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Peter C. Gøtzsche. Næstved (Dinamarca), 1949. Especialista e investigador en medicina interna, trabajó en ensayos clínicos y asuntos regulatorios en la industria farmacéutica de 1975 a 1983 y en hospitales de Copenhague de 1984 a 1995. Fue cofundador, junto a otras ochenta personas, del Centro Nórdico de Colaboración Cochrane en Copenhague en 1993 y formó parte de su junta directiva desde 2017 hasta 2018. Es profesor de la Universidad de Copenhague en Análisis y Diseño de Investigación, y como investigador, es autor de revisiones sistemáticas y evaluaciones de terapias farmacológicas, técnicas de tratamiento y prevención en salud. Es conocido por su crítica hacia la industria farmacéutica, a la que acusa de manipular sistemáticamente a su favor los resultados e influir en los médicos e investigadores. En julio de 2018 firmó, junto con otros dos investigadores, una crítica a los resultados publicados por Cochrane de la eficacia de la vacuna contra el papilomavirus humano, lo que provocó que la junta directiva acordase una moción que finalmente se saldó con su expulsión. Gøtzsche tiene interés en la estadística y la metodología de la investigación. Es coautor de los programas CONSORT para ensayos aleatorios, STROBE para estudios observacionales, PRISMA para revisiones sistemáticas y metanálisis, y SPIRIT para los protocolos de prueba. Ha publicado más de setenta y cinco artículos en «los cinco grandes»: BMJ, Lancet, JAMA, Annals of Internal Medicine y New England Journal of Medicine.

 

 

 

Título original: Vaccines: truth, lies and controversy (2020)

 

© Del libro: Peter C. Gøtzsche

© De la traducción: Rosa Sanz

Edición en ebook: enero de 2021

 

© Capitán Swing Libros, S. L.

c/ Rafael Finat 58, 2º 4 - 28044 Madrid

Tlf: (+34) 630 022 531

28044 Madrid (España)

contacto@capitanswing.com

www.capitanswing.com

 

ISBN: 978-84-122594-6-9

 

Diseño de colección: Filo Estudio - www.filoestudio.com

Corrección ortotipográfica: Victoria Parra Ortiz

Composición digital: leerendigital.com

 

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Vacunas

 

 

CubiertaExiste una gran desinformación sobre las vacunas en internet, especialmente de quienes rechazan todas las vacunas, pero también de fuentes oficiales, de las que esperamos neutralidad y objetividad. El profesor Gøtzsche nos explica cuándo y por qué no debemos confiar en la ciencia y en ciertas recomendaciones oficiales. Algunas vacunas son muy beneficiosas, han salvado millones de vidas y todos deberíamos recibirlas. Pero algunas son tan dudosas que muchos profesionales de la salud no las utilizan. Debemos evaluar cuidadosamente cada vacuna, una por una, analizando el equilibrio entre sus beneficios y sus daños, tal como lo hacemos con otros medicamentos, y luego formarnos una opinión sobre si creemos que vale la pena usarla o recomendarla. Gøtzsche se centra en las más comunes, como la del sarampión, la gripe y el PVH, y analiza los programas de vacunación infantil y cuándo la vacunación obligatoria está justificada. Es fundamental plantear cuestiones críticas sobre las vacunas porque todavía quedan muchas preguntas sin resolver en torno a ellas. Por ejemplo, no sabemos prácticamente nada sobre lo que sucede cuando usamos muchas vacunas o cuáles son los efectos a largo plazo sobre el sistema inmunitario.

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Índice

 

 

Portada

Vacunas

Prólogo de Francisco Salmerón

Prólogo de Enrique Gavilán

Agradecimientos

Abreviaturas

01. Los muchos mensajes contradictorios sobre las vacunas

02. El sarampión

03. ¿Deben ser obligatorias las vacunas?

