LA ENSEÑANZA
DE
LA BONDAD
SIRVA CON EL CORAZÓN Y
CON SUS MANOS
con Preguntas de Estudio
Mary Beeke
Publicaciones Faro de Gracia
P.O. Box 1043
Graham, NC 27253
www.farodegracia.org
Primera Edición, impresa en Mexico, 2008
Publicado por:
Publicaciones Faro de Gracia
P.O. Box 1043
Graham, NC 27253
www.farodegracia.org
ISBN 978-1-629461-54-0
La Enseñanza de la Bondad
Sirva con el Corazón y con sus Manos
Por Mary Beeke
Derechos de Autor © 2007 por Mary Beeke
Derechos Reservados
Agradecemos el permiso y la ayuda brindada por Reformation Heritage Books (2965 Leonard St., NE; Grand Rapids, MI 49525) para traducir e imprimir este libro, The Law of Kindness, al español. www.heritagebooks.org
© 2008 Traducción al español por Publicaciones Faro de Gracia. Todos los Derechos Reservados
Ninguna parte de este libro puede ser reproducida por ningún medio, sin el consentimiento escrito de la casa publicadora, excepto por citas breves usadas para revisión en una revista o periódico.
Diseño de la Portada por Jeremy Bennett, www.kalosgrafx.com Diseño Editorial por Julio Armando González
© Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
“Y hay enseñanza de bondad en su lengua”.
-Proverbios 31:26b
“Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría…”.
Mateo 10:42
A mis queridos padres, Henry y Lena
Kamp: Gracias por establecer los
cimientos de un servicio continuo a los
demás, así como una bondad genuina y
constante en el hogar de mi infancia.
A mi amoroso marido Joel Beeke:
Gracias por tu constante apoyo y por tu
benignidad, semejante a la de Cristo hacia
mí y nuestros hijos.
A mis queridos hijos, Calvin, Esther y
Lydia: Mi corazón se regocija al ver su
gentileza, su paciencia y su generosidad.
Le doy gracias a Dios y lo alabo por cada
uno de ustedes.
Los amo. Son más de lo que merezco.
UN VASO DE AGUA FRÍA “Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.” Mateo 10:42 Bueno, por lo menos puedo cumplir con este versículo. Puedo llevar a cabo un acto de gentileza hacía un siervo del Señor. El Señor sabe que amo a todos sus siervos, y que sería un honor lavarles sus pies. A causa de su Maestro, amo a los discípulos. ¡Qué generoso de parte del Señor mencionar una acción tan insignificante: “un vaso de agua fría solamente”! Puedo hacerlo, no importa que sea pobre; puedo hacerlo, no importa mi salario bajo; puedo hacerlo con alegría. Esto que parece tan poco, el Señor lo nota; ve cuando se ha hecho para el más pequeño de Sus seguidores. Evidentemente no es el costo, ni la habilidad ni la cantidad lo que Él mira, sino los motivos: aquello que hacemos para un discípulo, por que es un discípulo, su Señor observa y recompensa. No nos galardona por el mérito de lo que hacemos, sino conforme a las riquezas de Su gracia. Doy un vaso de agua fría, y Él me da a beber agua viva. Le doy a uno de Sus pequeñitos, y Él me trata como a uno de ellos. Jesús encuentra la defensa para Su generosidad en lo que Su gracia me ha llevado a hacer, y dice: “De cierto os digo que no perderá su recompensa” -Charles H. Spurgeon |
Contenido
Introducción
Capítulo 1 ¿Qué es la bondad?
Capítulo 2 Las raíces de la bondad
Capítulo 3 Nuestros motivos
Capítulo 4 La esposa bondadosa
Capítulo 5 El esposo bondadoso
Capítulo 6 Crianza bondadosa
Capítulo 7 El papel del maestro
Capítulo 8 Intimidación escolar
Capítulo 9 Una carta para niños y adolescentes
Capítulo 10 Pensamientos bondadosos
Capítulo 11 Palabras bondadosas
Capítulo 12 Bondad a uno de estos pequeñitos
Capítulo 13 Su demostración de bondad
Apéndice “¡Mamá, por favor no te vayas!”
Preguntas de estudio
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Lo recuerdo como si hubiera sido ayer, aunque fue hace más de treinta y cinco años. Era la hora del recreo. Una pequeña multitud de estudiantes de secundaria se había reunido en la loma detrás de la escuela. Mis amigos y yo teníamos curiosidad. En el centro del grupo estaba de pie uno de sus compañeros de clase, con las manos atadas a la espalda. Le habían atado las manos tan apretadamente que una de sus manos estaba blanca como una hoja de papel y la otra roja como betabel. La campana marcó el final del recreo y lo dejaron parado en el campo.
