Título original de la obra: Extraordinary swimming for every body: a guide to swimming better than you ever imagined.
Copyright de la edición original: © 2006 by Terry Laughlin
Traducción: Noelia Jiménez
Revisión técnica: Moisés Gonsálvez
Federación Española de Natación
Diseño cubierta: Rafael Soria
Director de colección y revisor técnico: Fidel Font
© 2019, Terry Laughlin
Editorial Paidotribo
www.paidotribo.com
E-mail: paidotribo@paidotribo.com
1ª reimpresión de la 1ª edición
ISBN: 978-84-8019-892-9
ISBN EPUB: 978-84-9910-889-6
BIC: WSSC
Fotocomposición: Editor Service, S.L.
Índice
INTRODUCCIÓN
Todos podemos ser nadadores extraordinarios
CAPÍTULO 1
Transformación: primero la mente, luego los músculos
CAPÍTULO 2
De la frustración a la mejora continua
CAPÍTULO 3
Soluciones fáciles para problemas comunes en natación
CAPÍTULO 4
Una brazada más larga ayuda a nadar más rápido
CAPÍTULO 5
Cómo conseguir la longitud óptima de su brazada
CAPÍTULO 6
La fluidez es mejor que la potencia
CAPÍTULO 7
Habilidades previas
CAPÍTULO 8
Crear propulsión: manos pacientes
CAPÍTULO 9
Crear propulsión: nadar con el tronco
CAPÍTULO 10
Patada integrada: menos esfuerzo y más velocidad
CAPÍTULO 11
Braza para todos
Definir el estilo
Cómo practicar
CAPÍTULO 12
Espalda para todos
Definir el estilo
Cómo practicar
CAPÍTULO 13
Mariposa para todos
Definir el estilo
Cómo practicar
CAPÍTULO 14
Crol para todos
Definir el estilo
Cómo practicar
ENTRENAMIENTO INMERSIÓN TOTAL
ENTRENAMIENTO EFICAZ
Cómo seguir aprendiendo con rapidez
ENTRENAMIENTO EFICAZ, PRIMERA FASE
Aumente la conciencia y la comodidad
ENTRENAMIENTO EFICAZ, SEGUNDA FASE
Desarrolle su estilo
ENTRENAMIENTO EFICAZ, TERCERA FASE
Perfeccione la técnica y aumente la distancia y la velocidad
Agradecimientos
Introducción
Todos podemos ser nadadores extraordinarios
La primera vez que entrené a seis estudiantes adultos en un campamento de natación con el método de Inmersión Total (IT) en julio de 1989, me motivaba una pequeña ambición: practicar mi parte favorita del entrenamiento de natación —enseñar la técnica— durante algunas semanas cada verano. Me concentré en los adultos ya que los nadadores más jóvenes tenían cientos de campamentos de natación y centros a los que acudir además de acceso al entrenamiento durante todo el año.
Enseguida me di cuenta de que los adultos presentaban dificultades de aprendizaje que apenas había visto al entrenar a nadadores más jóvenes. Los chicos parecían adquirir las habilidades espontáneamente, incluso cuando parecía que no estaban prestando mucha atención. La motivación de los adultos era sin duda alentadora, pero con frecuencia su determinación chocaba con frustraciones comunes, entre las cuales se incluían: (1) hábitos ineficaces fuertemente arraigados, adquiridos durante décadas; (2) incomodidad en el agua, desde simple torpeza hasta fobias intensas; (3) articulaciones rígidas y músculos débiles; (4) habilidades perdidas tras décadas de descuido, y (5) falta de conciencia cinestésica (sentido muscular). Mirando hacia atrás, mi decisión de enseñar a adultos resultó la más afortunada. Los centros y campamentos de IT se convirtieron en un «laboratorio» para comprender las dificultades a las que, en mayor o menor medida, todos nos enfrentamos al tratar de aprender a realizar una actividad para la que la evolución no nos ha preparado correctamente. Con el tiempo observé que, aunque las dificultades a que nos enfrentamos cuando intentamos dominar la actividad de la natación son universales, las soluciones son bastante sencillas.