04. La gripe

05. El papilomavirus humano (PVH)

06. La encefalitis japonesa: un ejemplo práctico

07. Los programas de vacunación infantil

08. Otras vacunas

09. Conclusiones

10. La pandemia coronavírica de 2019

Sobre este libro

Sobre Peter C. Gøtzsche

Créditos

Prólogo de

Francisco Salmerón

El libro que has empezado a leer por este prólogo es sin duda un libro espléndido, que aconsejo digerir con paz y espíritu abierto, y, puestos a hacer recomendaciones, que reflexiones acerca de él y, siempre que puedas, busques y leas la bibliografía que acompaña cada capítulo, pues es también magnífica.

El libro es exactamente lo que dice su título y, por tanto, no busca una revisión de todas las vacunas, sino que se centra en aquellos temas que han levantado más polémica en los últimos tiempos. Aproximadamente un 60 % de sus páginas se centran en el sarampión, la gripe y el del papilomavirus humano (PVH).

Más que hacer un comentario acerca de estos temas, prefiero aportar lo que afirma el propio autor al inicio del capítulo sobre el PVH: «Como ha quedado expuesto en los capítulos anteriores, he llegado a la conclusión de que todo el mundo debería vacunarse contra el sarampión y, en cambio, nadie tiene por qué vacunarse contra la gripe. El caso de la vacuna contra el PVH es mucho más complejo […]».

Aconsejo a aquellas personas que son contrarias a la vacunación frente al sarampión que lean el capítulo dedicado a este virus, donde se explica detenidamente el fraude que supuso la asociación de la vacuna del sarampión con el autismo. Después de esa lectura estoy seguro de que la mayor parte de ellas modificarán su rechazo a esta vacuna.

En muchos de estos temas, el autor se ha implicado personalmente de manera intensa, a veces sufriendo las consecuencias de no doblegarse a la presión de los diversos intereses en juego. Estos intereses, defendidos a menudo desde posiciones extremas, pueden adoptar distintas direcciones. Si bien los más evidentes corresponden a las grandes compañías, los grupos antivacunas también pueden tener sus propios intereses.

En este libro, el autor no se limita a defender su propio criterio, sino que también presenta, de un modo no sesgado, la argumentación de las distintas partes. Recoge asimismo la bibliografía que apoya los argumentos de unos y otros.

Lo que sí queda claro es que el ambiente en muchas de estas refriegas va cargado de olor a pólvora, como si de una guerra se tratara. Si uno se mete en ella, puede recibir algún resto de metralla, como lo ejemplifica el injusto despido del que fue víctima el autor del libro.

En la novela San Quintín, la compañera del que llegaría a ser maestre de campo de los Tercios, Julián Romero, decía: «Cuando me lié contigo —casi rio Constance—, ya sabía qué vida iba a llevar. Si me asustara la guerra, me hubiera buscado un contable o un mercader de lanas».

Peter C. Gøtzsche posee una amplia e impresionante trayectoria como científico. Ha firmado más de setenta y cinco artículos en revistas de prestigio (British Medical Journal, Lancet, Journal of the American Medical Association, Annals of Internal Medicine y New England Journal of Medicine), y sus trabajos son profusamente citados. Algunos de los libros que ha escrito, como Medicamentos que matan y crimen organizado. Cómo las grandes farmacéuticas han corrompido el sistema de salud (2013) o Cómo sobrevivir en un mundo sobremedicado. Busca la evidencia por ti mismo (2019), describen bien los caminos que ha transitado. Todos estos caminos precisan de experiencia, de conocimientos, de altura ética y de valor. Esto último, el valor, es algo que todos necesitamos, pero a quien más se le está exigiendo es al modesto personal sanitario que está luchando en primera línea en Afganistán contra los virus salvajes de la polio. En esa zona huele a pólvora, pero de la de verdad.

Una virtud adicional del libro es que valora con cariño la mayor gesta de la vacunación: la vacuna de la viruela. Cuando uno vuelve a leer lo que era el mundo antes de esa vacuna, se da cuenta de que algunas de las discusiones actuales están fuera de la realidad. La vacuna ha hecho desaparecer un virus que en los últimos cien años de su existencia mató a quinientos millones de personas. El autor recuerda que en 1798 Edward Jenner no recibió el permiso para presentar sus resultados a la Royal Society en Londres por no ajustarse a los conocimientos ortodoxos de la época (casos como este hay y ha habido muchos a lo largo de la historia de la ciencia).

