GREGG BRADEN, escritor, científico y conferenciante, ha aparecido cinco veces en la lista de los más vendidos de The New York Times. Es reconocido internacionalmente por ser pionero en unir la ciencia moderna, la sabiduría antigua y el potencial humano. Entre 1979 y 1990, Gregg trabajó como solucionador de problemas en tiempos de crisis para compañías de la lista Fortune 500, como Cisco Systems (fue el primer gerente de operaciones técnicas que tuvo esa empresa), Phillips Petroleum (donde fue geólogo informático durante el primer embargo de petróleo de 1979-1980) y Martin Marietta Defense Systems durante la Guerra Fría (donde fue un enlace para el Comando Espacial de Estados Unidos/Iniciativa de Defensa Star Wars). Actualmente, sigue implicado en la resolución de problemas; fusiona la ciencia moderna y la sabiduría de nuestro pasado para presentar soluciones prácticas a los retos que afronta la humanidad. Sus investigaciones han dado lugar a doce libros galardonados, publicados en más de cuarenta idiomas.
Gregg es miembro de organizaciones visionarias y grupos de expertos, como la American Association for the Advance ment of Science (‘asociación estadounidense para el avance de la ciencia’), el Steering Committee for the Global Coherence Initiative (‘comité directivo de la Iniciativa de Coherencia Global’) y la Evolutionary Leadership Organization (‘organización de liderazgo evolutivo’). Ha presentado sus descubrimientos en más de treinta países de seis continentes, ha participado en dieciséis documentales y ha sido invitado a hablar ante las Naciones Unidas, compañías de la lista Fortune 500 y el Ejército de Estados Unidos. En 2019, la revista británica Watkins Mind Body Spirit incluyó a Gregg entre las cien principales «personas vivas más influyentes del mundo desde el punto de vista espiritual» por sexto año consecutivo. Ha recibido numerosos premios, incluido el Conscious Visionary Award (‘premio visionario consciente’), edición de 2019, del Illuminate Film Festival, y el New Thought Walden Award (‘premio Walden al nuevo pensamiento’) de 2019; además, está nominado al prestigioso Premio Templeton, edición de 2020 (la finalidad de este premio es mostrar reconocimiento a «personas sobresalientes que han dedicado sus talentos a expandir nuestra visión del propósito humano y de la realidad última»).
Título original: WISDOM CODES
Traducido del inglés por Francesc Prims Terradas
Diseño de portada: Editorial Sirio, S.A.
Maquetación de interior: Toñi F. Castellón
© de la edición original
2020 de Gregg Braden
Publicado inicialmente en inglés en 2020 por Hay House, Inc USA
Para oír la radio de Hay House conectar con www.hayhouseradio.com
© de la presente edición
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Una sola palabra tiene el poder de influir en la expresión de los genes que regulan el estrés físico y emocional.
ANDREW NEWBERG, NEUROCIENTÍFICO,
Y MARK ROBERT WALDMAN 1
No sé de nada en el mundo que tenga tanto poder como una palabra.
EMILY DICKINSON, POETISA 2
1 Andrew Newberg, M.D. y Mark Robert Waldman (2012). Words Can Change Your Brain: 12 Conversation Strategies to Build Trust, Resolve Conflicts, and Increase Intimacy. Nueva York (EUA): Hudson Street Press, p. 3.
2 Emily Dickinson, Letters (‘cartas’).
Utilizar la palabra para consolarnos en tiempos de necesidad es un hábito casi universal. Desde la oración de la bendición utilizada por los navajos del desierto del suroeste de Estados Unidos (diné, en su lengua) para honrar el orden natural cuando los tiempos son caóticos hasta la bendición sacerdotal del Antiguo Testamento descubierta en dos pequeños pergaminos plateados que datan de hace casi tres mil años, la historia del mundo está llena de ejemplos de palabras que nos han calmado, consolado y protegido. Como individuos y colectivamente, de manera formal e informal, en voz alta y en voz baja, a través de los tiempos, los humanos hemos empleado palabras especiales para ayudarnos a lidiar con los momentos difíciles de la vida.
