SOBRE LA AUTORA

Rebecca Campbell es escritora, conferenciante motivacional, guía espiritual y consejera intuitiva.

Es una de las voces más frescas del panorama espiritual en este momento, apasionadamente entregada a ayudar a la gente a conectar con su intuición para poder alcanzar una vida espléndida tanto en el aspecto personal como también profesional.

Haciendo uso de su experiencia como prestigiosa directora creativa en el mundo de la publicidad, Rebecca alienta a sus alumnos y seguidores a iluminar el mundo con su auténtica presencia, a dejar «Que tu espíritu sea tu marca».

Imparte talleres con regularidad y ha aparecido en diversas publicaciones, como The Sunday Times Style y Psychologies.

Es originaria de las soleadas playas de Sídney y ahora vive en Londres, pero pasa la mayoría de los veranos en Australia recargándose de energía con de su dosis de agua salada sol.

Título original: LIGHT IS THE NEW BLACK

Traducido del inglés por Elsa Gómez Belastegui

Diseño de portada: Editorial Sirio, S.A.

Maquetación y diseño de interior: Natalia Arnedo

Composición epub: Rafael Olivares

© de la edición original

2015, Rebecca Campbell

Publicado inicialmente en 2015 por Hay House UK Ltd.

Para oír la radio de Hay House, conectar con www.hayhouseradio.com

© de la presente edición

editorial sirio, s.a.

C/ Rosa de los Vientos, 64

Pol. Ind. El Viso

29006-Málaga

España

www.editorialsirio.com

I.S.B.N.: 978-84-17399-79-5

sirio@editorialsirio.com

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Que nada atenúe

la luz que brilla

en tu interior.

MAYA ANGELOU

Para Blair,
que nunca atenuó su luz

DEL UNIVERSO A TRAVÉS DE MÍ

Una cosa es escuchar; poner en práctica lo que se ha oído es otra. Al principio de despertar a las llamadas del alma, me faltaban la valentía, la confianza, el apoyo interior y los medios prácticos, no para escuchar las llamadas del alma, sino para dejar que guiaran de verdad mi vida. Faltaban piezas, era necesario emprender un viaje. Invoqué al Universo y a los maestros espirituales para que me ayudaran. Este libro es el resultado de ese viaje.

Puedes leerlo de una sentada, un capítulo al día o abrirlo al azar en busca de un poco de orientación instantánea. Encontrarás a lo largo del sendero que te propone ejercicios, mantras y afirmaciones para activar tu luz. Los he creado con la intención de orientarte, no solo sobre cómo escuchar las llamadas de tu alma, sino también sobre cómo actuar conforme a ellas.

Aunque he sido yo quien ha escrito estas páginas, no puedo atribuirme la autoría de todas ellas. Son una combinación: el viaje de una niña (ese sí sería mío), mensajes canalizados del Universo y de los Consejos de la Luz, lecciones aprendidas de mis profesores, así como poemas, oraciones y las palabras de aliento que más necesitaba oír.

No existe una palabra que pueda captar por entero la majestuosa presencia iluminadora que nos conecta a todos los seres. Sin embargo, en un intento de dar con ella, he utilizado los términos Fuente, Universo, Luz, Dios y Gracia. Si el término que en cada ocasión he ­utilizado no te dice nada, tómate la libertad de sustituirla por el que tenga sentido para ti.

Utilizo también la expresión trabajadora de la luz, con la que me refiero a quien elige conscientemente responder a la llamada del espíritu/el alma/la Fuente/la luz en lugar de a la llamada del ego/el miedo/el afán de control/la oscuridad. Por el simple hecho de leer este libro, estás activando tu luz. Gracias por hacerlo.

Rezo por que este libro evoque en ti el recuerdo del precioso ser que ya eres y que siempre has estado destinada a ser.

Rezo por que nunca te sientas sola, por que siempre encuentres la luz que brilla detrás de las sombras y la valentía para responder a las tenues y constantes llamadas de tu alma.

Rezo por que encuentres la inspiración, el valor, la confianza, el apoyo interior y los medios prácticos no solo para actuar conforme a las llamadas de tu alma, sino para permitir que guíen tu vida.

Rezo por que le reveles al mundo el auténtico regalo que ya eres y por que elijas servir al mundo siendo tú.