El libro analiza las evidencias y los posicionamientos frente a las vacunas en un contexto realista, teniendo en cuenta no solo el desarrollo científico, sino también los inevitables intereses comerciales, que pueden sobrepasar las barreras de la verdad científica y de la ética de la sociedad actual. Por ello resulta crucial asegurar la independencia de los comités.

Todo esto ocurre en una sociedad que está regada por mucha información no contrastada que circula a toda velocidad en internet. Hay de todo, incluida mucha información que busca calificar como «antivacunas» a cualquiera que ose criticar los aspectos más dudosos en el manejo de las mismas. Por ello, y para salvaguardar la imagen del autor, me gustaría citar aquí un párrafo de su libro: «Las vacunas son otra historia totalmente distinta. Se trata de compuestos muy específicos dirigidos hacia un microorganismo concreto, solo deben administrarse unas cuantas veces, ofrecen muchos años de protección o hasta inmunidad de por vida, y es raro que presenten efectos secundarios graves. Además, suele ser considerablemente más barato vacunarse que medicarse».

No parecen las ideas de un peligroso antivacunas.

Dicho esto, al autor no le gusta el término antivacunas y suele utilizar la palabra inglesa deniers, que podríamos traducir como «negacionista» y que será la que utilizaré en adelante.

En general, Gøtzsche trabaja sobre la revisión de informaciones publicadas. Inevitablemente, estas informaciones pueden tener deficiencias o prestarse a interpretaciones particulares, por lo que, siempre que puede, en los temas más importantes prefiere analizar los informes clínicos originales. Pero incluso esa medida prudente y de alta exigencia va a depender de decisiones ya tomadas por otros. Yo mismo, en mi experiencia profesional, fui testigo de un incidente con la vacuna contra el PVH que atestigua este hecho: parecía que se había generado un daño posvacunal, pero, gracias a la fortuna de poder contar con un excelente especialista en el tipo de cuadros presentado, se pudo clasificar la reacción como lo que era: un síndrome de conversión.

Todo el libro esta recorrido por la desconfianza de que algunos aspectos están envueltos en decisiones tomadas al calor de intereses y de presiones, y a lo largo del mismo se analizan varios incidentes que se describen con detalle y con suficiente grado de verosimilitud.

Hay críticas a algunas decisiones que se han tomado a nivel de la EMA (Agencia Europea de Medicamentos), de la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos), de los CDC (Centros para el Control y Prevención de Enfermedades) e incluso de la Organización Mundial de la Salud. En algunos casos puede tratarse de equivocaciones, pero en otros el autor opina que responden a posicionamientos influidos por los intereses de la industria, que ejerce sobre los citados organismos una constante presión.

Por lo que yo conozco, en el caso de la EMA mi impresión es que, si bien puede haber presión, no llega a haber influencia, aunque la EMA, como cualquier persona o institución, puede errar en su juicio.

Dicho esto, en el caso de las vacunas inactivadas, y en especial referido al PVH, se apunta a que en los ensayos clínicos no se utilizó el placebo adecuado (por ejemplo, solución salina), empleándose una vacuna o la suspensión de adyuvante de la vacuna. El autor reclama una garantía de que no se ha producido, por esta vía, una reducción de los efectos adversos más severos, quedando de algún modo enmascarados por los que generan los excipientes. Este no es un tema fácil, pero la argumentación que utiliza es consistente y por lo tanto no debe ser ignorada. Entiendo que, en general, esta circunstancia no debería afectar al análisis riesgo-beneficio, especialmente en relación con el PVH. Sin embargo, en el caso concreto de su uso en situaciones en que la enfermedad no tiene una tasa de ataque alta, y en las que por tanto el número de daños severos evitados por la vacuna es pequeño, sí podría generar una afectación del equilibrio riesgo-beneficio.

El tema, en cualquier caso, conviene ser estudiado sin lanzar mensajes precipitados en una dirección u otra a los ciudadanos. Las señales existen, pero no son determinantes, y si no se manejan con cuidado, pueden generar una reducción de las tasas de vacunación, lo cual no obsta para que se siga investigando al respecto.

