MARIÁNGELA ABBRUZZESE ABAJIÁN

PARA LEER EL
GIF

El loop como vehículo de afectos en la cultura digital

D.R. © 2021, Editorial Tintable

Concepción Béistegui 2103-C4

Colonia Narvarte

México, CDMX.

Diseño de la colección

Estudio Sagahón

Leonel Sagahón y Carmina B. Salas

Cuidado de la edición

Jerónimo Repoll

Corrección de estilo

Roberto Barajas

Formación y captura

Carmina B. Salas

Primera edición

Agosto de 2021

ISBN: 978-607-8346-58-5

Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

Contenido

Introducción

La invención de un flipbook electrónico

El GIF como objeto técnico y estético

Escenarios del GIF en la cultura digital

La apropiación de una apropiación

Conclusiones

Fuentes

Índice de imágenes

Introducción

Pensar en la potencia de los medios electrónicos supone un ejercicio complejo frente a las actuales transformaciones de las tecnologías de la comunicación. En la red de redes, mejor conocida como Internet, compartimos datos usados predominantemente por sistemas de poder que predicen nuestros comportamientos y mercantilizan nuestros afectos. Asimismo, las imágenes digitales se someten a lógicas de circulación bajo normas que rigen comportamientos que creemos voluntarios, pero que en realidad han sido meticulosamente calculados por dichos sistemas.

Las dinámicas de control y extracción de datos en Internet, así como el modo en que estas modifican tanto nuestra vida como nuestros cuerpos, pueden conducirnos a reflexiones apocalípticas. ¿Acertaron Adorno y Horkheimer (2006) al proponer que la racionalidad tecnológica es también aquella de la dominación? A primera vista, parece que las estrategias de estandarización y producción masiva reproducen la alienación a través de la clasificación de los consumidores en una cultura convenientemente despolitizada. Ante esto, nos situamos en un terreno de indecisión entre la tecnofilia y la tecnofobia para abordar estas cuestiones y proponer una ruta interdisciplinaria que nos permita pensar en posibilidades críticas de politización o (re)politización de la cultura visual-digital contemporánea.

Esta ruta no será guiada por los principios de causalidad o linealidad, sino por aquellos del collage y el montaje: tomamos como inspiración los comandos “deshacer”, “mover”, “repetir”, “cortar”, “copiar” y “pegar” para tener estrategias de reflexión crítica que nos permitan encontrar desvíos o líneas de fuga en la modernidad globalizada. Lev Manovich (2001) propone al loop como nueva forma narrativa apropiada para los nuevos medios de comunicación. Según el autor, dicha herramienta le da vida tanto al cine como a la programación informática y es elemental en las estructuras de control. En esa medida, componer con él nuevas narrativas implica un posicionamiento enmarcado en una propuesta benjaminiana, que consiste en usar los principios formales de la tecnología para reflexionar de forma crítica sobre aquello que esa tecnología amenaza con arrebatarnos (Buck-Morss, 2001). En el siglo XXI esa amenaza parece ser inabarcable, pero podemos comenzar por señalar que en ella corre peligro nuestra autonomía y nuestro derecho a la privacidad.

Walter Benjamin (2005) hace una reconstrucción de los elementos provenientes de la cultura capitalista burguesa del siglo XIX, después de estudiar cuidadosamente una serie de textos que le permiten crear una nueva composición: el Libro de los pasajes. En este proyecto se hace visible “una imagen de la verdad que la ficción de la escritura convencional de la historia había ocultado” (Buck-Morss, 2001: 246). El pensador alemán de origen judío utiliza al montaje como principio formal de la tecnología de la época (el cine) y como estrategia crítica, casi destructiva, en favor de la desmitificación del mundo del encantamiento que se instaló con la modernidad.

Actuar contra estas ilusiones o promesas utópicas del progreso que Benjamin denunció y hacer visibles sus artificios a través de una experimentación y uso crítico de registros tecnológicos, es un objetivo inscrito en el método del “materialismo digital” propuesto por Manovich. En su libro El lenguaje de los nuevos medios de comunicación (2001), el autor estructura su discurso a partir de stills o fragmentos capturados en imagen fija de la película El hombre de la cámara (1929) de Dziga Vertov para proponer que el lenguaje informático es eminentemente numérico y que en él puede rastrearse un potencial estético. La elección del film se debe al uso del montaje y del código compositivo aplicados por el cineasta ruso en los años treinta, quien además usa la estrategia estética y discursiva de la repetición para hablar del nacimiento del cine. La primera secuencia de la película muestra a un hombre de pie en la parte trasera de un automóvil haciendo girar el mango de su cámara: “Un loop, una repetición, creada por el movimiento circular del mango, da apertura a una sucesión de eventos” (Manovich, 2001: 316).