Yo estaba asombrada y angustiada, pero demasiado paralizada para hacer algo. Yo era, después de todo, cuatro años más joven. Yo también lo dejé allí parado, y me preguntaba que sería de él. Pero he repetido esta escena en mi mente incontables veces. Las dos cosas que resaltan fuertemente eran el color de sus manos, y la mirada resignada, casi serena de su rostro. Sin embargo, en mi repetición mental, no me quedo parada solamente. Estoy pateando y golpeando a sus captores, y gritándoles con lágrimas de indignación: “¿Por qué son tan crueles? ¿Por qué no pueden ser amables?”.
Esta experiencia y muchas otras, tanto positivas como negativas, han inspirado en mí un deseo profundo de promover “simple y llana bondad” en mi propia vida, y más allá, en todas las formas que pueda. Hay incontables ocasiones en las que he violado este principio, y me disculpo con los que no haya sido bondadosa. He agonizado, incluso, sobre si debería o no escribir un libro como este. ¿Quién soy para presumir ser una autoridad en bondad? No soy ninguna autoridad, pero tengo que escribir este libro. Me quema por dentro. Así que, desde el principio, quiero aclarar que estoy escribiendo esto como una pecadora, como alguien que trata de ser gentil pero que se queda corta. Me encanta la bondad, pero todavía estoy luchando por vivir conforme a todo lo que he escrito. Y estoy segura de que lo estaré haciendo por el resto de mi vida. Dicho lo cual, es mi ferviente oración y deseo que Dios bendiga este libro para fomentar más bondad entre nuestros semejantes en este mundo.
He estado rodeada por personas sumamente gentiles toda mi vida. Esta es una bendición tremenda. También es una responsabilidad. Cuando era niña, mi madre, usualmente con una alegre sonrisa sobre su rostro, nos cuidaba, llevaba comida a sus amigas enfermas, conversaba con cualquier persona donde fuera, se ofrecía como voluntaria para diferentes causas, y mostraba hospitalidad en nuestro hogar. Ella todavía hace estas cosas y más en la actualidad. Ahora además, es “la señora de la cobija”, que compra cobijas por docenas en ventas de garaje y ventas patrimoniales, las lava y las distribuye alrededor del mundo a través de cualquier organización que pueda aprovecharlas.
Recuerdo a mi padre en su manera tranquila y solemne, sirviendo en la iglesia y en la escuela, donando sangre, nunca permitiéndonos que habláramos mal de nadie, tratando a cada persona con respeto (incluso si eran “diferentes”), y donando dinero a una diversidad de causas dignas. Siempre ha visto el lado positivo de los demás, y espera lo mejor de ellos, incluso cuando tienen un historial que demuestra evidencia de lo contrario. Todavía hoy sirve, y hasta la fecha ha donado 53 litros de sangre.
Luego, está mi marido. Es el mejor esposo del mundo. Joel rebosa de bondad y amor. Joel nunca me ha dicho una palabra poco amable. Exuda gentileza hacia mí y nuestros hijos. Cuando estoy irritable o me siento frustrada, él es el factor estabilizador en nuestro hogar. En su ministerio como pastor, su bondad es un hilo consistente tejido a lo largo de sus palabras y acciones. Nunca he conocido a nadie que haya soportado la variedad de aflicciones que él ha enfrentado en su vida y que haya permanecido siendo amable al final del proceso. Su bondad y amor impregnan sus patrones de pensamiento, y afectan su vida pública y privada. Gracias a sus experiencias personales y como pastor, le he pedido que escriba parte de este libro, con respecto a la bondad en el matrimonio desde la perspectiva de un esposo.
No soy la misma persona hoy que cuando me propuse escribir este libro. Fue necesario diseccionar mis creencias con el fin de explicarlas en el papel. Al hacerlo, algunas de mis actitudes han cambiado. Mis actitudes deben ser guiadas por los mismos principios que se profesan en este libro. La necesidad dictaba que volviera a la Biblia cada vez, porque Dios nos diseñó y nos creó, y es a través de Su revelación divina que podemos interpretar el mundo que ha creado.
Este es un libro cristiano. Pero también es un libro para, y acerca de los que no son cristianos. (Utilizo la frase “los que no son cristianos” por falta de una mejor, sin intención de ofender). Es imposible llegar al corazón de la bondad por cualquier otro camino que no sea Dios, ya que Él es la esencia de la verdadera bondad. Solo hay un Dios. Él es el Dios del cielo y de la tierra. Él es el Dios de justicia; Él castiga el pecado. Pero también es el Dios de misericordia y bondad; Él perdona y limpia a todos los que vienen a Él verdaderamente arrepentidos de su pecado y creyendo en Jesús. La bondad de Jesús se refleja en Sus seguidores porque Él escribe la “ley de bondad” en su corazón (Proverbios 31:26). Mostrar amor y bondad a los demás se encuentra en el mismo centro de la vida de un cristiano.
