Protuberancias
Aleš Šteger
Antología de poemas
Traducción de Pablo Juan Fajdiga, Špela Marki
y Óscar Leonel Ruiz-Ramírez
D.R. © 2007 Aleš Šteger
D.R. © 2005 Pablo Juan Fajdiga, Špela Marki
y Óscar Leonel Ruiz-Ramírez
D.R. © 2015 Arlequín Editorial y Servicios, S.A. de C.V.
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Hecho en México
I
CON LOS OJOS CERRADOS
Cuando cierras los ojos, ves el poema.
Vaciado de la firmeza de todas las cosas que a escondidas
deseas.
Te recuerda a una habitación recién blanqueada
Que el verano olvidó cerrarle la puerta y las ventanas.
Pero también eso es sólo una alusión insuficiente a las
imágenes del mundo físico.
No existen entradas ni salidas de ese poema.
Ese poema es material en estado gaseoso.
Una corriente galáctica puede dispersar
A las personas que flotan en él, las metáforas
Que cuelgan de las paredes, y convertirlas en algo distinto.
Dos nubes desnudas que estaban a punto de amarse
Son succionadas por las estrellas y expulsadas en nube
De jabalí degollado que está rodeada por una nube gris
De mi padre que fuma y todo lo observa
Escondido en un rincón oscuro del poema. Casi seguro
que es él
Quien en verdad escribe cada poema. En la oscuridad
No lo ves hasta que él mismo llega,
Sin hacer ruido, por detrás; te tapa, travieso, los ojos con
las manos
Y pregunta: ¿Quién soy?, ¿me vas a matar?, ¿eres mío?
SOBRE LAS ESCUELAS REALISTA Y ROMÁNTICA
Después de que recogimos las perlas de la nieve, los secretos comenzaron a derretirse. No había sol, pero los montes blancos se volvieron un río impetuoso de parda aguanieve. Desde la orilla mirábamos cómo se iban —entre las botellas vacías y las piezas de madera— los ángeles muertos, que hasta entonces habían dormido bajo la nieve. Qué hermosos son, dijimos, aun en este río sucio sus alas quebradas permanecen blancas y sus rostros intactos. Algunos fuimos a casa de inmediato para seguir soñando con los ángeles: nos soñamos acostados en el fondo de un reloj de arena y, sobre nosotros, por la abertura luminosa del cielo, caía la nieve y nos cubría. Otros corrieron por su equipo de pesca e iniciaron el certamen de atrapar ángeles. Les acompañaban incluso los carniceros, que en su turno despedazaban a los ángeles cazados frente a los ojos de los fotógrafos y de las muchedumbres entusiasmadas, y partían trozos de carne de las entrañas a las alas, que más tarde se vendían en subasta. Estos eran los realistas, la gente que amaba a los ángeles de cerca y después se quemaba en las fogatas. A nosotros no nos iba mejor: la blancura en la que habíamos muerto fue arrastrada y de repente sentimos todos los anzuelos, que ya vivos nos habían atado a este único mundo y, por tanto, al mejor de los mundos.
NUEZ
Te has quedado con las manos vacías y en las manos tienes una nuez.
Al comienzo la aprisionas y escondes como si fuera algo mágico,
Pero luego todo te aprisiona a ti y sabes que tienes
Que responder y con ello matar al mago para sobrevivir.
En el centro de la nuez está la almendra, pero la almendra no te importa,
Tú necesitas la salvación que está inscrita en el interior de la cáscara.
El agobio es demasiado grande, por eso aprietas el puño vacío y la rompes.
La nuez enmudece, los signos rotos se vuelven ininteligibles
Y la respuesta enigmática, pero a través de las rajaduras te escurres al interior
Y te comes la almendra. Así excavas un espacio para ti. Así te vuelves almendra.
Y la almendra se vuelve Tú. El Tú se pone en cuclillas y espera
Que la cáscara crezca a su alrededor. Como una especie de feto
Espera acurrucado, y en la nuez hay cada vez menos luz
Y menos heridas. Paulatinamente el Tú puede comenzar a leer los signos
Y los signos están cada vez más enteros.
El Tú lee en voz alta, pero cuando llega al final
La cáscara se cierra y la noche se cierne sobre el Tú.
Atrapado en la oscuridad, el Tú oye
Cómo salta de la galera un blanco conejo con dientes asesinos,
Que se detiene frente a la nuez e inmóvil la observa.
VIAJE
Adonde sea que vayas,
Donde sea que tu sombra se mezcle con extraños,
Sabe que al lugar donde te estoy esperando ya no regresarás
Y que quien te espera ya no soy yo.
Por eso: ve por las sombras. Que te eleven por los aires,
Como en una alfombra mágica, y te lleven al otro lado del corazón.