U N A   V E Z   A B A N D O N A D O

 

(UN MISTERIO DE RILEY PAIGE—LIBRO 7)

 

 

 

B L A K E   P I E R C E

 

Blake Pierce

 

Blake Pierce es el autor de la serie exitosa de misterio RILEY PAIGE que cuenta con trece libros hasta los momentos. Blake Pierce también es el autor de la serie de misterio de MACKENZIE WHITE (que cuenta con nueve libros), de la serie de misterio de AVERY BLACK (que cuenta con seis libros), de la serie de misterio de KERI LOCKE (que cuenta con cinco libros), de la serie de misterio LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE (que cuenta con tres libros), de la serie de misterio de KATE WISE (que cuenta con dos libros), de la serie de misterio psicológico de CHLOE FINE (que cuenta con dos libros) y de la serie de misterio psicológico de JESSE HUNT (que cuenta con tres libros).

Blake Pierce es un ávido lector y fan de toda la vida de los géneros de misterio y los thriller. A Blake le encanta comunicarse con sus lectores, así que por favor no dudes en visitar su sitio web www.blakepierceauthor.com para saber más y mantenerte en contacto.

Derechos de autor © 2017 por Blake Pierce. Todos los derechos reservados. Excepto según lo permitido bajo la Ley de Derechos de Autor de Estados Unidos de 1976, ninguna parte de esta publicación podrá ser reproducida, distribuida, transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, o almacenada en una base de datos o sistema de recuperación, sin el permiso previo del autor. Este libro electrónico está disponible solo para tu disfrute personal. Este libro electrónico no puede ser revendido o dado a otras personas. Si te gustaría compartir este libro con otra persona, por favor compra una copia adicional para cada destinatario. Si estás leyendo este libro y no lo compraste, o no fue comprado solo para tu uso, por favor regrésalo y compra tu propia copia. Gracias por respetar el trabajo arduo de este autor. Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son productos de la imaginación del autor o se emplean como ficción. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es totalmente coincidente. Los derechos de autor de la imagen de la cubierta son de Pholon, utilizada bajo licencia de Shutterstock.com.

LIBROS ESCRITOS POR BLAKE PIERCE

 

SERIE DE MISTERIO PSICOLÓGICO DE SUSPENSO DE JESSE HUNT

LA ESPOSA PERFECTA (Libro #1)

LA CALLE PERFECTA (Libro #2)

LA CASA PERFECTA (Libro #3)

 

SERIE DE MISTERIO PSICOLÓGICO DE SUSPENSO DE CHLOE FINE

Al LADO (Libro #1)

LA MENTIRA DEL VECINO (Libro #2)

CALLEJÓN SIN SALIDA (Libro #3)

 

SERIE DE MISTERIO DE KATE WISE

SI ELLA SUPIERA (Libro #1)

SI ELLA VIERA (Libro #2)

 

SERIE LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE

VIGILANDO (Libro #1)

ESPERANDO (Libro #2)

ATRAYENDO (Libro #3)

 

SERIE DE MISTERIO DE RILEY PAIGE

UNA VEZ DESAPARECIDO (Libro #1)

UNA VEZ TOMADO (Libro #2)

UNA VEZ ANHELADO (Libro #3)

UNA VEZ ATRAÍDO (Libro #4)

UNA VEZ CAZADO (Libro #5)

UNA VEZ CONSUMIDO (Libro #6)

UNA VEZ ABANDONADO (Libro #7)

UNA VEZ ENFRIADO (Libro #8)

UNA VEZ ACECHADO (Libro #9)

UNA VEZ PERDIDO (Libro #10)

UNA VEZ ENTERRADO (Libro #11)

UNA VEZ ATADO (Libro #12)

UNA VEZ ATRAPADO (Libro #13)

UNA VEZ LATENTE (Libro #14)

 

SERIE DE MISTERIO DE MACKENZIE WHITE

ANTES DE QUE ASESINE (Libro #1)

ANTES DE QUE VEA (Libro #2)

ANTES DE QUE DESEE (Libro #3)

ANTES DE QUE ARREBATE (Libro #4)

ANTES DE QUE NECESITE (Libro #5)

ANTES DE QUE SIENTA (Libro #6)

ANTES DE QUE PEQUE (Libro #7)

ANTES DE QUE CACE (Libro #8)

ANTES DE QUE SE APROVECHE (Libro #9)

ANTES DE QUE ANHELE (Libro #10)

ANTES DE QUE SE DESCUIDE (Libro #11)

 

SERIE DE MISTERIO DE AVERY BLACK

UNA RAZÓN PARA MATAR (Libro #1)

UNA RAZÓN PARA HUIR (Libro #2)

UNA RAZÓN PARA ESCONDERSE (Libro #3)

UNA RAZÓN PARA TEMER (Libro #4)

UNA RAZÓN PARA RESCATAR (Libro #5)

UNA RAZÓN PARA ATERRARSE (Libro #6)

 

SERIE DE MISTERIO DE KERI LOCKE

UN RASTRO DE MUERTE (Libro #1)

UN RASTRO DE ASESINATO (Libro #2)

UN RASTRO DE VICIO (Libro #3)

UN RASTRO DE CRIMEN (Libro #4)

UN RASTRO DE ESPERANZA (Libro #5)

CONTENIDO

 