La exclusividad del cristianismo puede ser muy ofensiva para algunos de Ustedes. No puedo tener una conversación con cada uno de ustedes; solo les pido, que si no se adhieren al cristianismo, por lo menos lean la Biblia. A medida que lean, traten de verificar las razones por las que no creen. Traten de determinar la personalidad de Jesucristo. ¿Puedo sugerirles que comiencen con Juan 8:1-11 y Lucas 10:25-37? Cualquier persona que realmente conoce a Jesús no puede evitar amarlo.
Prueben a Dios. Con la mente y el corazón abiertos oren: “Dios, si eres real, por favor, muéstramelo”. Con todo el amor de mi corazón, espero y oro que experimenten el poder de Dios en su vida. Jesús fue el hombre más compasivo que ha caminado sobre la faz de la tierra; ustedes verán eso en la manera en que trató a los marginados. Él es la única fuente posible de verdadero gozo y paz para su vida. Si alguna vez se encuentran en un apuro realmente difícil en su vida, recuerden a Dios; Él es la mejor fuente de ayuda disponible.
Creer en Dios no es opcional. Solo es cuestión de cuando creeremos (Vea Romanos 14:11-12). Si no creemos ahora, creeremos en el Día del Juicio. Pero entonces experimentaremos la realidad de Dios en su ira, y será demasiado tarde para experimentar su bondad y misericordia. Es amable de parte de Jesús advertirle ahora, antes de que sea demasiado tarde. Si estuviera viajando en una vía rápida y se encontrara con una barricada, quizás estaría irritado. Pero si se le dijera que el siguiente puente acaba de caerse, su irritación se convertiría en un agradecimiento de corazón. Es precisamente esta emoción la que sienten muchos cristianos nuevos cuando se dan cuenta que han sido arrebatados de las fauces del infierno por la bondad y misericordia de Jesucristo. Roger Roberts declara: “Aunque la bondad no eclipsa el juicio, no obstante, la bondad siempre se presenta como la preferencia de Dios sobre el juicio. Su deseo es que ninguno se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento.”1Isaías 28:21 señala que el juicio es Su ‘extraña obra’, aunque es una obra necesaria (hecha necesaria por Su justicia perfecta), mientras que la misericordia es la actitud en la que se deleita, y el perdón y la gracia Su obra deleitosa”1 (vea Miqueas 7:18).
Me preocupo por cada uno de ustedes. Quisiera que cada persona fuera bondadosa. Este mundo sería un mejor lugar. Pero la gentileza por sí sola no salva su alma. Solo Jesucristo puede hacerlo. Es mi sincera esperanza y oración que Dios traiga esta gran misericordia a usted. Mientras tanto, seamos bondadosos, todos nosotros, sin importar quién, sin importar qué.
Este libro está dividido en tres partes. La primera se llama “Análisis de la Bondad”, y en sus tres capítulos vamos a definir la bondad, a explicar de donde viene la bondad y luego a examinar motivos específicos para ella. La segunda sección, “Aprendizaje de la Bondad”, trata con el desarrollo de la bondad en las áreas del matrimonio y la paternidad. La sección continúa con el papel de los maestros en promover la bondad. Se habla específicamente de la intimidación escolar. Y el capítulo nueve es una carta para los niños y los adolescentes con el tema de la bondad y la agresión. “La Bondad en Acción”, la tercera parte, cubre pensamientos y palabras amables y no amables. Tratamos con la gentileza hacia los menos privilegiados. Por último, el capítulo de cierre lleva como título: “Su Demostración de Bondad”.
La bondad puede ser mejor descrita con ejemplos que con definiciones; por lo tanto, he tratado de presentar historias a lo largo del libro, para expresar lo que es la bondad. Los nombres de algunas personas han sido cambiados.
En todos los ejemplos negativos, historias de falta de amabilidad, se han cambiado las identidades por la gentileza de tener piedad del culpable y del que haya cometido un error. Algunos de los nombres se han cambiado en las historias positivas. Los nombres cambiados aparecen entre comillas. Algunos muestran solo el apellido con o sin inicial, y algunos están plenamente identificados. Los nombres de las historias tomadas de las noticias permanecen igual. Algunos ejemplos son situaciones hipotéticas que suceden en la vida diaria.
Quiero agradecerles a varias personas quienes han colaborado en diferentes maneras con este libro. Mi más sentida gratitud para Martha Fisher por su invaluable edición, para Kate DeVries por la lectura de pruebas, a Gary y a Linda den Hollander por la formación tipográfica y a Amy Zevenbergen por haber producido la portada. Mis disculpas a todos los que me han pedido que les eche una mano y a quienes he tenido que responder: “Discúlpame, estoy demasiado ocupada. Tengo un proyecto en el que estoy trabajando en casa”. Espero estar disponible pronto, ¡tengo muchas ganas de salir y practicar lo que estoy predicando! He mencionado el ejemplo y la instrucción de mis padres. Mi corazón está lleno de gratitud por todo lo que han hecho. Espero poder compensarlos por medio de criar a sus nietos en los mismos principios. Gracias al mar de personas en nuestra propia iglesia y a aquellos que conocemos dondequiera que vamos, especialmente a los que han orado por el ministerio de mi esposo y por nuestra familia. Han reconfortado nuestro corazón y nos han dado inspiración para tratar a otros con la misma bondad.