Si pensamos en nuestras creaciones como la expresión de ideas que moran en nuestro interior, nos damos cuenta de que nuestro arte, cine, música y obras escritas son más que meros entretenimientos. La relación existente entre nuestro mundo interior y nuestro mundo exterior nos lleva a ver nuestra inspiración como conciencia que se informa a sí misma, recordándonos nuestras posibilidades y nuestro potencial pendientes de explotar. Desde esta perspectiva, las tradiciones espirituales del pasado y las palabras que las preservan son ejemplos vivos que revelan una comunicación intemporal.
Al escribir Los códigos de sabiduría, imaginé un conjunto de palabras fiables a las que hemos recurrido históricamente en tiempos de necesidad, resumidas en un manual moderno, fácil de leer y de consultar. Este conjunto de oraciones, mantras, cantos e himnos muy respetados está concebido para aportarnos consuelo, protección y sanación cuando la vida nos trae peligros, dolores, pérdidas indescriptibles y falta de autoconfianza. En esos momentos, incluso el apoyo más bienintencionado de familiares y amigos no suele llegar al oscuro vacío de nuestro abismo emocional. En esas circunstancias, solo podemos recurrir a nosotros mismos. Y, en última instancia, eso es todo lo que necesitamos. Cuando entendí esta simple verdad, vi que tenía mucho sentido que sigamos teniendo el poder de reprogramar nuestro cerebro a voluntad, y que a partir de ahí podamos elegir –es decir, autorregular– nuestra forma de responder a los desafíos extremos de la vida.
Al aplicar conscientemente los códigos verbales del pasado a los retos que tenemos delante, nos beneficiamos de la sabiduría de los antiguos sabios, sanadores, místicos y profetas. Entonces dejamos de ser víctimas. Dejamos de estar definidos por nuestras circunstancias y nos convertimos en dueños de nuestro destino.
Este es el poder que tienen los códigos de sabiduría. En su presencia, cambiamos. Cuando pronunciamos las palabras, ya sea en voz alta o en silencio para nuestros adentros, algo cambia en nuestro interior. El poder de las palabras, la química y las neuronas convergen maravillosamente. Asociamos las palabras de los códigos con el significado que les damos a dichas palabras. Esta asociación conduce a nuestras células cerebrales (nuestras neuronas) a conectarse de una manera precisa que hace que nuestra biología se armonice con la energía de nuestras emociones. Desde el punto de vista químico, ya no somos la misma persona que éramos solo unos momentos o unas horas antes. Es esta diferencia lo que abre la puerta a que pensemos, sintamos y actuemos de maneras nuevas en relación con nuestras pérdidas, nuestros miedos y las traiciones de las que somos objeto.
Aunque los cambios que experimentemos puedan ser sutiles e incluso puedan pasarles desapercibidos a aquellos con quienes compartimos nuestra vida, son precisamente estos cambios los que nos aportan la sabiduría, la confianza y la fortaleza que nos permiten despertar un poder más profundo en nuestro interior.
Pensamos con palabras.
Hablamos con palabras.
En el silencio de nuestra mente, escuchamos los mensajes verbales de nuestros pensamientos subconscientes repitiéndose a un ritmo vertiginoso: entre sesenta mil y ochenta mil veces al día, según las estimaciones científicas. Actualmente, nuevos datos permiten inferir que el poder de nuestras palabras va mucho más allá de lo que estas estadísticas han revelado en el pasado. Estudios recientes confirman una teoría que se propuso por primera vez a principios del siglo XX: la hipótesis de que las palabras que usamos cotidianamente influyen de forma directa en la manera en que nuestro cerebro se «programa» a sí mismo en lo relativo a cómo pensamos e incluso en cuanto a lo que somos capaces de pensar.