PRÓLOGO

CAPÍTULO UNO

CAPÍTULO DOS

CAPÍTULO TRES

CAPÍTULO CUATRO

CAPÍTULO CINCO

CAPÍTULO SEIS

CAPÍTULO SIETE

CAPÍTULO OCHO

CAPÍTULO NUEVE

CAPÍTULO DIEZ

CAPÍTULO ONCE

CAPÍTULO DOCE

CAPÍTULO TRECE

CAPÍTULO CATORCE

CAPÍTULO QUINCE

CAPÍTULO DIECISÉIS

CAPÍTULO DIECISIETE

CAPÍTULO DIECIOCHO

CAPÍTULO DIECINUEVE

CAPÍTULO VEINTE

CAPÍTULO VEINTIUNO

CAPÍTULO VEINTIDÓS

CAPÍTULO VEINTITRÉS

CAPÍTULO VEINTICUATRO

CAPÍTULO VEINTICINCO

CAPÍTULO VEINTISÉIS

CAPÍTULO VEINTISIETE

CAPÍTULO VEINTIOCHO

CAPÍTULO VEINTINUEVE

CAPÍTULO TREINTA

CAPÍTULO TREINTA Y UNO

CAPÍTULO TREINTA Y DOS

CAPÍTULO TREINTA Y TRES

CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

CAPÍTULO TREINTA Y CINCO

CAPÍTULO TREINTA Y SEIS

CAPÍTULO TREINTA Y SIETE

CAPÍTULO TREINTA Y OCHO

CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE

CAPÍTULO CUARENTA

 

 

 

 

PRÓLOGO

 

Tiffany ya estaba vestida cuando su mamá la llamó del piso de abajo.

“¡Tiffany! ¿Estás lista para ir a la iglesia?”.

“Ya casi, mamá”, respondió Tiffany. “Bajaré pronto”.

“Bueno, date prisa. Tenemos que irnos en cinco minutos”.

“Está bien”.

La verdad era que Tiffany había terminado de vestirse hace varios minutos, justo después de desayunar un delicioso waffle con mamá y papá. Simplemente no estaba lista para irse aún. Realmente estaba divirtiéndose viendo unos videos cómicos de animales en su teléfono celular.

Hasta ahora había visto a un pequinés haciendo skateboard, un bulldog subiendo una escalera, un gato intentando tocar una guitarra, un gran perro que perseguía su cola cada vez que alguien cantaba una canción infantil y una manada de cientos de conejitos en estampida.

Ahora estaba viendo uno que realmente la estaba haciendo reír. Una ardilla seguía intentando entrar en un comedero para pájaros a prueba de ardillas. Cada vez que se le acercaba, daba vueltas y la lanzaba al aire. Pero la ardilla estaba decidida y no se daba por vencida.

El video siguió haciéndola reír hasta que su madre gritó de nuevo.

“¡Tiffany! ¿Tu hermana vendrá con nosotros?”.

“No creo, mamá”.

“Ve a preguntarle, por favor”.

Tiffany suspiró. Tenía ganas de responderle: “Ve a preguntárselo tú”.

En cambio, dijo: “Está bien”.

Su hermana de diecinueve años de, Lois, no había desayunado con ellos. Tiffany estaba bastante segura de que no tenía ninguna intención de ir a la iglesia. Le había dicho a Tiffany ayer que no quería ir.

Lois había estado haciendo cada vez menos cosas con la familia desde que comenzó la universidad en el otoño. Regresaba a casa casi todos los fines de semana, y en días festivos y descansos, pero se la mantenía sola o con amigos, y casi siempre se despertaba tarde.

Tiffany no podía culparla.

La vida en el hogar de los Pennington era demasiado aburrida. Y la iglesia aburría a Tiffany más que cualquier otra cosa.

Con un suspiro, detuvo el video y salió al pasillo. El dormitorio de Lois estaba en el otro piso. Era una habitación lujosa que tomaba la mayor parte del ático. Hasta tenía su propio baño privado ahí arriba y un clóset enorme. Tiffany aún estaba atrapada en el pequeño dormitorio en el segundo piso que había sido suyo desde siempre.

No le parecía justo. Esperó heredar el dormitorio de su hermana cuando se fue a la universidad. ¿Por qué Lois necesitaba todo ese espacio ahora que solo estaba en casa los fines de semana? ¿No podían intercambiar habitaciones?

Se quejaba por ello a menudo, pero a nadie parecía importarle.

Se detuvo en la parte inferior de las escaleras que conducían al ático y gritó.

“¡Lois! ¿Vendrás con nosotros?”.

No obtuvo ninguna respuesta. Puso los ojos en blanco. Esto sucedía a menudo cada vez que tenía que buscar a Lois por una cosa u otra.

Subió las escaleras y tocó la puerta de la habitación de su hermana.

“Lois”, gritó otra vez. “Vamos a la iglesia. ¿Vendrás con nosotros?”.

Lois no respondió.

Tiffany movió sus pies impacientemente, y luego tocó otra vez.

“¿Estás despierta?”, preguntó.

Nada.

Tiffany gimió en voz alta. Lois podría estar dormida o escuchando música con auriculares. Sin embargo, lo más probable es que la estaba ignorando.

“Está bien”, gritó. “Le diré a mamá que no vas a venir”.