El mundo no solo necesita luz; necesita tu luz inigualable.

Con todo mi amor,

EL MUNDO SERÁ

SALVADO POR LA

MUJER OCCIDENTAL

EL DALÁI LAMA

INTRODUCCIÓN

Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos
comprometidos pueda cambiar el mundo.
De hecho, es lo único que lo ha logrado.
MARGARET MEAD

En la Cumbre de la Paz celebrada en Canadá en 2009, el dalái lama dijo: «El mundo será salvado por la mujer occidental», y fue un llamamiento a la acción dirigido a las mujeres de todo Occidente. Este libro es una respuesta a ese llamamiento.

Es un libro dirigido a una nueva raza de mujeres y hombres que están aquí para ser luces radiantes en este mundo: las trabajadoras y trabajadores de la Luz de nuestro tiempo, cuyas almas aceptaron estar presentes en este momento de la historia para conducirnos a la Era de la Luz (guiada por el espíritu y la Energía Divina Femenina). Lo sé porque soy una de ellas y sé que no estoy sola.

Sobre esta época que estamos viviendo justo ahora, han profetizado los místicos y sabios de todos los tiempos. Es una época de la historia en la que la humanidad entera está recibiendo un llamamiento a abrazar nuestro yo más verdadero, luminoso y auténtico y a levantarnos.

Para cumplir nuestro propósito en la Era de la Luz, todo lo que hay en nuestras vidas debe ser expresión auténtica de quienes verdaderamente somos. Se está produciendo un cambio global, en el que la falta de autenticidad ya no tiene cabida. Aferrarnos a relaciones, trabajos, estilos de vida o cualquier cosa que no esté alineada con el fluir del Universo (y con quienes verdaderamente somos) nos resulta cada vez más difícil. Es como si nuestros cimientos internos y externos se estuvieran desmoronando, a fin de que nos reconectemos con la ­auténtica luz que brilla en nuestro interior, para que podamos volver a fluir en armonía con el Universo. Y el desmoronamiento no parará hasta que nuestros mundos interior y exterior estén alineados.

Aparentemente de la noche a la mañana, la vida entera se me empezó a desmoronar. Por mucho que intentara mantenerlo todo en pie, nada que naciera del miedo, la necesidad, la imposición, el ansia de control o la falta de autenticidad conseguía sobrevivir.

Llevamos demasiado tiempo viviendo en una sociedad patriarcal, en la que las fuerzas egoicas del miedo, la inconsciencia, la segregación y la dominación han estado en primera línea. Durante este tiempo se han hecho avances admirables en tecnología, nivel de vida y educación, y sin embargo los seres humanos estamos más deprimidos y más solos que nunca.

Salir del patriarcado no consiste en que lo femenino domine a lo masculino, sino en vivir en unas condiciones más equilibradas que nos permitan abrazar la autenticidad de quienes somos y darnos cuenta de nuestra interconexión, de que formamos parte de un todo mayor. El creciente aspecto femenino existe tanto en las mujeres como en los hombres. Por eso, cuando digo «ella» o «hermana», me dirijo a la cualidad femenina compasiva, protectora, intuitiva y consciente que ha empezado a despertar con rapidez y que invita a esa parte de cada mujer y cada hombre a levantarse y dar un paso al frente.

A la vista del estado en el que se encuentra el mundo, no podemos continuar como hasta ahora. La Madre Tierra insta a un nuevo despertar de la conciencia para que podamos sobrevivir en este magnífico planeta que consideramos nuestro hogar. A un cambio, de la agresividad a la compasión, de lo establecido a lo verdadero, del miedo al amor, de la segregación a la unidad, del dogma indiscutido a la fe, del hemisferio izquierdo al derecho, de la guerra a la paz, de la fuerza a la fluidez, de la inconsciencia a la consciencia y de los procesos lineales incuestionables a las soluciones no ortodoxas ingeniadas por el pensamiento lateral.

Cada persona de este mundo lleva dentro una luz que espera para guiarnos de vuelta a casa. El propósito de nuestra alma es irradiar esa luz, que es nuestra, como solo nosotras podemos hacerla brillar. Al hacerlo, despertamos algo en las demás y las inspiramos a hacer lo mismo.