El descubrimiento de la relación existente entre las palabras y el cerebro no es el resultado de una investigación bien coordinada llevada a cabo en un laboratorio ultramoderno cuya finalidad fuese buscar este vínculo de resonancias místicas. Fue el producto de un logro inesperado que surgió de un nombramiento docente no planificado que tuvo lugar entre 1937 y 1938. Fue entonces cuando el lingüista estadounidense Benjamin Lee Whorf fue designado como profesor sustituto de una asignatura de posgrado centrada en el análisis lingüístico de los idiomas de los pueblos nativos americanos.1
Mientras reemplazaba a un colega que se había tomado un año sabático, Whorf reconoció un matiz previamente ignorado en el idioma hopi norteamericano. Los hablantes de este idioma describen los eventos de la vida cotidiana sin tener en cuenta la experiencia del tiempo. En la lengua hopi se utilizan palabras que describen el momento presente y lo que está sucediendo en el ahora; no dispone de palabras para describir directamente el pasado o el futuro.
Fue este uso del lenguaje, capaz de modificar el paradigma prevaleciente, lo que llevó a Whorf a descubrir que nuestras palabras influyen en la forma en que se conectan nuestras neuronas, un descubrimiento que hizo añicos las creencias científicas de su época y que hoy en día sigue siendo controvertido y también elogiado.
La experiencia indígena de ver un rayo en el cielo ilustra perfectamente el descubrimiento de Whorf. Cuando los hopis se refieren a un rayo, su lenguaje lo describe como una acción que está ocurriendo y no como algo que existe. Es decir, no emplean un sustantivo, sino algo más próximo a un verbo. Dicen el equivalente de «está “rayeando”»,2 lo cual indica que el rayo se encuentra en un estado de ser en lugar de observarlo como un objeto natural.
Del mismo modo, en el ámbito del océano, en lugar de referirse a la ola o una ola, empleando un sustantivo para aludir a una sola, los hopis ven la ola como parte de un sistema integral que está presente, vivo y aconteciendo en el momento. Su forma de pensar se refleja en el lenguaje que describe la experiencia, y dicen «la ola está ondulando».
Whorf creía que estas estructuras lingüísticas eran las responsables de la manera armoniosa en que los hopis piensan de sí mismos, estructuran su vida y conciben su relación con el cosmos. Al observar el conjunto de la creación, por ejemplo, ven un universo viviente en el que todo está conectado, surgido hace mucho tiempo de un estado de armonía primordial. Dentro de este sistema caracterizado por la unidad, los hopis ven la cooperación entre las personas y dentro de la naturaleza como expresiones cotidianas de una armonía universal que se extiende por todo el cosmos.
Esta forma de pensar favorable a la vida está en marcado contraste con la perspectiva científica convencional que describe el universo como un sistema «muerto» que surgió de una serie de eventos cósmicos aleatorios e increíblemente afortunados hace mucho tiempo. Desde esta cosmovisión basada en los acontecimientos biológicos oportunos, la ciencia convencional atribuye nuestro origen y la continuación de nuestra existencia al éxito de la competición y a lo que el naturalista del siglo XIX Charles Darwin llamó la supervivencia del más fuerte, una premisa que la mejor ciencia del siglo XXI está desmintiendo. Nuevos descubrimientos en el campo de la biología, así como en otros ámbitos de las ciencias de la vida, están revelando que la regla fundamental de la naturaleza es la cooperación, y no la competición. 3
Las implicaciones de la relación que hay entre las palabras y la vida son profundas. Parece que el lenguaje que usamos (es decir, las palabras que elegimos para describirnos a nosotros mismos y compartir nuestros pensamientos, sentimientos, emociones y creencias) conforma el marco que determina la unidad o separación que experimentamos cuando pensamos en los problemas de la vida diaria y los resolvemos.
La relación existente entre las palabras y el cerebro, que ya ha sido demostrada, ha dado lugar a una pregunta de un calado aún mayor: ¿es posible que al elegir unas determinadas palabras para abordar los desafíos presentes en nuestra vida podamos reprogramar nuestro cerebro con el fin de descubrir nuevas formas de resolver nuestros problemas? Es decir, ¿puede la elección consciente de palabras y patrones de palabras ayudarnos a pensar y sentir de manera diferente en tiempos de crisis, traumas, pérdida y necesidad? La respuesta corta es sí. La respuesta larga es la materia del resto de este libro. Como veremos en las páginas que siguen, nuestros antepasados sostuvieron esta creencia precisamente. Y más allá de limitarse a reconocer que existe un vínculo tan potente entre las palabras y la biología, aplicaron su comprensión en forma de códigos verbales en sus momentos de necesidad.