Un montón de gratitud le debo a mis preciosos hijos: Calvin, Esther y Lydia. Les agradezco las ideas con las que han colaborado con este libro por medio de nuestras discusiones a la hora de la cena, y gracias, Esther, por sugerir el título. Nuestros hijos, sin saberlo, me han impulsado en el área de la bondad. Nuestra propia familia nos conoce mejor. Así que les agradezco su paciencia, amor, apoyo y gentileza a pesar de todos mis fracasos e inconsistencias. Verdaderamente han sido bondadosos conmigo. Le doy gracias al Señor por esto y por la bondad que les veo brindar a otros. Esto conmueve mi corazón hasta lo más profundo.
Las palabras fracasan para expresar mi gratitud a mi querido esposo, Joel, por su amor perseverante y su apoyo tenaz. Me ha alentado a seguir escribiendo acerca de este tema que tanto me gusta, a pesar de las veces en las que me he sentido completamente indigna de hacerlo. Ha dejado a un lado el polvo y el desorden y se ha ofrecido a llevar a comer fuera a la familia más veces de las que probablemente debía hacerlo para que tuviera tiempo de escribir. Estoy profundamente agradecida con Dios por este hombre que vive por la enseñanza de bondad.
La bondad se ve.
Heidi estaba intentando de salir del centro comercial. Sus dos bebés estaban cansados, hambrientos, llorando y tratando de escapar de su carreola. La puerta automática no funcionaba, y el viento azotaba la puerta con fuerza. Una mamá de mediana edad, sin niños que empujar, sostuvo la puerta mientras Heidi y sus hijos cruzaron por ella.
Coby van Rossum trabajó en Nigeria como enfermera, partera e instructora de salud de 1964 a 1987. A la edad de 60 años, la junta directiva de su organización misionera le pidió que se retirara. Pero ella no tenía deseos de dejar de trabajar. En lugar de eso, enfocó su energía en ayudar a los individuos discapacitados con los que había estado trabajando, y así nació Project Elim. En la actualidad, Elim sirve a más de mil individuos en un programa de rehabilitación comunitario. Los trabajadores de campo visitan las aldeas para encontrar personas discapacitadas física y mentalmente. Deciden un plan de tratamiento, que puede incluir cirugía, terapia física o terapia ocupacional. Pueden equipar a la persona con una silla de ruedas, zapatos especiales o cualquier otro aparato. Los familiares acompañan a la persona discapacitada durante su estancia lejos de casa. Finalmente, él o ella son entrenados para una ocupación que pueda desempeñarse en casa, en la comunidad o en Elim mismo. Elim tiene cincuenta empleados y recauda fondos por medio de un restaurante, una tienda, una panadería y una casa de huéspedes. En 1999, Elim añadió un programa de sida. Muchas personas discapacitadas que anteriormente fueron rechazadas ahora son ciudadanos que contribuyen con su comunidad.2
La maldad también sucede.
El 28 de agosto de 2001 una mujer de 28 años subió a la orilla de un puente de 50 metros de altura en Seattle, Washington. Algunas personas que pasaban en sus coches, camiones y autobuses le gritaban que saltara. Lo hizo. Después de aparecer repentinamente en la superficie, fue llevada al hospital en una condición grave.3
El 26 de abril de 2002, en Erfurt, Alemania, Robert Steinhauser abrió fuego en la escuela de la que había sido expulsado, matando a trece maestros, una secretaria, dos alumnos y un policía.4
La misericordia sucede en presencia de la falta de compasión.
El 11 de septiembre de 2001, cuatro aviones de pasajeros fueron convertidos en armas de destrucción masiva cuando el vuelo 11 de American Airlines y el vuelo 175 de United Airlines fueron estrellados contra las Torres Gemelas del World Trade Center; el vuelo 77 de American Airlines fue estrellado en el Pentágono y el vuelo 93 de United Airlines cayó en Pennsylvania. El número de víctimas fue de 3021.5Mientras los estadounidenses reaccionaban con dolor, asombro y horror, también fueron movidos a la acción. Voluntarios de cerca y de lejos convergieron en la ciudad de Nueva York para ayudar como pudieran. Rescataron a los sobrevivientes y sacaron a los muertos. Dieron agua a los rescatistas y a sus perros. Oraron a Dios y consolaron a extraños en su duelo. Donaron sangre. Donaron millones de dólares para organizaciones de atención a desastres. La gente de alrededor del mundo envió sus condolencias.
La bondad sucede cada día en pequeñas y grandes maneras a lo largo del mundo. Lo mismo que la maldad. Solo Dios lo ve todo, y solo Él conoce el saldo entre las dos.