En estos momentos, a todas se nos llama a alinear nuestras vidas y responder a las profundas inquietudes de nuestras almas. Estoy convencida de que, si lo hacemos, podemos entrar en una nueva etapa de la historia de la Tierra: un tiempo en el que las energías masculina y femenina recuperen su equilibrio natural y reconozcamos la interconexión de todos los seres vivos.

A medida que la luz vaya encendiéndose en cada una de nosotras, avivaremos espontáneamente esa luz en las demás y nos levantaremos juntas.

Creo sinceramente que podemos cambiar el mundo, persona a persona, con conciencia y autenticidad.

Y creo sinceramente que tú estás aquí para abrir camino.

Levántate, hermana, levántate.

LEVÁNTATE, HERMANA, LEVÁNTATE

Cuando tus planes y proyectos y tus esperanzas

y sueños ruegan que te desprendas de ellos.

Levántate, hermana, levántate.

Cuando la vida que tan conscientemente has

creado se desmorona entera.

Levántate, hermana, levántate.

Cuando sientes pesada el alma y el corazón partido en dos.

Levántate, hermana, levántate.

Cuando has dado lo mejor de ti, y no ha sido suficiente.

Levántate, hermana, levántate.

Cuando te han sometido y humillado

y te sientes muy lejos de casa.

Levántate, hermana, levántate.

Cuando estás rota en mil pedazos,

sin la menor idea de dónde encajar ninguno.

Levántate, hermana, levántate.

Cuando has amado y perdido. Y luego has vuelto a perder.

Levántate, hermana, levántate.

Cuando te han cortado las alas, desalentado

el espíritu, y solo oyes un susurro.

Levántate, hermana, levántate.

Cuando por fin imploras a tu llamada que tenga misericordia de ti

pero no tienes ni idea de por dónde empezar.

Levántate, hermana, levántate.

Levántate por ti. Y levántate por mí.

Pues cuando tomas la iniciativa y te levantas,
alumbras el camino para Ella.

RECRÉATE EN LA LUZ

Vivo entregada a hacer todo lo que pueda por alentarte a que te levantes. La visión que he tenido desde el principio para Mujeres de luz es más extensa de lo que contienen estas páginas. A continuación te hago unas cuantas sugerencias para que puedas recrearte un poco más en la luz mientras lees.

www.LightIsTheNewBlack.com

En www.lightsthenewblack.com encontrarás meditaciones, herramientas, entrevistas gratuitas y otros regalos. *

#LightIsTheNewBlack

Comparte lo que lees e ilumina a otras personas utilizando el hashtag #LightIsTheNewBlack.

Abastécete de Luz

A lo largo del libro hago referencia a mi meditación para abastecerme de Luz. Si quieres obrar grandes cambios en tu vida, puedes descargarla gratis (¡yupi!) en www.lightisthenewblack.com. Prueba a practicarla durante veintiún días y observa cómo el Universo empieza a trabajar a tu favor.

Banda sonora de Mujeres de luz en Spotify

Mientras lees, dales un poco de luz a tus oídos escuchando la lista de reproducción gratuita que encontrarás en www.lightisthenewblack.com.


* N. de la T.: sin traducción al castellano, por el momento.

Primera parte

El viaje de una niña

SUSPENDE LA BÚSQUEDA: HE ESTADO SIEMPRE DENTRO DE MÍ

Todas tenemos una luz interior, eternamente a la espera de guiarnos a casa. Pero a veces el Universo apaga todas las luces, y no tenemos más remedio que encontrar la nuestra. Quizá en tu caso haya sido así; indudablemente en el mío lo ha sido.

Desde que tengo memoria, he sabido de algún modo que estaba aquí por una razón. Sabía que tenía un propósito, una misión, pero saberlo me causaba solo desasosiego. Era como cargar con el peso de una enorme responsabilidad. Sentía que tenía algo urgente que hacer y que se me agotaba el tiempo.

¿Conoces esa sensación de tener una tarea o un trabajo que hacer durante el fin de semana y de no poder relajarte hasta haberlo terminado?