En el reciente libro Words Can Change Your Brain [Las palabras pueden cambiar tu cerebro], el médico Andrew Newberg y Mark Waldman se hacen eco de las ideas de Whorf y nos explican con precisión qué conexión existe entre las palabras y el cerebro. Describen claramente esta relación, y declaran: «Una sola palabra tiene el poder de influir en la expresión de los genes que regulan el estrés físico y emocional». 4
Además, Newberg y Waldman revelan que entre nuestras palabras y nuestro cuerpo hay una relación que va más allá del ámbito de nuestros genes y tiene un impacto en la percepción que tenemos de la realidad. El fenómeno comienza en el tálamo, una pequeña glándula ubicada cerca del centro del cerebro que transmite información sensorial a las áreas de este órgano que interpretan las señales y las utilizan para crear las percepciones que tenemos del mundo. Escriben: «Con el tiempo, la estructura de tu tálamo también cambiará en respuesta a tus palabras, pensamientos y sentimientos conscientes, y creemos que los cambios que se producen en el tálamo afectan a la forma en que percibes la realidad». 5
Los descubrimientos que han comunicado se han sumado a un conjunto de datos cada vez mayor que revela el poder que tienen las palabras y cómo podemos usarlas para ayudarnos en los momentos difíciles.
Los descubrimientos de Whorf en el siglo XX y las recientes revelaciones científicas en los campos de la neurociencia y la biología nos están contando la misma historia. Apuntan a la misma relación. Nuestras palabras influyen en la química de nuestro cuerpo, en las neuronas de nuestro cerebro y en la forma en que nuestras neuronas se conectan y se «disparan» para determinar lo siguiente:
Estas comprensiones otorgan un nuevo significado a los cantos, los himnos, las oraciones y los mantras utilizados en las tradiciones del pasado. Durante miles de años, se han transmitido palabras y frases rituales precisas de padre a hijo, de madre a hija, de chamán a chamán y de sanador a sanador. Desde la época de los primeros escritos, estos son los mensajes que se conservaron para las generaciones futuras en los textos sagrados y los glifos misteriosos que han resistido el paso del tiempo. Hoy encontramos el legado de los esfuerzos de nuestros antepasados en algunos de los lugares más remotos, aislados y ocultos de la Tierra: monasterios, templos y tumbas que permanecen como depositarios silenciosos de una sabiduría eterna. También encontramos este legado verbal registrado en la literatura sagrada de las tradiciones espirituales más respetadas del mundo.
Nuestros antepasados conservaron sus secretos para sus contemporáneos, así como para quienes vivirían en un futuro que solo podían imaginar: nosotros. Percibieron que las generaciones futuras necesitarían los mismos anclajes emocionales y la misma fuerza psicológica para superar las guerras, los episodios climáticos extremos y el caos social que esos hombres y mujeres habían vivido, y que sospechaban que regresarían. Desde los antiguos Vedas sánscritos, cuyo origen se sitúa más de siete mil años atrás, hasta el Mahabharata, las enseñanzas de Buda, los textos «perdidos» de la Biblia judeocristiana y los misterios sagrados de las tradiciones indígenas, el poder de los códigos de sabiduría está disponible para nosotros actualmente si entendemos lo que significan y cómo aplicarlos a nuestras circunstancias.
Por muchas y muy variadas que puedan parecer las pruebas de la vida a primera vista, una mirada más cercana a los retos a los que nos enfrentamos revela que existe una relación sutil entre nuestra experiencia y nuestras percepciones, y es la siguiente: lo que solemos percibir como problemas separados son, en realidad, distintas expresiones del mismo problema subyacente. Por ejemplo, aunque normalmente pensamos que la ira, los celos y la crítica son problemas separados que deben tratarse uno por uno, todos ellos apuntan al mismo tema central: el miedo no resuelto. Al curar (resolver) nuestro miedo subyacente, acabamos con la necesidad de seguridad y con las razones por las que pueden estar apareciendo en nuestra vida diversas expresiones del mismo miedo.