Encontré esas soluciones principalmente observando a nadadores con mucho talento: esos afortunados que poseen una gracia instintiva en el agua. He estado observando a nadadores excepcionales con gran interés —y cierta envidia— desde que era adolescente, cuando me di cuenta de que yo no tenía ese talento especial. Cuando entrenaba a equipos jóvenes y universitarios, me dediqué plenamente a descubrir qué aspectos de su talento eran «enseñables». Es decir, ¿qué hacían ellos que otros nadadores pudieran emular? Aunque no podamos aspirar a tener cuerpos tan esbeltos, fuertes y flexibles como ellos, o a alcanzar sus capacidades aeróbicas sobrehumanas, tal vez podemos intentar movernos de manera parecida. A continuación intenté destilar mis descubrimientos en lecciones lo suficientemente sencillas como para que un nadador medio (como yo) pudiera aprender por medio de libros, vídeos o en unas horas de formación con un instructor.
Poco a poco llegué a la conclusión de que la mayoría de las cosas que hacemos instintivamente en el agua —cómo pensamos que debemos respirar, mover los brazos y las piernas, qué posición debemos adoptar— refuerzan nuestra torpeza inherente. También observé que los ajustes técnicos que resultaron ser más fiables para enseñar a los alumnos a moverse con gracia y fluidez no eran intuitivos. En otras palabras, descubrí que gran parte de lo que «sabemos» sobre natación es probablemente erróneo.
El error generalizado más fundamental y universal es creer que la natación es sobre todo una actividad de fitness, es decir, que para mejorar hemos de nadar cada vez una distancia mayor, cada vez a un ritmo más intenso. La experiencia de miles de nadadores IT sugiere que, del tiempo que pasamos en el agua, el que más aprovechamos es aquel que empleamos nadando con el propósito claro de entrenar el sistema nervioso y olvidándonos del entrenamiento aeróbico que, sencillamente, «sucede».
Lo bueno de este enfoque es que mejorar el rendimiento aeróbico es algo que sencillamente no se puede evitar, si uno pasa horas moviéndose en el agua con un propósito claro. Por el contrario, si uno se concentra en subir el ritmo cardíaco, aumentar la distancia total o intentar nadar a contrarreloj, nada garantiza que el sistema nervioso reciba el entrenamiento que necesita. Un beneficio adicional con el que no contaba a priori es que entrenar constantemente concentrado en lograr una conexión con el agua no resulta tan aburrido como nadar simplemente «siguiendo la línea negra».
Por último, para los nadadores de mayor edad es muy recomendable entrenar la técnica conscientemente ya que, aunque la capacidad aeróbica alcanza su punto álgido en la treintena, la capacidad de pulir nuestras destrezas no disminuye hasta pasados los setenta años. Así mismo, la capacidad de ser conscientes de nosotros mismos y la «sabiduría corporal» deberían mejorar año tras año, particularmente si entrenamos con el firme propósito de mejorar esas cualidades. Finalmente, aunque las dotes físicas son una ventaja innegable en los deportes de tierra, las habilidades acuáticas se benefician mucho más de la conciencia de uno mismo.
En resumidas cuentas, si usted ya no es joven, no está en forma, no es fuerte o simplemente piensa que no «nació» para ser un buen nadador, sepa que las mismas cualidades que hacen que la natación le resulte más difícil que los deportes de tierra le ofrecen también la posibilidad de aprender a nadar con una gracia, fluidez y satisfacción extraordinarias. En otras palabras: todos podemos nadar de manera extraordinaria.
Al mismo tiempo, Natación para todos puede ser útil para refrescar y actualizar las rutinas de nadadores experimentados y con talento. Las personas que naden por cuestiones de salud y forma física aprenderán a aprovechar cada minuto, y aquellas que busquen aumentar su velocidad encontrarán observaciones útiles y nuevas en todas las páginas. Mi objetivo con Natación para todos es convertir a cada lector en un «experto» que entienda cómo se comporta el cuerpo humano en el agua y sepa usar esa información para nadar mejor de lo que nunca habría soñado.