Bueno, esa era la sensación constante que tenía. Como si hubiera algo que se me olvidaba, un susurro que no conseguía entender qué decía. Era una sensación inquietante y persistente: estaba en mí cuando me iba a dormir, en mí en mitad de la noche y en mí cuando me despertaba por la mañana.

Me había pasado la mayor parte de mi vida buscando respuestas externas, echando mano de lo primero que encontraba, en un intento por acallar el sutil dolor, la añoranza, el anhelo y la llamada que me llegaba de lo más profundo del alma, que me decían que había algo que estaba pasando por alto. Que había algo más.

Probé con las relaciones amorosas, el trabajo, los viajes, la comida, el alcohol y las fiestas, pero nada de ello acababa de dar en el clavo. Intenté llegar hasta los confines del planeta, en busca de algo que no conseguía saber qué era...

Batallaba, forcejeaba, intentaba controlarlo todo, en lugar de escuchar, confiar y permitir. Tuvo que derrumbárseme la vida entera para que me diera cuenta de que todo lo que buscaba había estado siempre dentro de mí.

Mi alma había estado siempre llamándome.
Solo que yo miraba en otra dirección.

LO QUE CREÍ QUE ERA TOCAR FONDO

Para cuando llegó el año 2011, parecía que mi vida se sostuviera en pie pendiendo de un solo hilo, y que en cualquier momento la torre entera se derrumbaría.

Había nacido en Australia, y acababa de hacer realidad el sueño profesional que desde hacía tanto ambicionaba: ser directora creativa de una agencia de publicidad londinense antes de cumplir los treinta. Pero cuando lo conseguí, no sentí nada. ¿No era esta la meta para la que tanto había trabajado? ¿Por qué me había sacrificado tanto? De la noche a la mañana supe que mi profesión ya no concordaba con mi alma.

Además, la relación de pareja que había mantenido durante más de diez años estaba en las últimas, pero me negaba a admitirlo. Matt y yo nos habíamos conocido en la universidad. Era imaginativo, sensible y divertido. Su manera de ser alegre y desenfadada resultaba descabelladamente atractiva y me quedé prendada de él de inmediato.

Los dos primeros años fueron estupendos, pero con el tiempo fuimos enredándonos más y más y quedándonos más y más atascados. Matt había sufrido de depresión crónica durante varios años. Viviendo en Londres, lejos de la atención de nuestras respectivas familias, ignoramos la realidad de la situación.

Yo me negaba a admitir que todo estuviera perdido y me dejé la piel probando un millón de maneras de arreglar las cosas, en lugar de rendirme y aceptar lo que ocurría. Mi don para ver el potencial que hay en cada persona no nos estaba sirviendo para nada a ninguno de los dos.

Cuanto peor parecía ir todo, más me esforzaba por mantener la relación a flote. Cuanto más me esforzaba por mantener la relación a flote, más ignoraba las llamadas del alma. Cuanto más ignoraba las llamadas del alma, más dejaba de fluir con el Universo. Cuanto más dejaba de fluir con el Universo, más sola me sentía.

No había sentido verdadera alegría en el corazón desde hacía años, pero la idea de no estar con Matt me resultaba insoportable. Nos queríamos con locura, pero la verdad es que éramos buenos amigos más que una auténtica pareja. Cada día que pasaba, me sentía más atrapada y estancada en la vida que me había esforzado tanto por crear. Pero me costaba demasiado hacerme a la idea de decirle adiós a la persona que había estado a mi lado durante toda mi juventud. Me aterraba pensar en quedarme sola y en que nada llegara a ocupar su lugar.

Mi mundo exterior no se encontraba en sintonía con el interior. Estaba muy lejos de fluir con el Universo. Sabía que el alma me llamaba a hacer un cambio profesional drástico: atender a mi pasión por el desarrollo espiritual, la intuición y el viaje del alma. Pero me aterraba salir del armario espiritual y darles la espalda a los grandes logros profesionales y la red de contactos que con tanto esfuerzo había creado.

Empecé a despertarme a las 3.13 de la madrugada noche tras noche, empapada en sudor, sin aliento. Sola en la cama, oyendo a Matt al final del pasillo todavía delante del ordenador. La soledad que sentía era palpable. A veces me ponía de rodillas en el suelo y lloraba, suplicándole a Dios que hiciera un milagro y me sacara de allí, porque a mí me faltaba el valor para irme.