Nuestros antepasados entendían estas relaciones. También comprendían el poder del efecto cascada en las relaciones, por el que muchas emociones son sanadas a través de la resolución de un miedo central único. Y compartieron lo que descubrieron como la sabiduría profunda codificada en las palabras sagradas que han sobrevivido al paso del tiempo.
Con estas ideas en mente, he seleccionado un conjunto fundamental de códigos de sabiduría que abordan los problemas que afrontamos con mayor frecuencia en la vida. Estos códigos intemporales están concebidos para brindarnos la mayor fuerza y la curación más profunda de la manera más rápida posible.
Cada una de las primeras cinco partes de este libro está dedicada a uno de los temas centrales que nos generan más dificultades en la vida: la protección, el miedo, la pérdida, la fuerza y el amor. Les siguen dos partes más, que abordan temas que nos empoderan cuando los comprendemos y nos ponemos manos a la obra: la sexta parte presenta los códigos de poder «quiero» y «yo soy», y la séptima muestra dos parábolas para recordarnos dos verdades sanadoras relativas a nosotros mismos.
Para que te sea fácil orientarte, he organizado cada sección según esta estructura:
Si bien este libro puede leerse de principio a fin como un relato continuo, también está concebido como un manual, es decir, como una recopilación de sabiduría que podamos tener a mano para remitirnos a ella con rapidez y dotarnos, así, de fortaleza emocional.
A través de las antiguas palabras de personas que han tenido en su vida el mismo tipo de experiencias de pérdida, miedo, dificultad para tomar decisiones y dolor profundo que tú afrontas actualmente, estás vinculado a esos antepasados por el hilo común de la experiencia humana intemporal. En esos momentos, los siglos que separan esos tiempos y la época actual se disuelven, y la maestría del pasado puede convertirse en tu maestría en el presente. Gracias por explorar los códigos de sabiduría en las páginas que siguen.
Gregg Braden
Santa Fe, Nuevo México
1 Benjamin Lee Whorf. «Science Linguistics», publicado originalmente en abril de 1940 en la MIT Technology Review, 42 (6), 229-231; reimpreso en 1956 en Language, Thought, and Reality: Selected Writings of Benjamin Lee Whorf, editado por John B. Carroll (Cambridge [Massachusetts], EUA: The MIT Press, Massachusetts Institute of Technology), pp. 212-214. Whorf murió de cáncer en 1941 antes de tener la oportunidad de publicar una versión completa de sus teorías. Aunque vieron la luz con éxito una serie de artículos antes de su muerte, incluido el que se acaba de mencionar, las reproducciones definitivas de su trabajo fueron publicadas póstumamente por colegas como G. L. Trager, quien publicó el artículo definitivo «The Systematization of the Whorf Hypothesis» [La sistematización de la hipótesis de Whorf]. Este es uno de los artículos que se utilizan normalmente para hacer referencia a las ideas de Whorf en la actualidad.
2 El verbo rayear no existe en castellano; hemos tenido que inventarlo para transmitir la idea sin utilizar el sustantivo. (N. del T.)
3 Roberto Cazzolla Gatti (marzo de 2016). «A Conceptual Model of New Hypothesis on the Evolution of Biodiversity». Biologia, 71 (3), 343, https://doi.org/10.1515/biolog-2016-0032. La mejor ciencia del siglo XXI ha acabado con ciento cincuenta años de pensamiento basado en el modelo de Charles Darwin del principio fundamental de los sistemas naturales. En realidad, la naturaleza se basa en la cooperación, no en la competencia.
4 Andrew Newberg, M. D. y Mark Robert Waldman (2012). Words Can Change Your Brain: 12 Conversation Strategies to Build Trust, Resolve Conflicts, and Increase Intimacy (Nueva York [EUA]: Hudson Street Press, p. 3). Este libro de referencia apoya las ideas que Benjamin Lee Whorf propuso a principios del siglo XX y lleva la relación que mantienen los seres humanos con las palabras desde el nivel de las neuronas hasta otro más profundo, el de la expresión genética.