Es importante agregar que si bien el loop pertenece al lenguaje de las máquinas (cinematográficas e informáticas), convencionalmente este intenta ocultarse, pues es señal de atraso; por ejemplo, los juguetes ópticos del siglo XIX, que habilitaron el movimiento por repeticiones cortas, fueron superados por las narrativas fílmicas de larga duración. Asimismo, en la programación este recurso es invisibilizado para favorecer la fluidez, la transparencia y la inmersión de las experiencias en Internet. En este sentido, sacar a la luz al loop como forma narrativa básica de los discursos mencionados supone una estrategia estético-discursiva con potencial crítico, entendiendo “lo crítico” como una interrupción en un determinado orden de visibilidad y sensibilidad (Rancière, 2002). Sin embargo, es importante tener claro que el ocultamiento de las claves del discurso para naturalizar plataformas de acción y pensamiento es en principio una estrategia del poder y por supuesto no es algo nuevo.

La existencia de aparatos ideológicos nos ha permitido entender al poder como algo que no es monolítico, pues este tiene una dimensión simbólica implicada en la discursividad, las narrativas y sus distintas formas de estructuración que crean una especie de telón de fondo epistemológico para que se configuren las instituciones, los cuerpos y el territorio. De manera similar, nosotros, como sujetos, nos constituimos por esos aparatos y nos comportamos según ciertas constantes epistémicas mediadas por una distribución política y afectiva (Foucault, 2006). Esta reflexión foucaultiana se actualiza en el contexto de la modernidad globalizada, donde el control y la vigilancia han tomado nuevas formas, aún más etéreas e invisibles que aquellas del siglo XIX.

Entonces, ocultar aquello que hace funcionar al lenguaje y naturaliza pautas de pensamiento es una estrategia del poder y, en esa misma medida, sacarlo a la luz es una estrategia de resistencia. Es hacia lo segundo que se orienta la propuesta de sacar al loop de su lugar oculto en el lenguaje de la informática para conformar nuevas narrativas. Esa secuencia inicial en El hombre de la cámara refleja el modo en que la repetición le abre paso al registro cinematográfico y le hace parte de un índice visual que intenta darle entrada al registro informático de las computadoras. Tanto Walter Benjamin como Dziga Vertov y Lev Manovich, cada uno en su contexto y en su época, buscan potencialidades críticas y transformadoras en los ensamblajes de cada registro tecnológico correspondiente. Esa es la operación reflexiva que nos interesa retomar a continuación, corriendo un riesgo que no pretendemos evadir: el tiempo ha pasado y las transformaciones tecnológicas han permitido un perfeccionamiento de las maniobras de la modernidad, que quizás ni Adorno ni Horkheimer habrían podido imaginar. Incluso, parece lejano el momento en que Manovich (2001) propone al loop como estrategia de resistencia y problematización en la cultura informatizada.

Las máquinas informáticas han cambiado nuestra forma de ver y entender el mundo, pues la reproducción técnica no solo transforma a la economía y a la sociedad, sino que transforma nuestra mirada, ese espacio donde se produce la visión y el reconocimiento. La mirada es el medio más antiguo de todos (Mitchell, 2005), por lo que no podemos ignorar las “formas de visión maquínica” signadas por una “gramática de la invisibilidad” que se desata con “infraestructuras informáticas que convierten la ideología (y el conocimiento) en una nube de servicios conectados, difusos, que constantemente extrae y procesa datos” (Azar, Cox e Impett, 2021: 6). Por supuesto, la tecnicidad siempre implica y soporta las formas de ver, pero entender el funcionamiento de esa tecnicidad en nuestra época impone un reto sin precedentes.

A la luz de lo anterior, proponemos que la estrategia benjaminiana explicada y retomada por Manovich (2001) es productiva para pensar en formas de resistencia frente a la lógica de vigilancia que hoy hace funcionar nuestras tecnologías contemporáneas. Sabemos que el montaje y la repetición habilitan discursos predominantemente guiados por esa lógica, pero hemos retomado desde el inicio formas expresivas como el collage, el recorte o el loop