Natación para todos es el resultado de lo que nosotros mismos hemos aprendido enseñando a miles de nadadores con ganas de mejorar y, por supuesto, nadando durante innumerables horas. Desde que abrimos el estudio de natación Inmersión Total (TI Swim Studio) en New Paltz, Nueva York, en agosto de 2005, los valiosos conocimientos que hemos adquirido han ido aumentando gracias a la oportunidad de enseñar todos los días y también porque nuestras piscinas especiales compactas nos permiten observar a los alumnos constantemente y muy de cerca.
En los últimos años, docenas de entrenadores han comenzado a utilizar los métodos de Inmersión Total en sus clubes, escuelas, universidades y equipos de natación máster, compartiendo sus observaciones y sus prácticas. Desde 2004, hemos entrenado a un equipo de jóvenes nadadores aquí, en New Paltz. Todas estas experiencias han contribuido a lo que usted está a punto de leer en estas páginas.
Por último, este libro se ha enriquecido enormemente gracias a los miles de nadadores que han adoptado el sistema IT, en particular aquellos que generosamente nos dejan consejos y palabras de ánimo en el foro de discusión del sitio web de Inmersión Total. Ustedes nos han ayudado a aprender mucho más sobre cómo hacer de la natación una experiencia más satisfactoria y enriquecedora. Los nadadores IT en la actualidad conforman una vanguardia relativamente pequeña de personas que nadan de la manera que se describe en este libro. Espero que en un futuro cercano se unan millones de personas más.
Natación para todos está dividido en tres partes:
En los capítulos 1 al 3 se examinan las dificultades más comunes a que se enfrentan todos los nadadores y se detallan los conocimientos, actitudes y hábitos que le ayudarán a conseguir el éxito.
En los capítulos 4 al 10 se explican los principios de la natación eficaz, cómo interactúan su cuerpo y el agua, y cómo aplicar ese conocimiento para nadar mejor. Aunque he tratado estos temas en libros anteriores sobre el método Inmersión Total, estos capítulos incluyen muchísima información nueva.
Los capítulos sobre mariposa, espalda, braza y crol explican lo que usted debe saber sobre cada uno de estos estilos, cómo desarrollar las habilidades asociadas a cada uno y cómo practicar. Todo este material es nuevo y es lo más exhaustivo que se haya producido sobre estos cuatro estilos de competición.
Al final se incluye un capítulo sobre Entrenamiento Inmersión Total que explica cómo entrenar el estilo para conseguir una mayor eficacia y regularidad.
Puede usted empezar dirigiéndose directamente a los capítulos sobre los estilos para organizar las sesiones de práctica y leer el resto cuando le venga bien. O también puede leer el libro de principio a fin. En cualquier caso, queda prometido que los largos serán muy placenteros.
CAPÍTULO 1
Transformación: primero la mente, luego los músculos
El método Inmersión Total es reconocido sobre todo como una forma eficaz de enseñar natación por medio de secuencias de ejercicios concebidos para adquirir habilidades concretas, explicados paso a paso. No obstante, la diferencia más importante entre el método IT y la natación tradicional tiene menos que ver con los músculos y más con la mente: nosotros creemos que la natación debería considerarse una «práctica», como, por ejemplo, el yoga o el tai chi, más que simplemente como «hacer ejercicio». Nuestros alumnos más aventajados han adoptado este enfoque, tanto aquellos cuyos objetivos eran conseguir una mayor velocidad o resistencia como los que nadan por una cuestión de salud y bienestar. De manera que, antes de concentrarnos en ese aspecto físico del método IT, echemos un vistazo al aspecto conceptual.
Cuando formamos a entrenadores de IT hacemos hincapié en que su mayor responsabilidad no es sólo enseñar a los alumnos a nadar eficazmente, sino también compartir su pasión con ellos. Una vez que usted se haya convertido en un apasionado de la natación, prácticamente nada le detendrá a la hora de aprovechar todo su potencial. El poder de transformación de la pasión ha sido subrayado en dos campos de estudio recientes: la psicología positiva y el estudio del estado de flujo.
Más o menos cuando fundé el método IT, el psicólogo Martin Seligman comenzó a estudiar a las personas que obtenían un éxito mayor a la hora de enfrentarse a los retos de la vida y llamó a este estudio «psicología positiva». En su libro Optimismo aprendido, Seligman escribió que el compromiso y la búsqueda de significado ofrecen un mejor pronóstico de satisfacción en la vida que la riqueza material, el estado civil, las creencias espirituales o cualquier otro factor.
