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Index
El poder transformador de los afectos
Agradecimientos
Prólogo a la edición en español
Introducción. La trayectoria del modelo de cambio motivado por los afectos
Parte I. Fundamentos teóricos
Capítulo 1. Afectos y transformación
Capítulo 2. El apego a través de la lente de los afectos
Capítulo 3. El cuidador suficientemente bueno y el proceso diádico óptimo
Capítulo 4. el desarrollo de psicopatologías
Capítulo 5. Una comprensión enriquecedora: un caso para ilustrar la función reflexiva en la acción clínica
Parte II. Herramientas y materiales
Capítulo 6. Herramientas de estructuración: tres esquemas de representación
Capítulo 7. La diversidad de experiencias afectivas fundamentales
Capítulo 8. Los afectos sanadores
Capítulo 9. Ya no me quieres: un caso que ilustra la construcción colaborativa de la formulación psicodinámica
Parte III. Estrategias de intervención
Introducción a las estrategias de intervención
Capítulo 10. Estrategias relacionales
Capítulo 11. Estrategias de reestructuración
Capítulo 12. Estrategias afectivo-experienciales
Capítulo 13. Vientre con vientre, pecho con pecho: un caso que ilustra el despliegue continuo de experiencias afectivas fundamentales
Apéndice. Técnica y tabú en la PDB experiencial
Adenda a la traducción al español
Bibliografía
Índice analítico
Notas
Nota a los lectores: los estándares de la práctica clínica y su protocolo cambian con el tiempo, y no se garantiza que una técnica o recomendación sea segura o efectiva en todas las circunstancias. Este libro está concebido como un recurso de información general para profesionales que ejercen en el campo de la psicoterapia y la salud mental, pero no sustituye a la formación pertinente, a la revisión de pares ni a la supervisión clínica. Ni la editorial ni la autora puede garantizar la exactitud, eficacia o idoneidad absolutas de ninguna recomendación particular en todos los aspectos.
Título original: The Transforming Power of Affect: A Model of Accelerated Change
Copyright © 2000 by Diana Fosha
Esta edición se ha publicado de acuerdo con Basic Books, un sello de Perseus Books, LLC, subsidiaria de Hachette Book Group, Inc., Nueva York, NY, EE.UU.
D. Fosha & M. I. Slowiaczek, (1997) Techniques to accelerate dynamic psychotherapy, American Journal of Psychotherapy, 51(2): 229–251, adaptado con permiso de la Association for the Advancement of Psychotherapy.
D. Fosha, (1995) Technique and taboo in three short-term dynamic psychotherapies, Journal of Psychotherapy Practice and Research, 4(4): 297–318, adaptado con permiso de la Journal of Psychotherapy Practice and Research.
Copyright de la presente edición:
© 2019 EDITORIAL ELEFTHERIA, S.L.
Todos los derechos reservados. El contenido de esta obra está protegido por la ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.
EDITORIAL ELEFTHERIA, S.L.
Sitges, Barcelona, España
www.editorialeleftheria.com
Primera edición: Abril de 2019
© De la traducción: Gema Moraleda
Ilustración de cubierta: istock.com/ NiseriN
Diseño cubierta: Mauricio Restrepo
Maquetación: MI Maquetación S.L.
ISBN (papel): 978-84-120143-2-7
ISBN (e-book): 978-84-120143-1-0
DL: B 6232-2019
1. El caso del arquitecto alemán (Davanloo, 1990, pp. 1-45).
2. Podemos encontrar un análogo neurocientífico en un estudio mencionado por Damasio (1994) que compara la actividad cerebral y la neuromusculatura implicada en el surgimiento de una sonrisa «auténtica» espontánea (afecto fundamental) y de una sonrisa forzada, social o falsa: «La sonrisa auténtica está controlada por las cortezas límbicas y seguramente utiliza los ganglios basales para su expresión». (pp. 140-41). Según Damasio, Duchenne, un contemporáneo de Darwin, «determinó que una sonrisa de alegría real requería la contracción combinada involuntaria de dos músculos, el cigomático mayor y el orbicular de los ojos. Más tarde descubrió que el segundo músculo solo se movía de forma involuntaria», y llamó a los activadores involuntarios del orbicular de los ojos «las dulces emociones del alma» (Damasio, 1994, p. 142).
3. Bollas (1987) captura esta paradoja de manera evocadora en su análisis de la verdad desconocida.
4. En el paradigma de la situación extraña, niño y cuidador juegan juntos un rato en una habitación llena de juguetes atractivos. Pasado un rato, el cuidador deja al niño solo con un desconocido amigable (es decir, el investigador). Pasados unos tres minutos, regresa el cuidador. Éste y el niño juegan juntos de nuevo un rato. Entonces, cuidador e investigador se van y dejan solo al niño tres minutos, después de lo cual el cuidador vuelve para quedarse. Las características angustiantes de la situación incluyen la no familiaridad con la sala, la presentación de un desconocido y dos separaciones de tres minutos de un progenitor, con la experiencia de la soledad en sí misma.
5. Aunque algunos términos de las anotaciones del material clínico no se definirán de manera explícita hasta capítulos posteriores, su significado está implícito en el contexto de la situación y su papel crucial en la terminología del modelo de cambio motivado por los afectos resultará obvio.
