Agradecimientos

Aunque la responsabilidad de un libro es siempre de su autor, especialmente sus carencias y fallos, es evidente que no se hubiera podido realizar sin el esfuerzo y empeño de otras personas. En primer lugar, tengo que citar a los responsables de esta editorial que han apostado por este autor proponiendo este ejercicio de síntesis, a través de hechos relevantes, de la Historia de España. Por otro lado, no dejaré de agradecer el magisterio de Jesús Bravo Lozano en mis años de estudiante de Historia y con mi tesis doctoral, que me enseñó la virtud de ir a la esencia de las cosas y de resumir, empresas harto complejas para las que este autor no estaba muy preparado.

Por fin, tengo que agradecer a Pablo Bahillo y Víctor 

Berástegui por todo, a mi familia que siempre ha tenido una gran fe en el trabajo de este historiador, y a mis alumnos de Bachillerato que me obligan año tras año a mejorar en la enseñanza de la Historia de España. Este libro tiene mucho de ellos.

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GuíaBurros Episodios que cambiaron la Historia de España



Sobre el autor



Eduardo Montagut nació en Madrid en 1965, licenciándose en Historia Moderna y Contemporánea por la UAM en el año 1988, con premio extraordinario. En la misma Universidad alcanzaría el doctorado en 1996 con una tesis sobre los alguaciles de Casa y Corte en el Madrid del Antiguo Régimen, un estudio social del poder. Por otro lado, el autor emprende estudios de la época ilustrada a través de la Real Sociedad Económica Matritense y la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País sobre cuestiones de enseñanza, agricultura, montes y plantíos. En 1996 comienza su carrera de docente en Educación Secundaria en la Comunidad de Madrid.
Con el nuevo siglo, Eduardo Montagut inicia una intensa actividad en medios digitales y escritos con publicaciones de divulgación e investigación histórica, política y de memoria histórica, así como impartiendo conferencias, y participando en charlas y debates.

Si después de leer este ebook, lo ha considerado como útil e interesante, le agradeceríamos que hiciera sobre él una reseña honesta en Amazon y nos enviara un e-mail a opiniones@guia-burros.com para poder, desde la editorial, enviarle como regalo otro ebook de nuestra colección.




Introducción


En esta guía presentamos treinta hechos que marcaron la Historia de España en las épocas moderna y contemporánea, hasta la muerte de Franco. Seleccionar siempre es doloroso, y aunque se han intentado abordar acontecimientos diversos y que el autor considera decisivos, siempre se quedan muchos fuera, sin olvidar que habrá lectores que opinen que algunos de los incluidos no han sido tan relevantes. 
En cada hecho partimos de un texto contemporáneo al suceso, que sirve de marco, seguido de una explicación del acontecimiento, huyendo siempre de la anécdota para intentar hacer comprender no solo el mismo, sino sus causas y sus consecuencias, procurando ofrecer una visión ––eso sí, muy sintética––, de los procesos históricos. Es evidente que muchos lectores no compartirán las explicaciones e interpretaciones, pero eso es sumamente positivo porque habremos conseguido, además del empeño divulgativo, suscitar controversia, instrumento fundamental para el conocimiento de la Historia.



Las Capitulaciones de Santa Fe


«Las cosas suplicadas e que Vuestras Altezas dan e otorgan a don Christóval de Colón, en alguna satisfacción de lo que ha descubierto en las Mares Océanos y del viage que agora, con el ayuda de Dios, ha de fazer por ellas en servicio de Vuestras Altezas, son las que se siguen.
1. Primeramente que Vuestras Altezas como sennores que son de las dichas mares Océanas fazen dende agora al dicho don Christóval Colón su almirante en todas aquellas islas y tierras firmes que por su mano o industria se descubrirán o ganarán en las dichas Mares Océanas para durante su vida, y después de él muerto, a sus herederos […].
2. Otrosí, que Vuestras Altezas fazen al dicho Christóval Colón su Visorey e Governador General en todas las dichas tierras firmes e islas que, como dicho es, él descubriere o ganare […].
3. Item que de todas e qualesquiere mercadurias, siquiere sean las piedras preciosas, oro, plata, specieria, e otra cualesquiere cosas [...] dentro de los límites de dicho Almirantazgo, que desde agora Vuestras Altezas fazen merced al dicho don Christóval e quieren que haya e lleve para sí la dezena parte de todo ello».

