El Rincón del Pintor. Cabeza y retrato

Dirección editorial: Ma Fernanda Canal

Edición: Tomàs Ubach

Ayudante editorial y archivo iconográfico: Ma Carmen Ramos

Textos y coordinación: David Sanmiguel

Realización de los ejercicios: Miriam Ferrón, Mercedes Gaspar, Josep Torres e Yvan Viñals

Diseño de la colección: Josep Guasch

Maquetación y compaginación: Josep Guasch

Fotografías: Nos & Soto

2a edición: febrero 2006

© ParramónPaidotribo

Derechos exclusivos de edición para todo el mundo

www.parramon.com

E-mail: parramon@paidotribo.com

ISBN: 978-84-342-2407-0

ISBN EPUB: 978-84-342-1494-1

Depósito legal: B-2.152-2006

Agradecimientos

Parramón Paidotribo quiere manifestar su agradecimiento a Adriana Berón, Mercedes Castro, Sergi Oriola, Alejandra Ravassa y Antonio Restrepo por su gentil colaboración en este libro.

Sumario

 

 

Presentación

– EL RETRATO EN LA HISTORIA DEL ARTE

Los primeros retratos de Occidente

Los rostros de El Fayum

El retrato renacentista

El retrato y la expresión de la virtud

Rafael

Retratos barrocos

Pompa y circunstancia: los retratos de Van Dyck

De la Ilustración al Impresionismo

Más allá del Impresionismo

El retrato en la actualidad

– DIMENSIONES BÁSICAS DE LA CABEZA

Forma y proporción de la cabeza

Las proporciones reales

El canon

Sistema de referencias

Consideraciones previas

Módulo básico

Particiones a lo ancho

Distancia entre los ojos

Referencias en la cabeza de perfil

El canon de la cabeza femenina

Proporciones de la cabeza infantil

Adolescencia y edad adulta

La cabeza en la vejez

– ESTUDIO DE LOS RASGOS FACIALES

Los ojos

Las cejas

El dibujo de los ojos

Volumen, luces y sombras

Los labios y la boca

Luces y sombras

La nariz

Las orejas

El cabello

Proceso de realización

El cuello

– ENCAJE Y CONSTRUCCIÓN DE LA CABEZA

Método práctico de construcción

Desarrollo del método

Cabeza femenina alzada

Cabeza femenina vista desde arriba

Cabeza femenina en escorzo lateral

Dos cabezas masculinas

Métodos simplificados de encaje

Escorzos de la cabeza

– COMPOSICIÓN DEL RETRATO

Elección de la pose

Posición del cuerpo

Relación entre la figura y el fondo

El problema de la simetría

Esquema de composición básico

La dirección de la luz

La iluminación

El autorretrato

– EL RETRATO EN LA PRÁCTICA

Estudio de la cabeza masculina

Estudio de la cabeza femenina

Estudio de la cabeza infantil

Retrato infantil al pastel

Busto femenino al óleo

La valoración en el retrato

Busto masculino al óleo

Retrato femenino de cuerpo entero

Retrato en un interior

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Presentación

 

 

El arte del retrato es uno de los géneros más sofisticados y comprometidos para el artista. Un género que presupone una experiencia previa en el dibujo y la pintura y un cierto atrevimiento, ya que el retratado suele ser, a su vez, el crítico más exigente de la obra del retratista. Es también un género repleto de posibilidades y que entra de lleno en el aspecto más radicalmente humano de la pintura: la representación de un hombre o una mujer en particular, la plasmación de una personalidad sobre la tela o el papel. El retrato plantea cuestiones apasionantes y, al mismo tiempo, muy delicadas: la idiosincrasia del retratado, las dificultades del parecido, el conflicto entre el estilo del artista y las expectativas de quien posa para él, etc. Este libro propone un detallado examen de todos los aspectos técnicos y temáticos que rodean el retrato, comenzando por las decisiones elementales que debe tomar el retratista acerca de la composición (retrato de busto, de medio cuerpo, de cuerpo entero, etc.), hasta profundizar en las claves que permiten obtener un buen parecido, pasando por el estudio de la pose más adecuada a cada tipo de retrato y de la colocación del pintor frente a su modelo. Todos los contenidos de esta obra están adecuadamente ilustrados para facilitar su comprensión y garantizar el aprendizaje de un género que, por encima de modas y estilos, siempre ha gozado de una gran popularidad.