La importancia del compromiso fue también enfatizada por el psicólogo de origen húngaro Mihaly Csikszentmihalyi, cuyo libro Flow: The Psychology of Optimal Experience ha tenido una profunda influencia en mi práctica y en mi labor de enseñanza. Csikszentmihalyi define el estado de flujo como «el estado de inmersión total (la cursiva es mía) en una tarea que supone un reto pero al mismo tiempo se ajusta a las habilidades de uno», y enumeró las siguientes características de la experiencia del estado de flujo:
• Participación en una actividad que se valora y se encuentra intrínsecamente gratificante.
• Equilibrio entre el reto y la destreza: la actividad no es ni demasiado fácil ni demasiado difícil.
• Concentración intensa en objetivos claros.
• Feedback directo e inmediato.
• Sensación de control personal.
En los capítulos siguientes, además de presentar las maneras más eficaces de mejorar el estilo, también mostraré cómo practicar de manera que estos componentes del flujo se desarrollen al mismo tiempo que sus destrezas. A partir de ahora, en lugar de entrenar para mejorar la resistencia o la velocidad, nade para experimentar el estado de flujo... y al hacerlo se dará cuenta de que la velocidad y la resistencia vienen solas. Después de todo, ¿qué podría ser más adecuado para la natación que la teoría del flujo?
Actitudes valiosas
Desde 1989, IT ha enseñado a decenas de miles de nadadores; la mayoría no sólo nadan mejor, sino que ahora aman la natación y esperan continuar mejorando y aprendiendo durante toda su vida. Muchos de ellos poseen actitudes que espero que este libro le ayude a desarrollar:
1. Pasión por la natación. Cuando sea usted un apasionado de la natación y comprenda la capacidad única de esta práctica para convertirse en un camino de crecimiento personal, la practicará con un compromiso y motivación que renovarán continuamente su pasión.
2. Comprensión. Después de enseñar a miles de personas que «peleaban» con el agua, hemos descubierto explicaciones sencillas y soluciones prácticas para las frustraciones más comunes de la natación. No estoy sugiriendo que nadar bien sea fácil: después de 40 años yo sigo aprendiendo lecciones importantes; pero la seguridad de saber que uno está poniendo en práctica principios sólidos no tiene precio.
3. Conciencia de uno mismo. Un principio fundamental en el programa de IT es desarrollar la conciencia para llegar a estar inmerso en la interacción con el agua y en cómo se experimenta. Al principio concentrará la conciencia en la posición de la cabeza, las extremidades, el tronco, etc. Más tarde podrá fijarse en cosas más sutiles, como el sonido que producen sus manos al entrar en el agua o cómo usar las manos para «atrapar» el agua. Este hábito de atención le llevará al estado de flujo y a la mejora continua.
Experiencia valiosa
Al encontrar el tiempo para leer este libro, usted ya ha tomado la decisión de controlar personalmente su forma de nadar, puesto que entender cómo funcionan las cosas es ganar control sobre ellas. La primera parte de este libro explica cómo se comporta el cuerpo humano en el agua y la segunda incluye lecciones que le ayudarán a usar su cuerpo con inteligencia y eficacia. En ambas le pediremos que examine de manera crítica su conocimiento instintivo sobre la natación porque, aunque el ser humano ha evolucionado a partir de criaturas acuáticas, ha perdido ya los instintos acuáticos. Sin embargo, es posible volver a adquirir la conciencia acuática con el entrenamiento adecuado, y cuando lo haga, le entusiasmará lo que sucederá después.
Si tuvo usted la suerte de haber nacido con el «sentido del agua» innato de los campeones olímpicos, podría entender instintivamente que mover los brazos con suavidad es más eficaz que chapotear indiscriminadamente. Pero nuestra experiencia con miles de alumnos sugiere que solamente una persona de cada cien tiene la destreza natural para nadar con fluidez sin necesidad de desaprender los malos hábitos. El resto de nosotros practicamos lo que yo llamo «pelearse con el agua». Y cuanto más se entrena, más permanentes se hacen esos malos hábitos. Hace años, nos dimos cuenta de que estábamos enseñando a las personas a hacer cosas que jamás habrían hecho por su cuenta, pero estas técnicas contraintuitivas estaban logrando que los alumnos dejaran de moverse torpemente en el agua —como humanos— y aprendieran a moverse con la gracia de un pez.