Tiffany comenzó a preocuparse a lo que hizo su camino por las escaleras. Lois había estado un poco cabizbaja durante sus visitas más recientes. No estaba exactamente deprimida, pero tampoco tan alegre como de costumbre. Le había dicho a Tiffany que la universidad era más difícil de lo había esperado, y la presión estaba afectándola.

Papá estaba al pie de las escaleras mirando su reloj con impaciencia. Parecía listo para irse, vestido en un abrigo, un gorro de piel, una bufanda y guantes. Mamá se estaba poniendo su abrigo.

“¿Lois viene?”, preguntó papá.

“Dijo que no”, dijo Tiffany, mintiendo un poco. Papá podría enojarse si Tiffany le decía que Lois ni siquiera le había respondido.

“Bueno, no me sorprende”, dijo mamá antes de ponerse sus guantes. “Escuché su carro tarde. No sé a qué hora llegó exactamente”.

Tiffany sintió otra punzada de envidia cuando su mamá mencionó el carro de su hermana. ¡Lois tenía tanta libertad ahora que estaba en la universidad! Lo mejor de todo era que a nadie le importaba a qué hora llegaba a casa. Tiffany ni siquiera la había oído llegar. 

“Quizás estaba muy dormida”, pensó.

A lo que Tiffany comenzó a ponerse su abrigo, papá dijo: “Se están tardando demasiado. Vamos a llegar tarde al servicio”.

“Llegaremos con tiempo de sobra”, dijo mamá con calma.

“Encenderé el carro”, dijo papá.

Abrió la puerta principal y salió a zancadas. Tiffany y su madre se terminaron de abrigar rápidamente y lo siguieron.

El aire frío golpeó a Tiffany. Aún había nieve en el piso de la nevada de hace unos días. Deseaba aún estar en su cama confortable. Era un día pésimo para salir.

De repente, oyó a su padre jadear.

“Lester, ¿qué pasa?”, le dijo mamá a papá.

Tiffany vio a papá parado delante de la puerta del garaje abierta. Estaba mirando adentro boquiabierto. Se veía aturdido y horrorizado.

“¿Qué pasa?”, dijo mamá de nuevo.

Papá se dio la vuelta para mirarla. Parecía estar costándole hablar.

Finalmente dijo: “Llama al 911”.

“¿Por qué?”, contestó mamá.

Papá no le dio una explicación. Entró en el garaje. Mamá comenzó a acercarse al garaje y, cuando llegó a la puerta abierta, dejó escapar un grito que dejó a Tiffany paralizada de miedo.

Mamá entró rápidamente al garaje.

Tiffany se quedó inmóvil por un largo rato.

“¿Qué pasa?”, dijo Tiffany.

Oyó a mamá sollozando. “Vuelve a casa, Tiffany”, dijo.

“¿Por qué?”, respondió Tiffany.

Mamá salió corriendo del garaje. Agarró el brazo de Tiffany y trató de voltearla para que regresara a casa.

“No mires”, dijo. “Vuelve adentro”.

Tiffany logró soltarse y corrió al garaje.

Le tomó un momento darle sentido a todo. Los tres carros estaban estacionados allí. En la esquina izquierda, papá estaba moviendo una escalera torpemente.

Algo estaba colgado de una cuerda atada a una de las vigas del techo.

Era una persona.

Era su hermana.

 

 

 

CAPÍTULO UNO

 

Riley Paige acababa de sentarse a cenar cuando su hija dijo algo que realmente la sorprendió.

“Somos la familia perfecta”.

Riley se quedó mirando a April, cuyo rostro estaba enrojecido de la vergüenza.

“Guau, ¿en serio dije eso en voz alta?”, dijo April tímidamente. “Eso fue muy cursi”.

Riley se echó a reír y miró alrededor de la mesa. Su ex esposo, Ryan, estaba sentado en el otro extremo de la mesa. A su izquierda, su hija de quince años de edad, April, estaba sentada junto a su ama de llaves, Gabriela. A su derecha estaba la chica de trece años de edad, Jilly, el nuevo miembro de la familia.

April y Jilly acababan de preparar hamburguesas para la cena del domingo, dándole a Gabriela un descanso de la cocina.

Ryan mordió su hamburguesa y dijo: “Bueno, somos una familia. ¡Solo míranos!”.

Riley no dijo nada.

“Una familia”, pensó. “¿Eso es lo que somos realmente?”.

La idea la sorprendió un poco. Después de todo, ella y Ryan se separaron hace casi dos años y llevaban casi seis meses divorciados. Aunque estaban pasando tiempo juntos, Riley había evitado pensar mucho en el futuro de la relación. Había echado a un lado años de dolor y traición para poder disfrutar de un presente tranquilo.

Y también tenía que pensar en April, cuya adolescencia había sido bastante difícil. ¿Duraría su deseo de esta unión familiar?

Riley se sentía aún más insegura por Jilly. Encontró a Jilly en una parada de camiones en Phoenix tratando de vender su propio cuerpo a los camioneros. Riley rescató a Jilly de una vida terrible y un padre abusivo, y ahora esperaba adoptarla. Pero Jilly era una niña atribulada, y la situación era complicada.

Riley solo se sentía completamente segura respecto a Gabriela. La mujer guatemalteca robusta llevaba años trabajando para la familia. Gabriela era una mujer responsable, amorosa y sólida.

“¿Qué opinas tú, Gabriela?”, preguntó Riley.