5 Andrew Newberg, M. D. y Mark Robert Waldman (27 de mayo de 2019), en «Words Can Change Your Brain», Therese J. Borchard, PsychCentral.com, https://psychcentral.com/blog/words-can-change-your-brain-2.
Cómo utilizar los códigos de sabiduría
Para conocer los nuevos descubrimientos sobre el corazón humano y obtener instrucciones detalladas con el fin de conseguir la coherencia entre el corazón y el cerebro, consulta los dos primeros capítulos de mi libro Resiliencia desde el corazón (Editorial Sirio, 2017).
Para acceder a las investigaciones, los seminarios web y la tecnología que favorecen la coherencia personal y global, consulta el sitio web oficial de HeartMath: heartmath.org.
Código de sabiduría núm. 2
Lobsang Wangdu estuvo más de veinte años formándose en la filosofía budista como monje y tiene un máster en madyamika por parte del Instituto de Dialéctica Budista de Dharamsala (India). Como audio tutorial sobre la forma de pronunciar la oración tibetana de toma de refugio, recomiendo el vídeo que está alojado en su sitio web: yowangdu.com/tibetan-buddhism/refuge-prayer.html.
El gran yogui Atiśa Dīpamkara Śrījñāna organizó y desglosó las 84.000 enseñanzas de Buda en un único texto de referencia. Geshe Sonam Rinchen (1 de enero de 1997), Atisha’s Lamp for the Path to Enlight enment, traducido al inglés por Ruth Sonam (Snowlion Publications).
Código de sabiduría núm. 3
Si quieres recitar el padrenuestro utilizando las palabras arameas originales y con la pronunciación aramea original, consulta este tutorial: abwoon.org/library/learn-aramaic-prayer/.
Este es mi noveno libro como autor de Hay House. Sin embargo, el hecho de escribirlo fue solo el comienzo del proceso cooperativo que permitió que viese la luz (en inglés). Una comunidad esmerada de correctores de estilo; editores de pruebas; diseñadores gráficos; estrategas de medios sociales, marketing y publicidad; productores de eventos; representantes de ventas; distribuidores de libros, y compradores de libros que trabajan para librerías tuvieron que organizar sus agendas en torno a mi promesa de que el manuscrito estaría listo para cuando prometí que lo estaría. Aunque nunca conoceré a la mayoría de los miembros de esta comunidad personalmente, sé que están ahí y es un gran honor para mí que estemos embarcados en la misma empresa. Estoy eternamente agradecido por todo lo que hacen cada día para difundir la información, los conocimientos, las técnicas y las historias humanas que hacen que este mundo sea un lugar mejor. Me gustaría aprovechar esta oportunidad para expresar mi gratitud a aquellos cuyos esfuerzos han contribuido a hacer posible este libro. Específicamente, quiero expresar mi gratitud a estas personas:
A Louise Hay por su fe inquebrantable en nuestro potencial para sanar y en la idea de que el amor hacia uno mismo es sanador, y por expresar su visión como la familia extraordinaria que se ha convertido en Hay House. Aunque Louise dejó este mundo antes de la finalización de este volumen (en inglés), sus pensamientos filosóficos intuitivos sentaron las bases para su escritura.
A Reid Tracy, por tu visión y dedicación personal a la forma verdaderamente extraordinaria de hacer negocios que se ha convertido en el sello distintivo del éxito de Hay House, y especialmente por tu apoyo, tus magníficos consejos y la confianza que has tenido en mí y en mi trabajo durante dieciséis años. ¡Estoy impaciente por ver adónde nos llevarán los próximos dieciséis!
A Margarete Nielsen, directora de operaciones, por tu visión, tu dedicación y tu liderazgo. Estoy especialmente agradecido por tus sabios consejos, que me permiten asomarme, desde mi escritorio de Nuevo México, al enorme mundo, siempre cambiante, de los medios y las publicaciones; también agradezco especialmente la confianza que tienes en mí y en mis decisiones, y tu amistad y apoyo permanentes.