6. Esto está adaptado de Fosha «Technique and taboo in three short-term dynamic psychotherapies», Journal of Psychotherapy Practice and Research, 1995, 4, 297-318. Se han reimpreso aquí partes de ese artículo con permiso de Journal of Psycotherapy Practice and Research.
7. Positivo no implica necesariamente feliz, sino experiencias que producen la sensación subjetiva en el paciente de estar «bien» y «ser auténtico», igual que ser capaz de enderezar un cuadro torcido da la sensación de estar bien cuando se alinea.
8. Hasta la fecha, la AEDP se ha practicado con resultados coherentes en América del Norte (Canadá, Estados Unidos), Asia (China, Hong Kong, Japón, Filipinas), Europa (Francia, Italia, Portugal, España, Suecia), Oriente Medio (Israel) y Sudamérica (Argentina, Colombia, Brasil), y en todas estas culturas y países, la fenomenología transformadora de la AEDP es idéntica, replicable y efectiva a la hora de guiar los procesos transformadores de la AEDP hacia resultados efectivos.
A mis tres maravillosas gracias:
MARTY, MOLLY Y ZOE
…también entendió esto:
que lo accidental gobernaba todos los rincones
del universo excepto los aposentos
del corazón humano.
DAVID GUTERSON,
Mientras nieva sobre los cedros
El modelo de cambio motivado por los afectos es un modelo diádico de transformación. Me gustaría utilizar este espacio para rendir homenaje a mis otros formativos y transformativos.
D. W. Winnicott y Habib Davanloo han sido fuentes de influencia esenciales. Como tantas otras personas que quedaron fascinadas por su trabajo, tengo una profunda relación con Winnicott, si bien en un espacio transicional, que es donde probablemente tienen lugar las enseñanzas y los aprendizajes más duraderos. Mi otro mentor ha sido Habib Davanloo: una vez que me hube expuesto a la efectividad, la intensa experiencia y la implacable autenticidad de su trabajo, me quedé enganchada; mi vida ya no ha vuelto a ser la misma. Aunque estoy segura de que la mayoría de lo que sigue es irreconocible para él, yo sé que nada de esto existiría sin su trabajo único.
David fue la fuente de mi primera epifanía con la psicoterapia dinámica breve (PDB). Sus hipótesis estimulantemente agresivas y su intervención activa no robaban nada a la psicoterapia psicodinámica; si acaso, la dotaban de más músculo. Su discurso directo, valiente y empírico ha sido un faro de integridad y claridad.
En el programa de doctorado en Psicología Clínica de la City University de Nueva York (CUNY), Steve Ellman, Gilbert Voyat y Paul Wachtel demostraban en sus clases y mediante el ejemplo personal que el trabajo clínico y el rigor intelectual no solo son compatibles, sino grandes potenciadores. Paul Wachtel fue fundamental a la hora de articular lo que empezaba a sospechar: que podía haber una divergencia entre la teoría y la práctica psicoanalíticas. Durante todos estos años he apreciado profundamente su mentorización implícita y su amistad explícita.
Las clases que yo misma he dado, más que cualquier otra cosa, han afinado mi pensamiento y me han obligado a enfrentarme a los puntos ciegos, las imprecisiones y las incoherencias: mis alumnos del programa de doctorado en Psicología Clínica de la CUNY, el programa de internos de psicología del Hospital Bellevue, el Instituto AET y actualmente el Adelphi University’s Derner Institute me han espoleado a seguir refinando lo que tengo que decir.
Estoy agradecida a mis pacientes por haberme permitido dejar huella y concederme su confianza y vinculación; me siento una privilegiada por haber sido parte y testigo de increíbles viajes y conmovedoras transformaciones.
He sido bendecida con colegas y amigos maravillosos. Los de Montreal, Paul Rosenberg (West), William Alder y, especialmente, Bob Okin, fueron vitales para la supervivencia en los inicios: cenas francesas, ansiedad compartida y una buena conversación hacían que nuestras preocupaciones se convirtieran en animadas interacciones en lugar de en desesperación solitaria. La generosidad y el compromiso de Michael Alpert a la hora de fomentar la comunicación y crear una comunidad fueron indispensables para la evolución de la PDB experiencial en la década de 1990. Aún más excepcional, tal vez, ha sido su firme voluntad de ir siempre un paso más allá (y, cuando ha hecho falta, cambiar de rumbo).
Isabel Sklar ha sido una fuente sólida de apoyo, compañerismo, empatía, fuerza y aprendizaje: sus vídeos revelan la profundidad de su predisposición a darse a los pacientes. Patricia Coughlin Della Selva y Michael Laikin me han enseñado más de lo que seguramente saben: a pesar de algunas diferencias ideológicas, las pruebas grabadas en vídeo de la efectividad de su trabajo me han llevado a subrayar la importancia de la autenticidad en la práctica terapéutica más allá de lo que demanda cualquier modelo en concreto. La capacidad de Jane Marke para destilar temas complejos hasta su esencia y alcanzar un plan de acción claro y concreto nunca deja de fascinarme: ha sido una amiga valiosa y una colega de gran ayuda.
Tres grandes médicas: Mabel Quinones, Maria Slowiaczek y Peggy Spier se unieron a mí en la lucha con el cambio de paradigma central para el desarrollo de la psicoterapia dinámica experiencial acelerada (AEDP por sus siglas en inglés) en un entorno lleno de apoyo, afirmación y estímulo. Los tres capítulos de este libro sobre estrategias de intervención están construidos sobre el trabajo que Maria Slowiaczek y yo hicimos juntas para lo que acabó convirtiéndose en nuestro artículo científico de 1997 sobre técnicas de AEDP: el producto de dos consciencias forjando coordinación sin dejar de intentar preservar su autenticidad.