El retrato en la historia del arte

El retrato es un género pictórico que refleja la curiosidad natural por nuestros semejantes. La historia está repleta de ejemplos en los que la personalidad del retratado se ve dignificada gracias al talento artístico del pintor.

De entre todos los géneros pictóricos, el retrato es el que muestra menos cambios a través de la historia. Entre un retrato renacentista y otro contemporáneo existen ciertamente muchísimas diferencias, pero casi todas ellas son accidentales y responden a la moda del momento. Cambian los ropajes, los tocados y los muebles. Pero el rostro, la expresión, siguen inmutables, y es tan fácil reconocer el significado profundo, psicológico y moral que encierra un rostro de la Antigua Roma como uno del siglo XIX. Las circunstancias sociales que siempre rodean la vida humana también quedan inevitablemente reflejadas: la atmósfera cortesana, burguesa, urbana o rural hace perfectamente reconocibles los retratos de las distintas épocas artísticas, y el estilo decorativo de cada momento histórico nos informa acerca del mundo en que vivió cada personaje. Pero, lo que por encima de todo impresiona al espectador actual es la manera como los grandes retratistas consiguieron transmitir la esencia de un temperamento por medios estrictamente pictóricos, hallando composiciones y combinaciones de formas y colores de tal expresividad que enaltecen y confieren suprema dignidad a personas comunes y corrientes.

Es tan fácil reconocer el significado psicológico y moral que encierra un rostro de la Antigua Roma como uno de época contemporánea.

Leonardo da Vinci, La Gioconda. Museo del Louvre (París, Francia). En muchos sentidos, esta obra simboliza el arte del retrato en su globalidad. Todas las virtudes estéticas y psicológicas asociadas al género están contenidas en esta gran obra de arte.

Los primeros retratos de Occidente

De la Antigüedad griega y romana nos han llegado muy pocos ejemplos pictóricos; es, por lo tanto, muy difícil saber hasta qué punto era usual el género del retrato. Los pocos ejemplos conservados de la época sugieren que la práctica del retrato era habitual y que se centraba en aspectos conmemorativos. Entre los pocos ejemplos que pueden citarse destacan los retratos que incluyen las decoraciones murales de Pompeya y, sobre todo, las tablas funerarias de El Fayum, en el norte de Egipto. En ambos casos la calidad pictórica es muy alta y la sugestión realista es tan intensa como la de cualquier efigie del Renacimiento. Todas estas pinturas están realizadas al encausto –una técnica muy resistente que consiste en aplicar los colores mediante cera fundida– o al temple, tanto sobre muro como sobre tabla.

Retrato femenino procedente de El Fayum. Museo Archeologico (Florencia, Italia). Éste es uno de los célebres retratos egipcios de la época romana. Son obras de una sorprendente modernidad y de un naturalismo remarcado por la fuerte expresividad de la mirada.

Los rostros de El Fayum

La máxima expresión del retrato de la Antigüedad corresponde al conjunto funerario de El Fayum. Se trata de tablas de pequeño tamaño que se colocaban en sarcófagos de madera, sobre el rostro del difunto, y fueron realizadas entre los siglos III y IV d.C. Son de un realismo muy vigoroso, en el que destaca la poderosa expresividad de las miradas. Muchos de estos retratos delatan la mano de grandes pintores, cuya técnica y captación del parecido los convierten en los primeros grandes retratistas de Occidente.

Retrato de Paquio Próculo y su esposa. Museo Archeologico Nazionale (Nápoles, Italia). Esta obra procede de la decoración mural de una casa; su calidad decorativa no impidió que el artista buscara el parecido y la expresión significativa de los rostros.