El autor se manifiesta abiertamente contrario a la vacunación frente a la gripe. En este punto debo reconocer que el hecho de que yo iniciara mi actividad profesional produciendo vacuna de la gripe en el Centro Nacional de Microbiología de Majadahonda (Madrid) hace que mantenga una relación especial con esta vacuna y que no pueda valorarla con el suficiente equilibrio. Es cierto que su carácter temporal obliga a suspender su producción durante largos periodos, y que cuando esta se reanuda genera una actividad desbordante. Sin embargo, no habiendo antivirales específicos de gran nivel, la vacuna es lo único de lo que disponemos, al margen de algunos consejos para dificultar individualmente la infección.

Al inicio de mi carrera, alterné el trabajo en la vacuna de la gripe con la investigación sobre el virus de la polio (con el tiempo pasaría a dirigir el laboratorio de serología de enterovirus), pues en aquella época todavía había casos de polio en España. Debido a esta última actividad, me midieron los anticuerpos de los tres tipos de virus de la polio y se constató que tenía anticuerpos fruto de la infección natural y por lo tanto estaba protegido para siempre. En el caso de la gripe, por el contrario, una persona puede infectarse sucesivamente; por ello no es fácil producir una vacuna a semejanza de las otras. En definitiva, podemos decir que la vacuna de la gripe es peculiar.

Desde el punto de vista de la experimentación clínica, el hecho de que las cepas cambien cada año obliga a manejar la vacuna de un modo distinto. Incluso los estudios de seguridad pueden verse afectados con el cambio de la cepa. Todas las dudas que se exponen en el libro sobre la bondad de los estudios realizados al respecto proceden de esta situación particular. Nunca un ensayo clínico será definitorio, ya que otra cepa, en otra temporada, puede hacer que los resultados varíen. Hay datos que indican que la vacuna funciona con una baja eficacia. En general, hay más protección frente a gripes comunes que frente a gripes severas o con internamiento en hospital. Quizá los mejores y más fiables estudios se han hecho con mujeres embarazadas y niños. No obstante, en una situación límite, con una cepa muy virulenta, una pequeña ayuda puede ser muy importante. Teniendo en cuenta lo que significó la «gripe española», cualquier movimiento debe hacerse con prudencia. Probablemente la vacuna de la gripe siempre será imperfecta; no obstante, a día de hoy, no estamos en condiciones de prescindir de ella.

Salvo que alguien dé con una vía original, habrá que seguir investigando en nuevos antivirales. Lo que no es posible, o resulta muy difícil, es improvisar una producción en una situación límite sin que haya previamente una infraestructura ya rodada.

En mi opinión, este libro tiene interés para los especialistas en vacunas, los farmacólogos clínicos, el personal regulatorio y clínico y los que trabajan en diversas actividades asociadas a la salud pública. Al personal clínico que pueda tener pacientes «negacionistas» le recomiendo leer con detenimiento el capítulo 1, y en especial el apartado sobre «Muertes y otros daños graves con y sin vacunas», donde encontrará una información muy ajustada. La lectura de este apartado también es en mi opinión muy conveniente para aquellos particulares que, habiendo leído sobre intervenciones muy agresivas y extremas en internet, quieran conocer la opinión contrastada de una persona que, además de tener profundos conocimientos, ha demostrado a través de su historia personal que no se pliega a las influencias de la industria. Tal como está escrita, esta parte resultará fácil de leer para el público en general.

El autor toca también un tema de moda, la obligatoriedad de las vacunas, posicionándose claramente en el grupo de los que piensan que no se debe forzar la vacunación con multas o prohibiciones de acceder a los colegios. Otra cosa es que en un determinado lugar, frente a un problema muy especial y por un tiempo igualmente concreto, pueda ejercerse presión para conseguir la vacunación. Este tema es tratado en el libro de acuerdo con criterios éticos. Lo que está claro es que, aun respaldando las opiniones del autor, se puede llegar a convencer a los reacios a las vacunas, pero para ello hay que hacer llegar la información adecuada a zonas donde sus habitantes viven de algún modo segregados o donde, por diversos motivos, no alcanzan a disfrutar de las ventajas que debe ofrecer una sociedad bien organizada.

