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SILVIA PIC




LA TIERRA PLANA



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Pic, Silvia
La Tierra Plana / Silvia Pic. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021. 

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-1850-7

1. Narrativa Argentina. 2. Novelas. I. Título.
CDD A863 

EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA
www.autoresdeargentina.com
info@autoresdeargentina.com


Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723
Impreso en Argentina – Printed in Argentina

Era yo. Existía. La sensación de existir era muy cautivadora. Solamente tenía noción del exterior viéndome apenas por dentro y de ahí hacia afuera.

Una oscuridad luminosa y límpida daba carácter de querer salir de ahí hacia la vida como un guante quirúrgico que se da vuelta.

Pero de pronto… algo me detuvo.

Un silencio a vacío llenaba ese espacio tan cristalino, y todo cambió.

Voces, gritos, y asimismo, la tranquilidad imperante.

Se escuchaba: “Soy la nada y quiero ser algo. Dénme algo de ustedes para poder ser. Belleza. Quiero Belleza!”.

Muchos le otorgaron sus propias existencias a la nada, puesto que la belleza era algo que se sentía en esa oscuridad translúcida, y nadie estaba dispuesto a desprenderse de ella. Por el contrario, la existencia parecía no existir.

Me quedé impertinente, como fuera del escenario, queriendo ver todo lo que sucedería. De la nada pronto apareció un gran coágulo redondo e inmenso de forma aplastada y con una depresión en el centro.

Eso que se había hecho llamar la nada había magullado las existencias que se le ofrecían, y así de pronto, de ser la nada _una existencia desfavorecida comenzó a amenazar desde la depresión del gran coagulo que era “ el diablo”.

El solo nombre de DIABLO, llenó de horror el espacio, y fue así que Dios hizo sentir su existencia.

Reflejó toda sensación de la magnificencia de su ser, y así, del coagulo fueron saliendo formas tomadas por el diablo de las existencias que inocentemente se le ofrecían. Una vez fuera del coágulo, por mímesis con la belleza reflejada por Dios, tomaba apariencia de mujeres.

Una mujer regordeta y con mucho arreglo, de muy buen impacto visual, dijo con dulce voz que era el diablo.

Dios tomó la forma y apariencia de joven rubia de pelo largo, simple y pobre vestir.

Un vestido amplio con flores color petróleo sobre un fondo gris, una camisita cuadrillé celeste agua marina por debajo ,y sandalias color crema, rotas, hacían su pobre vestir.

Las demás existencias se mantenían en sus lugares primigenios paralizadas por el terror. La mayoría ya había adjuntado el ser a sus existencias. Diría que todas menos yo que seguía observando.

Dios se acercó, y el diablo tembló. Dudó. Si temblaba, esa joven tal vez era ese Dios que tardíamente mandaba manifestaciones de su existencia. 

La joven se retiró, y la mujer regordeta se juntó con sus otras partes salidas del gran coágulo. Una de aspecto rectangular, cabellos cortos y cara de ofendida, se llamaba la bestia, otra flaca como un galgo, nariz puntiaguda y lentes con marco grueso, se llamaba la muerte. Y más tardíamente salieron dos hombres. Uno de vientre voluminoso y trajeado, se llamaba la peste, otro bastante atlético con grosísimos lentes, se llamaba el mirador.

Pronto apareció nuevamente Dios. Esta vez con forma y apariencia de hombre de pelo largo y bigotes. Se hacía llamar El Bruto en su forma desgarbada. Se acercó a la multitud que formaba el diablo diciendo con voz de bruto: -“¿Qué hacen esas amables e indefensas señoras por acá?”-.

El diablo que hacía de diablo tragó saliva , y dijo:-“No sabemos nada, necesitamos ayuda”-. –“Pués no sé como podría ayudarlas, no hago más que vender porrones”- dijo El Bruto.