ROTA

El 15 de abril de 2011, me desperté con la noticia de que a Blair, uno de mis mejores amigos, le habían diagnosticado leucemia mieloide aguda. El corazón se me hundió y traspasó la cama en un intento desesperado por volver a Australia. Blair ocupaba una parte de mi corazón a la que no había llegado ninguna otra persona del planeta. Con él, podía dejar que brillara al completo mi yo más verdadero, más luminoso, más auténtico. Él conocía mis sueños secretos y tenía sueños similares.

En cuanto nos conocimos se estableció una conexión de almas instantánea. Lo quise de inmediato. Blair tenía un carisma contagioso, y lo asumía por completo. No tenía miedo de mostrarse en toda su plenitud, y animaba a los demás a hacer lo mismo: amante de la vida, un ser humano excepcional y el rey de los buenos momentos.

Blair era la única persona de mi edad a la que podía hablar con franqueza de mi vida espiritual. La noche que nos conocimos, descubrimos que ambos estábamos leyendo el mismo libro, El camino de los trabajadores de la luz, de Doreen Virtue. Hacíamos planes de escribir libros y «cambiar el mundo» juntos. Pero primero triunfaríamos en nuestras profesiones respectivas (él como actor y yo como directora creativa), y luego utilizaríamos nuestra posición e influencia para cambiar el mundo.

A medida que pasaban las horas, el estado de Blair empeoraba. Le imploré a la vida una señal que me indicara si debía volar a Australia o no. Dos minutos después, estaba sacando algo del armario cuando el armatoste entero se abalanzó contra el suelo, vaciando ante mí todas y cada una de las prendas que contenía. Lo tomé como una señal y me embarqué en el siguiente vuelo.

Para cuando subí al avión, el estado de Blair había seguido empeorando, y se encontraba en un coma inducido. En el curso del largo vuelo a Australia, en algún punto entre Europa y Oriente Medio, sentí físicamente su presencia. Sentí literalmente el peso de su cuerpo ejerciendo presión sobre el mío. Me llegó el olor de su loción de afeitado y la calidez de sus labios besándome en la frente. Su mano me presionó el pecho y calmó el dolor que sentía en el corazón. Y en ese momento, supe que había muerto.

Años antes, habíamos hecho un trato: el primero que muriera tenía que visitar al otro de inmediato, para hacerle saber que estaba bien, disfrutando en el más allá.

Para la edad que yo tenía entonces, había vivido otras muertes de cerca. Pero esa vez era diferente. Blair era diferente. Eso no era parte del plan.

Caí en un oscuro abismo de resentimiento, del que nadie era capaz de sacarme.

Un par de meses después perdimos de repente a otro amigo muy querido, del mismo círculo de amigos estrechamente unidos.

El Universo no se cansaba.

Me sentía engañada, amargada y enfadada. No me quedaban fuerzas para seguir luchando. Le exigía a Dios una compensación.

A pesar de que Matt y yo habíamos estado juntos acompañándonos en el dolor por la muerte de nuestros amigos, un domingo de octubre, después de celebrar mi treinta cumpleaños, acordamos poner fin a la relación. Y cuando quise darme cuenta, miraba cómo desaparecía en la distancia un taxi negro, llevándose a la persona con la que había pasado toda mi juventud..., calle abajo hacia el otro lado del planeta y fuera de mi vida.

Se acercaba el invierno. Estaba sola, desamparada, y muy lejos de casa.

SE DESMORONAN LOS CIMIENTOS

Lo único que me ayudó a superar los meses que siguieron fue la ética del trabajo que mis padres me habían inculcado. Los elegí bien.

El dolor me atenazaba en el momento menos pensado: en la mesa de trabajo, en el metro, en un pasillo del supermercado, mientras iba andando por la calle.

Mi familia y mis amigos insistían en que volviera a Australia, pero en lo más hondo tenía el convencimiento de que era una situación que necesitaba afrontar sola. Necesitaba aventurarme en las cavernas más oscuras e intentar encontrar la salida.

En un intento de hacer borrón y cuenta nueva, me mudé a un pequeño estudio de Notting Hill, en el corazón de Londres. Al cabo de una semana, descubrí que incluso eso se estaba viniendo abajo. Los cimientos del edificio se estaban desmoronando literalmente a mi alrededor.