Leigh McCullough fue una magnífica comadrona que estuvo ahí dando a luz a la AEDP. Pude apreciar de primera mano lo magnífica terapeuta que es, cálida y presente, y lo activa que es su inteligencia. Tuve la suerte de beneficiarme de sus magníficas habilidades y de su amistad en un momento que resultó ser crucial. Como colega, su trabajo, su entusiasmo y su modesta sinceridad han sido una inspiración.
A mis conversaciones con Peter Costello les debo mucho más de lo que reconoce formalmente el texto en cuanto a mi conceptualización del papel de la comunicación en el procesamiento completo del afecto fundamental y del papel del terapeuta como compañero de confianza (como lo entiende Bowlby). Y agradezco a Jenna Osiason, con quien me he reunido cada lunes durante una hora durante los últimos cuatro años con la excusa de la supervisión, por compartir su luminoso trabajo clínico y por su amistad empática mientras hacíamos todo lo que podíamos para ayudar a nuestros pacientes y pensar en lo que estábamos haciendo.
También quiero dar las gracias a los siguientes colegas y supervisores que han compartido su trabajo clínico mediante grabaciones con valentía, predisposición y compromiso en el avance de la causa de alcanzar una psicoterapia efectiva. No puedo expresar lo mucho que he aprendido de ellos: William Alder, Michael Alpert, Alanne Baerson, Harold Been, Joe Celentano, Peter Costello, Patricia Coughlin Della Selva, Habib Davanloo, David Davis, Cathy Duca, Karen Ezra, Brenda Forte, Dawn Fried, Sarah Hardesty, Allyson Hentel, Allen Kalpin, Gabrielle Kaminetsky, Yael Kapeliuk, Lisa Kentgen, Michael Laikin, Frances Leon, Harold Lifschutz, Jeffrey Magnavita, David Malan, Jane Marke, Leigh McCullough, Eileen McElroy, Robert Okin, Jenna Osiason, Ferruccio Osimo, Claire Owen, Mabel Quinones, Paul Rosenberg, Tewfik Said, Steven Sandler, Connie Seligman, Isabel Sklar, Maria Slowiaczek, Peggy Spier, Vincent Stephens, Dawn Baird Taylor, Margaret Tompsett, Manuel Trujillo, Gil Tunnell, Janet Waterhouse, Susan Westelle, Jason Worschel y Christ Zois.
A lo largo de los años, ha sido una alegría tener como amigos a Dina Copelman, Eydie Kwart, Marie Rudden, Jim Stoeri y Jack y Pat Heidenry.
Mi editora en Basic Books, Cindy Hyden, ha sido un recurso maravilloso. Parafraseando lo que dice Wilbur de Charlotte en La telaraña de Charlotte: es única en su clasificación. No sucede a menudo encontrarse con alguien que es una amiga de verdad y una buena editora. Ella ha sido las dos cosas. En ocasiones, el proceso editorial ha parecido una terapia, y Cindy se ha abierto paso por el bosque de verborrea para llegar a lo fundamental, sacarlo a la luz y hacer que brillara. Gracias.
Alex Bloom, Martin Lubin y Michael Wilde me prestaron la mejor parte de sus mentes no sentimentales. Fue especialmente gratificante ganarse su aprecio y acabar sacándoles asociaciones e ideas personales al margen del texto que me estaban ayudando a transformar. Si el libro no es más breve ni más claro no es porque no se hayan esforzado en ello. Martin Lubin, esta vez en su papel de diseñador gráfico en directo, diseñó y maquetó con elegancia cada página, así como la cubierta.
Mis padres, ambos escritores (mi padre es autor de teatro, mi madre, crítica teatral), decidieron dejar Rumanía y venir a Nueva York, renunciando a una cultura que, para lo bueno y para lo malo, era la suya, para que yo pudiera crecer en una más rica y menos restrictiva. Admiro profundamente la intrépida energía y la incuestionable devoción por los logros y el avance de mi madre, Madeline Fosha; mi padre, Harry Fosha fue mi modelo de creatividad, jocosidad, humor y devoción a la escritura por la escritura. Espero hacer justicia a su sacrificio con lo que ha surgido de él, aunque nada los puede compensar por lo que han perdido. Lo irónico es que sus desgarradoras experiencias personales los empujaron a insistir en que fuera lo que fuese lo que yo decidiera hacer, fuera algo práctico y que no dependiera del lenguaje. Bueno, lo intenté: pero algunas cosas se llevan en la sangre.
Me produce una gran tristeza no haber podido compartir más aventuras con mi primer otro auténtico: mi abuelo, Artur Focsaner. Una terrible noche de otoño, cuando yo estaba en primero de primaria y aprender a escribir la E mayúscula de caligrafía me parecía imposible, él comprendió la importancia de acceder a una configuración emotiva yo-otro completamente distinta: como buenos amigos, caminamos por Bucarest, comimos y bebimos cosas de mayores y absorbimos la fragancia del aire nocturno. Por supuesto, cuando llegamos a casa, mucho más tarde de mi hora de acostarme, lo de hacer la E mayúscula fue pan comido. Aquélla fue mi primera experiencia de AEDP. También echo de menos a mi suegra, Sophie Lubin, y me duele que no viviera lo bastante para conocer a sus nietas.
