Advertencia
El ensayo sobre el origen de las lenguas, de Jean-Jacques Rousseau, es uno de esos textos “menores” que los años y los avances y reorientaciones de la interpretación vuelven como la pieza imprevista que distorsiona y amplía la figura del clásico en cuestión. Circunspecto y sonriente, un Jean-Jacques etnólogo y estructuralista surge de las páginas del Ensayo... Y aun aquel teórico musical que había en Rousseau, y que tan desdeñado era por sus contemporáneos, renace convertido en sagaz formalizador. La transfiguración del sentimental tiene también su pequeña historia. En su De la gramatología, Jacques Derrida se aplica a entrelinear a Jean-Jacques y a Ferdinand de Saussure. Hay resultados de todo orden: entre otros, el de detectar en el Ensayo sobre el origen de las lenguas “las premisas conceptuales de la glosemática y de la gramática generativa”. Pero si el Ensayo es una premonición de algunos de los derroteros de la lingüística actual y de la neorretórica francesa, también admite ser leído como uno de los textos pioneros de la relativización de las ideas y las creencias, un proyecto de etnología, un esbozo de historia de la evolución del lenguaje que es también una historia de la humanidad. Podría añadir: la idea que Rousseau tiene de la lengua escrita en contraposición a la hablada remitiría a una concepción y a un tratamiento alternativos del lenguaje: a veces como código, a veces como flujo. La indecisión de Rousseau a este respecto es más que ilustrativa. Las situaciones planteadas, padecidas y escritas por Rousseau pensador y/o por Rousseau escritor prefiguran las condiciones de muchas de esas parejas de escritores homónimos que conviven en un solo hombre. Explica Maurice Blanchot, al concluir su ensayo sobre Rousseau: Jean Jacques “resulta sospechoso ante el pensador tanto como ante el escritor por haber querido, imprudentemente, ser el uno mediante el otro”.
Entre nosotros, en México, es a Ernesto Mejía Sánchez a quien se debe el mejor y más exhaustivo estudio sobre el Ensayo. En “El pensamiento literario de Rousseau”, trabajo publicado originalmente en el volumen colectivo Presencia de Rousseau (Coordinación de Humanidades, UNAM, México, 1962), verifica un recuento pormenorizado de los lugares en que Rousseau alude a la cuestión del lenguaje, el problema de su origen y condición. Siguiendo la guía de Alfonso Reyes y complementándola con un conocimiento detallado de la obra del ginebrino, pondera el ascendiente de Cicerón para emprender, en seguida, un examen del Ensayo sobre el origen de las lenguas que comprende desde una minuciosa apreciación filológica acerca del origen del texto y de su lugar en la obra de Rousseau hasta un ensayo de literatura comparada donde constata la huella que las ideas del Ensayo imprimieron en los pensadores americanos del siglo XIX como Zorrilla de San Martín y Santiago I. de Barberena, así como en los mexicanos Ignacio Ramírez y Francisco Pimentel. Más allá de esa imprescindible introducción americana al tema, el Ensayo sobre el origen de las lenguas es un texto que la discusión contemporánea precisa como uno de sus lugares obligados.
La traducción que aquí se presenta está fundada en la edición del Ensayo, reproducida por la Bibliothèque du Graffe de Cahiers pour l’Analyse, establecida originalmente por A. Belin en 1817 y que reproduce sin mayores variaciones la de las Oeuvres Posthumes de Jean-Jacques Rousseau (t. III), Ginebra, MDCCLXXXI.
Adolfo Castañón