En la parte final del libro, Peter C. Gøtzsche repasa la situación de las vacunas que se utilizan en los calendarios de vacunación. En su país, Dinamarca, los calendarios no incluyen en general tantas vacunas como en los Estados Unidos, pero comenta que ha habido numerosas presiones para incluir la vacuna del rotavirus, que no se introdujo debido fundamentalmente a que en el país no existe mortalidad por esa infección. La vacuna del rotavirus sería de gran utilidad, por ejemplo, en Afganistán, donde por el precio de una vacuna en Dinamarca se podría vacunar a doce personas.

Para mí ha sido un autentico honor escribir un preámbulo para un libro tan excelente, cuyo autor es un científico que ha tenido que sufrir el acoso de la industria y al que, por ello, le brindo toda mi solidaridad. Solo me queda insistir en que resultará de interés para un amplio espectro de profesionales ligados a la salud pública, pero también —especialmente algunos capítulos— para el público en general. Para lectores más especializados, recomiendo prestar especial atención a la extraordinaria bibliografía que aporta.

También para los altos directivos de la industria el libro ofrece una enseñanza: es más fácil comprar la opinión de un deshonesto que intentar quebrar el alma de una persona honorable. Y para todos los lectores, un mensaje hecho de metralla y purpurina:

Nunca tengas miedo a no lograrlo.

Ten miedo,

mucho miedo,

a no llegar a intentarlo.

DR. FRANCISCO SALMERÓN

Prólogo de

Enrique Gavilán

Si alguien me preguntara cuáles son los principales problemas de la sociedad actual, sin ser sociólogo contestaría: el exceso de información y el miedo. El uno va de la mano del otro, además. Pensábamos que cuanta más información, más libres, pero es más bien al contrario: la sobrecarga informativa nos mantiene presos en la incertidumbre y nos condena a las tinieblas. Queremos estar al día de todo y entender a golpe de clic la complejidad de la actualidad y de los fenómenos sociales, pero no queremos perder un segundo en digerir e interpretar la información. Exigimos que se nos muestre de forma comprimida, con lo que se nos escapa una gran cantidad de matices por el camino. Por si fuera poco, hemos ido perdiendo habilidades para filtrar o poner en tela de juicio la información que recibimos, y la damos por válida a las primeras de cambio porque reafirma nuestras convicciones, por ser más socialmente aceptable o porque va revestida de autoridad y no nos atrevemos a —o no tenemos argumentos para— cuestionarla. Como consecuencia, estamos expuestos al vaivén del carrusel de las últimas noticias, a merced de los que manosean la información en su propio interés, y esta situación es fácil que genere inseguridad y, por último, miedo.

El de las vacunas es uno de esos temas en los que la información es abundante y, a menudo, contradictoria. Muchas personas buscan algo de luz para tomar la decisión correcta. Padres que dudan si hacerle caso al pediatra y comprar «la vacuna que no entra en el calendario oficial», o que tienen miedo de poner a sus hijas esa que «ha matado a algunas adolescentes». Enfermos crónicos que deberían vacunarse de la gripe y que no lo hacen porque tienen la cabeza llena de mitos, o, al contrario, sanos empedernidos que si les dejáramos se pondrían todas las vacunas habidas y por haber por pánico a perder la salud. En cada una de estas circunstancias circulan en internet argumentos y opiniones a favor y en contra de las vacunas, y esto genera confusión y recelo. Lejos de contribuir a aclarar el panorama, hasta los propios profesionales sanitarios y las asociaciones científicas alentamos a veces este desorden de ideas con informaciones y consejos dispares.

En el debate público sobre las vacunas se ha declarado una guerra que enfrenta a dos posturas contrapuestas e irreconciliables. No hay cabida para ninguna postura intermedia ni se permite la crítica. O conmigo o contra mí. Si te atreves a dudar de alguna vacuna, en seguida te sitúan con violencia en el lado de los antivacunas; si te muestras proclive a su uso, te acusan de autoritarismo o de estar vendido a intereses comerciales. Abundan los profetas y los sabiondos, y escasean los análisis minuciosos, sosegados y equilibrados.