En la vida de la que soy coautora, he recibido la extraordinaria bendición de tres otros transformadores: mi marido, Martin Lubin, y mis hijas, Molly Sophia y Zoe Ariel Lubin-Fosha. Marty me ha abrazado y me ha dado mucho espacio para deambular: su abrazo, con su filo objetivo acompañado de su humor irreprimible, me ha hecho sentir más segura de lo que podría haber imaginado nunca. Aunque no hay nadie a quien le gusten más las palabras que a mí, no tengo palabras para expresar el regalo que son su presencia y sus acciones.
Molly ha sido milagrosamente bendecida con empatía desde pequeña. Es una alegría ver cómo empieza su viaje a medida que se hace más maravillosamente ella cada día. Le agradezco que sea tan buena amiga, aunque me encantaría que no me ganara siempre al Spit. El espíritu libre de Zoe y su intrépida originalidad son para mí fuentes de inagotable admiración e inspiración. Que nunca pierda su dirección interior y que siga enfrentándose al mundo sin miedo. Le doy las gracias por regalarme su presencia en mi vida, sin embargo, no me dolería que ponerle los zapatos por las mañanas precisara una intervención menos activa por mi parte. No habría podido escribir grandes fragmentos del capítulo sobre los afectos sanadores si no hubiera sido por cómo me ha afectado y llevado a cabo su magia de transformación.
Está en todos nosotros el deseo de entendernos a nosotros mismos y de entender a los demás seres humanos. Sabernos y sentirnos entendidos por otra persona, que se nos muestre verdadera y auténtica en su capacidad de presencia, se puede llegar a clasificar como una de las necesidades básicas para la sobrevivencia y para el desarrollo de un ser humano, tal y como lo menciona y evidencia Diana Fosha en este libro.
En la díada terapeuta-paciente existen múltiples momentos y oportunidades para facilitar la sanación y el desarrollo en las personas. Dentro del contacto entre las dos partes se encuentra enraizado el mecanismo afectivo basado en la neurobiología de la relación entre dos. Diana Fosha acuña el termino transformancia (transformance) y lo define en este libro como «el impulso innato hacia la sanación y el poder transformador de la experiencia emotiva fundamental procesada por completo, y su facilitación en relaciones en sintonía, con cariño, reafirmación y conformadas por un apego reparador». La Dra. Fosha se refiere a ese impulso o motivación profunda que habita en el interior de cada persona y que se asoma tímidamente durante las sesiones clínicas de AEDP (Psicoterapia Dinámica Experiencial Acelerada por sus siglas en inglés), impulso que lleva siempre a la persona a buscar aquello que le hace falta para completar su proceso personal y sanarse. Este impulso es responsable de desencadenar toda una serie de posibilidades y eventos, internos y externos, que desembocan en la curación interior por via de privilegiar al afecto positivo y transformador. De igual manera, también cabe resaltar la importancia de la presencia del otro durante todo el proceso de inicio a fin y así romper con la sensación de soledad y aislamiento que ya de por si acompañan a muchas personas en su andar terapéutico o en el ejercicio mismo de la psicoterapia.
De corte psiconanalítico el modelo AEDP representa un ensamblaje impresionante por lo vital y novedoso. AEDP está entretejido de manera estable, sólida y sensata para brindar lo mejor de la psicoterapia psicodinámica, de las terapias breves experienciales, los estudios de la neurociencia afectiva y los estudios sobre la transformación interior del Self que rozan y coinciden con muchas tradiciones contemplativas.
AEDP integra una fina arquitectura de la mente y del sistema nervioso, totalmente documentada y apoyada por la teoría del apego y su aplicación a las relaciones entre el terapeuta y el paciente. Su fundadora y su valioso equipo están involucrados de manera constante en aportar al modelo y en conversar con otros modelos terapéuticos para encontrar las vías en común y diferencias entre ellos. En AEDP se explica cómo funciona la mente humana y cómo gracias al «otro» ésta puede despertar los estados internos que buscan la plenitud.
En apariencia trabajar con AEDP parece sencillo y exquisito por sus intervenciones clínicas. Los clínicos y los pacientes que lo han experimentado pueden comprobar desde el primer momento el pasaje de la transformación interior tanto en ellos como en sus clientes. Por ello podemos afirmar que este modelo de terapia está en pleno auge en muchas partes del mundo. Además, en países como Noruega y Suecia se está implementando en clínicas de psicología y en la salud pública, posicionándose así entre las corrientes de mayor impacto terapéutico actuales.
AEDP también ha llegado a China, Taiwan y Japón donde se le concede una validez ecológica, apreciación dada a un trabajo que ofrece un contacto con los estados internos esenciales del ser humano.
Es un honor para esta editorial poder publicar el trabajo de la Dra. Fosha y deseo que este libro ayude a extender la AEDP por todos los países donde se habla español.
Con agradecimiento a todos los lectores y deseosos de leer sus comentarios estamos a su disposición.