El retrato renacentista

Durante la Edad Media, el retrato apenas podía distinguirse de la repetición de unos rasgos convencionales. El retrato en sentido moderno aparece con el ascenso de la burguesía como poder social y político. A lo largo de todo el siglo XV, las familias adineradas europeas encargan obras religiosas y exigen que el artista reproduzca sus retratos en un rincón del cuadro, mostrándolos en actitud de adoración a la Virgen o al santo representados en la composición. Estas figuras retratadas se conocen con el nombre de donantes, ya que el encargo de la obra solía ir asociado a una donación a la Iglesia.

PERFILES RENACENTISTAS

Durante el siglo XV, en Italia (especialmente en Florencia y Siena) se pone de moda el retrato de perfil. Ello deriva de las medallas y monedas acuñadas en la Roma Antigua, y busca conferir dignidad y fuerza emblemática a la pintura. Estos retratos consisten en bustos cuyos perfiles se recortan contra la claridad del cielo o la oscuridad de un interior; en cualquier caso, se pone de manifiesto la elegancia lineal y los valores graciosamente decorativos de las vestiduras y adornos del retratado.

Piero della Francesca, Batista Sforza. Galleria degli Uffizi (Florencia, Italia).

El retrato y la expresión de la virtud

Durante el Renacimiento aparece una pintura propiamente laica, y los retratos son la máxima expresión de ese arte. En pocos años, los retratos pasan de ser el accesorio de una obra de inspiración religiosa a convertirse en el tema central de muchas pinturas. El centro y norte de Italia y Flandes son el escenario de esta rápida transformación. Estos retratos son una consecuencia indirecta del nuevo realismo pictórico característico del Renacimiento; un realismo que alcanzará grados asombrosos en los retratos flamencos de pintores como Jan van Eyck o Rogier van der Weyden. Tanto en Flandes como en Italia, estas obras celebraban la virtud del retratado y también su más o menos ostentosa categoría social.

Rafael

Entre las muchas facetas del arte de Rafael destaca su producción de retratos. Rafael es el creador del modelo de retrato considerado desde entonces clásico: una figura en posición casi frontal cortada aproximadamente al nivel de la cintura. La obra reproducida en esta página (el Retrato de Baltasar de Castiglione) es quizá su retrato más justamente célebre, una pintura que influirá poderosamente en Rembrandt y en todo el retrato barroco y que contiene la sutil penetración psicológica que será desde ese momento el objetivo de muchos grandes artistas.

Rafael, Retrato de Baltasar de Castiglione, Musée du Louvre (París, Francia).

Retratos barrocos

Durante el largo período barroco (siglos XVII y XVIII) el retrato se impone como uno de los géneros fundamentales de la pintura. Los príncipes, los ministros de la Iglesia y los grandes señores de Europa piden ser retratados exhibiendo los atributos de su poder. Pintores como Velázquez, Rembrandt o Rubens (los tres grandes nombres del Barroco europeo) son, ante todo, retratistas. Pero entre ellos existen diferencias significativas: mientras que Velázquez y Rubens son artistas cortesanos, Rembrandt ofrece los primeros ejemplos de retratos no condicionados por la inevitable adulación que implica el gran encargo. Este pintor retrata a amigos y familiares en obras que expresan una intimidad y una ternura conmovedoras, inaugurando así un enfoque verdaderamente moderno del género.

Rubens, Susana Lunden. National Gallery (Londres, Reino Unido).

Rembrandt, Margaretha de Geer. National Gallery (Londres, Reino Unido).

Pompa y circunstancia: los retratos de Van Dyck

Van Dyck fue alumno de Rubens y de él aprendió todas las astucias para magnificar a escala monumental la elegancia y el porte aristocrático de sus figuras. Sus servicios fueron reclamados en toda Europa y se convirtió en el retratista de mayor éxito del Barroco. Las obras de Van Dyck son el modelo perfecto de lo que la mayoría de clientes busca (entonces y ahora) en un retrato: brillantez pictórica y énfasis en los aspectos más favorecedores de la personalidad.

Anton van Dyck, El pintor Martin Rickaert. Museo del Prado (Madrid, España).

De la Ilustración al Impresionismo

XVIIIXIX