Todas las estructuras que tenía ante mí exigían que se las reemplazara. No se me escapaba la ironía de todo ello. El mundo me hacía de espejo.

Una noche, sentía que no podía más y estaba a punto de tirar la toalla. En el mismo instante en que las lágrimas me rodaban incontrolables por las mejillas, las tuberías explotaron, transformando mi casa en un pestilente mar de acuosa desesperación. «¿Esto está pasando de verdad, Universo?».

De pronto estaba en medio de la moqueta empapada en actitud de rendición total, rezando y pidiendo (más bien suplicando) misericordia. La oración no tenía ni gota de elegancia; decía algo así como:

«Dios... Por favor, ayúdame.

Por favor Dios ayúdame.

En serio, me rindo.

ME RINDO.

ME RINDO, ¡M*****!

¡J****, no sé qué carajo quieres de mí!

¡No puedo seguir haciendo esto, j****!

¡POR FAVOR, DIOS, AYÚDAME DE UNA MALDITA VEZ!

¿QUÉ DEMONIOS QUIERES QUE HAGA?».

Entonces, de repente, oí con claridad las palabras de Dios: «Vete a Chicago», seguidas de un sentimiento de calma y alivio supremos.

Y pensé: «¿Chicago? ¿Qué c*** hay en Chicago?».

Me devané los sesos, y la única persona que conocía en Chicago era mi profesora Sonia Choquette, con la que había estado formándome en Londres durante los últimos cuatro años. Sin darle a la cabeza tiempo de entrometerse, busqué de inmediato su página web y le envié un correo a su ayudante. Me contestó al momento diciendo que iba a impartirse un seminario privado de formación para profesores en Chicago la semana siguiente. No estaba abierto al público, pero quedaba una plaza libre y Sonia estaría encantada de que yo la aprovechara.

Mi mente protestó: «Tienes entre manos una campaña importantísima que se lanzará dentro de catorce días. No te quedan vacaciones. La casa se está viniendo abajo. Estás hecha un desastre, tienes los nervios destrozados... ¿De verdad quieres que te vean así? ¿Profesora tú?... ¡No me hagas reír! ¿Quién te has creído que eres? ¡Formarte para ser instructora espiritual cuando no eres capaz ni de poner orden en tu vida!».

Pero mi alma susurró: «Vete a Chicago».

Sabía que mi vida no tenía ningún sentido a menos que algo cambiara, así que pedí: «Si de verdad debo ir, dame una señal, y que sea una señal muy clara».

Cerré la llave de paso, le envié un mensaje de texto al propietario, me puse un pijama seco y volví a meterme en la cama semiflotante.

A la mañana siguiente cuando me desperté tenía un mensaje del propietario diciendo que había encontrado a alguien que podía venir a arreglar el apartamento, pero que tendría que irme durante una semana (a partir del día en que empezaba el seminario en Chicago). Me pedía mil disculpas y añadía que no hacía falta que pagara la renta del mes siguiente (equivalente al coste del curso y el viaje) y que él se haría cargo de los gastos del hotel donde decidiera alojarme mientras la casa estaba en obras (el coste del hotel en Chicago).

¡Te has portado, Universo!

Pero quedaba aún el colosal lanzamiento de la campaña...

Una hora después, al llegar al trabajo, me enteré de que la campaña se había retrasado por una metedura de pata del departamento de relaciones públicas. Y no te pierdas esto: el director ejecutivo me sugirió luego que me tomara algo de tiempo libre mientras todo estaba parado, ya que tendría que estar disponible una vez que la tempestad hubiera amainado, al cabo de un mes más o menos.

¡Te has requeteportado, Universo!

Capté la indirecta más que obvia, reservé un vuelo de inmediato y, por primera vez en mucho tiempo, me subí a la alfombra mágica y confié en el paseo.

ENCONTRAR LA GRACIA

Desde el momento en que monté en el avión hasta que estuve sentada en Chicago delante del fuego secándome el corazón encharcado, tuve la sensación de estar exactamente donde tenía que estar. Sentía a Blair animándome. Era como ser la protagonista de una película que ya había visto. Un déjà vu interminable. Como si la vida me acunara. Dormí toda la noche de un tirón por primera vez desde hacía siglos y, aunque tenía el corazón aún dolorido, me desperté llena de una luz nueva, de esperanza.