Enrique Arellano
Editor
www.editorialeleftheria.com
LA TRAYECTORIA DEL MODELO DE CAMBIO
MOTIVADO POR LOS AFECTOS
El paciente de la cinta de vídeo era un hombre inteligente y guapo cuya vida estaba tan mal que lo único que había tras su fachada sarcástica, difusa y distante era una desesperación corrosiva. El clínico que lo entrevistaba, Habib Davanloo, fue directo en su primera pregunta: «¿Podría decirme cuál parece ser el problema para el que está buscando ayuda?». Sin establecer contacto visual, mirando al techo, el paciente respondió: «Eh, no, no exactamente. Solo tengo una idea difusa de cuál podría ser el problema… Ni siquiera estoy seguro de si esas dificultades forman parte de la vida normal de un ser humano…». El entrevistador cuestionó su vaguedad, pero el paciente siguió: «Lo que intento decir, eeeh, se hace más plausible, tiene una causa más plausible, cuando describes… Tengo un problema con el compromiso… Pero no olvidemos que, claro está, tardé muchos, muchos años en darme cuenta de que tenía un problema con eso. Es decir, he ido a tientas por la oscuridad casi toda mi vida. Lo que me lleva a otro tema, a lo mejor tengo un problema con los sentimientos». (Davanloo, 1990, pp. 9-10) Con términos como «esquizoide» y «frágil» rondándome por la cabeza, pensé que estaba ante una persona cuyo tratamiento, si el terapeuta era bueno, duraría años y años. Sin embargo, después de dos horas de interacción intensiva y, en ocasiones, de enfrentamiento directo con un terapeuta implacable, la historia vital del paciente emergió con sorprendente fuerza y coherencia; con una mirada clara y directa, el paciente había llorado y había sentido rabia, y se había transformado.1
Mi magnífica formación en psicoterapia psicoanalítica no me había preparado para esa efectividad. Tenía que aprender a hacer lo que acababa de presenciar. Poco después, empecé mi formación con Davanloo. Con el tiempo, y muchas transformaciones personales y profesionales después, emergió y evolucionó el enfoque terapéutico que lo avala: el modelo de cambio motivado por los afectos y la psicoterapia dinámica experiencial acelerada (AEDP).
El modelo de cambio motivado por los afectos nunca habría existido sin la experiencia de la psicoterapia dinámica breve (PDB). Las afirmaciones y técnicas que se detallan en la segunda parte de este libro no son el resultado natural del modelo teórico, sino más bien un estímulo. En este caso, fue la experiencia clínica la que dio forma a la teoría: al conocer la capacidad del afecto fundamental para transformar el yo, sabía lo que había que explicar. Por lo tanto, la parte 1 pretende proporcionar las bases conceptuales de la transformación motivada por los afectos que se experimenta en una díada conectada emocionalmente.
Trabajando con Davanloo aprendí de primera mano el poder de la experiencia visceral de la emoción. Viendo su extraordinario (y único) trabajo clínico, descubrí la posibilidad real de que cambios profundos, sustantivos y duraderos sucedieran de manera rápida. Comprendí que las ideas preconcebidas sobre la fragilidad de los pacientes eran a menudo intentos de racionalizar técnicas no efectivas. La fragilidad no debería presuponerse ni utilizarse para inhibir la acción clínica: es una valoración clínica que debe hacerse en el transcurso, no antes, de la interacción dinámica con el paciente. Finalmente, entendí que los pacientes (es decir, todos nosotros), al ser invariablemente producto de unos cuidados para nada perfectos, pueden tolerar situaciones significativamente extrañas y sacar lo mejor de lo que se les ofrece, siempre y cuando tengan la sensación de que pueden obtener algo auténtico y valioso; así, las restricciones automáticas en la expresión terapéutica son fundamentalmente innecesarias, e incluso contraproducentes. Los pacientes y los fenómenos psíquicos han demostrado ser bastante robustos; cuando un clínico está bien preparado hay mucho más peligro de que evite hacer o haga algo inefectivo que de que dañe mediante la intervención directa.
El regreso a las notas y a la supervisión uno a uno se hizo imposible tras la inmersión en el método de entrenamiento clínico por exposición de Davanloo: los tabúes iban rompiéndose a derecha e izquierda. La sesión de psicoterapia ya no era un santuario, había una cámara de vídeo. La supervisión ya no era privada, cómoda y de uno en uno, se hacía en grupo. Las notas ya no servían para protegerme, mi trabajo estaba ahí, en la cinta, sin filtros ni categorías de percepción propias, metáforas o idiosincrasias estilísticas. Por muy desesperante que resultara aquella exposición, en la otra cara de la moneda residía la euforia: sentía que me veían. Por fin podía aprender de verdad.
Sin embargo, con el tiempo resultó cada vez más claro que el método de vinculación mediante la agresión de Davanloo era adecuado para su forma de establecer contacto, no para la mía. Es más, aunque se estaba poniendo en práctica un método muy potente, no estaba lo suficientemente articulado, y no había ningún mecanismo de transmisión excepto la relación maestro-discípulo. El marco psicodinámico que avalaba la PDB de Davanloo, una teoría habitual sobre el impulso y el superego, no hacía justicia a la naturaleza radical ni al impacto transformador del fenómeno que obtenía consistentemente.
