ilustrado por
CARLOS VÉLEZ
Primera edición, 2016
Primera edición electrónica, 2016
© 2016, Alicia Molina, texto
© 2016, Carlos Vélez, ilustraciones
D. R. © 2016, Fondo de Cultura Económica
Carretera Picacho Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

Comentarios:
librosparaninos@fondodeculturaeconomica.com
Tel.: (55)5449-1871
Colección dirigida por Socorro Venegas
Edición: Angélica Antonio Monroy
Formación: Miguel Venegas Geffroy
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.
ISBN 978-607-16-4456-5 (ePub)
Hecho en México - Made in Mexico
La marca indeleble
Para Rulo, Esteban e Inés.
Y con el agradecimiento especial
a Esteban Prieto Morán por su colaboración.
A. M.
Para Mateo.
C. V.
Los primeros en darse cuenta de que Inés no estaba fueron los pájaros. Daban vueltas piando y reclamando alrededor de la banca del bosque donde, cada tarde, la princesita se sentaba a tirarles trigo, arroz y alpiste, mientras les contaba sus aventuras de ese día. Luego fue el perro, que comenzó a husmear con insistencia sus huellas que se perdían en mitad del jardín. Benjamín, el gato, también notó su ausencia, y después su hermano Esteban y su primo Rulo y la nana y las dos abuelas.
Unos a otros se tranquilizaban diciendo: “Ya verás que llega para la merienda”, “Debe andar jugando con los patos, cerca del lago”, “Quizá se entretuvo preguntándole algo a los leñadores, ya saben que es muy curiosa, todo quiere saber”.
De pronto oyeron voces. Eran los guardias que protegían el portón y daban de comer a los cocodrilos que vivían en el foso. Habían visto volar al temible dragón llevando entre sus garras a la pequeña Inés, pero ninguno de ellos alcanzó a ver el gesto de la princesa al observar el valle a vuelo de pájaro.
Cuando las dos abuelas empezaron a llorar, mientras corrían como locas por el castillo, todos se convencieron de que el secuestro era cierto y empezaron a temblar y a temer por la princesa.
Entonces fue el llanto y la desesperación. “¿Qué les vamos a explicar a sus padres cuando regresen de su encomienda? ¿Por qué se la llevó, si es apenas una niñita?, ¿no se supone que sólo roba a las doncellas para que cuiden de él y las regresa siete años después?” Nadie tenía respuestas, sólo más y más preguntas.