Capitulaciones de Santa Fe, 17 de abril de 1492


El proceso que llevó a la firma de las Capitulaciones de Santa Fe no fue fácil. Cristóbal Colón llegó en 1491 al monasterio de La Rábida, donde el confesor de la reina, a la sazón el franciscano Juan Pérez, se ofreció para aconsejar su proyecto. Tuvo éxito, y el marino pudo presentarlo en el campamento de Santa Fe a los Reyes Católicos, aunque sus peticiones fueron consideradas excesivas por los monarcas. Pero en el seno de la corte Colón tenía sus apoyos, que se movieron para intentar buscar la financiación adecuada para conseguir llegar a Oriente por Occidente. No debemos olvidar que el vecino Portugal llevaba ya un largo tiempo buscando una ruta a la India bordeando África, y su protagonismo en el océano era innegable. Este conjunto de causas hizo que Isabel y Fernando reconsideraran su negativa y aceptaran negociar con Colón. 

Después de unos tres meses, el 17 de abril de 1492 y ya conquistada Granada, se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe. En este ámbito significaban un contrato entre la Corona y un particular para descubrir y/o conquistar un territorio, estableciendo una serie de condiciones. 

Las Capitulaciones de Santa Fe estipulaban la concesión a Colón del título de almirante sobre las islas y tierras firmes que descubriese. El cargo era a perpetuidad y hereditario. También se le nombró virrey y gobernador, y se le otorgaba una décima parte de los beneficios de los descubrimientos. Por otra parte, debía contribuir con una octava parte de los gastos de las armadas, a cambio de recibir la misma proporción de los beneficios. Unos días después, se le hizo vitalicio y hereditario el cargo de gobernador con el tratamiento de «don».

Las Capitulaciones suponen uno de los documentos más importantes de la Historia, porque aunque no aluden a las Indias y por supuesto tampoco a América, abrieron la puerta al descubrimiento del Nuevo Mundo. Pero, por otra parte, también han generado no pocas polémicas historiográficas. Se concedían mercedes en satisfacción a lo que se había descubierto. ¿Significa eso que había habido un viaje anterior? Además, los monarcas se proclamaban señores de las «mares océanas», cuando el Tratado de Alcaçovas daba a Portugal derecho sobre el sur de Canarias y el resto del mar.

Otra de las cuestiones a tener en cuenta tiene que ver con las concesiones reales, ya que sin duda eran en extremo generosas, contradiciendo la política desarrollada por los Reyes Católicos contraria a la profusión de mercedes. Precisamente por todo esto, a partir de 1508 se plantearon los Pleitos Colombinos entre los descendientes de Colón y la Corona. Los primeros pretendían que se mantuviese lo estipulado en las Capitulaciones, ya que la Monarquía, ante la magnitud de lo descubierto, se desdijo. Así pues, si las Capitulaciones se contemplaban como un contrato, los descendientes podían reclamar lo que no se había cumplido, pero si se interpretaban como un conjunto de concesiones, los reyes podían anularlas en virtud de su potestad. 

Después de muchas peripecias, en 1536 se estableció un laudo arbitral entre Luis Colón, nieto del descubridor, y Carlos V. La familia Colón renunciaba a los privilegios de las Capitulaciones a cambio de una renta a perpetuidad, y un conjunto de títulos.

La expulsión de los judíos


«Porque Nos fuimos informados que en estos nuestros reinos había algunos malos cristianos que judaizaban y apostataban de nuestra fe católica, de lo cual era mucha culpa la comunicación de los judíos con los cristianos, en las Cortes de Toledo de 1480 mandamos apartar a los judíos […] dándoles juderías y lugares apartados donde vivieran juntos en su pecado […]. Consta y parece ser tanto el daño que se sigue a los cristianos de la participación, conversación y comunicación con los judíos, los cuales […] procuran siempre, por cuantas vías más pueden, de subvertir y sustraer de nuestra santa Fe Católica a los fieles cristianos, y apartarlos de ella, y atraer y pervertir a su dañada creencia y opinión, instruyéndoles en las ceremonias y observancia de su ley.
Por ende, Nos, con el consejo y parecer de algunos prelados, grandes nobles y caballeros, y de otras personas de ciencia y de conciencia […], acordamos mandar que hasta el fin del mes de julio que viene salgan todos los dichos judíos y judías de nuestros reinos con sus hijos, de cualquier edad que sean, y que no osen tornar […] bajo pena de muerte. Y mandamos que nadie de nuestros reinos sea osado de recibir, acoger o defender pública o secretamente a judío ni judía pasado el término de julio [...] so pena de confiscación de todos sus bienes».