A medida que florecía el movimiento de la PDB, mi cada vez más creciente incomodidad empezó a ser compartida por colegas con una formación similar (Alpert, 1992). Lo que nos preocupaba era preservar la esencia de la efectividad terapéutica de Davanloo, es decir, el poder de la experiencia visceral y la capacidad de llegar a ella rápidamente, desde los primeros instantes del primer encuentro con el paciente, pero evolucionando hacia un modo de relación más amable para el usuario, para que funcionara el afecto profundo. Gradualmente, se pasó de la presión y el desafío radical a la vinculación emocional y la empatía radical mediante el ajuste, la resonancia, el afecto compartido, la reafirmación y el sinceramiento. (Véase el apéndice para consultar la evolución de la postura empática, ya que explica el historiar familiar de la PDB experiencial). Identificarse con una postura caracterizada por «una aceptación radical del paciente» (Osiason, 1995) dio pie al fenómeno de afecto fundamental, aunque también a nuevos motivos de ansiedad para pacientes y terapeutas: solo con un terapeuta vinculado emocionalmente se pueden discernir de veras los terrores del amor, la reafirmación y el sentirse bien.
Había llegado el momento de desarrollar una metapsicología que levantara acta teórica del poder empírico de trabajar con afectos desde una postura vinculada emocionalmente y para articular los fenómenos en los que están enraizados los procesos de transformación. La misión de este libro es dilucidar ambas cosas. Y dado que la experiencia clínica ha dado forma a la creación de la teoría, el porqué antecede al qué y al cómo.
Freud dedujo la teoría del desarrollo de los fenómenos patológicos que observaba en la consulta; el psicoanálisis clínico es magistral e insuperable a la hora de explicar la estasis, pero no tanto cuando hablamos del cambio terapéutico. Sin embargo, el trabajo conformado por el análisis de los teóricos del apego y los psiquiatras clínicos del desarrollo que analizan la interacción madre-hijo está profundamente centrado en el cambio. Los paralelismos entre el modelo de cambio motivado por los afectos y tanto la teoría del apego como la interacción madre-hijo momento a momento son asombrosos; y tan persuasivos que prestaremos atención al fenómeno del apego y las fluctuaciones momento a momento en la coordinación afectiva mutua como introducción al afecto en estas páginas para sentar las bases de las secciones sobre la técnica terapéutica.
Es enorme el poder transformador de los afectos. A diferencia de otros procesos de cambio, no es gradual y acumulativo, sino intenso y rápido, más aún cuando se dirige desde la profundidad y la exhaustividad del trabajo psicodinámico. Los hechos clínicos dieron forma al desarrollo del modelo de cambio motivado por los afectos, que identifica y da sentido al poder de los afectos y los pone a trabajar en una relación terapéutica de reafirmación. Del mismo modo, el proceso del apego, aunque opera en un marco temporal completamente distinto, también tiene una gran capacidad de mutación: quienes somos refleja la historia de nuestros vínculos relacionales desde la infancia. Al aunar emoción y apego de manera sinérgica, el poder transformador explosivo de los afectos puede dirigirse mediante un proceso relacional al servicio terapéutico de la manera más potente y duradera. El objetivo de este libro es dilucidar una teoría del cambio mediante los afectos, una determinada postura clínica y una serie de técnicas para llevarla a cabo de manera fiable. La pregunta clave es: ¿cómo puede el terapeuta evocar un entorno relacional en el que el poder transformador de la experiencia afectiva contribuya a la emergencia y el desarrollo del yo esencial del paciente?
El afecto y el apego son temas persistentes, ubicuos y preocupantes en la experiencia diaria; colorean todo lo que hacemos con una naturaleza y una textura fenomenológicas características. Gestionamos y respondemos a cuestiones relacionadas con el afecto y el apego durante toda nuestra vida. Esto es lo que hace que la terapia centrada en estos temas sea potencialmente tan transformadora: alcanza la textura misma de nuestra experiencia, donde se vive la vida emotiva.
Hay muchas patologías que son resultado de la ansiedad, la vergüenza y la soledad no deseada (que potencia el miedo y la vergüenza) y de la resultante falta de acceso a recursos emocionales. El objetivo de la AEDP es revertir este proceso. El psicoanálisis tradicional es eficaz buscando la recreación de experiencias de la infancia en la vida adulta cotidiana y en la transferencia; ésta es una actividad importante, especialmente a la hora de entender la naturaleza de la génesis de las defensas. Sin embargo, el modelo de cambio motivado por los afectos se centra en desbloquear los afectos, dar al paciente la oportunidad de bajar por el profundo río de éstos y crear nuevas experiencias basadas en el uso de recursos no disponibles hasta el momento. El modelo basado en los afectos se centra en la sanación y da prioridad a las fuerzas que sanan: esfuerzos de adaptación y una profunda motivación hacia el cambio. Mediante la conexión y el desbloqueo, la naturaleza del proceso de información emocional se altera para alcanzar objetivos terapéuticos.
La sinergia del apego y el afecto da como resultado la creación de la seguridad, una reducción correspondiente de la ansiedad y, a su vez, la mitigación de la necesidad de defensas, lo que promueve y permite el acceso a los afectos fundamentales y sus explosivas propiedades curativas. Experimentar es la clave. El aspecto más importante y definitorio de la terapia es que es experiencial: los fenómenos clínicos no se infieren, se mencionan, se interpretan o, sencillamente, se habla de ellos: el paciente los experimenta. La experiencia de afectos vitales en el contexto de una relación con apego es el agente primario de la transformación emocional, en la vida y, aún con más razón, cuando estás en tratamiento.