A Patty Gift, vicepresidenta y editora. ¿Quién podría haber sabido, cuando me presentaste a Harmony Books en 1999, adónde nos llevaría nuestro viaje? Gracias por tu confianza, tus consejos, tu sabiduría y tu apoyo a lo largo de dos décadas de cambios vitales y mundiales. Y, sobre todo, gracias por tu amistad inquebrantable.
A Anne Barthel, directora editorial de Hay House en Estados Unidos. Me siento honrado y bendecido de que seas mi gurú literaria más asombrosa y talentosa, mi editora más espectacular, mi asesora de confianza y, ahora, mi querida amiga.
A todos y cada uno de los integrantes del mayor grupo de personas con el que pude haber imaginado trabajar, es decir, los muchos miembros de nuestra familia global de Hay House. Entre ellos, voy a mencionar los siguientes: Sergio García y todos los miembros de nuestro equipo web; Alexandra Israel, extraordinaria publicista de alto nivel que me promociona a escala mundial; Lindsay McGinty, directora asociada de Publicidad y Comercialización de Libros y mi directora de publicidad en el mundo; Tricia Breidenthal, directora de Arte, y su equipo de diseñadores y artistas pacientes y talentosos; Rocky George, el técnico de sonido perfecto, cuyo oído da con el sonido adecuado, y Melissa Brinkerhoff, directora de Atención al Cliente. A todos vosotros os doy las gracias por estar siempre ahí para mí y mi equipo para apoyarnos mientras probamos nuevas formas de compartir las ideas que expongo en mis libros y por las mesas perfectamente surtidas de libros que disponéis en nuestras conferencias. ¡Sois los mejores, sin lugar a dudas! No podría pedir un grupo de personas más asombroso con el que trabajar o un equipo más esmerado como apoyo a mi trabajo. Vuestro entusiasmo y profesionalidad son insuperables y estoy orgulloso de formar parte de todo lo bueno que la familia Hay House aporta a nuestro mundo.
Doy las gracias a Ned Leavitt, mi único agente literario; muchas gracias por tu sabiduría, tu integridad y el toque humano que aportas a cada hito que alcanzamos juntos. Con tu arte a la hora de conducir nuestros libros por el cambiante mundo de las publicaciones, hemos llegado a innumerables personas en más de setenta países, en seis continentes, con nuestro empoderador mensaje de esperanza y posibilidad. Si bien valoro profundamente tu orientación impecable, estoy especialmente agradecido por la confianza que tienes en mí y nuestra amistad.
Mi más sincera gratitud y mi más profundo aprecio hacia Stephanie Gunning, mi extraordinaria editora supervisora durante dieciséis años, que no ha dejado de ser una querida amiga. Cuentas con mi respeto más profundo por el conocimiento que tienes del mundo, tus impecables habilidades lingüísticas y tu capacidad de tratar cada uno de nuestros libros como si fuera el primero, y con mi gratitud por la forma en que, generosamente, viertes tus dones en cada uno de nuestros proyectos.
Estoy orgulloso de ser parte del equipo virtual, y de la familia, que ha crecido en torno al apoyo a mi trabajo a lo largo de los años, del cual forma parte Lauri Willmot, mi querida amiga y confidente desde 1996 y actualmente directora ejecutiva de nuestra empresa, Wisdom Traditions. Admiro tu fuerza, sabiduría y claridad de pensamiento; te respeto profundamente y aprecio las innumerables formas en las que estás siempre disponible, especialmente cuando más te necesito. Estoy ilusionado con el nuevo viaje en el que nos hemos embarcado y expectante por ver adónde nos llevará. ¡No puedes jubilarte hasta que yo lo haga!
Gracias, Rita Curtis, mi extraordinaria gerente comercial, y ahora mi amiga: agradezco profundamente tu visión, tu claridad y tus habilidades, que nos llevan de un punto a otro distinto cada mes. Y agradezco sobre todo tu confianza, tu apertura a nuevas ideas y, especialmente, nuestra creciente amistad.
A Elan Cohen, el productor de eventos y director de eventos en vivo más asombroso, y ahora, mi querido amigo. Gracias por tus habilidades visionarias, tu confianza en mí, tu apertura a mis ideas y la alegría que nos motiva a continuar con el viaje que emprendimos hace más de quince años.