¿Qué es la bondad? ¿Cómo se manifiesta? ¿Por qué ser bondadoso? ¿Por qué a algunas personas les sale por los poros y otras carecen incluso de una sombra de ella? ¿Qué motiva la bondad? ¿Se puede aprender o es un rasgo de personalidad intrínseco? ¿Qué tanto se aprende por ejemplo e instrucción? ¿Hay una edad ideal para aprender a ser bondadoso? ¿Qué tanto nos debería preocupar? ¿Es esencial o es extra? ¿Por qué no todos pueden ser amables?
Esas preguntas y más necesitan respuesta. Sus respuestas son múltiples. Comencemos por definir la bondad, y luego continuemos al observar cómo se manifiestan los diferentes grados de benignidad, y su importancia.
Definición
¿Qué es la bondad? El Diccionario de la Lengua Española la define como: “1. Cualidad de bueno. 2. Natural inclinación a hacer el bien. 3. Acciones buenas. 4. Blandura y apacibilidad de genio. 5. Amabilidad de una persona respecto a otra como fórmula de cortesía”.6Los sinónimos de bondad son compasión, benignidad, benevolencia, atención, piedad, consideración y servicio. Lo opuesto a la bondad es la maldad y la perversidad.7Al diseccionar estas definiciones, vemos que la bondad consta de dos partes: primero, los sentimientos de compasión y los motivos de nuestro corazón, y segundo, el comportamiento resultante que tiene el objetivo de mejorar la situación de otra persona. Así, la bondad incluye lo que está en el interior y que es invisible para los demás y lo que se exhibe y es visible para otros. El Nuevo Testamento se refiere a la primera como benignidad y a la segunda como bondad. Jerry Bridges explica que “la benignidad es el deseo sincero por la felicidad de los demás; la bondad son las acciones calculadas para hacer progresar esa felicidad”.8En este libro utilizaremos bondad y acciones o actos de bondad indistintamente, así como sus sinónimos. El contexto hará que el significado sea claro.
William J. Bennett describe la bondad como “una virtud que toma en serio la realidad de otras personas, su vida interior, sus emociones, así como sus circunstancias externas. Es una disposición activa hacia la comunión y el compartir; y hacia la comunión que da apoyo moral en angustia o en aflicción”.9La benignidad fluye del corazón y se enfoca en las necesidades de otro. Betty Huizenga dice que la gentileza es “demostrar atención y preocupación personal por satisfacer las necesidades de otros”. Ella enfatiza que esta es una actitud y una decisión consciente que requiere que la persona aplique un esfuerzo para actuar sobre esta actitud.10
Manifestación de la Bondad
La bondad se manifiesta en palabras, acciones y conducta no verbal. Una madre alegre sirviéndole la cena a su familia y preguntándoles por su día es una imagen de bondad. Ella pregunta: “¿Cómo te fue en tu prueba de matemáticas? ¿Jugaste con Josué? ¿El ejecutivo de ventas pasó a verte hoy? Sus acciones son bondadosas: acaricia un hombro, le sirve su la comida favorita a Marie porque es su cumpleaños y le ofrece una servilleta a Esteban cuando la necesita. Sus gestos no verbales son benignos: sonríe, escucha con atención al que está hablando y utiliza un tono de voz agradable.
Asistir a un campamento es algo que los adolescentes preferirían no tener que hacerlo solos. Les gusta el apoyo emocional de un compañero. Karen se sentía de esa manera también, pero ella no tenía compañera. Decidió enfrentarlo sola. En el viaje de ida en el autobús, fue una tranquila isla en un mar de ruido. Llevó sus maletas a su cabaña y se dirigió a las actividades inaugurales. En el camino se topó con Mónica que también iba caminando sola. Mónica se presentó y le pidió a Karen que la acompañara en los juegos. Solo unas cuantas palabras de aliento tranquilizaron a Karen y disolvieron sus preocupaciones. Proverbios 25:11 nos recuerda que “manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene”.
Las acciones bondadosas también pueden ser silenciosas. Cristina me contó de la ocasión en que desayunó waffles con un amigo que se quedó a dormir en su casa. En lugar de utilizar tenedor y cuchillo, el visitante simplemente tomó el waffle y se lo comió con las manos, con la miel de maple goteando por todos lados. La mamá de Israel es bastante propia y limpia, pero sobre todo es bondadosa. Cuando observó al visitante, procedió a comerse su waffle de la misma manera. Sus hijos adolescentes quedaron atónitos, pero el visitante se sintió bienvenido.
Una historia de compasión silenciosa aparece en la Biblia. Semy Jafet caminaron de espaldas para cubrir la desnudez de su padre Noé, en contraste con Cam que no miró para otro lado, ni cubrió a su padre, sino que le dijo a sus hermanos lo que vio. Proteger la dignidad de otra persona durante un momento de vergüenza es bondad.