Sin el apoyo relacional, los afectos intensos pueden convertirse en tóxicos en lugar de promover el funcionamiento óptimo y el bienestar. Cuando las figuras de apego no son capaces de apoyar al individuo para que éste se sienta a salvo experimentando sus sentimientos, las experiencias afectivas pueden ser una amenaza; y superar la integridad del yo y de las relaciones, cuando uno se enfrenta a ellas solo, puede resultar insoportables. El individuo, dolorosamente consciente de sus ineficientes recursos, pero decidido a sobrevivir, da con estrategias de protección para defenderse ante la experiencia emocional. Pero las medidas defensivas, aunque adaptativas a corto plazo, pueden acabar conduciendo al tipo de sufrimiento psíquico que lleva a los pacientes a buscar ayuda: el individuo se queda sin una potente fuente de crecimiento, y su personalidad lo refleja. Ésta es la semilla de la psicopatología: cuando la dependencia de las defensas ante las experiencias emocionales se convierte en crónica como resultado del fracaso del entorno emocional a la hora de proporcionar apoyo, el desarrollo psíquico se desvía del buen camino. Así, la soledad no deseada ante una experiencia afectiva abrumadora tiene un papel importante en el desarrollo de una psicopatología.
El paciente llega a tratamiento tras haber agotado sus recursos. Pero el mismo hecho de buscar ayuda refleja esperanza; su potencial para responder de manera emocional y relacional en un ambiente que lo facilite sigue ahí. El solo hecho de concertar una visita con un extraño para tratar las cosas más íntimas y vulnerables de la vida de uno es un acto de profunda fe. El objetivo de la terapia basada en los afectos es tomar el control del potencial adaptativo del paciente y sus grandes recursos para sanarse que han estado esperando el entorno facilitador adecuado para emerger. A medida que el equilibrio psíquico se orienta hacia la salud, se pueden abandonar las soluciones deformadas (es decir, mecanismos de defensa) ancladas en entornos que fracasaron a la hora de apoyar el crecimiento del individuo.
Buscamos poner de manifiesto la voluntad de arriesgarse y confiar que coexiste con el sufrimiento, la desesperación, la desmoralización y la derrota del paciente. Muy conscientes de la repetición de patrones generadores de patologías, buscamos un nuevo inicio afirmando la fuerza vital interior y marcando un nuevo curso. En concreto, desmontando el entorno que facilita el fracaso del afecto y catalizando la experiencia del poder transformador de los afectos sanadores. Del mismo modo que se hace hincapié en el potencial para la sanación del paciente, también se subraya el poder del terapeuta (es decir, enraizado en la comprensión del poder del otro) para ser efectivo, contribuir al curso de la terapia y tener impacto. Las estrategias específicas de intervención empoderan al terapeuta para el acceso y el proceso de experiencias afectivas es; son estas técnicas, junto con la postura terapéutica de vinculación emocional, las características definitorias del modelo de cambio motivado por los afectos.
El capítulo 1 articula un modelo basado en los afectos y sus poderes transformadores enraizados fundamentalmente en la matriz relacional. Informado por la teoría de la emoción, aquí desarrollamos y articulamos el afecto fundamental, un constructo basado en la experiencia clínica: la expresión y la comunicación con un otro abierto y receptivo son aspectos integrales para su experiencia completa y, en última instancia, llevan a una transformación del yo. Al hacer de la comunicación un aspecto intrínseco del ciclo experiencial completo del proceso de una emoción, los elementos afectivos y relacionales se revelan ligados orgánicamente con el núcleo de los fenómenos que estamos considerando.
Los capítulos 2 y 3 localizan apoyos relacionales concretos del modelo de cambio afectivo en el trabajo de teóricos del desarrollo con orientación psicoanalítica y teóricos del apego. Observar ese trabajo a través de la lente del afecto, introduce el constructo de la competencia afectiva (la capacidad para sentir y afrontar durante la relación) tanto en el niño como en el cuidador, incluida la emergencia de esfuerzos adaptativos, en ocasiones patológicos, para mantener los lazos de apego. La discusión recontextualiza afectivamente los constructos del cuidador suficientemente bueno (madre o terapeuta), el modelo de trabajo interno y la función reflexiva para determinar qué constituye una interacción diádica óptima (en términos de promoción de la seguridad y la resiliencia). En la internalización de formas de relacionarse únicas para cada díada están las semillas tanto de la patología como de la sanación, la transmisión intergeneracional de patologías y la motivación para la reparación, que impregnan la vida momento a momento, incluso después del trauma. Un aspecto principal de la competencia afectiva es la capacidad de respuesta ante estas tendencias de auto ajuste, ya que la reparación es una fuerza crucial en la organización de la experiencia de ambos miembros de la díada. La esperanza de una posibilidad de reparación está en el centro del establecimiento de estados de coordinación afectiva mutua que son la base de las relaciones de apego seguras.
El capítulo 4 trata la psicopatología como producto de tener una capacidad impedida para procesar los afectos. Una idea crucial es la fuerza patógena de la soledad no deseada, por eso deshacer la soledad es el centro mismo del proceso psicoterapéutico. La exposición sigue la secuencia patógena que lleva a la dependencia crónica de las defensas, una táctica adaptativa que restringe el funcionamiento y permite al individuo experimentar una cierta seguridad, integridad y conexión afectiva coordinada.