Gabriela sonrió.

“Una familia puede ser elegida, no solo heredada”, dijo. “La sangre no lo es todo. El amor es lo que importa”.

Riley sintió un calorcito de afecto en lo más profundo de su ser. Gabriela siempre sabía qué decir. Observó a todos a su alrededor con un nuevo sentido de satisfacción.

Llevaba un mes de licencia de la UAC y estaba disfrutando de estar aquí en su casa.

“Y también estoy disfrutando de mi familia”, pensó.

Luego April dijo algo que la sorprendió.

“Papá, ¿cuándo vendrás a vivir con nosotras?”.

Ryan se veía sorprendido. Como lo hacía a menudo, Riley se preguntó si esta nueva dedicación de Ryan era demasiado buena como para ser cierta.

“Eso es una cuestión bastante seria”, dijo Ryan.

“¿Por qué?”, le preguntó April a su padre. “Ya prácticamente vives aquí. Tú y mamá están durmiendo juntos de nuevo y estás aquí casi todos los días”.

Riley sintió su rostro ruborizándose. Sorprendida, Gabriela le dio a April un codazo.

“¡Chica! ¡Silencio!”, dijo.

Jilly tenía una sonrisa en su rostro.

“Esa es una gran idea”, dijo. “Así de seguro obtendré buenas calificaciones”.

Era cierto, Ryan había estado ayudando a Jilly a ponerse al día en su nueva escuela, especialmente con estudios sociales. Realmente había sido un gran apoyo en los últimos meses.

Los ojos de Riley se encontraron con los de Ryan. Ella vio que él también estaba ruborizado.

No sabía qué decir. Tenía que admitir que le gustaba la idea. Se había acostumbrado a que Ryan pasara casi todas las noches aquí. Todo había tomado su lugar, quizás con demasiada facilidad. Tal vez la comodidad que sentía provenía del hecho de que no tenía que tomar ninguna decisión.

Recordó lo que April había dicho.

“Somos la familia perfecta”.

Ciertamente lo aparentaban en este momento. Pero Riley no pudo evitar sentirse inquieta. ¿Esta perfección solo era una ilusión, como leer un buen libro o ver una película agradable?

Riley estaba consciente de que el mundo estaba lleno de monstruos. Había dedicado su vida profesional a acabar con ellos. Pero llevaba un mes tratando de pretender que no existían.

Ryan comenzó a sonreír.

“¿Por qué no nos mudamos todos a mi casa?”, dijo. “Hay mucho espacio para todos nosotros”.

Riley sofocó un suspiro de alarma.

Lo último que quería era volver a la gran casa suburbana que había compartido con Ryan por años. Estaba demasiado llena de recuerdos desagradables.

“No podría mudarme de aquí”, dijo. “Me siento demasiado cómoda”.

April miró a su padre ansiosamente.

“Es tu decisión, papá”, dijo. “¿Te mudarás con nosotras o no?”.

Riley observó el rostro de Ryan. Sabía que estaba luchando con su decisión. Entendía al menos una de sus razones. Pertenecía a una firma de abogados en DC, pero trabajaba en casa bastante a menudo. No había espacio para que lo hiciera aquí.

Finalmente, Ryan dijo: “Tendría que quedarme con la casa. Aún puede ser mi oficina local”.

April casi estaba saltando de la emoción.

“¿Así que estás diciendo que sí?”, preguntó.

Ryan sonrió silenciosamente por un momento.

“Sí, supongo que sí”, dijo finalmente.

April dejó escapar un chillido. Jilly aplaudió y comenzó a reír de alegría.

“¡Genial!”, dijo Jilly. “Por favor, pasa la salsa de tomate... Papá”.

Ryan, April, Gabriela y Jilly comenzaron a charlar alegremente mientras comían.

Riley se dijo a sí misma que debía disfrutar de la felicidad mientras podía. Tarde o temprano la llamarían para acabar con otro monstruo. El pensamiento envió un escalofrío por todo su cuerpo. ¿Algún otro monstruo ya estaba acechándola, esperando el momento perfecto para atacar?

 

*

 

Como April solo tenía medio día de clases el día siguiente debido a reuniones de maestros, Riley la dejó quedarse en casa todo el día. Decidieron ir de compras juntas mientras Jilly aún estaba en la escuela.

Las tiendas del centro comercial parecían interminables, y muchas de ellas eran bastante parecidas. Había maniquíes en ropa elegante posados en cada ventana. Las figuras que estaban pasando ahora mismo no tenían cabeza, añadiendo a la impresión de Riley de que todos eran intercambiables. Pero April le decía lo que cada tienda vendía, y los estilos que le encantaba llevar. April al parecer veía variedad donde Riley solo veía lo mismo.

“Cosas de adolescentes, supongo”, pensó Riley.

Al menos el centro comercial no estaba lleno de gente hoy.

April señaló un letrero afuera de una tienda llamada Towne Shoppe.

“¡Mira!”, dijo. “‘LUJO ASEQUIBLE’ ¡Entremos a ver qué hay!”.

Adentro de la tienda, April se abalanzó sobre un estante de jeans y chaquetas, buscando prendas para probarse.

“Yo también necesito nuevos jeans”, dijo Riley.

April puso los ojos en blanco.

“Mamá, ¡no te vayas a comprar jeans anticuados!”.