Hay una cantidad infinita de maneras de demostrar gentileza a nuestros semejantes. Tenemos muchas oportunidades cada día. Si tenemos La enseñanza de bondad en nuestro corazón y otros factores pecaminosos o emociones no están opacando este principio, entonces nuestro comportamiento será sazonado con benignidad.
Diferentes grados
La bondad es un concepto amplio. La gente demuestra bondad en diferentes grados, desde actos pequeños casi imperceptibles, a acciones que toman toda una vida. Una persona realmente gentil muestra su amabilidad habitualmente, además de realizar actos de compasión intencionales. Él o ella demuestran interés y preocupación por los demás y sus necesidades e intereses. Una persona bondadosa no tiene favoritismos, sino que más bien respeta a cada individuo como un ser creado. Él o ella no son sarcásticos y no se alegrarán con la calamidad de otro.
No obstante, la persona considerada no es sosa. Es sincera incluso cuando puede ser doloroso, y se mantiene firme en los principios bíblicos incluso cuando sea impopular. El cristiano ama al Señor sobre todo, y la ley de Dios refleja a Dios mismo. Por lo tanto, la bondad se sujeta a la ley de Dios, manteniendo estándares de lo que está bien y lo que no. En esencia, la moralidad y la bondad van de la mano. El motivo más profundo de la compasión tiene sus raíces en la humildad y en la gratitud a Dios por Su maravilloso don de la salvación. Esta persona dice: “Dios me ha mostrado gentileza sin paralelo al perdonar mis pecados; seré benigno con los demás a cambio, sin importar si son amables o no conmigo”.
Incluso entre los que podríamos describir como realmente considerados, hay una diversidad increíble. Una abuelita en un pueblo de la pradera que veía un promedio de quince personas a la semana y Corrie ten Boom eran ambas bondadosas, pero la influencia de cada vida fue inmensamente distinta. Una persona verdaderamente bondadosa podría estar sumamente ocupada con las tareas de la vida, pero infunde gentileza a lo largo del camino a dondequiera que va, posiblemente permitiendo que otro conductor se pase a su carril o sonriéndole a un adolescente torpe, que busca a tientas y ciegas su dinero en la cola para pagar. Hay millones de individuos que dedican unas cuantas horas de cada semana a su caridad favorita, ya sea dirigir una tropa Scout, aconsejar en un centro de crisis de embarazo, enseñar en la Escuela Dominical o servir comida en un refugio para indigentes. Hay innumerables individuos, muchos de ellos ya retirados, quienes invierten la mayor parte de su tiempo como voluntarios en hospitales, construyendo casas para la organización Habitat for Humanity o sentándose en la cama de los moribundos en un asilo. También están aquellos que hacen que su trabajo sea cuidar de otros y mostrar compasión, sin importar que sea ser una enfermera tipo “ángel de misericordia” en el hospital local, el acomedido conserje de la escuela o el trabajador de la Cruz Roja en un país en guerra como Afganistán.
Hay una distinción entre la bondad como un rasgo de carácter y actos aislados de bondad, aunque la línea que los separa sea nebulosa. El primero es influyente, con un vínculo directo entre los motivos compasivos y las acciones bondadosas. El último es más esporádico, y las acciones de misericordia pueden estar o no ligadas con motivos gentiles. Incluso las personas crueles muestran consideración de vez en cuando. “Marielena” tiene problemas con todos los vecinos y es grosera con ellos, pero cuando sus amigas de jardinería pasan a verla, ella está llena de cálida simpatía.
Dentro de cada uno de nosotros yace un caleidoscopio de experiencias, recuerdos, habilidades sociales personales, motivos, rasgos de carácter, estados de ánimo, principios y sentimientos. Esos convergen en una gran variedad de comportamientos. Conductas idénticas pueden tener su raíz en motivos distintos en diferentes individuos. Pedro puede estar juntando hojas con el grupo de jóvenes porque se pone en el lugar de los ancianos que no pueden atender sus jardines, mientras que Pablo esta juntando hojas porque sus padres lo están obligando a hacerlo. El resultado es el mismo aunque el proceso de pensamiento no lo es.
Incluso en el mismo individuo, el motivo puede ser distinto de en una ocasión a otra. Cuando le dije a “Nancy” cuánto la admiraba por ayudar de manera constante a una viuda que era su amiga, ella dijo: “Algunas veces lo hago por que me intereso por ella y la amo porque Cristo me amó a mí, pero otras veces es solo el deber lo que me impulsa”.
Es posible que cada ingrediente: los motivos amables y las acciones compasivas, sucedan de manera independiente. Una persona podría tener bondad en su corazón, pero nadie se beneficiará de ella hasta que no actúe. Una persona totalmente introvertida o aislada podría ser bondadosa y no demostrarlo. No obstante, al parecer, si hay bondad en el corazón, esta se revelará aun y cuando el individuo no tenga la intención de ser bondadosa. “Hilda” más o menos así. Es extremadamente tímida, trabaja sumamente bien en el negocio familiar y nunca habla a menos que se le dirija la palabra. En ocasiones parece preocupada con su propio y pequeño mundo. Sin embargo, cuando alguien le habla con calidez, deja surgir la más dulce de las sonrisas, y cuando da un obsequio, es un regalo elaborado por ella misma con amor.