El capítulo 5 es un cambio de ritmo, una viñeta terapéutica meticulosamente anotada, que insufla vida a los conceptos de las disertaciones anteriores y pone en funcionamiento las herramientas clínicas que seguirán. Utilizando explícitamente su propia función reflexiva para superar las defensas evitantes relacionales de la paciente, la terapeuta muestra cómo la paciente existe en su corazón y en su mente buscando despertar en la paciente la experiencia de la implicación afectiva de la terapeuta.
Ahora ya tenemos los elementos del modelo de cambio motivado por los afectos. El resto del libro está dedicado a su funcionamiento.
El capítulo 6 presenta las dos maneras de ser, la peor versión del yo y la mejor versión del yo, plasmándolos en tres esquemas representacionales para categorizar los cambios momento a momento del material clínico y procesar el impacto de cada una de las intervenciones. La reciprocidad entre esos esquemas contribuye a entender las dinámicas intrapsíquicas del paciente (triángulo del conflicto), relacionales (triángulo yo—otro—emoción) e históricas, con el tiempo (triángulo de las comparaciones). La introducción del triángulo yo—otro—emoción permite al terapeuta sentar claramente las bases del trabajo de afectos experiencial (triángulo del conflicto) y el trabajo histórico-dinámico (triángulo de las comparaciones) en una matriz relacional donde el yo, el otro, la interacción yo-otro y la emoción son contingentes y están inextricablemente entrelazadas.
El capítulo 7 está dedicado a la descripción fenomenológica de la experiencia afectiva fundamental (caracterizada por la ausencia de defensa y afectos de señal aversivos, y por su capacidad para engendrar estados de transformación) y a distinguirla de otros tipos de experiencias con carga emocional. Mientras que el capítulo anterior diferencia contenidos mentales según sus funciones psicodinámicas, este capítulo codifica los fenómenos emocionales que guían al terapeuta por un territorio desconocido. Se presenta el concepto estado esencial: un estado de profunda predisposición, sintonía con uno mismo y receptividad del otro en el que puede tener lugar un trabajo terapéutico profundo. El terreno de la experiencia afectiva fundamental se amplía para incluir las experiencias del yo (sentirse verdadero, real) y fenómenos afectivos relacionales (cercanía, estar en sincronía), además de las emociones categóricas (p. ej., miedo, asco, ira, alegría, tristeza).
El capítulo 8 trata los afectos sanadores, estados y afectos fundamentales universales que surgen después de experiencias terapéuticas o profundamente positivas. Éstos incluyen experiencias del yo de orgullo y competencia y experiencias relacionales de amor, gratitud y sentirse conmovido. Cuando los afectos sanadores están centrados y elaborados experiencialmente, las tendencias de acción adaptativas que caracterizan los consiguientes estados de transformación tienen enormes beneficios en el paciente. En ese momento, el terapeuta emerge como paradigma de la experiencia del paciente de un otro auténtico, la contrapartida diádica experiencial del yo auténtico.
El capítulo 9 resume un caso que ilustra cómo se utilizan todos los conceptos para conducir una entrevista inicial que culmina en una formulación psicodinámica conjunta por parte de paciente y terapeuta y demuestra la aplicación fluida de herramientas y técnicas, incluyendo esquemas de representación y una idea clara de qué es y qué no es la experiencia afectiva fundamental.
Los siguientes tres capítulos identifican estrategias de intervención y vinculación: cada uno de ellos muestra una forma distinta de facilitar la experiencia del afecto fundamental, facilita la predisposición relacional y minimiza el impacto de las defensas y los afectos aversivos inhibidores, como la ansiedad y la vergüenza.
El capítulo 10 considera las estrategias relacionales: cómo profundizar en el desarrollo de la intimidad entre paciente y terapeuta, que aquí es totalmente central, no un entorno de sostén de fondo, centrándonos en él y en cómo obtener el mayor rédito terapéutico de ello.
El capítulo 11 explora las intervenciones de reestructuración, que implican formas de trabajo psicodinámico más tradicionales, con aspectos del funcionamiento del paciente ordenados en patrones, pero la discusión se enfoca desde una perspectiva empática que facilita y mejora explícitamente la consciencia y la contribución del paciente.
El capítulo 12 se centra en las intervenciones afectivo-experienciales, para cosechar el mayor poder transformador del afecto. Estas estrategias de intervención especifican distintas maneras en que la facilitación, el proceso, la profundización y el trabajo mediante estados afectivos intensificados pueden ser usados con finalidades terapéuticas. Los casos clínicos indican cómo navegar por las aguas oscuras de los afectos para apoyar los logros de los pacientes y no perder el control a medida que el individuo accede a las profundidades, y para afirmar que, esta vez, no está sobrellevando la experiencia solo.
El último capítulo presenta, acertadamente, otro caso extenso. Si la viñeta del capítulo 5 muestra trabajo relacional con afecto profundo, y la del capítulo 9 hace hincapié en la construcción de una narrativa psicodinámicamente coherente para ayudar al paciente a entender su experiencia insoportablemente confusa, ésta tiene lugar mayormente en el terreno experiencial. Paciente y terapeuta cabalgan dos grandes olas de afectos que, al final de la sesión, llevan a la paciente a una orilla muy distinta de aquélla en la que empezó; no solo transforma su experiencia de sí misma, sino que también se transforman sus perspectivas y la idea de los recursos con los que seguirá su viaje.
1. El caso del arquitecto alemán (Davanloo, 1990, pp. 1-45).
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