“Bueno, no puedo usar los que tú usas. Tengo que ser capaz de moverme sin preocuparme por mi ropa. Nada de atuendos defectuosos”.

April se echó a reír. “¡Lo que quieres es un pantalón para vestir! No creo que encuentres uno aquí”.

Riley ojeó los jeans disponibles. Todos eran ceñidos y bajos.

Riley suspiró. Sabía de un par de tiendas en el centro comercial donde podía comprar algo más de su estilo. Pero tendría que soportar todo tipo de burlas de April.

“Me compraré algo para mí en otra ocasión”, dijo Riley.

April agarró unos jeans y se fue a los probadores. Cuando salió, vestía el tipo de jeans que Riley detestaba: apretados, rotos en varios lugares, con el ombligo completamente a la vista.

Riley negó con la cabeza.

“Deberías probarte otro tipo de jeans”, dijo. “Son mucho más cómodos. Pero estar cómoda no es lo tuyo, ¿cierto?”.

“No”, dijo April, volteándose y mirándose en el espejo. “Me llevaré estos. Me iré a probar los otros”.

April volvió a los probadores varias veces más. Siempre regresaba con jeans que Riley odiaba. Ella sabía que lo mejor era dejárselos comprar. Realmente no valía la pena pelear por eso, y sabía que perdería de una u otra forma.

A lo que observó a April frente al espejo, se dio cuenta de que su hija tenía casi su misma altura, y que la camiseta que llevaba revelaba una figura bien desarrollada. Con su pelo oscuro y ojos color avellana, el parecido de April a Riley era sorprendente. Obviamente April no tenía canas como Riley. Pero, aún así...

“Se está convirtiendo en una mujer”, pensó Riley.

No pudo evitar sentirse intranquila por eso.

¿April estaba creciendo demasiado rápido?

Sin duda había pasado por situaciones difíciles este año. Había sido capturada dos veces. Una de esas veces había sido cautiva de un sádico con un soplete. También tuvo que luchar contra un asesino en su propia casa. Lo peor de todo fue que un novio abusivo la drogó y trató de convertirla en esclava sexual.

Riley sabía que era demasiado para una chica de quince años de edad. Se sentía culpable de que su trabajo había puesto a April y a otras personas que amaba en peligro mortal.

Y ahora aquí estaba April, viéndose muy madura a pesar de sus esfuerzos por parecer y actuar como una adolescente normal. April parecía haber superado lo peor de su TEPT. Pero ¿qué tipo de miedos y ansiedades todavía la inquietaban en lo profundo de su ser? ¿Realmente lograría superarlos?

Riley pagó la ropa nueva de April y salió a la terraza del centro comercial. La confianza en el caminar de April hizo a Riley sentirse menos preocupada. Las cosas sí estaban mejorando después de todo. Lo supo justo en el momento en el que Ryan comenzó a llevar algunas de sus pertenencias a su casa adosada. Y April y Jilly estaban saliendo bien en la escuela.

Riley estaba a punto de sugerir que fueran a comer cuando el teléfono de April sonó. April se alejó precipitadamente para contestar la llamada. Riley se sintió un poco consternada. A veces ese teléfono celular parecía ser un ser viviente que exigía toda la atención de April.

“Hola, ¿cómo estás?”, le preguntó April a la persona que la llamó.

De repente, las rodillas de April se tambalearon, y ella se sentó en un banco. Estaba pálida, y se veía dolida. Lágrimas comenzaron a rodar por su rostro. Alarmada, Riley se acercó a ella rápidamente y se sentó a su lado.

“¡Dios mío!”, exclamó April. “Cómo podría... Por qué... No puedo...”.

Riley sintió una sacudida de alarma.

¿Qué había pasado?

¿Alguien estaba herido o en peligro?

¿Jilly, Ryan o Gabriela?

No, alguien seguramente habría llamado a Riley con este tipo de noticias, no a April.

“Lo siento mucho”, dijo April una y otra vez.

Finalmente finalizó la llamada.

“¿Quién era?”, le preguntó Riley ansiosamente.

“Era Tiffany”, dijo April en voz baja.

Riley reconocía el nombre. Tiffany Pennington era la mejor amiga de April ahora. Riley la había visto un par de veces.

“¿Qué pasó?”, preguntó Riley.

April miró a Riley con una expresión de dolor y horror.

“La hermana de Tiffany está muerta”, dijo April.

April parecía no poder creer sus propias palabras.

Luego, con una voz conmovida, agregó: “Dicen que se suicidó”.

 

 

 

CAPÍTULO DOS

 

Durante la cena esa noche, April trató de contarle a su familia lo poco que sabía de la muerte de Lois. Pero sus palabras sonaban extrañas y ajenas, como si otra persona estuviera hablando.

“No parece real”, pensó.

April se encontró con Lois varias veces durante sus visitas a la casa de Tiffany. Recordaba la última vez como si fuera ayer. Lois estuvo sonriente, feliz y con muchas historias que contar de la universidad. Era imposible creer que ella estaba muerta.

La muerte no era una completa desconocida para April. Sabía que su mamá se había enfrentado a la muerte y que realmente había matado en algunos casos del FBI. Pero habían sido malas personas, y tenían que ser liquidadas. April incluso ayudó a su madre a luchar y a matar a un asesino sádico después que capturó a April. También sabía que su abuelo murió hace cuatro meses, pero no lo había visto en mucho tiempo y nunca habían sido cercanos.