La noche siguiente, después de un día muy largo, me encontré sentada delante del músico devocional Gurunam Singh y su atractivo y sensual percusionista, Chris Maguire, que habían venido a tocar para nosotros.

Tras haber escuchado varias canciones y cantado a coro los estribillos, mi corazón se abrió un poco más y, a través de las grietas, mi alma avanzó obedientemente. Mi mirada se encontró con la de Gurunam y sentí que me abrazaba el alma. Estaba a punto de experimentar la curación más extrema de mi vida. (Entra en www.lightisthenewblack.com para descargar esta canción rebosante de gracia). Cantó: 1

Abandona todas tus esperanzas y tus sueños.

Abandona todos tus planes y tus proyectos.

Abandona el miedo a la oscuridad envuelto en la luz.

Abandona el miedo a estar equivocado y la necesidad de tener razón.

A ti, a ti, a ti, a ti.

A ti, a ti, a ti, a ti.

A ti, a ti, a ti, a ti.

Todo lo que soy... te lo doy a ti.

En aquel momento, me di cuenta de cuánto tiempo había perdido intentando controlar y dirigir mi vida por la fuerza. Estaba absolutamente agotada de tratar de mantenerlo todo atado durante tanto tiempo.

No me quedaban fuerzas para seguir luchando y era hora de aflojar las riendas. Mientras Gurunam seguía cantando, lloré la muerte de Blair. Lloré por el fin de la relación con Matt, por la familia que nunca formaríamos y por la hija a la que no había llegado a conocer (había tenido un aborto hacía un año).

Lloré por la voz interior a la que había ignorado durante tanto tiempo. Lloré por todos los años que había vivido instalada en mi aspecto masculino, forcejeando y luchando en lugar de dejar que la vida me ayudara. Lloré por la mujer exuberante que había en mí y que tanto deseaba aflorar. Lloré por todo el tiempo que había pasado buscando fuera de mí, cuando el único sitio en el que necesitaba buscar era en mi interior. Lloré desconsoladamente por la luz que relucía en el fondo de mi corazón, y que seguía brillando con fuerza por más que yo había intentado apagarla.

El pasado, el presente, pero sobre todo el futuro: lloré por todo. Y durante aquellos tres minutos y treinta y nueve segundos, el ego finalmente claudicó y le pidió al alma que se pusiera al frente.

En aquel breve instante, conecté con un espacio dentro de mí que solo puede definirse como Gracia. Me entregué. Entré en contacto con Dios..., o más bien percibí cómo Dios entraba en contacto conmigo. Volví a casa. Comprendí que, aunque me sentía aislada, en realidad formaba parte de un todo mayor, de una unidad trascendente, y por tanto nunca estaba en realidad separada ni sola.

Comprendí que si sentía que nada me apoyaba era únicamente porque no me apoyaba a mí misma. Si me sentía sola era únicamente porque había ignorado las llamadas de mi alma. Y por primera vez pude ver más allá de la devastación y sentir de verdad la generosa luz de la Gracia.

Estaba descubriendo, y sin embargo a la vez recordando, quién era de verdad. Como los espacios más profundos de mí, que ya lo sabían, y decían: «Sí, sí, es por aquí».

Viví una vuelta a casa, a mi auténtico yo, distinta de nada que hubiera vivido antes, y sentí cómo mi alma se regocijaba.

Mientras Gurunam cantaba la siguiente canción, The Grace of God [La gracia de Dios], experimenté un fogonazo que fue como la madre suprema de las revelaciones, y entendí finalmente qué era lo que llevaba buscando desde hacía tanto tiempo.

Toda mi vida había tenido una extraña fascinación por algo llamado «determinismo nominativo», la relación entre el nombre de una persona y su vocación o propósito en la vida, como pequeñas señales llegadas de los cielos. Por ejemplo, William Wordsworth fue escritor, Larry Speakes es orador de la Casa Blanca, Tracey Cox es terapeuta sexual y Lisa Messenger es la fundadora de la revista Collective. 2 Pero mi nombre siempre me había decepcionado un poco. En hebreo, Rebecca significa «cordón anudado», «atar» o «aunar».