Por otro lado, uno podría realizar un acto de benignidad por una razón completamente egoísta. De todos los viajes de misiones que se han llevado a cabo, me pregunto cuántos jóvenes han ido solo porque estaban interesados en un miembro del sexo opuesto que también se inscribió para ir. Aunque el motivo no es puro, el comportamiento sigue siendo benéfico. Debo admitir que yo he hecho cosas similares. De hecho, es probable que hagamos esto más veces de las que tenemos el deseo de reconocer. De cualquier manera, el Señor utiliza estas experiencias de maneras misteriosas, como provocando que lo encontremos a lo largo del camino o que descubramos la alegría de servir a otros.
Existe la posibilidad de que la misericordia viva en los rincones internos del corazón de una persona pero que otros rasgos de carácter la opaquen. “James” es un joven lindo en casa y en el barrio, pero en la escuela desea tanto la atención de los demás que puede llegar a ser cruel con niños más jóvenes para ser aceptado por sus compañeros.
La conducta humana es como el mar, en constante movimiento, mezclándose y entrando en contacto con personas nuevas bajo condiciones distintas. Nuestras vidas son así defluidas. El grado en el que seamos gentiles es determinado por nuestras experiencias, nuestra personalidad y la manera en que hayamos sido instruidos por Dios y los demás.
¿Qué tan importante es la bondad?
¿Cuánta bondad necesitamos?¿Es esencial o es un extra en la vida? Diferentes personas le darían distintas respuestas a estas preguntas. Sin embargo, la mayoría estaría de acuerdo en esto: queremos que los demás sean bondadosos con nosotros. Jesús percibió este hilo común en el pensamiento humano cuando instruyó: “Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Lucas 6:31). Seguir la Regla de Oro requiere que cada uno de nosotros comprendamos nuestro propio deseo de un trato bondadoso de parte de los demás, así como que estamos conscientes del deseo de nuestro prójimo por lo mismo. Luego, debemos asignarle tanto valor al deseo de nuestro prójimo como al nuestro. Pero pensamientos y comprensión no son suficientes: se requiere acción. La consideración se materializa cuando nos interesamos en los demás, cuando tenemos empatía por ellos, cuando nuestro deseo es que sus necesidades sean satisfechas, cuando su dolor se vuelve nuestro dolor y su carga la nuestra, cuando ponemos nuestros sentimientos en acción y metemos el hombro para llevar parte de su carga, y cuando su felicidad es estimulada por nuestro comportamiento.
La Regla de Oro se basa en los Diez Mandamientos. ¿Pero cuál de todos nos enseña que seamos bondadosos? Todos ellos lo hacen. Jesús nos instruyó: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:40). W. Phillip Seller señala que “a lo largo de las Escrituras el gran tema de la incesante benignidad de Dios pulsa como un poderoso latido. ‘Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia…’(Salmos 117:2), es un proverbio que nunca se apaga. Se repite gran número de veces como un recordatorio de que la misericordia, la compasión y la gentileza de Dios fluye libre y abundantemente hacia nosotros en ríos refrescantes cada día”.11Cuando la misericordia y la generosidad de Dios fluyen en nosotros, no podemos evitar pasársela a los demás. Como consecuencia, Dios identifica a la bondad como una característica muy importante de un cristiano. Colosenses 3:12 dice: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia”.
La vida de Jesús, cuyo ejemplo debemos seguir, era todo un panorama de benignidad. Sanó a los enfermos, perdonó a los pecadores, levantó a los muertos, consoló a los necesitados y alimentó a los hambrientos. ¿Y a quién fue dirigida Su misericordia? No al rico, al orgulloso o al estimado por la sociedad, sino al pobre, al enfermo, a los rechazados, a los niños, a los locos, a las prostitutas, a los deformes, a los heridos, a los moribundos, a los pecadores. Y nos dijo que cuando ayudamos a los necesitados es como si le estuviéramos mostrando compasión a Él mismo.
Jesús no toleró a los que se aprovechaban de los menos privilegiados. Se enojó mucho con los cambistas que estafaban a los que iban al templo. Estaban contaminando la casa de Dios. Los echó fuera para traer de vuelta el honor de Dios a su casa. También hizo a un lado a los que estaban orgullosos de su propia rectitud; nuevamente la razón era que el hombre usurpaba la gloria de Dios. La suya fue una ira justa, y era por el bien de todos.
La bondad es fundamental en nuestra vida. Su ley debe ser escrita en nuestro corazón. Es una característica que no puede ser aislada a cierto aspecto de nuestra vida. “Hoy voy a ser bondadoso de 4:00 a 5:00 p.m.”, no funciona. Más bien, debe teñir todo lo que hacemos. Como gotas de colorante comestible en un vaso de agua, nuestras acciones deben estar teñidas de bondad.