Pero esta muerte era más real para ella, y no tenía ningún sentido en absoluto. De alguna manera aún no parecía posible.

Mientras April hablaba, vio que sus familiares también estaban confundidos y angustiados. Su madre tomó su mano. Gabriela se persignó y murmuró una oración. Jilly estaba boquiabierta.

April trató de recordar todo lo que Tiffany le dijo cuando hablaron de nuevo esa tarde. Le explicó que Tiffany, su mamá y su papá encontraron el cuerpo de Lois guindando en su garaje ayer por la mañana. Para la policía, era un suicidio. De hecho, todo el mundo actuaba como si había sido suicidio. Como si esa era la respuesta y punto.

Todo el mundo menos Tiffany, quien seguía diciendo que no lo creía.

El padre de April se estremeció cuando terminó de decirles todo.

“Conozco a los Pennington”, dijo. “Lester es el gerente financiero de una empresa de construcción. No exactamente rico, pero sí cómodo. Siempre me parecieron una familia estable y feliz. ¿Por qué Lois haría tal cosa?”.

April había pasado todo el día preguntándose lo mismo.

“Tiffany dice que nadie sabe”, dijo April. “Lois estaba en su primer año en la Universidad de Byars. Estaba un poco estresada por eso, pero igual...”.

Papá negó con la cabeza.

“Bueno, tal vez esa sea la explicación”, dijo. “Byars es una universidad difícil. Aún más difícil que Georgetown. Y es muy cara. Me sorprende que la familia pudiera costearla”.

April suspiró profundamente y no dijo nada. Creía que Lois estaba becada, pero se lo guardó para sí misma. No tenía ganas de hablar del tema. Tampoco tenía ganas de comer. Gabriela había preparado una de sus especialidades, una sopa de mariscos llamada tapado que le encantaba. Pero ni siquiera había probado una cucharada.

Nadie habló por unos momentos.

Luego Jilly dijo: “No se suicidó”.

Sorprendida, April miró fijamente a Jilly. Los demás también estaban mirándola. La adolescente cruzó sus brazos y se veía muy seria.

“¿Qué?”, preguntó April.

“Lois no se suicidó”, dijo Jilly.

“¿Cómo lo sabes?”, preguntó April.

“Yo la conocí, ¿recuerdas? Simplemente lo sé. No era la clase de chica que haría algo así. Ella no quería morir”.

Jilly pausó por un momento.

Luego dijo: “Sé lo que se siente querer morirse. Sé que ella nunca lo sintió”.

El corazón de April saltó hasta su garganta.

Sabía que Jilly había atravesado cosas muy duras. Jilly le contó de aquella noche en la que su padre abusivo no la dejó entrar en casa. Jilly durmió en un tubo de desagüe, y luego fue a una parada de camiones donde trató de convertirse en prostituta. Luego mamá la encontró.

Jilly definitivamente sabía lo que se sentía querer estar muerta.

April sentía que una oleada de horror y terror estaba a punto de estallar dentro de ella. ¿Podría Jilly estar equivocada? ¿Lois se sintió tan miserable como para suicidarse?

“Permiso”, dijo. “No creo poder comer ahora”.

April se levantó de la mesa y subió las escaleras a su dormitorio corriendo. Cerró la puerta, se tiró en su cama y rompió a llorar.

No sabía cuánto tiempo había pasado. Después de un rato, oyó un golpe en la puerta.

“April, ¿puedo pasar?”, preguntó su madre.

“Sí”, dijo April en una voz conmocionada.

April se sentó, y mamá entró en la habitación llevando un sándwich de queso a la plancha en un plato. Mamá sonrió con compasión.

“Gabriela pensó que esto podría ser mejor para tu estómago que tapado”, dijo mamá. “Le preocupa que te enfermes si no comes. A mí también me preocupa”.

April sonrió entre sus lágrimas. Era un gesto muy dulce de Gabriela y mamá.

“Gracias”, dijo.

Se limpió los ojos y tomó un bocado del sándwich. Mamá se sentó en la cama junto a ella y tomó su mano.

“¿Quieres hablar de lo que pasó?”, preguntó mamá.

April ahogó un sollozo. Por alguna razón, recordó que su mejor amiga, Crystal, se había mudado recientemente. Su padre, Blaine, fue golpeado gravemente aquí en esta casa. A pesar de que él y mamá se gustaban, la situación lo conmocionó tanto que decidió mudarse.

“Tengo una sensación muy extraña”, dijo April. “Como si fue mi culpa de alguna forma. Nos pasan muchas cosas terribles, pareciera que fueran contagiosas o algo. Sé que no tiene sentido pero...”.

“Entiendo cómo te sientes”, dijo mamá.

Esto sorprendió a April. “¿Sí?”.

La expresión de mamá se entristeció.

“Yo también me siento igual”, dijo. “Mi trabajo es peligroso. Y pone en peligroso a todas las personas que amo. Me hace sentir culpable. Muy culpable”.

“Pero no es tu culpa”, dijo April.

“Entonces ¿por qué crees que es tu culpa?”.

April no sabía qué decir.

“¿Qué más te está molestando?”, preguntó mamá.

April lo pensó por un momento.