Decreto de los Reyes Católicos expulsando a los judíos. Granada, 31 de marzo de 1492


Según el decreto de expulsión, los judíos tendrían un plazo hasta finales de julio para marcharse si no se bautizaban. En ese tiempo estarían amparados por los monarcas para poner en orden sus asuntos y vender sus bienes, aunque no podrían sacar oro y plata ni algunos tipos de mercancías. Aunque es difícil precisar datos concretos, se calcula que la decisión afectó a 90 000 judíos en Castilla frente a unos 12 000 en la Corona aragonesa. Los judíos sufrieron muchas penalidades en la salida. Los que sobrevivieron se asentaron en Portugal, en el norte de África, Italia, y en posesiones turcas en Grecia y Palestina.

La expulsión coronaba una situación de persecución que había comenzado en 1391, cuando la relativa convivencia se truncó. En ese año estallaron persecuciones que provocaron muertes y destrucciones, comenzando en Sevilla y promovidas por parte de la nobleza y el clero. Muchos judíos se convirtieron, comenzando el fenómeno de los judeoconversos o marranos, aunque una parte importante de los mismos seguía practicando el judaísmo en la clandestinidad.
El odio, la violencia y el recelo se instalaron en los distintos reinos cristianos peninsulares a partir de entonces. Se mantuvo la relación entre parte de la minoría judía y la realeza en lo referido a las finanzas, ya que el creciente poder de las Coronas necesitaba grandes aportaciones económicas, pero en lo político y administrativo los judíos fueron desplazados.

Los Reyes Católicos no desarrollaron en el inicio de su reinado una política especialmente negativa hacia los judíos, pero a partir de 1480-81 la situación cambió y comenzó una clara presión sobre los mismos, con la dispersión ordenada de las zonas consideradas como peligrosas. Unos pocos años antes se había establecido la Inquisición moderna, encargada no solo de velar por la ortodoxia, sino sobre todo de vigilar la sinceridad de la conversión al cristianismo. Esa nueva Inquisición no dependía de Roma sino de la Monarquía, y fue durante mucho tiempo casi la única institución común a todos los reinos a través del Consejo de la Inquisición.
La unidad religiosa, establecida por los Reyes Católicos, tuvo una clara repercusión en muchos ámbitos de la España moderna, desarrollándose una verdadera obsesión por la «pureza» de la sangre, con la división entre cristianos viejos y cristianos nuevos, estableciéndose los estatutos de limpieza de sangre como requisito para poder ingresar en muchas instituciones.


La batalla de Villalar 


«[...] que después dél (Carlos I) no pueda suceder muger ninguna en el reino; pero que no habiendo hijos, que puedan suceder hijos e hijas é de nietas siendo nascidos é bautizados en Castilla; [...] quel Rey no pueda poner Coregidor en ningun logar, sino que cada ciudad é villa elijan el primero dia del año tres personas de los hidalgos é otras tres de los labradores, é questos dos que escojeren sean alcaldes de cevil é criminal por tres años, [...] que los oficios de la casa Real se hayan de dar á personas que sean nascidos é bautizados en Castilla, [...], quel Rey no pueda sacar ni dar licencia para que se saque moneda ninguna del reino, ni pasta de oro ni de plata, é que en Castilla no pueda andar ni valer moneda ninguna de vellon sino fuere fundida é marcada en el reino [...]».

Peticiones de los comuneros en la Junta Santa de Ávila, 1521


La batalla de Villalar, en abril de 1521, selló la derrota de los comuneros, llevando al patíbulo a sus tres caudillos: Juan Bravo, Padilla y Maldonado. En los primeros días de mayo las Comunidades se fueron rindiendo, menos Toledo, donde los más acérrimos comuneros resistieron apoyando a doña María Pacheco, viuda de Padilla.