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Emily Dickinson

PREFERIRÍA

SER AMADA

Emily Dickinson

PREFERIRÍA

SER AMADA

Ilustraciones de

Elia Mervi

Selección y prólogo

Juan Marqués

Traducción de

Abraham Gragera

Nørdicalibros

2018

© De las ilustraciones: Elia Mervi

© De las imágenes de los sobres: The Emily Dickinson Collection, Amherst College Archives & Special Collections

© Del prólogo: Juan Marqués

© De la traducción: Abraham Gragera

© De esta edición: Nórdica Libros, S. L.

Avenida de la Aviación, 24, bajo P

28054 Madrid

Tlf: (+34) 917 055 057

info@nordicalibros.com

Primera edición: septiembre de 2018

ISBN: 978-84-17281-72-4

Depósito Legal: M-28945-2018

IBIC: DCF

Impreso en España / Printed in Spain

Gracel Asociados

Alcobendas (Madrid)

Diseño de colección y

maquetación: Diego Moreno

Corrección ortotipográfica: Victoria Parra y

Ana Patrón

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación públi-ca o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la au-torización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

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PRÓLOGO

Siempre se escribe mejor cuando se escribe para alguien, pen-sando específicamente en alguien a quien hay que comunicar algo importante o urgente, o algo que quedó sin ser dicho cuan-do convenía, y esto, en contra de lo que pudiera parecer, no lo decimos tanto por las cartas que el lector podrá leer en este ál-bum como por varios de los poemas que aquí se reproducen. Cualquier lector de Emily Dickinson sabe que muchos de sus poemas son apóstrofes, versos escritos en explícita segunda persona a Dios, o a la noche, o a su cuñada, o a un ratón…, sin que se puedan establecer demasiadas jerarquías entre esos per-sonajes: los ángeles no merecen más consideración que los go-rriones, si es que no son lo mismo, y a la Muerte se la tutea casi con descaro, pues Dickinson, sin perderle jamás el respeto, tuvo mucha más confianza con ella que con sus propios pretendien-tes, igual que se entendía mejor con las flores que con algunos de sus familiares.

Sucede, además, que en esta antología hemos querido reco-ger algunos de esos textos que han venido conociéndose como los envelope poems de Dickinson, breves poemas (algunos de dos

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versos, pero otros de ocho o diez…) que, de un modo a veces difícilmente perceptible, con el mismo sigilo espectacular con el que ella vivía, la poeta de Amherst escribió en los sobres de las mismas cartas, se discute si como complemento a los mismos, o como adorno, o, para los más noveleros, como misteriosa con-traseña. Lo cierto es que algunos de esos poemas rescatados de su correspondencia han pasado al canon dickinsoniano (el esta-blecido por su perplejo preceptor, T. W. Higginson, destinatario de muchas de esas cartas), pero otros han quedado en un limbo impreciso, entre otras cosas porque en algunos casos es hasta di-fícil decidir o fijar el orden de los versos, estando como estaban escritos en varias direcciones, o admitiendo distintas lecturas se-gún los pliegues y despliegues del papel. Como apéndice a este libro hemos incluido algunos casos de esos textos, para que el lector sepa nítidamente de qué se trata, pero además la ilustra-dora de este álbum, la luso-madrileña Elia Mervi, ha jugado con resultados maravillosos con esos originales, incluyéndolos en sus dibujos de formas estimulantes y, sin duda atrapada por el espíritu de la poeta, llenas de significados o sugerencias.

Aunque nos cueste un poco aceptarlo, entendemos que la poesía no puede ser siempre sencilla, pero a cambio suplicaría-mos que no fuese nunca solemne. Que los poetas comprendie-ran que se puede ser trascendente sin salirse de las cosas más próximas, de los sucesos ordinarios, de las palabras de todos los días… y que ese punto de vista tiene en Emily Dickinson su ejemplo insuperable, como ocurre también con su capacidad sobrenatural (e indeliberada) para evitar los dos principales

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