Yo no quería ser una colectividad y mucho menos un cordón anudado. Entonces caí en la cuenta. Hasta aquel momento, me había pasado la vida buscando algo que le diera sentido, intentando desatarme del nudo de pensamientos que me hace ser yo, Yo.

Mi apellido, Campbell, significa en gaélico escocés «boca torcida» (gesto de autenticidad, en el mejor de los casos), lo cual, ­teniendo en cuenta la cantidad de tiempo que había ignorado a la voz interior y me había ocultado en el armario espiritual, resultaba bastante apropiado. Pero de repente vi, plantado justo en medio, mi segundo nombre: Grace. 3

Sin tan siquiera tener conciencia de ello, Gracia era exactamente lo que llevaba buscando mi vida entera y había estado siempre justo ahí, dentro de mí. Buscando al norte, al sur, al este y al oeste empeñada en controlar las cosas, en hacer que ocurrieran por la fuerza, cuando lo único que de verdad necesitaba era rendirme a las suaves llamadas de mi alma y dejar que la luz de la Gracia me guiara.


1 N. de la T.: original en inglés: Give up all your hopes and your dreams./Give up all your plans and your schemes./Give up the fear of darkness surrounded in the light./Give up fear of being wrong and the need to be right./Unto thee, unto thee, unto thee, unto thee./Unto thee, unto thee, unto thee, unto thee./Unto thee, unto thee, unto thee, unto thee./I give everything I am... unto thee.

2 N. de la T.: traducido literalmente del inglés, words worth significa «el valor de las palabras»; speak significa «hablar», trace es «trazar, delinear» y cox puede traducirse como «timonel» o «capitán». Messenger significa «mensajero».

3 N. de la T.: Gracia.

VIVIR EN LA LUZ

Mi luz interior brillaba con fuerza. Estaba en casa. Ahora que la había encontrado, de ningún modo iba a dejar que se me escapara. Juré decir «SÍ» a cada tenue llamada del alma, tanto si tenía lógica como si no. Juré hacer todo lo posible por no volver nunca a darme la espalda.

Justo como reza el dicho «cuando el alumno esté listo, aparecerá el maestro», al día siguiente nos enseñaron una forma de meditación llamada abastecerse (de la que te hablaré mas adelante y que puedes descargar en www.lightisthenewblack.com). Con esta sencilla práctica, aprendí a llenarme por entero de la energía de la Fuente (de la que todos formamos parte), y dejé de recurrir a lo exterior para buscarla.

Empecé a abastecerme y a escuchar las llamadas de mi alma todos los días sin excepción. Lo convertí en una parte innegociable de mi vida.

Me presentaba a ella todos los días.

Al cabo de unos meses, mi vida era irreconocible. Me sentía apoyada porque me estaba apoyando a mí misma. Mi alma estaba contenta porque atendía a sus llamadas. Los cimientos de mi ser se fortalecieron porque me alimentaba desde dentro. Gracias al acto diario de soltarme, recibir y permitir que se me ayudara, pude sanar a mi corazón dolorido y dejar que la luz interior me señalara el camino.

Continué edificando mi vida, dejando que se quedara solo aquello que me servía.

El alineamiento fue clave.

Reemplazando el «debería» y «podría» por anhelos profundos y un «¿por qué no?», bailaba, respiraba, me sacudía de encima unas cosas y acogía otras. Solo dejaba entrar a personas, experiencias y situaciones que me llenaran, que me alegraran el corazón y me hicieran sentirme entera.

Tras tomar la decisión consciente de no iniciar una relación amorosa hasta estar completamente curada y entera, descubrí que no necesitaba a otra persona para estar EN-amorada. Vi que podía estar EN-AMORada (en la corriente del amor) estando sola.

Al llenarme a mí misma primero, descubrí que en mis relaciones me mostraba más luminosa y más plena que nunca. Capa a capa, me permití despojarme de todo hasta estar auténticamente desnuda y salir de verdad del armario espiritual.

Dejé el trabajo corporativo, y la consulta de asesoramiento espiritual despegó: mi amiga Robyn Silverton y yo fundamos The Spirited Project 1