Traducción © 2016 por Ignacio Vega
Título original: “Das Erwachen zum wahren Selbst”,
publicado por EchnAton Verlag, Diana Schulz e.K 2016
Editorial: Books on Demand GmbH, Norderstedt
Cubierta y diseño: Jörg Zimmermann
Foto: Verena Kopp
Maquetación: Torsten Zander
Todos los derechos reservados.
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ISBN: 9-7837460-19833
El Ser eterno no nace,
ni muere en ningún momento.
Viene de la nada
y no se convierte en nada .
No-nato, eterno, inmortal.
No muere cuando el cuerpo muere.
Katha Upanishad
La sed insaciable de conocimiento de la naturaleza humana nos lleva mucho más allá de las fronteras de nuestro planeta Tierra, al espacio. Por desgracia, hemos olvidado descubrirnos a nosotros mismos. No estamos buscando nuestro Verdadero Ser, sino “lo gran desconocido”, la realidad detrás de todo, sin sospechar que lo podemos encontrar solo en nosotros mismos.
Debido a esta ignorancia nos esforzamos constantemente, sacrificando la felicidad y la satisfacción duradera para alcanzar un mundo en el exterior sin reconocer que la fuente de toda felicidad, como nuestro Verdadero Ser, está siempre presente en nosotros mismos.
En nuestra ceguera, debida a la ignorancia espiritual de nuestra naturaleza divina inherente, estamos tan ocupados con las preocupaciones de la vida cotidiana, que nos hemos perdido a nosotros mismos y ya no sabemos quiénes o qué somos en los cimientos de nuesstro Ser. Siguiendo estas ideas hemos creado un mundo sin sentido que sufre una falta de amor y exceso de decepción.
Esto es lo que nosotros hemos creado: un mundo sin sentido, falto de amor y pleno de decepción, y nos hemos encerrado en él.
Mientras nuestra conciencia siga estando dominada y retenida por intereses principalmente materiales, no será posible que nos demos cuenta de nuestro Verdadero Ser y avancemos hacia la libertad del espíritu.
La mayoría de las personas son extremadamente persistentes en su negación de esta incómoda verdad, y no pueden aceptar el hecho de la naturaleza engañosa de todos los fenómenos y actividades mundanas. Pero esa es la realidad.
El Maestro Zen chino Yung-chia escribió en el siglo 8 la siguiente advertencia:
La cuestión de la vida o la muerte es imponente y su fugacidad se manifiesta con rapidez.
¿Cómo puede uno preocuparse entonces portrivialidades?
Pero es así, y nos esforzamos por evitar enfrentarnos con esa fugacidad, prefiriendo aferrarnos a la ilusión de estabilidad. Suprimimos el hecho innegable de que la muerte puede ocurrir en cualquier momento y preferimos creer que aún disponemos de mucho tiempo por delante.
En nuestra adhesión a la noción de permanencia de la vida, llenamos nuestra conciencia con pensamientos constantes acerca de las cosas del mundo, y perdemos así el acceso a nuestro Ser más profundo.
El objetivo esencial de este libro es revertir nuestra visión espiritual de la apariencia mundana y dirigirla hacia el interior. Buscar, en los términos más enérgicos, el Corazón-Mente como nuestra verdadera Naturaleza Esencial, que nos permite descubrir la realidad de nuestro Verdadero Ser en nosotros mismos. Puesto que es absolutamente imposible encontrarnos en otro sitio que no sea en nosotros mismos.
Entrar en contacto de nuevo con nuestro Verdadero Sí Mismo, pues así llamamos a nuestra propia esencia interna, es el objetivo real y lo más importante de nuestra existencia humana.
Por ello, el mayor deseo de todo ser humano debe ser experimentar la presencia de su Sí Mismo interior, verdadero y divino. Porque es el manantial de toda la vida existente en sí mismo, del que toda vida se produce sin fin. Todos vivimos y respiramos de este Sí Mismo verdadero, sin ser conscientes de ello.
Retroceder y tomar conciencia de esta, nuestra naturaleza divina olvidada, es la clave para la realización de nuestro Verdadero Ser y la obtención de una vida con sentido. Este hallazgo, sin embargo, está totalmente más allá de la capacidad de nuestro conocimiento intelectual. Porque viene de lo más profundo de una experiencia mística directa.
Aquí llegamos a un punto de vista más elevado, y se nos revela la verdad de que estamos formados, sostenidos y rodeados de un Ser indiviso y absoluto. Cuanto más nos volvemos a nuestro Verdadero Yo Mismo, más desaparecen todas las diferenciaciones y el engaño, y experimentamos con mayor profundidad la inherente unidad divina.
Esta liberación de nuestra perspectiva limitada, condicionada, nos lleva a ver con mayor evidencia que nuestra conciencia no es pequeña ni está aislada. Más bien es una conciencia holística, que todo lo abarca, no-nata e inmortal, ilimitada en su Ser, que lo comprende todo.
Somos parte de una realidad cósmica sin límites y, al mismo tiempo, en el sentido más profundo de nuestro Ser, somos la totalidad misma que todo lo abarca.
La pregunta sobre el sentido de nuestra vida es, en última instancia, la cuestión de nuestro Verdadero Yo Mismo. Es la cuestión de quién y qué somos en realidad, en lo profundo de nuestro Ser. Podemos encontrar una respuesta solo si reconocemos, en contemplación mística de nuestro Verdadero Ser más profundo, la presencia última del Sí Mismo divino, común a todos los seres.
Wiesbaden, Verano 2016
Zensho W. Kopp
La omnipresencia de la Mente Única impregna el universo al completo. Todo cambio y transformación continua es la auto-evolución y auto-transformación de esta Mente Universal. Es la auto-realización de la inexpresable última base divina. Por ello, toda la multiplicidad sin fin del mundo externo de los fenómenos es la manifestación de esta Mente holística, puesto que todo lo abarca, y el universo es su revelación.
La naturaleza dinámica del universo se extiende desde el átomo más pequeño a las vastas dimensiones de las galaxias. Todo está en movimiento, todo, en última instancia, sucede solo en la Mente. La Mente es el fundamento de todo, “fuera de ella, a través de ella y en ella están todas las cosas”, y más allá de la Mente no existe nada en absoluto.