“Mamá, Jilly tiene razón. No creo que Lois se suicidó. Y Tiffany no lo cree tampoco. Yo conocí a Lois. Estaba feliz, era una de las personas más centradas que jamás he conocido. Y Tiffany la admiraba. Ella era la heroína de Tiffany. Simplemente no tiene sentido”.

April sabía por la expresión de su madre que no le creía.

“Solo cree que estoy histérica”, pensó April.

“April, la policía debe pensar que fue suicidio, y su madre y su padre...”.

“Bueno, están equivocados, dijo April, sorprendida por la acidez de su propia voz. “Mamá, tienes que comprobarlo. Sabes más de este tipo de cosas que ellos. Incluso más que la policía”.

Mamá negó con la cabeza tristemente.

“April, no puedo hacerlo. No puedo investigar algo que ya ha sido resuelto. Piensa en cómo se sentiría la familia”.

April estaba a punto de comenzar a llorar otra vez.

“Mamá, te lo ruego. Si Tiffany jamás se entera de la verdad, arruinará su vida. Nunca lo superará. Por favor, por favor haz algo”.

Era un enorme favor, y April lo sabía. Mamá no respondió por un momento. Se levantó y se asomó por la ventana de la habitación. Parecía estar perdida en sus pensamientos.

Aún mirando afuera, mamá finalmente dijo: “Iré mañana a hablar con los padres de Tiffany. Bueno, si es que quieren hablar conmigo”. Eso es todo lo que puedo hacer”.

“¿Puedo ir contigo?”, preguntó April.

“Tienes que ir a la escuela mañana”, dijo mamá.

“Hagámoslo después de la escuela entonces”.

Mamá se quedó callada y luego dijo: “Está bien”.

April se levantó de la cama y la abrazó fuertemente. Quería darle las gracias, pero se sentía demasiado abrumada con gratitud como para hablar.

“Mamá definitivamente puede descubrir lo que anda mal”, pensó April.

 

 

 

CAPÍTULO TRES

 

Riley condujo a April a casa de los Pennington la tarde siguiente. A pesar de sus dudas de que Lois Pennington había sido asesinada, Riley consideraba que esto era lo mejor.

“Se lo debo a April”, pensó mientras conducía.

Después de todo, sabía lo que era sentirse segura de algo y que nadie le creyera.

Y April ciertamente se veía muy segura de que algo andaba muy mal.

Para Riley, sus instintos no le habían hecho creer o una cosa o la otra. Pero a lo que entraron a un vecindario de clase alta de Fredericksburg, se recordó a sí misma que los monstruos acechaban a menudo detrás de las fachadas más serenas. Muchas de las casas encantadoras que pasaron seguramente estaban llenas de recuerdos. Esto lo sabía con certeza por todo el mal al que se había enfrentado.

Y no importaba si la muerte de Lois había sido suicidio o asesinato, un monstruo definitivamente había invadido la casa aparentemente feliz de los Pennington.

Riley se estacionó en la calle frente a la casa. Era una gran casa de tres pisos con un terreno bastante amplio. Riley recordó lo que Ryan había dicho sobre los Pennington.

“No exactamente ricos, pero sí cómodos”.

La casa confirmaba lo que él había dicho. Era una casa lujosa y atractiva en un buen vecindario. Lo único que se veía fuera de lugar era la cinta policial que estaba colocada alrededor de las puertas del garaje separado donde la familia había encontrado a su hija guindando.

El aire frío aumentó su intensidad cuando Riley y April se bajaron del carro y caminaron hacia la casa. Varios carros estaban estacionados en la entrada.

Tocaron el timbre de la puerta principal, y Tiffany las recibió. April se echó en los brazos de Tiffany, y ambas niñas comenzaron a sollozar.

“Ay Tiffany, cuanto lo siento”, dijo April.

“Gracias, gracias por venir”, dijo Tiffany.

Esta emoción hizo que se formara un nudo en la garganta de Riley. Las dos chicas se veían tan jóvenes ahora, casi unas niñas. Parecía terriblemente injusto que tuvieran que pasar por esta horrible tragedia. Aún así, se sentía orgullosa de la bondad sincera de April. Estaba convirtiéndose en una mujer cariñosa y compasiva.

“Debo estar haciendo algo bien como madre”, pensó.

Tiffany era un poco más bajita que April, y también se veía un poco más torpe. Su pelo era rubio, y su piel era pálida y pecosa, lo que hacía que el enrojecimiento alrededor de sus ojos de tanto llorar se viera más pronunciado.

Tiffany condujo a Riley y a April a la sala de estar. Los padres de Tiffany estaban sentados en un sofá, separados un poco entre sí. ¿Su lenguaje corporal revelaba algo? Riley no estaba segura. Sabía que las parejas enfrentaban el luto de muchas formas distintas.

Había varias personas más en la sala, hablando en susurros. Riley supuso que eran amigos y familiares que habían venido para ayudar de cualquier forma posible.

Oyó voces bajas y el traqueteo de utensilios en la cocina, donde al parecer unas personas estaban preparando comida. A través de un arco que llevaba al comedor, vio a dos parejas organizando fotos y recuerdos sobre la mesa. También había fotos de Lois y su familia en diversas edades en la sala de estar.

Riley se estremeció al pensar que la chica de las fotos había estado viva hace apenas dos días. ¿Cómo se sentiría si perdiera a April así de repente? Era una posibilidad escalofriante, y ya habían pasado demasiados sustos,

¿Quién vendría a su casa para ayudarla y consolarla?