¿Es importante la bondad? Todos estaríamos de acuerdo en que así es. Podemos ser más eficaces en lo que hacemos cuando asimilamos el principio de la benignidad. La vida familiar fluye con mayor suavidad acompañada de bondad. La escuela es más fácil con gentileza. Las muchas horas invertidas en el trabajo son más tranquilas cuando se les infunde consideración. Y las relaciones sociales florecen cuando son teñidas de amabilidad. Este es un propósito práctico para ser bondadoso, y nos ayudaría bastante. Pero en un nivel más profundo, cuando somos considerados porque Dios está obrando con su amor a través de nosotros, servimos a Dios y lo honramos.
Las raíces de un árbol permanecen escondidas en la tierra donde hacen su trabajo almacenando alimento y obteniendo agua y nutrientes de la tierra para ayudar a que el fruto crezca. De la misma manera, las raíces de la bondad yacen en lo profundo de la mente y alma de una persona, dando origen al fruto de la benignidad. ¿Cuáles son estos movimientos en el alma que producen bondad? ¿Dónde se originan? ¿Cuál es la diferencia entre las formas más puras de bondad y las que son menos puras?
“El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza” (Gálatas 5:22-23). La bondad está íntimamente entretejida en cada una de ellas. Es una buena obra. De acuerdo con la Escritura, una buena obra no solo es definida por la conducta visible (el fruto), sino también por el motivo del corazón (la raíz). El Catecismo Heidelberg extrae de varias partes de la Escritura y define las buenas obras como: “Solo aquellas [obras] que provienen de una fe verdadera y son realizadas conforme a la ley de Dios, y para su gloria; y no aquellas que están fundadas en nuestras buenas intenciones o en las instituciones de los hombres”.12Hay dos tipos de raíces que producen buenas obras en general y bondad en lo particular. La primera es la raíz de la gracia salvadora que produce verdadera fe para salvación y acciones verdaderamente bondadosas. La segunda es la raíz de la gracia común, que produce buenas obras externas pero carece de fe para salvación.
La raíz de la gracia para salvación
El don de Dios de la gracia para salvación en la vida de un cristiano produce verdadera fe para salvación. Esto lo lleva a arrepentirse de su pecado y a confiar completamente en el Señor Jesucristo para salvación. El Espíritu Santo llena su corazón con el fruto del Espíritu, y el amor está en el centro de la nueva dirección de su vida. Este amor, con benignidad, brilla como una luz, de vuelta a Dios y su prójimo. Así, Dios es el autor de la bondad, y la comparte con Su pueblo. Él es benignidad. Jesucristo fue la bondad personificada cuando caminó sobre esta tierra durante treinta y tres años, y los cristianos han estado siguiendo sus pisadas desde entonces. Cuando el Espíritu de Dios siembra esta maravillosa gracia en el corazón de un cristiano, surge una benignidad hermosa. En su forma más pura, una obra completamente bondadosa fluye de un corazón hecho bondadoso por el Espíritu Santo.
Misericordia pura
David y Jonatán eran los mejores amigos. Prometieron que siempre se cuidarían entre sí y a sus familias. Después de que Jonatán murió y que David había reinado durante un tiempo, David quería saber si alguien de la familia de Jonatán había sobrevivido. Se le dijo que un hijo, Mefiboset, vivía en Lodebar; estaba lisiado de ambos pies ya que lo habían dejado caer de chico al escapar durante una guerra. El rey David lo hizo venir. Mefiboset estaba asustado, porque los reyes de la época normalmente eliminaban a la familia entera del rey anterior, con el fin de remover cualquier amenaza a su trono. Al inclinarse delante del rey David, escuchó las asombrosas palabras: “No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa” (2 Samuel 9:7). Este fue un acto de misericordia pura.
¿Cuáles son los ingredientes de la misericordia pura? Volvamos a la definición del Catecismo Heidelberg y consideremos sus tres partes.
Verdadera fe
La primera es verdadera fe. “Todo lo que no proviene de fe es pecado”, dice Romanos 14:23. Lo contrario es que solo el comportamiento sin pecado es el que se genera a partir de una fe salvadora. Dado que solo un cristiano puede poseer verdadera fe, solo un cristiano puede practicar buenas obras y misericordia pura.
Esto puede sonar duro, pero si recordamos los atributos de Dios, tiene perfecto sentido. Dios es perfectamente santo, y requiere que seamos perfectamente santos también. Todos hemos pecado e incluso lo hemos disfrutado. Como Él nos hizo, tiene el derecho de decir: “Seréis santos, porque yo soy santo” (Levítico 11:44). Tristemente, es demasiado tarde para que seamos santos; ya tenemos un historial malo y, aún, tenemos un corazón malo.