Nadar con la gracia de un pez es una destreza muy sutil y elusiva que se aprende mejor por medio de una serie de pequeñas destrezas relativamente sencillas. Dominar las técnicas básicas puede marcar una diferencia enorme; tanto que, después de la primera hora de práctica de IT, un alumno debería comenzar a moverse en el agua con más facilidad y comodidad que nunca.
La clave es tener la paciencia necesaria para dominar el arte de la natación, antes de entrenar como deporte. Tómese todo el tiempo que necesite para realizar con facilidad los ejercicios iniciales en cada progresión. Todos los nadadores que se toman el tiempo preciso para dominar un paso antes de pasar al siguiente consiguen nadar con una comodidad sin precedentes en poco tiempo, y ello constituye una base impagable sobre la que progresar hacia los ejercicios más avanzados. Hemos visto cómo sucedía con miles de nadadores, independientemente de su edad, fuerza, condición física o nivel de coordinación; espero que usted se decida a unirse a ellos.
CAPÍTULO 2
De la frustración a la mejora continua
Kaizen es una palabra japonesa que significa «mejora continua». Inicialmente se adoptó en inglés para describir una manera de aumentar la eficacia de los procesos de manufactura por medio del análisis estadístico. La primera vez que la oí, pensé que podía aplicarse igualmente a la natación. Como explicaré aquí, cada nadador debería ser capaz de aumentar su destreza y dominio continuamente, si bien de manera gradual, durante 30 años o más. Sin embargo, la frustración y el estancamiento son más comunes.
Es más frecuente no mejorar o esforzarse mucho durante largo tiempo para conseguir sólo una pequeña mejora, porque la natación no está codificada en el ADN humano como lo está en los peces y en los mamíferos acuáticos. Correr, puesto que es una actividad humana natural, es algo que la mayoría de nosotros podemos aprender a hacer razonablemente bien por ensayo y error. De hecho, las habilidades para casi todos los deportes de tierra son mucho más fáciles de adquirir que las necesarias para nadar. Para nadar, incluso a un nivel rudimentario, se necesita que a uno lo enseñen, y para superar esa fase se necesitan instructores expertos, un recurso precioso y escaso.
Aquellas personas que no reciben instrucción o que reciben una instrucción ineficaz pueden conformar un catálogo como el siguiente, que permite comentar las frustraciones más comunes en natación:
• Atletas que son capaces de correr millas sin esfuerzo, pero se encuentran jadeando después de un solo largo en la piscina y se preguntan si la natación requiere una forma física especial (cosa que no es cierta).
• Nadadores con experiencia que pueden nadar una milla o más, pero entrenan durante años sin mejorar o mejorando muy poco. Cuando buscan ayuda, a menudo se les dan consejos difíciles de seguir o que producen pocos cambios. Al cabo de varios años, un nadador dedicado puede recibir docenas de trucos y consejos para nadar mejor por parte de otros compañeros bienintencionados. No obstante, incluso cuando estos consejos producen una cierta mejora, a menudo es breve o difícil de reproducir.
• Demasiados nadadores lo suficientemente buenos para unirse a un equipo llegan a creer que la natación no debe ser divertida. Cuando los entrenadores creen que sólo un entrenamiento exhaustivo y durísimo puede ayudar a un nadador a nadar lo mejor posible, la natación pasa de ser un juego desenfadado a una tediosa repetición. El resultado es que nadadores muy competitivos se retiran cuando son aún adolescentes, y más tarde, cuando son adultos, prefieren otros tipos de ejercicio a la natación. Yo mismo he experimentado todo esto.
Durante mis veranos de adolescencia jugaba al balón por la mañana y «jugaba» todas las tardes en la piscina del pueblo. Al explorar todo lo que podía hacer en el agua que era imposible hacer en tierra —y al estar completamente despreocupado acerca de cuestiones como la forma física o la velocidad— aprendí a moverme en el agua espontáneamente. No era eficiente, pero me sentía cómodo y seguro en el agua, y eso es muy importante.
