual que la acuarela, el diluyente del temple es el agua, y ambos procedimientos se trabajan de una forma bastante similar.
UN NUEVO SOPORTE: EL PAPEL
El papel, procedente de China, llegó a Europa a través de la zona mediterránea de la mano de la cultura árabe. Se fabricaba (al igual que hoy) a partir de la manipulación de trapos, en un proceso de desmenuzamiento y desfibrado a base de agua.
El agua y las fibras constituían una pasta a la que se daba forma de hoja mediante finas cribas metálicas rectangulares. A esta pasta se añadía cola animal para mantener compacta la hoja resultante, y se dejaba secar. Era un método muy parecido al empleado hoy en día, aunque en la actualidad sólo se utilizan trapos para fabricar papeles de gran calidad. En la España de los califas, concretamente en Játiva, se estableció una de las primeras factorías europeas. En tiempos de Durero, el papel ya estaba a disposición de los artistas.
Turner y el esplendor de la acuarela
Joseph Mallord William Turner (1775-1851) no sólo es el más grande de los acuarelistas ingleses, sino que merece ocupar el puesto de honor de ser también, después de Durero, el mayor difusor de esta técnica, a partir de la cual desarrolló un trabajo muy innovador y personal. Fue, además, un excelente pintor de cuadros al óleo, los cuales eran a menudo trasuntos de acuarelas ejecutadas previamente. Turner sabía con certeza que la acuarela por sí sola podía considerarse un procedimiento de primer orden no subordinado a la pintura al óleo. Sus acuarelas se caracterizan por su vivo colorido y un atrevido tratamiento de los temas, así como por la soltura de la factura. Sin embargo, supo adaptar también estas virtudes, que hoy consideramos típicas de la pintura a la acuarela, a la ejecución de sus óleos. Todos estos factores hicieron de él el precursor del Impresionismo. Después de Turner, y ya entrado el siglo XIX, destacan grandes especialistas ingleses, entre ellos, John Constable, Richard Parkes Bonnington o el español Mariano Fortuny.
El nacimiento de la acuarela moderna
Con el auge del paisajismo, en el siglo XIX, la acuarela pasa al primer plano de la creación pictórica. Los acuarelistas ya no intentan lograr resultados parecidos a los de otros procedimientos, sino que desarrollan una técnica que pone de relieve las características propias del medio. Uno de sus pioneros, el inglés Robert Cozens (1752-1797), fue quien concibió la idea de que suprimiendo el soporte lineal del dibujo y provocando el impacto de la mancha de color, el resultado sería artísticamente más interesante. Por este camino, pintores como Paul Sandby, Towne, Girtin y Pars, entre otros, empezaron a extender por Inglaterra el que al poco tiempo sería conocido como el arte nacional inglés, practicado por muchos, bien como pasatiempo o de manera profesional.
El siglo XX
El siglo XX marca la plenitud del renacimiento de la acuarela en Europa y Norteamérica. Por una parte, la acuarela del siglo XXXX