¿Incluso querría ayuda y consuelo?

Sacó esos pensamientos de su cabeza cuando Tiffany les presentó a sus padres, Lester y Eunice.

“Por favor no se pongan de pie”, dijo Riley cuando la pareja comenzó a levantarse para saludarla.

Riley y April se sentaron cerca de la pareja. Eunice tenía la misma tez pecosa y pelo rubio de su hija. La tez de Lester era más oscura, y su rostro era largo y delgado.

“Mi más sentido pésame”, dijo Riley.

La pareja le dio las gracias. Lester logró forzar una pequeña sonrisa.

“No nos habíamos conocido, pero conozco a Ryan un poco”, dijo. “¿Cómo está?”.

Tiffany alcanzó de su silla para tocar a su padre en el brazo. “Están divorciados, papá”, dijo en voz baja.

El rostro de Lester se ruborizó un poco.

“Ah, lo siento mucho”, dijo.

Riley se puso colorada.

“No se preocupe”, dijo. “Como dicen por ahí, ‘es complicado’”.

Lester asintió, aún sonriendo débilmente.

Se quedaron callados durante unos instantes mientras el zumbido bajo de actividad continuaba a su alrededor.

Luego Tiffany dijo: “Mamá, papá, la madre de April es una agente del FBI”.

Lester y Eunice la miraron fijamente sin saber qué decir. Avergonzada de nuevo, Riley siguió callada. Sabía que April había llamado a Tiffany ayer para decirle que vendrían. Aparentemente Tiffany no les había dicho a sus padres lo que Riley hacía para ganarse la vida hasta ahora.

Tiffany siguió mirando a sus padres y dijo: “Pensé que tal vez podría ayudarnos a descubrir... Lo que realmente sucedió”.

Lester abrió la boca, y Eunice suspiró amargamente.

“Tiffany, ya hemos hablado de esto”, dijo Eunice. “Sabemos lo que sucedió. La policía está segura. No tenemos ninguna razón para pensar lo contrario”.

Lester se puso de pie.

“No puedo con esto”, dijo. “Simplemente... No puedo”.

Se volvió y caminó al comedor. Riley vio que las dos parejas que estaban allí se apresuraron a consolarlo.

“Tiffany, deberías sentirte avergonzada por esto”, dijo Eunice.

Los ojos de la muchacha se llenaron de lágrimas.

“Pero solo quiero saber la verdad, mamá. Lois no se suicidó. Ella no pudo haber hecho eso. Lo sé”.

Eunice miró a Riley.

“Lamento que haya quedado atrapada en el medio de todo esto”, dijo. “A Tiffany le está costando aceptar la verdad”.

“Ustedes son los que no pueden aceptar la verdad”, dijo Tiffany.

“Silencio”, dijo su madre.

Eunice le entregó a su hija un pañuelo.

“Tiffany, hay cosas que no sabes de Lois”, dijo lenta y cuidadosamente. “Era más infeliz de lo que te dijo. Amaba la universidad, pero no fue fácil para ella. Mantener sus notas para sus becas fue mucha presión, y también fue difícil para ella estar lejos de casa. Estaba empezando a tomar antidepresivos y estaba yendo a terapia en Byars. Tu padre y yo pensamos que estaba mejorando, pero nos equivocamos”.

Tiffany estaba tratando de controlar sus sollozos, pero aún se veía muy enojada.

“Esa escuela es un lugar terrible”, dijo. “Yo nunca iría allí”.

“No es terrible”, dijo Eunice. “Es una escuela muy buena. Es exigente, eso es todo”.

“Apuesto a que las otras chicas no creyeron que era una buena escuela”, dijo Tiffany.

April había estado escuchando a su amiga detenidamente.

“¿Qué otras chicas?”, preguntó.

“Deanna y Cory”, dijo Tiffany. “Ellas también murieron”.

Eunice negó con la cabeza tristemente y le dijo a Riley: “Otras dos chicas se suicidaron en Byars el semestre pasado. Ha sido un año terrible”.

Tiffany miró fijamente a su madre.

“No fueron suicidios”, dijo. “Lois no lo creyó. Pensó que algo estaba mal en ese lugar. No supo lo que era, pero me dijo que era algo realmente malo”.

“Tiffany, sí fueron suicidios”, dijo Eunice fatigosamente. “Todo el mundo lo dice. Cosas como esta suceden”.

Tiffany se puso de pie, temblando de rabia y frustración.

“La muerte de Lois no sucedió y ya”, dijo.

Eunice dijo: “Cuando seas mayor entenderás que la vida puede ser más difícil de lo que crees. Ahora siéntate, por favor”.

Tiffany se sentó. Eunice estaba mirando al espacio. Riley se sentía terriblemente incómoda.

“Realmente no vinimos aquí para molestarlos”, le dijo Riley a Eunice. “Pido disculpas por la intrusión. Creo que lo mejor es que nos vayamos”.

Eunice asintió en silencio. Riley y April caminaron a la puerta.

“Debimos habernos quedado”, dijo April cuando estaban afuera. “Debimos haber hecho más preguntas”.

“No, los estábamos molestando”, dijo Riley. “Fue un gran error”.

De repente, April comenzó a alejarse de ella.

“¿Adónde vas?”, le preguntó Riley.