A los 15 años me uní por primera vez a un equipo de natación y comencé a concentrarme en nadar más rápido y con más intensidad. Aunque me encantaba entrenar y participar en competiciones —como me sigue gustando 40 años después— poco a poco fui perdiendo el sencillo placer del juego despreocupado en el agua. El tiempo durante el cual mejoré fue relativamente breve: progresé de los 15 a los 18 años, pero, a pesar de entrenar más duro que el resto de mis compañeros, me estanqué, y a partir de los 19 años experimenté un retroceso. A fuerza de cruzar barreras de dolor y nadar miles de largos, a los 21 años la natación se había vuelto algo aburrido para mí, por lo que me «retiré» como atleta y comencé a trabajar como entrenador.
Pero poco después de empezar a entrenar a nadadores a los 21 años, comencé a ver formas de hacer la natación placentera y satisfactoria de nuevo, sin renunciar a trabajar la resistencia o la velocidad. Al final de la treintena, después de 17 años entrenando a otros nadadores según el método tradicional y sin que nadie me asignara a mí series repetitivas y agotadoras, comencé a practicar de nuevo, en un equipo de natación máster. Al concentrarme en hacer lo que me parecía correcto en lugar de en cansarme, comencé a progresar de nuevo y he experimentado una mejora continua desde ese momento.
A la edad de 55 años, al practicar natación siempre me concentro en sentirme conectado al agua. Y, para mi sorpresa y entusiasmo, cada vez nado mejor. Nadar jamás me ha resultado tan satisfactorio. Todas las sesiones de piscina son divertidas e interesantes. Cada largo se hace más suave, más lleno de propósito, más harmonioso que los millones de yardas que nadé en la universidad. Durante más de 20 años he visto crecer sin interrupción mi eficiencia y mi conciencia sobre cómo trabajar con el agua.
La natación es única entre todos los deportes porque ofrece la oportunidad de desafiar la edad y mejorar continuamente década tras década. Mover un cuerpo humano a través del agua requiere tantas destrezas sutiles que la combinación de sincronización, concentración y conciencia puede ayudarle a dominar la técnica más de lo que la edad puede restar a su capacidad física. Puesto que yo espero continuar aprendiendo y mejorando hasta los 80 años, nado cada largo de una manera calculada para producir la mayor conciencia.
Después de sentirme «quemado» por tratar de entrenar más duro y durante más tiempo, experimenté una gran renovación al descubrir una natación relajada y fluida. Esa experiencia la comparten ahora miles de personas y ayuda a explicar por qué el método Inmersión Total ha despertado tanta pasión. Al simplificar la ruta hacia la natación eficaz, hemos hecho posible que los nadadores persigan el objetivo de la mejora continua. Por fin hemos sustituido el ejercicio repetitivo por la práctica consciente. A continuación, le invitamos a examinar las razones por las que la natación le ha podido resultar frustrante hasta ahora, para después buscar soluciones basadas en el sentido común y emprender así el camino de la mejora continua.
CAPÍTULO 3
Soluciones fáciles para problemas comunes en natación
Si la natación le resulta difícil, le consolará saber que a la mayoría de las personas les ocurre lo mismo que a usted. Prácticamente todos nos esforzamos demasiado para conseguir unos resultados demasiado pobres, y muy pocos nadadores están realmente satisfechos con cómo se sienten en el agua. Esto se debe a lo que yo llamo el «problema universal de la natación humana» o PUNH. Los seres humanos no estamos «programados» para nadar eficazmente y la instrucción tradicional refuerza nuestros errores instintivos. En el agua, la mayoría de los humanos dedica demasiado esfuerzo a intentar sobrevivir (no hundirse, no ahogarse) como para siquiera soñar con moverse con gracia, eficacia o verdadero placer. He aquí las razones por las que la «natación de supervivencia» es tan frecuente:
1. Usted piensa que se hunde
Y es cierto. Puesto que la única parte del cuerpo que flota son los pulmones, la posición natural del cuerpo humano es aquella en que el 95% permanece bajo el agua. La gravedad tira de las caderas hacia abajo, mientras que el pecho sube a flote. En realidad no se hunde, al menos en el sentido de ir a parar al fondo de la piscina. Sin embargo, su cerebro interpreta que se está hundiendo, sus instintos toman la delantera y usted hace lo que puede para mantenerse a flote, dando brazadas de supervivencia que consumen una enorme cantidad de energía pero son prácticamente ineficaces para propulsarle.