Lo cierto es que se trata de un debate falso: no se puede estar a favor o en contra de las vacunas, como no se puede estar a favor o en contra de los medicamentos, o del arte abstracto, así, en general. Hay vacunas imprescindibles y otras innecesarias, y en algunos casos, sencillamente, hay dudas. Pero para clasificar cada una en su categoría tendremos que tener en cuenta siempre de qué circunstancias y de qué población estamos hablando. Todo el mundo entiende que hay fármacos que pueden ser inútiles e incluso dañinos en determinadas personas, e indudablemente beneficiosos en otras. Con las vacunas ocurre exactamente lo mismo. Por tanto, todo aquel que ofrezca en torno a este tema una única y definitiva respuesta, un «todo o nada», estará faltando a la verdad.

Peter C. Gøtzsche ha conseguido encontrar la fórmula para darle a cada vacuna lo que se merece. ¿Cuestión de magia? No, simplemente independencia de criterio y rigor científico. Gøtzsche no se posiciona en ningún bando. Denuncia sin cortapisas las falacias de los que reniegan ciegamente de las vacunas y de los que las adulan sin ningún atisbo de crítica. Por eso es capaz de analizar, una por una, un puñado de las vacunas más nombradas y con mayor controversia (PVH, gripe, sarampión, neumococo, rotavirus, meningococo…) sin eludir su veredicto final. Por tanto, se trata de un libro valiente y necesario, que no solo responde —con tino— a muchas preguntas, sino que también, como todos los buenos libros, abre otros muchos interrogantes.

El contenido de Vacunas: verdades, mentiras y controversias se centra en dos aspectos: la crítica a una industria de la ciencia contaminada por intereses y prácticas que minan su credibilidad y rigor, y la información al ciudadano sobre las bondades y riesgos de las vacunas. En lo primero, Gøtzsche ya nos ha mostrado en sus obras anteriores pruebas de su enorme valía. Es un terreno donde se mueve como pez en el agua. No en vano, ha dedicado la mayor parte de su vida profesional a trabajar como investigador y conoce como nadie las virtudes y vergüenzas de la ciencia. Donde despunta ahora como divulgador de categoría es en el segundo plano. Y lo hace con valentía y solidez. Sin embargo, nos descoloca. Exige que abandonemos el rol pasivo de mero consumidor de consejos categóricos del tipo «sí, haz esto» o «no hagas lo otro». Nos invita a leerlo con el mismo celo y la misma atención por los matices que él tuvo al escribirlo. Este es, precisamente, el principal valor del libro. Gøtzsche demuestra así su compromiso con la idea de que disponer de la mejor información es la única forma de tomar decisiones lo más acertadas posible.

Si estás perdido y no sabes si poner a tu padre, a tu hijo o a ti mismo esa vacuna de la que tanto se habla, sobre la que tanta información y desinformación hay, y que levanta tanto rechazo como entusiasmo, sin duda este es tu libro.

ENRIQUE GAVILÁN,

médico de pueblo

Plasencia, 19 de febrero de 2020

Agradecimientos

Agradezco la información que he recibido de muchos investigadores y defensores del paciente, como Alberto Donzelli y Manuel Martínez Lavín. También, y especialmente, a Peter Aaby, un astuto observador que dice lo que piensa sin dejarse llevar por los paradigmas imperantes, en ocasiones a costa de un alto precio personal, y a Rebecca Chandler por su crítica de la primera versión de este libro.

Abreviaturas

BCG: vacuna contra la tuberculosis

CDC: Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos

CR: cociente de riesgos

DTP: vacuna triple bacteriana contra la difteria, el tétanos y la tosferina

EMA: Agencia Europea de Medicamentos

FDA: Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos

GMC: Consejo Médico General del Reino Unido

IC: intervalo de confianza

NHS: Servicio Nacional de Salud del Reino Unido

OMS: Organización Mundial de la Salud

POTS: síndrome de taquicardia postural ortostática

PVH: papilomavirus humano

SDRC: síndrome de dolor regional complejo

SPR: vacuna triple vírica contra el sarampión, las paperas y la rubéola

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