Con años de entrenamiento, los nadadores que sean persistentes pueden aprender a nadar grandes distancias, pero en la mayoría de los casos siguen desperdiciando el 95% de su energía porque: (1) emplean más energía para luchar contra la tendencia a hundirse que para moverse hacia delante, y (2) las «costumbres erróneas» aprendidas durante sus primeros largos siguen grabadas a fuego en su memoria muscular.
2. El agua es un muro
Piense en lo «espeso» que parece el aire cuando saca el brazo por la ventanilla del coche, incluso aunque circule a una velocidad moderada. Bien, puesto que el agua es casi mil veces más densa que el aire, la resistencia del agua es enorme incluso a velocidades muy bajas. Para entender realmente que el agua es un muro, intente caminar —o incluso mejor, correr— la próxima vez que esté en la piscina. Un cuerpo desequilibrado y las brazadas de supervivencia se combinan con la fuerza de la resistencia que opone el agua y así se crea una verdadera tormenta de energía desperdiciada. Y malgastar la energía, no la falta de forma física, es lo que le hace cansarse tan rápidamente.
3. El agua es difícil de controlar
El agua se resiste a su cuerpo implacablemente y, sin embargo, se deshace en remolinos cuando intenta atraparla. Sus manos son diminutas comparadas con el cuerpo que tratan de propulsar y, además, incluso aunque lo hiciera a la perfección, empujar el agua hacia atrás es una forma de propulsión poco eficaz: ¿ha oído alguna vez que un barco de pedales haya batido un récord de velocidad? Comparado con el footing, donde lo que se empuja hacia atrás es tierra firme y el cuerpo se mueve a través del «delgado» aire, nadar es como intentar correr hacia arriba por una cuesta cubierta de hielo.
La manera tradicional de enseñar natación refuerza todas estas ineficacias: comienza con la patada o batido, pasa al movimiento de los brazos hacia delante y hacia atrás, y después se suelen prescribir infinidad de largos para «ponerse en forma». Sin embargo, el movimiento de los brazos —lanzarlos hacia delante y después empujar el agua hacia atrás— es terriblemente ineficaz en un medio que ofrece una resistencia muy alta y muy poca tracción. Además, mientras mantenga una posición incómoda dentro del agua, todos los largos que usted nade no harán más que reforzar sus malos hábitos.
Afortunadamente, el método IT ofrece soluciones probadas para cada uno de los problemas enumerados anteriormente. He aquí las innovaciones que acelerarán su evolución para que llegue a nadar como un pez.
Resuelva el PUNH con inteligencia, no por la fuerza bruta
En lugar de pelearse con el agua, aprenda a trabajar con ella concentrándose en cuatro habilidades secuenciales: equilibrio, hidrodinámica, distribución del peso y manos pacientes. En lugar de usar las manos para empujar el agua hacia atrás, las usará para: (1) mejorar el equilibrio; (2) «perforar» el agua; (3) alargar el cuerpo, y (4) «sostenerse» en el agua. Así, nadará con su cuerpo en lugar de arrastrarlo a través del agua.
1. Dominar el equilibrio: convierta el instinto de supervivencia en una habilidad
Para muchos de los nadadores que se «pelean» con el agua, el mayor beneficio del equilibrio es la transformación de lo que era una experiencia aterradora en una sensación de seguridad y confianza en sus propias capacidades. Aunque el equilibrio es el fundamento esencial para cualquier tipo de movimiento, aprender a relajarse en el agua —nosotros lo llamamos a veces «encontrar el IT Chi»— es algo inmensamente importante para los nadadores. Así se rompe el ciclo de brazadas de supervivencia, y se liberan los brazos y las piernas para poder darles un uso más efectivo.